Por Estéban Zúñiga.
"Ha llegado el momento de abandonar esta actitud suicida; al trabajo nefasto de las damas de estropajosa, opongamos el entusiasmo de las mujeres que amamos la vida libre de nieblas supersticiosas y sin cadenas que nos amarren a un pasado de esclavitud. Basta de tertulias estériles, de cotilleos estúpidos; frente a las organizaciones reaccionarias, levantemos una organización de mujeres obreras, de mujeres intelectuales, de mujeres demócratas (...). Hay que romper con todas las viejas fórmulas que impidan a la mujer venir a las organizaciones; hay que evitar que la reacción las enrole en sus legiones confesionales. Y esto lo podremos hacer, si a la mujer le damos una organización donde ella se encuentre a gusto, donde ella no se sienta extraña o tratada con menosprecio:"
(Dolores Ibárruri: "Abandono suicida". Periódico madrileño "Pueblo" del 7 de diciembre de 1935. Fuente: Mario Amorós. "¡NO PASARÁN! Biografía de Dolores Ibárruri. Pasionaria". Editorial Akal, Madrid, 2021. Página 127).
Salvo unas pocas excepciones, en los primeros años de la posguerra, las militantes del Partido Comunista de España (PCE) estarían un tanto olvidadas en la historia de la lucha contra la dictadura franquista; de hecho en la historiografía de la lucha contra la dictadura franquista se citarían a muy pocas mujeres. Sin embargo, una cosa resultaría clara y fácil de entender, como sería la imposibilidad de la lucha clandestina sin el concurso inestimable y preciosa de las militantes comunistas.
Unas mujeres que se habían movilizado durante la República y que habían participado en la guerra de 1936-1939, tanto en el frente como en la retaguardia; para después, en la dura clandestinidad de la posguerra, seguir militando en el PCE y en las luchas obreras.
Una clandestinidad de la posguerra que entrañaría un peligro colosal en un país sometido a una dictadura represora que tenía a su servicio a gran número de policías, guardias civiles y confidentes. Y aunque muchos hombres comunistas seguirían pensando que las luchas obreras y la educación de las masas obreras era, casi en exclusiva, misión de los hombres; si bien si no se quiere ser injusto habría que reseñar como la dirección del PCE quedaría sorprendida de cómo las huelgas de los años 1946 y 1047 tendrían un importante protagonismo femenino. Situación que no sería perceptible en las publicaciones comunistas españolas, que solían presentar una caracterización masculina de la clase trabajadora y que usarían términos como "clase obrera" o el "conjunto de los trabajadores", en protestas que serían lideradas por mujeres maduras que trabajaban en el sector textil.
Y aunque las militantes comunistas participarían en las huelgas, no jugarían un papel de encabezamiento en los conflictos obreros, sino que éstos serían liderados por los comunistas varones que seguirían manteniendo los roles masculinos tanto en el interior de las familias como en las situaciones cotidianas. Llegándose a la injusticia de dar a las comunista un rol de compañeras de lucha. Así al estar las mujeres "obligadas" a realizar las labores del hogar y al cuidado de los hijos, era harto difícil que pudieran asistir a las reuniones del partido o las reuniones obreras, que eran, normalmente por la tarde.
Además las mujeres se convertirían en el baluarte central y el sostén de las familias, ya que los hombres eran mayoría entre las personas encarceladas. Aquellas duras y valientes mujeres tendrían que llevar la elevada carga de ir de prisión en prisión ayudando a sus esposos, hermanos, hijos,..., a pesar de su precaria economía y a la vez que sufrían la estigmatización de ser esposas de "rojos".
En estas circunstancias, Dolores Ibárruri, Secretaria General del PCE, en el III Pleno celebrado en la Alcaldía de Montreuil - París, los días 19, 20, 21 y 22 de marzo de 1947, en el informe presentado y que llevaría por título "Por una España republicana, democrática e independiente", haría un llamamiento a un cambio tanto en la estrategia como en las acciones del trabajo comunista pues sería imprescindible corregir las actuaciones del Partido respecto al trabajo entre las mujeres españolas, "que es uno de los lados más débiles de nuestra actividad". Crítica que tenía una doble dirección ya que se había menospreciado tanto el trabajo abnegado de las mujeres como su participación en el "movimiento de resistencia" ante la dictadura franquista.
Así, en la página 2 del Nº 62 del semanario "Mundo Obrero", Órgano del Partido Comunista de España, del 17 de abril de 1947, se publicaría un pequeño texto titulado "LAS ESPAÑOLAS EN EL COMBATE", en el que tras citar unas palabras de Dolores Ibárruri del Informe ante el III Pleno, se haría una exposición de diversos conflictos laborales en los que la participación de las mujeres había sido capital y crucial, y de exponer las actuaciones de algunas valerosas comunistas, para recalcar:
"Tiene razón Pasionaria. Es preciso que dentro y fuera del país todo el Partido siente una preocupación más profunda hacia el trabajo de las mujeres. Ayudándoles más en su pelea -que es la pelea de todo el pueblo- y extrayendo mayor ayuda de ellas."
Además de finalizar realzando la labor y la fuerza encomiables de las mujeres comunistas contra el fascismo y la reacción:
"Las mujeres de España son una de las grandes fuerzas con que el pueblo cuenta para su liberación. Son así porque se han educado en el sufrimiento y en la lucha y porque han tratado un largo y trágico conocimiento con el fascismo."
Es justo, necesario e imprescindible seguir trabajando en la visibilización de las mujeres comunistas que participarían en la guerra, que padecerían el exilio, que sufrirían las cárceles franquistas y que lucharían sin desmayo en la difícil clandestinidad.
MUNDO OBRERO.
"LAS ESPAÑOLAS EN EL COMBATE"
(Fuente: "Mundo Obrero". Órgano del Partido Comunista de España. Semanario, Nº 62 - Página 2. París, 17 de abril de 1947).
"Existen algunas debilidades en nuestro trabajo que es necesario corregir, sobre todo en relación con el trabajo entre las mujeres, que es uno de los datos más débiles de nuestra actividad, tanto en el interior del país como en la emigración.
Y es doblemente criticable esta debilidad porque todos conocemos con cuanto desinterés y abnegación luchan las mujeres y participan en todo el movimiento de resistencia."
(Dolores Ibárruri. Informe ante el III Pleno).
"Franco y traílla de propagandistas tan demagogas como cursis prometieron a la mujer española toda suerte de bienandanzas presentándose ante ella cual ángeles guardianes del hogar y de la familia. ¿Qué le han dado en realidad? Plomo para sus maridos, cárceles para sus hijos, muerte y represión para ellas mismas; dolor, esclavitud, miseria,... La España de Franco es un país de hogares extintos y familias deshechas.
Un trabajador español gana cinco o siete veces menos de los que necesita para alimentarse racionalmente. El salario de una trabajadora es un 25 y a veces un 40 por 100 más bajo que el de un trabajador. Todas las reglamentaciones de trabajo, todas la leyes -y prácticas- franquistas acuerdan para la mujer un trato de inferioridad digno del medievo. En esa España de esclavos que es la España de hoy las mujeres son los esclavos de última categoría. Recorred España. Id casa por casa, fábrica por fábrica, aldea por aldea y veréis que jamás, jamás, han llevado las mujeres españolas una vida tan dura.
Pero ¿es que los golpes de tan trágica adversidad y los tornillos de la opresión han podido doblegar a las españolas? ¿Es que se resigna, como predican a todas horas quienes han fraguado su infortunio? No. Las mujeres de España luchan por la libertad y por la vida.
Esa su participación en la resistencia que en su nombre exhibía Pasionaria como un título incontestable al que queremos referirnos.
En las huelgas.
Conocemos las grandes huelgas del textil desarrolladas en Cataluña y en las cuales han tomado parte centenares de miles de obreros. Pues bien; hay que recordar que el 70 por 100 de los trabajadores de esa industria está constituida por mujeres. En algunas fábricas, como en la C.A.N.E.M., 1.300 obreras van a la huelga. Y muchas veces son mujeres quienes inician la reconstrucción de los Sindicatos de la U.G.T. en las fábricas, y otras, mujeres forma parte de las Comisiones obreras que plantean ante los patronos las reivindicaciones de todo el personal de un taller o una fábrica.
En Bermeo y en Santurce las huelgas de pescadores han estado animadas por las mujeres que se afanan en los trabajos de la mar. ¿Recordáis la huelga de la Sarasqueta, en Eibar? La empresa se negaba a pagar el importe de las primas. En la fábrica trabajan 320 obreros, mujeres en su mayoría. Comenzó a descender la producción. Cuatro trabajadoras fueron represaliadas por suponérseles instigadoras de sabotaje. Y todos los obreros fueron a la huelga por solidaridad. Como consecuencia, se readmitió a las cuatro obreras y los trabajadores cobraron las primas.
En las protestas callejeras, en las manifestaciones contra el terror y el hambre, las mujeres forman en vanguardia. En Relleu (Alicante), brazos de mujeres se yerguen en primera línea para lapidar a los asaltantes de Abastos que acuden al olor de la cosecha nueva. En la manifestación valenciana de la calle de la Paz, las mujeres invaden la vía de acera a acera. En Cuatro Caminos son voces de mujer -una y ciento- las que gritan en demanda de pan y libertad. Ante la Audiencia de Sevilla, mujeres de Triana y la Macarena desafían a los pelotones de guardias y exigen a voz en grito la vida de varios antifascistas condenados a muerte. Y son mujeres también las que se manifiestan frente al Gobierno civil de Barcelona para reclamar más pan.
Ante la Policía, en las mazmorras y en lugar más honorable que existe hoy en España, el banquillo donde se sientan los acusados políticos, las mujeres son dignas de la gesta presente y del pasado heroico de la Patria.
Cuando éramos chicos leíamos la historia de María Pila y las hazañas de Agustina. Ayer, en el fuego de Octubre, toda España, repitió un nombre: Aida Lafuente. Hoy, en la terrible brega clandestina, sólo con una lista escueta que comprendiera los apellidos de las nuevas heroínas españolas llenaríamos un libro.
Tres nombres -María Teresa Toral, Isabel Sanz Toledano y Mercedes Gómez Otero- se pronuncian en todas las lenguas. Son tres símbolos del valor y de la fidelidad de las españolas a la causa de la República, de su entereza en el suplicio. María Teresa Toral acusó siempre. En la cárcel, cuando fue visitada por tres parlamentarias inglesas Leah Manning, Nan Green y Monica Whately. Y luego, ante el Tribunal su voz sonó implacable para arrojar a la cara del franquismo el horror de su crímenes. Gritó que se le había torturado. El presidente del Tribunal intentó acallarla. Fue inútil. Teresa se volvió a los observadores extranjeros y les mostró las huellas de su tormento, su dentadura quebrada, la ceniza de sus cabellos encanecidos en meses de cárcel.
¿Pero y las heroínas de las que aún no conocemos ni el nombre?
Podemos ver sus símbolos en esa mecanógrafa de Madrid que, asaltado su domicilio por la Policía, hubo de tragarse precipitadamente una nota que contenía algunas direcciones de la Resistencia. Se la magulló, se la pisoteó con claveteadas botas de sierra.
- ¿Qué decía ese papel? ¿Qué decía ese papel?- le preguntaban Carlitos y Mario, dos de los sayones más crueles de Gobernación.
Y ella respondía siempre:
- ¿No veis que me lo he tragado?
Los luchadores clandestinos de las ciudades y los guerrilleros pueden dar la razón de cuál es el temple y la abnegación de las mujeres de nuestro pueblo. Ellas les acogen en sus hogares jugándose la vida. Y les sirven de enlace: Y les ayudan de mil maneras. Entre los hombres de la Resistencia es frecuente que cuando se quiere encontrar una casa o requerir un servicio de determinada familia, se digan unos a otros:
- Habla con la mujer. Las mujeres suelen ser más decididas para estas cosas.
La participación de las mujeres en la Resistencia podríamos resumirlo diciendo:
Quien conozca un poco la lucha clandestina de España sabe que sin la ayuda de las mujeres no se podría dar ni un paso , exactamente ni un paso.
¡Cómo odian al franquismo y con qué resolución combaten!
Contemplando su lucha tesonera, viéndolas sortear audaces la peripecia y el riesgo de todos los días, uno se siente orgulloso de que sean españolas, de que sean republicanas, de que sean comunistas.
Asistimos a un hecho de alcance extraordinario. La incorporación de las mujeres al combate por la democracia de un país como el nuestro, donde el alma de la mujer ha vivido durante siglos asfixiada por el peso de tradiciones semifeudales y dirigida por la mano clerical, tiene incalculable consecuencias para el desarrollo de la lucha, hoy, y para la consolidación de la República democrática, mañana.
Tiene razón Pasionaria.
Es preciso que dentro y fuera del país todo el Partido sienta una preocupación más profunda hacia el trabajo entre las mujeres. Ayudándolas más en su pelea -que es la de todo el pueblo- y extrayendo mayor ayuda de ellas.
Entre la inmensa muchedumbre de españolas que luchan contra Franco hay millares y millares de comunistas sin carnet. Es preciso dárselo. Con su heroísmo, con su sacrificio han ganado cumplidamente el honor de ser miembros del Partido Comunista de España. Asimismo para el Partido será un honor terne en sus filas a esas abnegadas combatientes y trabajadoras de España y la emigración.
Más atención también a las que ya están en el Partido y son nuestras camaradas de esfuerzo y combate. Ayudémoslas más para mejorar su educación política. Mayor audacia -y mayor justicia también- para elevarlas a aquellos puestos de dirección que en cada caso merezcan su aptitud, su valor y su firmeza, "sin desigualdades humillantes que nosotros ni admitimos ni toleramos".
Las mujeres de España son una de las grandes fuerzas con que el pueblo cuenta para su liberación. Son así porque se han educado en el sufrimiento y en la lucha y porque han trabado un largo y trágico conocimiento con el fascismo.
También, porque tienen un gran ejemplo en que inspirarse: Pasionaria."
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