Publicamos la tercera y última parte del trabajo de la Asociación de Amistad Hispano-Soviética (AAHS) sobre la «Crítica de los comunistas albaneses a la experiencia soviética».
En esta tercera parte tratamos sobre las críticas a la experiencia soviética realizadas después de la ruptura con la URSS. Analizamos como de las críticas acertadas al revisionismo de la dirección del Partido Comunista soviético van derivando hacia críticas a la URSS de carácter dogmático e izquierdista, desviándose del marxismo-leninismo.
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III
DESPUÉS DE LA RUPTURA: CRÍTICA A LA EXPERIENCIA SOVIÉTICA
Después de la ruptura, la cancelación de todo el apoyo que había dado la URSS supone un gran perjuicio para Albania. China intenta compensar con especialistas, créditos y ayudas, aunque no tiene una tecnología tan avanzada como tenía la Unión Soviética. De cualquier manera, a pesar de las dificultades, el desarrollo socialista continúa, primero, como decíamos con el apoyo chino, y, después, tras la ruptura con China en 1978, lo intenta realizar en solitario, buscando intercambios comerciales con países en desarrollo y con los países occidentales.
La lucha contra el ‘revisionismo moderno’ se convirtió en la seña de identidad de los comunistas albaneses. Desde 1960 hasta los años 70 fueron evolucionando las críticas a la Unión Soviética, con aportaciones acertadas, pero posiblemente cada vez con mayores exageraciones, que les llevaron, en lugar de analizar los problemas sobre la base del materialismo dialéctico, a analizar las contradicciones de manera mecanicista, encontrando principios del marxismo-leninismo en cualquier política práctica.
Vamos a analizar algunas cuestiones de las críticas a la experiencia soviética más significativas y veremos cómo evolucionan las mismas.
El plan de Jruschov
Tras la ruptura con la Unión Soviética, los comunistas albaneses buscan más explicaciones a las actuaciones de los revisionistas. Muy acertadamente plantean que Jruschov y los revisionistas tenían un plan. En efecto, todo grupo que tiene una línea política, también tiene un plan, aunque sea precario, para llevarla a cabo.
“El Buró Político señala que, desde la llegada al poder, Jruschov y su grupo revisionista tenían concebido un plan completo: repudiar el marxismo-leninismo y rehabilitar a todas las corrientes y elementos que habían sido descubiertos, golpeados y aniquilados como antimarxistas, o liquidados por el marxismo-leninismo en acción; negar toda lucha de la Unión Soviética y del PCUS contra los renegados del marxismo-leninismo, lucha que había sido personificada por el Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, dirigido por Lenin y Stalin”, y continúa: “Por tanto, para rehabilitar también a los revisionistas yugoslavos, tenía que encontrar numerosos motivos de queja contra Stalin”[1].
No sabemos hasta qué punto era el grupo revisionista soviético consciente de que su plan se basase en “repudiar el marxismo-leninismo”, más bien fuese el de revisarlo con las aportaciones de corrientes derrotadas que ellos rehabilitaron. Pero sí es cierto que al desarrollar su línea en el terreno económico, en el terreno internacional, etc., revisaron en parte el marxismo-leninismo en elementos esenciales, por tanto, queriendo o no, lo repudiaron. El único problema que vemos en esta declaración, es la conclusión a la que llega, como si el centro de la política revisionista soviética se encontrase en Yugoslavia. Pero bueno, posiblemente esta conclusión sea motivada por una cuestión práctica: la Unión Soviética queda lejos, en cambio, a Yugoslavia se la sufre en la práctica cotidiana.
Los revisionistas modernos siguen los pasos de la socialdemocracia.
En poco tiempo, las críticas a la experiencia concreta de la URSS, siguiendo la evolución de las críticas del PCCh, van pasando de ser razonables y basarse en la política marxista-leninista, a, en muchos casos, ser arbitrarias, sin demostración alguna y desechando un análisis dialéctico de las contradicciones. Un ejemplo se muestra en la afirmación de que los soviéticos se han unido al imperialismo.
“En la actividad política práctica, los revisionistas modernos siguen también las huellas de los cabecillas traidores de la socialdemocracia. En efecto, se han unido con los enemigos del socialismo y de los pueblos: con el imperialismo, sobre todo, con el imperialismo de los Estados Unidos y con los reaccionarios de los diversos países […]. Esto lo testimonian entre muchos otros actos de los revisionistas encabezados por el grupo de Jruschov, su actitud aventurera y capituladora en la crisis del Caribe, las presiones sobre Cuba para someterla al imperialismo norteamericano, sacrificando su dignidad y su soberanía, la unión con los reaccionarios hindúes contra la República Popular China, con la camarilla titoísta y con Venizelos contra la República Popular de Albania, el tristemente célebre Tratado de Moscú para la prohibición parcial de las pruebas nucleares, que traiciona gravemente los intereses de la Unión Soviética, de los demás países socialistas y de la paz y favorece al imperialismo norteamericano”[2].
Si algo demuestran precisamente la mayoría de los ejemplos expuestos en la manifestación de los comunistas albaneses es que los soviéticos no se han unido al imperialismo. La crisis de los misiles en Cuba, no demuestra la unión de la Unión Soviética con el imperialismo norteamericano, sino lo contrario, la confrontación, la agudización de las contradicciones. Por otro lado, demuestra los límites de la interpretación revisionista de la coexistencia pacífica. Que se haya tenido una actitud aventurera en este caso, es muy posible, pero que se haya llegado a un acuerdo no tiene por qué significar una capitulación. En la crisis de los misiles, no llegar a un acuerdo sí que significaría una actitud aventurera. Los compromisos son necesarios, las concesiones son necesarias, igual que los acuerdos, sobre todo cuando se puede conseguir una situación ventajosa o, al menos, una en la que no se pierda en exceso demasiado en el repliegue. Esa es la política de coexistencia pacífica de Lenin y Stalin.
En lugar de centrarse en que estos acontecimientos demuestran los errores de la línea revisionista de coexistencia pacífica, la crítica de los comunistas albaneses (y también de los chinos) se convierte en una crítica negativa izquierdista que en nada beneficia a la lucha contra el revisionismo. Las siguientes declaraciones de Walter Ulbricht, dirigente del Partido Socialista Unido de Alemania, pueden hacer al menos pensar que la alianza con el campo imperialista no era cierta: “Cuba fue liberada de la amenaza de invasión militar. Ante las puertas de los Estados Unidos, construye el socialismo. Sin embargo, una Cuba libre que está construyendo el socialismo, es un vivo ejemplo para la lucha de liberación de los pueblos de la América Central y del Sur, que están saqueados por los monopolios de los Estados Unidos. Se ha puesto de relieve que el socialismo no se para ni siquiera ante América, ante el llamado hemisferio occidental. No existen barreras eternas contra el progreso social…”[3].
Por poner otro ejemplo, podemos hablar del tipo de “traición” que supone la firma del Tratado de Moscú[4]. Los comunistas albaneses mantienen la postura planteada por los chinos, renegando del “Manifiesto por la paz” firmado por ambos partidos en la Conferencia de 1957[5]. Chu En-Lai criticó el Tratado por considerar que era un intento de consolidar el monopolio de las armas nucleares por parte de las grandes potencias y contrapropuso la destrucción completa. La propuesta de Chu En-Lai coincide con la mantenida por la Unión Soviética desde después de la guerra, así rezaba por ejemplo en el Informe del XIX Congreso del PCUS, pero también en los siguientes programas del PCUS.
Pero ya en 1927 y después en 1928, en la Conferencia de Desarme de la Sociedad de Naciones, Litvinov, propuso la abolición completa de todos los ejércitos y el desarme completo, y, ante la negativa de los imperialistas, redujo la propuesta a un “proyecto de desarme parcial, mediante una reducción inmediata de los efectivos militares y navales”[6]. Seguro que consideramos que la URSS, a través de Litvinov, quería llegar a un acuerdo con los imperialistas y redujo la propuesta en beneficio de los pueblos, intentando aprovechar las contradicciones, ¿por qué debemos suponer que en 1963 los soviéticos no actuaban igual con el Tratado de Moscú aunque rebajaba su programa?
El revisionismo moderno como peligro y enemigo principal del movimiento comunista internacional.
Como ya vimos más arriba, la declaración de la Conferencia de Partido Comunistas y Obreros de 1957 situaba al revisionismo como el peligro principal en el movimiento comunista internacional. Ahora, en 1965, van más allá en su definición, señalando como peligro principal al revisionismo moderno (el revisionismo en el poder) no en el movimiento comunista internacional, sino del movimiento comunista internacional. Aún más, no solamente peligro en el que pueden desviarse del marxismo-leninismo los partidos comunistas, sino el enemigo principal (Hoxha: “El revisionismo moderno, peligro y enemigo principal del movimiento comunista y obrero internacional”[7]).
Parece ser que ya no era la lucha contra el capitalismo, contra el imperialismo, o sea, la lucha contra el enemigo principal, sino que resulta ser la lucha contra la Unión Soviética y los otros países socialistas regidos por revisionistas. En estos momentos, los comunistas albaneses probablemente ya habían asumido la definición del régimen soviético como imperialista, realizada por Mao en agosto de 1964, al menos lo definen así ellos también:
“Esta línea antimarxista e imperialista de los revisionistas soviéticos contra el socialismo y la libertad de los pueblos, tiende a crear y a consolidar los dos poderosos bloques del mundo, el de los Estados Unidos de América y el de la Unión Soviética, que tienen por fin repartirse el globo en esferas de influencia, asegurarse el monopolio de las armas nucleares, ser las dos más grandes potencias económicas, dictar su ley a los otros Estados y a los otros pueblos […]”.
En el mismo texto que indicamos, más adelante por primera vez da una explicación de las causas por las cuales los revisionistas tomaron el poder en la URSS:
“Los contrarrevolucionarios, encabezados por Jruschov, ligados por hilos invisibles tanto en el interior como en el exterior de la Unión Soviética, trabajaban en el mayor sigilo para esta traición. A Stalin, a todo lo largo de su vida, jamás le ha faltado la vigilancia revolucionaria. Él ha dado pruebas de su espíritu de justicia revolucionaria, rechazando toda ‘arbitrariedad’ y ‘toda condena sin pruebas’ de los culpables. Los criminales trotskistas, como Jruschov, Mikoyan y compañía, se habían camuflado con mucha habilidad.
“Pero es un hecho que, después de la muerte de Stalin, sus colaboradores perdieron la vigilancia, fueron presa de las intrigas tramadas por los contrarrevolucionarios de la calaña de Jruschov y Mikoyan, se comprometieron gravemente, olvidaron las enseñanzas y las observaciones de Stalin, perdieron la combatividad, y, finalmente, consciente o inconscientemente, cayeron en la trampa tendida por los contrarrevolucionarios”.
Como podemos observar, todavía no se da un desarrollo objetivo sobre las causas del triunfo revisionista, pero al menos expone dos elementos primarios que tienen su veracidad:
1. Los revisionistas estaban camuflados con habilidad.
2. Los marxistas-leninistas fueron presa de las intrigas.
Causas de la degeneración de la URSS
Una de las cuestiones más importantes del análisis de la experiencia soviética es analizar las causas de la subida al poder de los revisionistas en la URSS, porque puede representar un gran aprendizaje para los comunistas de todo el mundo en la práctica de la conquista del poder y de la construcción del socialismo. Los comunistas albaneses, al menos Hoxha, hicieron su análisis, en dos ocasiones de forma amplia, que tienen algunos razonamientos distintos una versión de la otra. El estudio de estas causas y su exposición pública supuso una crítica extensa a la construcción del socialismo en la URSS, a sus métodos y a Stalin.
Primera versión del análisis de las causas.
La primera versión de este análisis fue expuesta por Hoxha en “Nuestro Partido desarrollará como siempre con consecuencia, audacia y madurez la lucha de clases”[8], de una conversación con Chou En-Lai en 1966.
En este trabajo hace Hoxha una primera observación totalmente asumible: no hay errores de principio, aunque sí de táctica, de formas y métodos. Habrá que ver hasta dónde llegan esos errores de táctica y método:
“… no se observan errores de principio en la línea del Partido Bolchevique en el tiempo de Stalin, aunque en las tácticas, en las formas y en los métodos podemos encontrar errores, que a su vez deben ser juzgados por nosotros en las circunstancias y coyunturas del momento […]”.
En esta segunda cita del texto referido ya da una información de mucha importancia. Se trata del “origen del drama ocurrido en la Unión Soviética”.
“Independientemente de que no conocemos los documentos internos que determinan muchas cosas, es un hecho que Stalin no detectó la peligrosidad de los traidores Jruschov, Mikoyan y otros, y la Gran Guerra Patria desempeñó un gran papel en esta cuestión. Si podemos culpar a Stalin de algo es que en los años de la posguerra, y particularmente en los últimos de su vida, no percibió que el pulso de su partido no latía como antes, que el partido había perdido y perdía su ímpetu revolucionario, se había esclerotizado y, a pesar de los heroísmos de la Gran Guerra Patria, no se restableció debidamente, de lo que se aprovecharon los traidores jruschovistas. Aquí, pienso yo, y creo no equivocarme, debemos buscar el origen del drama ocurrido en la Unión Soviética”.
El origen, según Hoxha, es que el partido se había quedado sin movimiento (“sin ímpetu revolucionario”), se había esclerotizado, aunque todavía no explica por qué sucedió esto. A la vez, vemos una primera crítica a Stalin: “no percibió” que el partido “se había esclerotizado”. Seguimos:
“La edificación del socialismo en la Unión Soviética y la lucha contra el enemigo exterior, al igual que contra el interior, se desarrolló con un elevado espíritu revolucionario por parte del PCUS y de Stalin que lo dirigía. Los golpes implacables y justos contra los trotskistas, los bujarinistas y otros, era la conclusión lógica de esta gran lucha de clases.
“Toda esta lucha compleja y multilateral elevó la justa autoridad de Stalin y del Comité Central del Partido Comunista Bolchevique de la Unión Soviética. Esto fue positivo, pero con los métodos y las formas de trabajo que se utilizaron en la orientación del partido, se llegó a un resultado contrario”.
Se entiende que la explicación que da Hoxha es que la edificación del socialismo y la lucha de clases de desarrolló correctamente, pero no con los métodos y formas que deberían haberse realizado porque a pesar de la buena orientación del partido, esos métodos conllevaron que la orientación se convirtiese en su contrario. Todavía resulta complicado entenderlo porque no hemos llegado todavía a qué métodos y formas de trabajo se utilizaron y sus consecuencias.
“Si se hace un análisis detallado de las directrices políticas, ideológicas y organizativas de Stalin para la dirección y organización del partido, para la lucha y el trabajo, en general no se encontrarán errores de principio, pero veremos que el partido se burocratizó paulatinamente, quedó envuelto en el trabajo rutinario y el peligroso formalismo que constriñen al partido, que sofocan su espíritu e ímpetu revolucionarios. El partido se cubría de una pesada herrumbre, de una apatía política, pensando erróneamente que sólo la cabeza, sólo la dirección actúa y lo soluciona todo. Fue una concepción semejante en el trabajo la que condujo a la situación en que por todos los lados y para todo se dijera: ‘esto lo sabe la dirección’, ‘el CC lo sabe todo’, ‘el CC no se equivoca’, ‘esto lo ha dicho Stalin y se acabó’. Muchas cosas podía no haberlas dicho Stalin, pero se decía en su nombre. Los aparatos y los funcionarios se convirtieron en ‘omnipotentes’, en ‘infalibles’ y actuaban de modo burocrático bajo las fórmulas del centralismo democrático, de la crítica y autocrítica bolcheviques, que ya no eran bolcheviques. No hay duda que fue así como el Partido Bolchevique perdió su vitalidad anterior, vivía con fórmulas correctas, pero que no eran más que fórmulas, obedecía pero no actuaba por sí mismo.
“En estas condiciones las medidas administrativas burocráticas comenzaron a prevalecer sobre las revolucionarias. Las correctas medidas revolucionarias adoptadas contra los enemigos de clase, con estos métodos y formas burocráticas de trabajo, en lugar de tener el efecto debido producían el contrario y fueron utilizadas por los burócratas para crear el miedo en el partido y entre el pueblo. La vigilancia revolucionaria ya no era operante, porque había dejado de ser revolucionaria, independientemente de que fuera pregonada como tal. De ser una vigilancia de partido y de las masas se estaba transformando en una vigilancia del aparato burocrático y se transformaba de hecho, si no en su totalidad, sí desde el punto de vista de las formas, en una vigilancia de las fuerzas de seguridad y de los tribunales”.
> Si observamos bien esta crítica, podemos decir que no difiere en lo fundamental de la que hicieron la oposición obrera, primero, los trotskistas después, y, por último, los bujarinistas. Todas las oposiciones criticaron la evidente burocratización, aunque cada uno por sus intereses. La oposición obrera apenas fue significativa en un período muy corto.
Los trotskistas fomentaban precisamente la burocratización en los sindicatos, en el ejército, en el partido y en la industria, de hecho una buena parte de sus principales dirigentes se dedicaban a dirigir administrativamente la industria. Los bujarinistas fueron una mezcla de burócratas del Estado, de la agricultura y de los sindicatos.
Todos en el Partido Bolchevique eran conscientes de la burocratización que crecía en el Partido y en el Estado.
Fueron, precisamente, Lenin, Stalin y sus seguidores (la mayoría del partido) los que en cada congreso denunciaban la burocratización e intentaban poner soluciones. Lógicamente era muy complicado en una situación en la cual tenían que desarrollarse de manera acelerada las fuerzas productivas (lo que no había hecho el capitalismo, tenía que hacerlo el socialismo) teniendo un proletariado insuficientemente preparado, inculto y con una conciencia voluble, para lo cual era necesario ampliar el aparato técnico y administrativo, pues sin ese desarrollo sería imposible culminar la transformación de las relaciones sociales.
La contradicción entre la necesidad del desarrollo y de la administración del mismo y la lucha contra las tendencias a la burocratización, es un problema que no acertaron a solucionar.
Pero no cabe duda que se tomaron medidas: siempre se priorizó la entrada de obreros en el Partido; se expulsó a muchos dirigentes regionales y locales que actuaban burocráticamente durante la colectivización; se intentaron tomar medidas para que los dirigentes del partido a todos los niveles se dedicaran a la dirección política y la educación ideológica durante los años 30, en lugar de a la administración de la economía; durante las llamadas ‘grandes purgas’ y después de ellas se tuvo una lucha tenaz contra los burócratas del partido; etc.
> Evidentemente fue un grave problema que habría que analizar muy bien, pero parece que Hoxha lo generaliza a todo el Partido y se cruza con las antiguas oposiciones, manteniendo que no existía democracia dentro del partido, que prevalecían las medidas administrativas, que los dirigentes lo dominaban todo y que se había convertido en un estado policial, en donde el pueblo y los militantes del partido vivían con miedo.
Con estas opiniones, decir que no había errores de principios, es cuanto menos hipocresía. Si fuese así, en la línea general del partido alguna violación de principios sí que habría. Creemos que Hoxha se equivocaba en este planteamiento, pues toma la parte por el todo, generaliza situaciones sin un análisis de las contradicciones y tampoco estudia en lo objetivo por qué crece la burocracia.
“Es comprensible que en estas condiciones, en el PCUS echaran raíces y se ampliaran entre los comunistas y en la conciencia de muchos de ellos sentimientos y puntos de vista no proletarios, no de clase. Se desarrollaban el arribismo, el servilismo, la charlatanería, el favoritismo, la moral antiproletaria, etc, que corroían al partido desde dentro, sofocaban el espíritu de la lucha de clase y de los sacrificios y estimulaban la búsqueda de la vida ‘buena’, cómoda, con privilegios, con beneficios personales, con el menor trabajo y esfuerzo posible. ‘Trabajamos, luchamos y vencimos para este Estado socialista, ahora disfrutemos y aprovechémonos, somos intocables, el pasado nos lo justifica todo’, esta mentalidad burguesa y pequeñoburguesa se estaba creando y representaba un gran peligro el hecho de que estaba afectando también a los viejos cuadros del partido con un pasado bueno y de origen proletario, quienes debían ser ejemplo de pureza para los demás. Muchos de los que sabían utilizar bien las palabras, las frases revolucionarias, las fórmulas teóricas de Lenin y de Stalin, que cosechaban los laureles del trabajo de los demás y daban y estimulaban el mal ejemplo, estaban situados en la dirección, en los aparatos. Se estaba creando en el PCUS una aristocracia obrera de cuadros burócratas”.
> En este desarrollo hay muchos elementos de verdad, como que la burocracia puede generar conciencia no proletaria, pero nuevamente los analiza desde el plano subjetivo y no desde la realidad material, sin tocar la lucha de clases dentro del socialismo, las contradicciones entre las diversas clases y capas sociales, las contradicciones provocadas por la división del trabajo.
“[…] Estamos convencidos que Stalin, como gran revolucionario que era, si hubiese conocido realmente esta situación en el partido, hubiese dado un golpe demoledor a este espíritu enfermizo, y el partido y el pueblo soviético se habrían puesto todos en pie, porque con razón tenían gran confianza en Stalin.
“Pero si no dio Stalin este golpe ¿será porque conciliaba con esta situación enferma, porque se equivocaba política e ideológicamente en los principios? ¡De ninguna manera! Nosotros pensamos que en esto debe defenderse a Stalin hasta el fin. Stalin puede ser criticado porque en los últimos años de su vida debilitó los vínculos con las masas del partido y del pueblo, pero esto sucedió sólo físicamente y nunca ideológica y políticamente. Tenía confianza en los cuadros, pero no se puede decir que sólo tuviera confianza en ellos y que no la tuviera o la hubiera perdido en la gente sencilla, en las masas del partido y del pueblo”. Y después asegura que los aparatos no informaban a Stalin, deformaban de forma burocrática sus directrices y que incluso las masas del partido y del pueblo no informaban a Stalin de las deficiencias y de los errores por no molestarle.
En cuanto al culto a la personalidad, inculpa a los jruschovistas de haberlo promovido “para utilizarlo ampliamente contra el marxismo-leninismo”, pero también critica a Stalin porque “no adoptó medidas severas que equilibraran de manera marxista-leninista y liquidaran los numerosos aspectos negativos y peligrosos de esta propaganda, que pueden encerrar y como los hechos demostraron, encerraba graves peligros”.
Al final llega a las siguientes conclusiones sobre ‘las culpas’:
“[…] Por tanto, las graves culpas recaen sobre muchos otros, grandes y pequeños, y también sobre el PCUS en su conjunto, porque no supo luchar y reaccionar enérgicamente y de forma revolucionaria, sobre la base de la teoría marxista-leninista militante, contra las deformaciones burocráticas, lo que condujo a deformaciones ideológicas y políticas, a la creación de la corriente de los revisionistas modernos, quienes tomaron el poder desde dentro, esperando el momento oportuno, la muerte de Stalin”.
Al final del análisis solamente queda casi indemne Stalin.
> Para Hoxha, el PCUS en su conjunto es culpable por no aplicar el marxismo-leninismo. En general, lo que comienza queriendo ser un análisis de las causas por las cuales el revisionismo moderno llega al poder, se convierte, como conclusión, en una acusación contra el PCUS en su conjunto y a la experiencia soviética en su conjunto. Teniendo partes de análisis que llevan una línea convincente, los mezcla con apreciaciones subjetivas y generalizaciones que quitan valor a todo lo acertado.
Segunda versión del análisis de las causas.
Más tarde en marzo de 1968, en el artículo “La clase obrera de los países revisionistas debe lanzarse al campo de batalla, para restablecer la dictadura del proletariado”[9], Hoxha y el PTA ahondan en el balance soviético con nuevos motivos de crítica.
“[…] debemos esforzarnos por descubrir las deficiencias y los errores que tan trágicamente influyeron en el surgimiento del revisionismo y la usurpación del poder por los traidores jruschovistas en la Unión Soviética”.
Hoxha expone tres motivos:
En primer lugar, manifiesta que “la educación política e ideológica del Partido Bolchevique, por sorprendentemente que pueda parecer […] adolecía de deficiencias en la forma, los métodos y, algunas veces, en el contenido. […] la ligazón entre la teoría y la acción revolucionaria práctica no se efectuaba cuanto se debía ni como se debía […], de modo que todos pusieran en primer plano la política orientada a lograr la revolucionarización de los individuos con objeto de mantener vivo el espíritu revolucionario proletario en todo el partido, y que todos, ante cualquier problema, comprendiesen y aplicasen con espíritu revolucionario la línea del partido”.
> Resulta interesante esta apreciación. A pesar de que fue la Unión Soviética quien más producción teórica marxista-leninista ha tenido, quien ha realizado más materiales de formación y quien ha tenido las mejores estructuras de educación política e ideológica del mundo (donde estudiaban comunistas de todo el mundo), es muy probable que en algunos momentos tendría deficiencias en los contenidos de la educación ideológica.
Para aseverarlo, solamente es necesario recordar que Bujarin fue responsable de las escuelas ideológicas del Partido durante algunos años, y que en los años 40 lo fue Georgi Alexandrov, hasta la crítica que le realizó Zdhanov en nombre del Comité Central. Ambos (Bujarin y Alexandrov) eran dialécticos de palabra y mecanicistas de hecho. O sea, que la afirmación de Hoxha sobre las deficiencias en los contenidos podría estar acertada parcialmente.
El segundo motivo que expone es la incomprensión ideológica y política de las normas leninistas, haciendo la pregunta siguiente: “¿Si la política y la ideología marxista-leninista hubiesen sido comprendidas y aplicadas correctamente, tal como hemos expuesto, si las normas leninistas del partido, establecidas en el Partido Bolchevique por los grandes clásicos Lenin y Stalin, hubiesen sido aplicadas en todo momento de manera correcta, revolucionaria, hubiera ocurrido lo que ocurrió? ¡No!”.
> No comprendemos exactamente a lo que se refiere cuando habla de las ‘normas’, si es que se refiere a los principios de organización (centralismo democrático, crítica y autocrítica, disciplina consciente) o a las normas del partido (derechos y deberes de los militantes, relaciones entre dirección y base, etc.). De cualquier manera, cualquiera de ellas hay que verlas de una manera dialéctica y flexible, y adaptables a las necesidades, de acuerdo a la realidad concreta.
En el tercer motivo habla del “sentimiento de autosatisfacción” y de la “tendencia a la comodidad” y, sobre todo, de la separación de los cuadros de las masas con la infección de “burocratismo, intelectualismo y tecnocratismo” que “hicieron que en el Partido Bolchevique y en el Estado soviético no se sintiera debidamente el espíritu revolucionario de los tiempos heroicos”, cuya consecuencia fue que “la labor del partido se esclerotizaba, las normas eran aplicadas, pero sin empuje revolucionario, la línea era puesta en práctica, pero sin ritmo revolucionario”.
> Los problemas que aquí se plantean, con los que estamos de acuerdo, son característicos de los cuadros con responsabilidades administrativas que están apartados de las masas, precisamente burócratas, intelectuales y técnicos, cuyas tendencias propias son las del burocratismo, el intelectualismo y el tecnocratismo.
Por eso, echamos de menos que hubiese un estudio del papel que desempeñan en la organización social del trabajo.
Stalin decía que durante el socialismo había desaparecido la oposición entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, pues había desaparecido la base económica de esta oposición: “la explotación de los hombres dedicados al trabajo manual por los representantes del trabajo intelectual”[10].
Pero también explicaba que no desaparecían las diferencias entre uno y otro, que era un problema de la mayor importancia y que había que luchar por la erradicación de las diferencias esenciales.
Y, efectivamente, es un problema de la mayor importancia, según se puede comprobar en la experiencia de la Unión Soviética y de los países socialistas. Una base fundamental de la teoría marxista-leninista del Estado es que durante el socialismo persiste el ‘derecho burgués’ en cuanto a la distribución de los productos según el trabajo, pero, como explicaba Lenin, también perdura el ‘derecho burgués’ en cuanto a la “distribución del trabajo entre los miembros de la sociedad”[11], o sea, la división entre el trabajo intelectual[12] y el trabajo manual que es una herencia de la sociedad capitalista.
Ciertamente, durante el desarrollo socialista se transformó la relación entre los trabajadores intelectuales y los trabajadores manuales, convirtiéndose en “camaradas y amigos, miembros de una misma comunidad de producción, interesados vitalmente en la prosperidad y en el mejoramiento de la producción”[13], como explicaba Stalin.
Y esto pasó, sobre todo, con la generación de un nuevo tipo de trabajador intelectual, cuyo origen era la clase obrera, cuya educación general era el socialismo y, muchos de ellos, con una relevante educación marxista-leninista. De esta manera, los funcionarios tenían un interés en preservar las relaciones socialistas, los técnicos estaban interesados en el desarrollo socialista de la producción y los intelectuales, por ejemplo, educaban a las nuevas generaciones sobre bases socialistas. Es lo que llamaban los soviéticos, también los albaneses, ‘nueva intelectualidad’. Así era en líneas generales. Pero tengamos en cuenta, por ejemplo, el siguiente comentario de Stalin:
“Al Partido no se le puede considerar como algo desligado de la gente que le rodea. Vive y actúa en el medio que le circunda. Así, no tiene nada de extraño que no pocas veces penetren en él tendencias malsanas: Y es indudable que el terreno para esas tendencias existe en nuestro país, aunque sólo sea porque hay todavía algunas capas intermedias de la población, tanto en la ciudad como en el campo, que constituyen el medio nutritivo para su desarrollo”[14].
Probablemente Stalin no se refería en este comentario tan acertado a los trabajadores intelectuales, sino más bien a la pequeña-burguesía de la ciudad y el campo, pero caben perfectamente aquellos en la explicación del autor. Los trabajadores intelectuales en la sociedad socialista ya no trabajan para preservar y reproducir el sistema capitalista, pues el derecho burgués en lo que atañe a la propiedad privada de los medios de producción ya no existe ni existe la burguesía como clase social, sino para preservar y reproducir el sistema socialista, que conserva un ‘trocito’ del derecho burgués, y, por tanto, del ‘Estado burgués’[15]: la distribución desigual de los productos y la división del trabajo.
> El origen social, la educación general y la educación marxista generan una posición de clase de estas capas intermedias en favor de la clase obrera y del socialismo, pero su ser social sigue determinado por su posición en la división social del trabajo. Estos hechos pueden generar un interés particular por parte de funcionarios, técnicos e intelectuales para mantener su posición, para que siga existiendo la distribución desigual según el trabajo y la división social del trabajo, o sea, paralizar el desarrollo socialista destinado a extinguir el estado. De ahí a sentirse y convertirse en personas privilegiadas, divorciadas de las masas y situadas por encima de las masas hay un paso. Por eso, las tendencias al burocratismo, intelectualismo y tecnocratismo pueden prodigarse con relativa facilidad en el período socialista. Si a esto se le añade la conciencia de estos intereses como grupo por ciertos elementos de estas capas sociales, se genera partido político para defender estos intereses y generar una línea revisionista dentro del partido comunista.
Estos partidos políticos o tendencias oportunistas dentro del partido bolchevique ya se desarrollaron anteriormente en la historia soviética.
Por ejemplo, los trotskistas en su lucha contra la línea bolchevique, decían que el desarrollo socialista debería realizarse solamente con el desarrollo de la industria y que los campesinos deberían sólo dedicarse a proveer recursos para el desarrollo de la industria (lo que llamaban acumulación primitiva).
¿Pero así estaban defendiendo a la clase obrera, tal como decían, o a los tecnócratas de la industria? Si tenemos en cuenta que proponían la militarización del trabajo y de los sindicatos, la ruptura de la alianza obrero-campesina y la priorización de los aspectos administrativos, parece ser que su programa no era el de los obreros. La intención era la de paralizar el desarrollo socialista y generar más privilegios para los técnicos y funcionarios, con lo que conseguirían ampliar sus privilegios y que prevaleciese el tecnocratismo y el burocratismo.
Por otro lado, los bujarinistas promovían desacelerar el desarrollo de la industria, generar campesinos ricos y acabar con la colectivización, desarrollando en paralelo una economía socialista y una economía capitalista para que al final de no se sabe qué proceso, la segunda se integrara en el socialismo.
¿Estaban defendiendo el fortalecimiento de la alianza obrero-campesina o a los elementos capitalistas y a la burocracia? Si tenemos en cuenta que al dar marcha atrás en el desarrollo socialista, generando relaciones capitalistas en abundancia, se amplían los privilegios y para que estos se mantengan o amplíen se necesita mucha más burocracia que los defienda y ayude a reproducirlos, parece que no defendían la alianza obrero-campesina, sino a los elementos capitalistas y el burocratismo.
No es de extrañar que al ser derrotadas ambas tendencias en la lucha de líneas (expresión de la lucha de clases dentro del partido), acabasen juntándose en un programa de vuelta al capitalismo.
De todas formas, para ayudar a analizar porqué se desarrollan las tendencias burocráticas, también se debería estudiar el condicionante de la situación concreta en la que se mueve la Unión Soviética.
El objetivo final del desarrollo socialista y de la dictadura del proletariado, como forma de transición, es la extinción del Estado, donde se acabará definitivamente con la distribución desigual[16] según el trabajo y la división del trabajo. Esto es la teoría general marxista-leninista, pero después hay que situarlo en la realidad y en la práctica concreta, y estudiar las contradicciones internas y las internacionales.
Stalin explicaba:
“… no se debe extender la fórmula general de Engels referente al destino del Estado socialista en general al caso particular y concreto del triunfo del socialismo en un solo país, rodeado de países capitalistas, que se halla bajo la amenaza de un ataque armado del exterior, el cual, en vista de ello, no puede abstraerse de la situación internacional y debe disponer de un ejército bien instruido, de órganos de sanción bien organizados, de un fuerte servicio de contraespionaje; por tanto, debe mantener a su Estado suficientemente fuerte, para tener la posibilidad de defender las conquistas del socialismo contra los ataques del exterior […]”[17].
> En esta situación, en lugar de reducir el aparato estatal, y, por tanto, las tendencias burocráticas, se tuvo que fortalecer el Estado. En estas circunstancias cubrir todos los cargos por elección, y que todos los funcionarios fuesen amovibles y con salarios de obreros, se complicaba. La dictadura del proletariado en la URSS tenía que lidiar con la situación internacional, con la influencia capitalista y de la ideología burguesa que venía del exterior, con los restos de las clases explotadoras del interior, con las tendencias de las capas intermedias, además de con el problema de las relaciones mercantiles de los koljosianos. Teniendo esto en cuenta, el partido bolchevique, como decíamos más arriba, siempre luchó contra todo este tipo de tendencias, contra la burocratización, sobre todo, contra la burocratización del partido. Sabían sobradamente que dentro del partido habitaban muchos dirigentes parásitos y carreristas corruptos.
Como ya señalamos cuando estudiamos en la AAHS la lucha ideológica en el período de 1936 a 1953[18], en 1947 se presentó en el CC, por parte de Zdhanov, un nuevo proyecto de programa del Partido que se tenía previsto que fuese el punto principal del XIX Congreso del PC(b) de la URSS. En este proyecto de programa (que fue rechazado por el CC) se tomaban medidas para desarrollar la democracia socialista de la dictadura del proletariado y luchar contra el burocratismo y el tecnocratismo. En esta situación en la que se ampliaba el campo socialista, era un buen momento de mejorar las bases para acercarse al comunismo.
Algunos puntos de este proyecto eran los siguientes:
1.- Incorporar a los trabajadores a los asuntos cotidianos del Estado con un rápido desarrollo del nivel cultural.
2.- Proceder a la unificación del trabajo productivo con la participación en los asuntos del Estado, preparando la transición hacia la total dirección del Estado por parte de toda la clase trabajadora.
3.- Selección de todos los miembros responsables del aparato mediante elección.
4.- Desarrollo de la democracia socialista.
5.- Renovación obligatoria anual de un porcentaje de todos los comités del Partido, incluido el Comité Central (la sexta parte cada año).
> En definitiva, para no extendernos más, las críticas a la experiencia soviética realizadas por Hoxha y los comunistas albaneses para hallar las causas de la subida al poder de los revisionistas soviéticos, en buena parte son acertadas, pero creemos que no dan las claves, las bases materiales de la línea política revisionista. Una de ellas podría ser la que aquí expusimos, ¿podría ser la segunda, las relaciones mercantiles y el sistema de ‘propiedad’ koljosiana?
¿Socialimperialismo y socialfascismo?
Cuando durante la guerra imperialista de 1914, Lenin empezó a utilizar el término socialchovinismo y socialimperialismo para definir a los oportunistas, tenían significados específicos. Decía que socialchovinismo es “la sustentación de la ‘defensa de la patria’ en la guerra actual”, y, como consecuencia de eso se “renuncia a la lucha de clases, la votación de los créditos de guerra, etc.”. Los socialimperialistas eran los socialdemócratas que servían a su propia burguesía imperialista en la guerra a cambio de ministerios y conservar las migajas de las superganancias imperialistas.
“El programa real de los liquidadores…” [los socialchovinistas y socialimperialistas rusos] “no consiste hoy simplemente en el oportunismo en general, sino en la defensa de los privilegios y de las ventajas que la gran potencia concede a los terratenientes y a la gran burguesía gran rusos. Es la orientación de la política obrera nacional-liberal. Se trata de la alianza de una parte de los pequeño burgueses radicales y de una ínfima fracción de obreros privilegiados con ‘su’ burguesía nacional y contra la masa del proletariado”[19].
Más adelante, en los años 20, se introdujo en los partidos comunistas integrados en la Internacional Comunista el término de socialfascista para designar a los socialdemócratas que colaboraban con los gobiernos imperialistas, porque los definían como el ala izquierda del fascismo (o el tercer partido de la burguesía), en el V Congreso de la IC, o que revelaba tendencias fascistas, en el VI Congreso de la IC, aunque en ninguno de los dos congresos se aprobó el término ‘socialfascista’[20].
Todos estos términos fueron recogidos por los comunistas chinos y albaneses para definir el régimen soviético. Ya no es la socialdemocracia que se alía con ‘su’ burguesía para favorecer su imperialismo, incluso dirigiendo el gobierno, sino que dan ese nombre al régimen (estado y sus dirigentes) que se dice socialista de palabra y, de hecho, es imperialista.
Las críticas que los comunistas albaneses realizan a los soviéticos pierden en gran medida la perspectiva de los análisis basados en el materialismo-dialéctico, para definir unos análisis más circunscritos a la metafísica, la absolutización de las contradicciones y, en muchos casos, olvidan que Lenin recordaba a menudo “… que recurrir a la escala histórica universal en un problema de práctica política constituye el error teórico más escandaloso”[21].
Imperialismo revisionista soviético.
En el V Congreso del PTA, de 1966, se empieza a hablar del imperialismo soviético[22]:
“La esencia de la línea de los revisionistas jruschovistas, su sueño y su más alto ideal es la amistad y la colaboración soviético-norteamericana, es el establecimiento de una nueva alianza entre el imperialismo norteamericano y el imperialismo revisionista soviético para la dominación del mundo”[23].
> Aquí los comunistas albaneses ya habían considerado que la Unión Soviética era un país capitalista, imperialista, en el que dominaba una nueva burguesía desde la subida de Jruschov al poder. ¿Inmediatamente con la subida a la dirección de Jruschov se torna la Unión Soviética en capitalista? Esto es un poco difícil de explicar. ¿Capitalismo sin propiedad privada de los medios de producción? Esto es un poco difícil de entender. Es una evidencia que la dirección soviética fue tomada por los revisionistas, que revisaron el marxismo-leninismo, renunciaron a la lucha de clases,…, e impusieron, paso a paso, tendencias de deriva hacia el capitalismo, pero también es verdad, según nuestra opinión, que en la Unión Soviética se mantuvo el socialismo con dirección revisionista, que en un proceso largo de transición, consiguieron hacer quebrar el socialismo. Al tomar el poder los revisionistas, ni tan siquiera pusieron en marcha el plan de vuelta al capitalismo que lanzaron toda la oposición unificada en los años 30: liquidación de los sovjós, por ser deficitarios, disolución de la mayoría de los koljós por ser ficticios, detención del saqueo a los campesinos, vuelta al sistema de concesiones a la industria, eliminación del monopolio del comercio exterior.
Ateniéndose a la posición leninista de que la lucha contra el imperialismo va ligada indisolublemente a la lucha contra el oportunismo, asegura Hoxha en el mismo discurso que:
“Para nuestro Partido del Trabajo es totalmente inaceptable la opinión de que la ‘unidad de acción’ con los revisionistas jruschovistas contra el imperialismo estadounidense es una piedra de toque y una lucha efectiva contra las posiciones revisionistas”, definiendo esta posición como “línea traidora”[24].
> Si nos acogemos a la referencia que hace previamente sobre la necesidad de luchar contra el oportunismo para poder luchar contra el imperialismo, debemos considerar que a ambos los sitúa como iguales. Pero son dos niveles de relaciones distintos, pues el imperialismo podemos situarlo como un enemigo antagónico del socialismo, pero en cambio al oportunismo, no es que haya que golpearlo por ser el enemigo fundamental de las contradicciones de nuestra época, sino porque lleva la influencia burguesa al movimiento obrero y paraliza su acción revolucionaria. A la vez, tenemos que tener en cuenta que el oportunismo influye en grandes masas de obreros y de trabajadores en general, que es necesario ganarlas para la revolución. Muy ilustrativamente nos decía Lenin refiriéndose a los oportunistas (hay que pensar de la misma manera para el plano internacional):
“Los demócratas pequeño burgueses (incluidos los mencheviques) vacilan de manera inevitable entre la burguesía y el proletariado, entre la democracia burguesa y el régimen soviético, entre el reformismo y el revolucionarismo, entre el amor a los obreros y el miedo a la dictadura del proletariado, etc. La táctica acertada de los comunistas debe consistir en aprovechar estas vacilaciones y no, en modo alguno, en desdeñarlas. Y para aprovecharlas hay que hacer concesiones a los elementos que se inclinan hacia el proletariado […], y, el mismo tiempo luchar contra los que se inclinan hacia la burguesía”[25].
Si, en cambio, recapacitamos que cuando se realizó el discurso, los comunistas albaneses ya consideraban que los soviéticos eran imperialistas, la táctica sería la de aprovechar cualquier grieta entre los enemigos:
“Sólo se puede vencer a un enemigo más poderoso poniendo en tensión todas las fuerzas y aprovechando obligatoriamente –con el mayor celo, minuciosidad, prudencia y habilidad- la menor ‘grieta’ entre los enemigos, toda contradicción de intereses entre la burguesía de los distintos países y entre los diferentes grupos o categorías de la burguesía en cada país”[26].
Golpear y aplastar a los movimientos revolucionarios.
Al considerar a la Unión Soviética un país imperialista, además una de las dos grandes superpotencias, cualquier intervención fuera de sus fronteras, del tipo que fuese, era considerada por los comunistas albaneses como imperialista, y, si además, era una intervención militar, incluían el término fascista. Sobre la intervención militar en Checoslovaquia en 1968 manifiestan:
“[…] las camarillas revisionistas […] atacaron alevosamente y de manera fascista a Checoslovaquia”[27]. Este ataque, según afirma, “[…] confirma…: que los revisionistas son traidores, son imperialistas, son fascistas”[28]. Y se ampara en la opinión pública internacional: “Toda la opinión pública internacional se ha levantado contra ellos. Su actuación es inmoral, cínica y fascista, y carece de toda base política, ideológica o legal”[29].
En 1956, cuando intervino el Pacto de Varsovia en la contrarrevolución húngara, la opinión de los comunistas albaneses fue totalmente opuesta, y estaban los revisionistas en el poder en la URSS, aunque todavía no les habían identificado como tales. Entonces decían: “la Unión Soviética cumplió un noble deber internacionalista e hizo al mismo tiempo un inapreciable servicio a la causa del socialismo, a todo el movimiento comunista internacional”. En lugar de intervención fascista, señalan el acontecimiento como “un inapreciable servicio a la causa del socialismo”.
Después de la intervención en Checoslovaquia se criticó mucho a los soviéticos, además de por la misma intervención, por plantear, lo que llamaron en occidente, la ‘doctrina Breznev’ o ‘doctrina de la soberanía limitada’. El dirigente soviético expresaba así la cuestión:
“Cuando fuerzas internas y externas enemigas del socialismo, intenten desviar el desarrollo de cualquier país socialista en el sentido de la restauración del orden capitalista, cuando surja una amenaza en la seguridad de la comunidad socialista, ello constituye un problema, no sólo para el pueblo de ese país, sino también es un problema general que concierne a todos los países socialistas”[30].
> Visto de esa manera, no deja de tener razón Breznev, cuando manifiesta la necesidad de defender el socialismo, porque el socialismo no es exactamente de ningún país. De todas formas, para los comunistas albaneses se trataba de una intervención de un país imperialista en un país oprimido.
Más tarde incidirán más en el carácter imperialista y fascista de la URSS con motivo de la intervención en Afganistán. “Esta es una agresión de tipo fascista como lo fue la ocupación de Checoslovaquia en 1968”. Habla sobre la feroz rivalidad entre la Unión Soviética y los Estados Unidos por la hegemonía en la región y que el objetivo de las superpotencias es:
“[…] golpear y aplastar los movimientos revolucionarios de los pueblos, no permitir que estos se desprendan de la hegemonía del imperialismo y del socialimperialismo, obstaculizarlos para que no tomen el camino del desarrollo nacional y democrático”
“Ahora los combatientes amantes de la libertad de Afganistán han empuñado las armas y luchan con valentía en las montañas y en las ciudades contra la dominación soviética y los agentes de Moscú. Están dando elevados ejemplos de valentía y manifiestan en todas partes su determinación de mantener indoblegable la bandera de la liberación y de la soberanía nacional, para combatir hasta el fin por la expulsión de los ocupantes.
“En esta guerra justa y legítima ellos tienen y tendrán el apoyo de todos los pueblos amantes de la libertad”[31].
Los sucesos en Afganistán en esa época, y posteriormente, niegan la crítica que realizan los albaneses. Por un lado, un gobierno democrático, dirigido por comunistas (o, al menos, demócratas), que produce las mayores cuotas de libertades y democracia jamás vistas en la zona; y, enfrente, unas guerrillas reaccionarias financiadas por Estados Unidos, Pakistán y China. Que la Unión Soviética apoye al gobierno democrático frente a los reaccionarios y sea acusada de fascista, igual que lo hicieron los imperialistas estadounidenses y europeos, cuanto menos parece poco acertado.
Por poner otro ejemplo de la crítica a la URSS sobre su política exterior, ponemos estos párrafos de la interpretación que realizan los comunistas albaneses de la intervención en Angola de soviéticos y cubanos. Años antes decían que “la resistencia de los pueblos independientes afro-asiáticos al imperialismo cuenta con el respaldo de la Unión Soviética, de China y de todos los países del campo socialista”, desde que consideraron a la URSS como socialimperialista, el ‘respaldo’ se convirtió en lo siguiente:
“[…] en África, donde los socialimperialistas soviéticos y sus mercenarios cubanos intervienen so pretexto de ayudar a la revolución. Desde luego se trata de una mentira. Su intervención no pasa de ser una acción colonialista, cuyo objetivo es conquistar mercados y someter a los pueblos”, y sigue diciendo: “Los mercenarios cubanos son el ejército colonial enviado por la Unión Soviética a ocupar mercados y posiciones estratégicas en los países de África Negra, a utilizar Angola para pasar a otros estados, a fin de que también los socialimperialistas soviéticos puedan crear su imperio colonial moderno.
“La Unión Soviética y su mercenario, Cuba, con la excusa de ayudar a la liberación de los pueblos, intervienen en otros países con ejércitos dotados de cañones y ametralladoras supuestamente para construir el socialismo que no existe ni en la Unión Soviética ni en Cuba. Estos dos estados burgués-revisionistas se metieron en Angola para ayudar a una camarilla capitalista a tomar el poder, contrariamente a las aspiraciones del pueblo angoleño, que luchó contra los colonizadores portugueses para conquistar la libertad, Agostinho Neto hace el juego a los soviéticos. Estando en lucha contra la otra fracción, llamó a los soviéticos a acudir en su ayuda. La confrontación entre los dos clanes en lucha no tenía en absoluto un carácter revolucionario popular. El choque entre ellos era una lucha de camarillas por el poder. Cada una de estas era apoyada por diversos estados imperialistas. De esta contienda salió victorioso Agostinho Neto, y en Angola, lejos de triunfar el socialismo, se implantó, después de la intervención extranjera, el neocolonialismo soviético”[32].
> Tanto en el caso de Afganistán, como en el de Angola, representa un modelo de posicionamiento ante movimientos de liberación nacional, o ante gobiernos democráticos que luchan contra movimientos reaccionarios apoyados por el imperialismo, que nos recuerda a acontecimientos más recientes en la guerra de Yugoslavia, la lucha contra el fascismo en Ucrania o la guerra en Siria. Los comunistas albaneses no valoran la lucha de clases ni en Afganistán ni en Angola, tampoco las contradicciones internacionales. Parece que sólo importa que el gobierno afgano sea apoyado por los soviéticos, sin tener en cuenta que sea progresista o no, sin tener en cuenta que se enfrenta a reaccionarios y productores de opio, apoyados y financiados por Estados Unidos. En Angola no les importa lo que estaba haciendo el gobierno de Neto ni que supusiese un avance en el desarrollo del país, tampoco les importa que las fuerzas que luchaban frente al gobierno fuesen reaccionarias y estuviesen apoyadas y financiadas por Estados Unidos y Sudáfrica. Según ellos, las dos grandes potencias eran exactamente iguales y las fracciones que se enfrentaban eran iguales.
Lo mismo que los comunistas albaneses, en la época actual, algunos comunistas (también la mayoría de los trotskistas) rechazaban apoyar al gobierno sirio en su lucha antimperialista y frente a la reacción por el hecho de ser apoyado por Rusia. Es un error que se aparta del leninismo y que, en definitiva, sin quererlo se ayuda a la reacción.
El imperialismo y la revolución.
En el trabajo de Hoxha: “El imperialismo y la revolución”[33], de abril de 1978, se pretende encajar a la URSS en el “Imperialismo, fase superior del capitalismo” de Lenin. Vamos a resumirlo lo máximo que podamos.
“Una vez que los jruschovistas se hicieron con el poder en la Unión Soviética, se plantearon como principal objetivo la destrucción de la dictadura del proletariado, la restauración del capitalismo y la transformación de la Unión Soviética en una superpotencia imperialista”.
“[…] ya no puede ser el partido de la clase obrera, sino de la nueva burguesía soviética”.
Quizás fuese mejor que considerasen, en lugar de nueva burguesía, capa privilegiada que tiene un modo de vida burgués y que tiende a convertirse en burguesía.
“Al igual que el imperialismo norteamericano, el socialimperialismo soviético basó su política exterior en la expansión y el hegemonismo a través de la carrera armamentística, las presiones y el chantaje, la agresión militar, económica e ideológica. El objetivo de esta política era el establecimiento de la dominación socialimperialista en todo el mundo”.
“[…] una política típicamente neocolonialista en los países del COMECON”
“El Tratado de Varsovia es un pacto militar agresivo que está al servicio de la política de las presiones, los chantajes y las intervenciones armadas del socialimperialismo soviético”.
“[…] pugna ahora por conseguir nuevos mercados y esferas de influencia, por invertir sus capitales en diversos países, por acaparar fuentes de materias primas, por extender su neocolonialismo a África, Asia, América Latina y otras partes”.
“[…] se dedican a minar las revoluciones y las luchas de liberación de los pueblos. […] actúan por medio de los partidos revisionistas, que son instrumentos suyos, […] también intentan corromper y sobornar a camarillas que dominan en los países no desarrollados, ofrecen ‘ayudas’ económicas avasalladoras para después penetrar en estos países, instigan conflictos armados entre las distintas camarillas apoyando a una u otra, traman complots y putchs para colocar en el poder regímenes prosoviéticos, recurren a la intervención militar directa como hicieron junto con los cubanos en Angola, Etiopía y otros lugares”.
“[…] llevan a cabo su intervención y sus actos hegemonistas y neocolonialistas bajo la máscara de la ayuda y el respaldo a las fuerzas revolucionarias, a la revolución, a la construcción socialista. En verdad lo que hacen es ayudar a la contrarrevolución”.
> Creemos que se limitan a tomar los parámetros y definiciones del texto de Lenin y situar en el mismo a la Unión Soviética, pero sin demostraciones que avalen estas definiciones superficiales. Por ejemplo, la afirmación en este último párrafo: “lo que hacen es ayudar a la contrarrevolución”, no se corresponde con la verdad. Los movimientos descolonizadores más progresistas, antimperialistas y democráticos fueron apoyados por la Unión Soviética: Congo, Angola, Mozambique, Afganistán, Laos, Vietnam,… Por el contrario, la contrarrevolución fue apoyada siempre por los Estados Unidos y sus amigos imperialistas.
“El capitalismo monopolista de Estado, que representa el nivel más alto de la concentración de la producción y del capital, es la principal forma de propiedad actualmente dominante en la Unión Soviética y en los demás países revisionistas. Este capitalismo monopolista de Estado está al servicio de la nueva clase burguesa en el poder”.
Aunque las primeras palabras están sacadas directamente de una definición de Lenin, si pegamos el párrafo a la realidad de la Unión Soviética, podemos ver que el capitalismo monopolista de Estado que reclaman para la URSS, está basado en los parámetros que planteaba Bujarin.
Contrariamente a Lenin, Bujarin concebía el capitalismo monopolista de estado como la fusión de los monopolios y el estado en una única máquina que es manejada por el estado, que tiene la capacidad de regular y planificar todo el capitalismo nacional. Y concluía diciendo que en el capitalismo monopolista de estado la competencia capitalista prácticamente desaparece[34], al igual que la anarquía en la producción[35], la burocracia manejaría la economía capitalista y la plusvalía se la apropiaría el estado, teniendo a la clase obrera superexplotada. Tanto la competencia, como la anarquía productiva, categorías básicas del capitalismo, solamente se expresarían en el plano internacional.
Estos parámetros coinciden formal y aparentemente con la Unión Soviética y con lo expresado por los comunistas albaneses. En la URSS todos los medios de producción eran del Estado, no existía la anarquía en la producción pues tenía una planificación centralizada y no existía la competencia, las contradicciones fundamentales solamente serían en el plano internacional. El problema es que la Unión Soviética era una economía socialista sin explotación del hombre por el hombre.
En cambio, Lenin contradecía esta teoría, planteando que el capitalismo monopolista de Estado, como período del imperialismo, es la intervención en el máximo grado posible del estado en la economía capitalista[36], que en ese grado es la antesala del socialismo, aunque el estado trabajaría para los capitalistas de los trust; y se exacerbaría la competencia (en lugar de desaparecer) y la anarquía productiva perduraría como característica básica del capitalismo. Con su teoría, Bujarin, eliminaba, o al menos diluía al máximo, el carácter de clase del estado, y abría el camino (del mismo modo que Hilferding con su ‘capitalismo organizado’) a la transformación pacífica del capitalismo al socialismo, que recogerían los eurocomunistas[37]. En definitiva, los comunistas albaneses toman la teoría revisionista de Bujarin para explicar el imperialismo soviético.
“A diferencia de los países de capitalismo clásico, donde la apropiación de plusvalía es proporcional al capital de cada capitalista, en la Unión Soviética y en los demás países revisionistas esta es distribuida de conformidad con el escalafón de la alta capa de la burguesía en la jerarquía estatal, económica, científica, cultural, etc. Los elevados sueldos, los emolumentos ordinarios y extraordinarios, las gratificaciones y los incentivos materiales, los favoritismos, etc., se han erigido en toda una institución para apropiarse de la plusvalía extraída de la explotación de los trabajadores. La capa que representa el ‘capitalista colectivo’ conserva este saqueo por medio de una serie de leyes, de normas, que garantizan la opresión y la explotación capitalista”.
Esta argumentación es muy dudosa, exigiría una demostración.
> Tengamos en cuenta que “la primera fase del comunismo no podrá aún proporcionar ni justicia ni igualdad: subsistirán las diferencias de riqueza, que son injustas; pero no podrá existir la explotación del hombre por el hombre, pues será imposible apoderarse, a título de propiedad privada, de los medios de producción, las fábricas, las máquinas, la tierra, etc.”[38]. ¿Realmente se apropian de la plusvalía o reciben un salario aunque sea elevado?
Recordemos que Marx explicaba que del producto del trabajo colectivo, o sea, de la totalidad del producto social, antes de que volviese al obrero, habría que deducir, entre otras cuestiones necesarias, “los gastos generales de administración, no concernientes a la producción”[39]. Ciertamente, al aumentar los sueldos, las gratificaciones,…, de los ‘gestores’, en lugar de reducir los gastos generales de administración, como debería ser, se aumentan, generando una capa privilegiada y un interés en mantener y reproducir su posición, creando una tendencia a vivir como burgueses y pensar como tales. Pero eso no quiere decir que se apropien de la plusvalía “extraída de la explotación de los trabajadores”.
Los cambios económicos que se iban produciendo, poco a poco, a través de los años, abrían el camino capitalista. Por ejemplo:
- A fines de 1956, comienza la venta de tractores y maquinaria de los Centros de Maquinaria Agrícola del Estado a los koljoses, teniendo así las cooperativas propiedad sobre medios de producción y no sólo sobre los productos como hasta entonces.
- En la reforma de 1957, se empieza a descentralizar parte de la planificación para dar más fuerza a la planificación por repúblicas, aunque se revierte esta idea en la reforma de 1962.
- En la reforma de 1962, se da mayor poder a los dirigentes de las empresas, se valoriza la rentabilidad y el beneficio de las mismas y se fortalece el sistema de estímulos al trabajo.
- En la reforma de 1965, se aprueba dotar de mayor autonomía a las empresas industriales, que podrán decidir sobre su producción de acuerdo con el mercado, sobre incentivos y ajustes de salarios (a dirección, empleados y obreros), podrán negociar mercantilmente con empresas estatales y cooperativas (con revisión de precios de acuerdo con la calidad y la demanda). A la vez que se sustituyen las subvenciones estatales (financiación por vía presupuestaria) por los créditos a largo plazo del Banco del Estado y se les deja un mayor remanente del beneficio obtenido. Aunque tienen que acogerse obligatoriamente a las premisas marcadas por el plan.
- En estas reformas también se realiza la rebaja impositiva a las propiedades agrícolas individuales, se rebaja la cantidad de productos que obligatoriamente tienen que entregar al Estado los koljoses y los koljosianos, los cuales pueden vender más productos en el mercado.
Sucesivamente a lo largo de los años se van ampliando las bases para generar burguesía con el debilitamiento del sistema de planificación[40], la ampliación de las relaciones mercantiles, el fortalecimiento de la ganancia como medio para estimular el crecimiento y con el estímulo a la competencia. Aunque se pongan algunas bases, consecuencia de una línea revisionista, todavía no puede decirse que exista una economía capitalista, Stalin lo explicaba bastante claro:
“La producción mercantil únicamente conduce al capitalismo si existe la propiedad privada sobre los medios de producción, si la fuerza de trabajo aparece en el mercado como una mercancía que el capitalista puede comprar y explotar en el proceso de producción, si, por consiguiente, rige en el país el sistema de explotación de los obreros asalariados por los capitalistas. La producción capitalista comienza allí donde los medios de producción están concentrados en manos privadas, y los obreros que no poseen medios de producción, se ven constreñidos a vender su fuerza de trabajo como una mercancía. Sin eso no hay producción capitalista”[41].
> Los dirigentes revisionistas, pretendían mejorar la productividad, pero, para ello, dan pasos atrás en la construcción del socialismo, implementando ideas de economistas pro-capitalistas, en lugar de tomar medidas de fortalecimiento del socialismo, con su necesaria lucha contra la burocracia y ampliar el poder de la clase obrera. En definitiva, los revisionistas soviéticos tomaron el camino de ‘menos socialismo’ para el crecimiento de la Unión Soviética, iniciando el camino hacia el capitalismo. Por el contrario, la esencia de la política y la economía anterior a los revisionistas, con todas sus contradicciones, era la de ‘más socialismo’, como se ve en la declaración de intenciones de Stalin, el cual parece que comprendía los problemas contradictorios entre los dos ‘sectores principales’ de la economía socialista:
“… cuando en lugar de los dos sectores principales de la producción, el estatal y el koljosiano, surja un solo sector que lo abarque todo y tenga derecho a disponer de toda la producción del país destinada al consumo, la circulación de mercancías, con la ‘economía monetaria’ desaparecerá, como elemento innecesario de la economía nacional.”[42].
‘Más socialismo’ podemos verlo también en las propuestas que vimos más arriba realizadas por Zdhanov en 1947 para el nuevo programa del partido, que fueron rechazadas para después embarcarse en un mayor ‘pragmatismo’ económico.
Los compromisos.
Hoxha nos habla de los compromisos y de cómo hay que tratarlos por cuestiones de principios.
“Nuestro Partido, siguiendo el camino leninista, no está en contra de todo compromiso, sino que está en contra de los compromisos traidores. Cuando el compromiso es necesario y sirve a los intereses de la clase y de la revolución, entonces es posible concluirlo, pero teniendo siempre presente que no afecte a la estrategia, la fidelidad a los principios del marxismo-leninismo, que no afecte a los intereses de la clase y de la revolución”.
“Los compromisos están permitidos sólo cuando se parte de estas enseñanzas de Lenin. Pero, ¿cómo puede estar en interés del socialismo y de la revolución mundial un compromiso con el imperialismo norteamericano, o con el socialimperialismo soviético, cuando es sabido que estas dos superpotencias son los más feroces enemigos de los pueblos y de la revolución? Este compromiso no sólo no es necesario, sino que, por el contrario, es peligroso para el interés de la revolución. Concertar compromisos o violar los principios en estos problemas de tanta importancia, significa traicionar el marxismo-leninismo”.
Entonces menciona los acuerdos de la URSS con Alemania y después con Estados Unidos y Gran Bretaña en la guerra y dice que “no tienen nada que ver con lo que hacen los chinos y los soviéticos porque lo hacen sin principios y quieren imponer a los demás acuerdos con reaccionarios”.
> En primer lugar, interpreta las palabras de Lenin sobre los compromisos y llega a la conclusión de que no se puede llegar a absolutamente ningún compromiso con ninguna de las dos ‘superpotencias’ porque es imposible que estos sean en interés del socialismo y de la revolución mundial. Lenin en el “La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el comunismo” explica como “toda la historia del bolchevismo, antes y después de la Revolución de Octubre, está llena de casos de maniobras, de acuerdos y compromisos con otros partidos, incluidos los partidos burgueses”[43].
Para afirmar después que hay que saber distinguir entre los compromisos traidores y los que no lo son. También explica en otros textos que los compromisos pueden ser obligatorios o voluntarios. Pero en cualquier caso: “Es absurdo preparar una receta o una regla general (¡’ningún compromiso’!) para todos los casos”[44]. Y en este caso, Hoxha lo plantea en relación a Estados Unidos y la Unión Soviética para todos los casos. Por ejemplo, el caso que expone más adelante en el texto, sobre el compromiso que llegó la Unión Soviética en la Paz de Brest (que aquí no reproducimos), que dice que se hizo con principios. Ese es un compromiso que se hizo de manera obligada. Trotsky, Bujarin y otros decían que firmarlo era renunciar a los principios, pero Lenin consiguió que se firmase, a pesar de perder una gran parte del territorio. Tuvieron que firmarlo a pesar de dejar atrás a los obreros ucranianos y bielorrusos. Si no hubieran perdido completamente la revolución. ¿Fue un compromiso traidor? En absoluto.
¿Cómo lo planteaba, por ejemplo, Stalin en el terreno internacional?
“No hemos tenido una orientación hacia Alemania, como tampoco tenemos una orientación hacia Polonia y Francia. Nos hemos orientado antes y nos orientamos ahora hacia la URSS, solamente hacia la URSS. Y si los intereses de la URSS exigen el acercamiento a tal o cual país que no quiera violar la paz, vamos hacia ese acercamiento sin vacilaciones”[45].
Llegando un poco más lejos, Hoxha dice: “La Albania Socialista, asimismo, no está en contra de tener relaciones diplomáticas normales con los estados del ‘tercer mundo’ o del ‘segundo mundo’. Está en contra de tales relaciones únicamente con las dos superpotencias y con los estados fascistas”. La Rusia de Lenin buscó el reconocimiento y las relaciones diplomáticas con todos los grandes países imperialistas para después intentar llegar a acuerdos (compromisos).
¿Qué decía Stalin de las relaciones con Estados Unidos, una gran potencia?
“… el restablecimiento de relaciones normales entre la URSS y los Estados Unidos del Norte de América” [tiene importancia] “no sólo porque este acto aumenta las posibilidades del mantenimiento de la paz, mejora las relaciones entre ambos países, fortalece las relaciones comerciales entre ellos y crea la base de una colaboración mutua”[46].
La independencia nacional y el apoyo en las propias fuerzas.
En las disputas con los soviéticos, estos acusaban a los comunistas albaneses de ‘estrechez nacional’ y de ‘chovinismo’, mientras los albaneses acusaban a los soviéticos (y antes a los yugoslavos) de ‘imperialistas’ y de que querían someter a Albania y convertirla en su colonia. Ciertamente, los comunistas albaneses utilizaron mucho, en su país, los mitos históricos de su pueblo: ensalzaban al noble medieval Skanderberg, pronunciaban frases tan sonadas como “jamás se podrá someter a un pueblo, descendiente de los pelasgos y de los ilirios” [47] o “la historia de nuestro pueblo constituye un todo indivisible”[48], reivindicaron la devolución de Kosovo y Metohia,… Pero hay que atreverse mucho para de ahí afirmar que su línea de actuación se basaba en el nacionalismo estrecho.
> Lo que sí se puede afirmar es que intentaron salvaguardar su independencia nacional, desde el marxismo-leninismo, aunque en algunas ocasiones con ciertas deformaciones, como en el tema del apoyo en sus propias fuerzas.
Sobre la Federación Balcánica
”Naturalmente, estamos en contra de una coexistencia tal, en aras de la cual los albaneses tengamos que hacer concesiones territoriales y políticas a Sófocles Venizelos”[49]. Antes que esto, criticaba la pretensión de Tito “… de hacer de Albania la séptima república de Yugoslavia”[50].
> Tiene toda la razón Hoxha de quejarse de las maniobras de Jruschov que tenía una forma de hacer política típicamente oportunista, basada en la manipulación y la mentira. Solamente queríamos hacer una reflexión sobre la referencia que se hace sobre “hacer de Albania la séptima república de Yugoslavia”. Ya hemos comentado más arriba los intentos de crear durante los años 40 la Federación Balcánica, y creemos que a eso se refiere la crítica. Resumimos la idea: Bulgaria y Yugoslavia se unirían federativamente como dos estados iguales y Albania se incorporaría a Yugoslavia como república que incluiría, probablemente a Kosovo y Methodia. Con esto estaban de acuerdo la URSS y, en ese momento, también el CC del PTA.
Comprendemos los recelos posteriores a las resoluciones de la Kominform, pero creemos que la denuncia que se hace en este texto y en otros muchos por parte de los comunistas albaneses se hace de manera global, o sea, por el hecho de proponer ser la séptima república de Yugoslavia que implicaría según ellos la colonización de Albania. En cambio, no se hace en lo concreto, o sea, que específicamente la unión a Yugoslavia en las circunstancias concretas podría significar la pérdida de derechos por llevar Yugoslavia una política revisionista y nacionalista. El problema no sería el que Albania entrase en la Federación Yugoslava, sino el revisionismo nacionalista yugoslavo, porque no toda unión federativa lleva aparejada la pérdida de soberanía, pensar así es acercarse a una desviación nacionalista. El respeto a la independencia nacional (tal como exponían las resoluciones de las Conferencias de Partidos Comunistas del 57 y del 60) es un principio político de las relaciones entre los países, en general, y los socialistas, en particular, pero el respeto a la independencia no quiere decir que los países socialistas no tengan que luchar por la unidad entre ellos para llevar hasta el fin el principio del internacionalismo proletario, como principio básico del marxismo-leninismo. Se comprenderá mucho mejor la idea de la necesidad de que los países socialistas vayan avanzando hacia la unificación en palabras de Lenin:
“7. La federación es la forma de transición a la unidad completa de los trabajadores de las diversas naciones. Ha revelado ya en la práctica su conveniencia […].
“8. […], la tarea de la Internacional Comunista consiste en seguir desarrollando estas nuevas federaciones, que surgen sobre la base del régimen soviético y del movimiento en pro de los soviets, y en estudiar y comprobar su experiencia. Al reconocer la federación como forma de transición a la unidad completa, es necesario tender a estrechar cada vez más la unión federativa, teniendo presente […], que la tendencia a crear una economía mundial única, regulada de acuerdo con un plan general por el proletariado de todas las naciones, se ha revelado ya con plena nitidez en el capitalismo y deberá desarrollarse, sin duda alguna, hasta que se haga plena realidad en el socialismo […].
“10. […] tarea de transformar la dictadura del proletariado, convirtiéndola, de nacional (es decir, que existe en un solo país y que no es capaz de determinar la política mundial) en internacional (es decir, en dictadura del proletariado cuando menos en varios países avanzados, capaz de tener una influencia decisiva sobre toda la política mundial)”[51].
Apoyarse en sus propias fuerzas.
Los comunistas albaneses hablan de cómo desarrollar la economía socialista basándose en el ‘principio de apoyarse en sus propias fuerzas’.
“El endeudamiento de cualquier país, grande o pequeño, con un imperialismo u otro, siempre conlleva peligros inevitables para la libertad, la independencia y la soberanía del país que tome este camino […]. Un país verdaderamente socialista no necesita tales deudas. Las fuentes de su desarrollo económico las encuentra en su propio país, en sus propios recursos, en su acumulación interna y en la fuerza creadora del pueblo”. (pone el ejemplo de Albania).
“Los créditos y las inversiones norteamericanas, germano-occidentales, japonesas, etc., que se realizan en China no pueden dejar de vulnerar, en uno u otro grado, su independencia y soberanía. Tales créditos acarrean la dependencia de cualquier estado que los recibe, porque el acreedor impone su política. Por lo tanto, cualquier estado, grande o pequeño, que se introduce en los engranajes del imperialismo, mutila o pierde su libertad política, su independencia y soberanía. En esta situación de mutilación de la soberanía se encuentra la Unión Soviética, que, cuando emprendió el camino de la restauración del capitalismo, era mucho más fuerte que la China actual, la cual se encamina por el mismo sendero”[52].
“La completa construcción de la sociedad socialista está estrechamente ligada a la comprensión y aplicación a cada paso y en cualquier esfera de la vida del principio de apoyarse en las propias fuerzas. Este gran principio marxista-leninista, de profundo contenido revolucionario, es no sólo una ley de la edificación del socialismo, sino también una necesidad indispensable, imperativa, en las condiciones de nuestro país, para poder enfrentar con éxito el bloqueo y cerco de los enemigos.
“Los revisionistas soviéticos […] lo consideran como un deslizamiento a las posiciones del nacionalismo estrecho, como ‘un alejamiento de las posiciones del internacionalismo proletario’, como una ‘renuncia a la ayuda mutua entre los países socialistas’. Con estas tesis antimarxistas intentan justificar su política de expansión imperialista y sus prácticas de explotación capitalista de otros países. Tienden a debilitar la convicción de los pueblos de que pueden edificar una vida independiente y, en general, existir como naciones libres”[53].
> En primer lugar Hoxha habla de los créditos y las inversiones extranjeras y, ciertamente, los créditos pueden representar un peligro para la independencia y soberanía para cualquier país. Pero exagera al decir que todo crédito genera dependencia, que todo país pierde su libertad política y su soberanía. En relación a esto, asegura después que la construcción socialista está ligada al ‘principio marxista-leninista’ de apoyarse en sus propias fuerzas, que este principio es ley de la edificación socialista. Es cierto que los recursos internos deben ser lo principal para el desarrollo de un país. Pero nuevamente, los comunistas albaneses elevan a ‘principios del marxismo-leninismo’ y ‘leyes del socialismo’ los problemas prácticos.
Veamos cómo planteaba esta cuestión Zdhanov:
“El gobierno soviético nunca se ha opuesto al uso de créditos extranjeros, y en particular de créditos estadounidenses, como un medio capaz de acelerar el proceso de recuperación económica. Sin embargo, la Unión Soviética siempre ha tomado la postura de que las condiciones de los créditos no deben ser abusivas y no deben dar lugar a la subyugación económica y política del país deudor con respecto al acreedor.
“A partir de esta posición política, la Unión Soviética siempre ha sostenido que los créditos externos no deben ser el principal medio para restaurar la economía de un país. La condición primordial y principal de la recuperación económica de un país debe ser la utilización de sus propias fuerzas y recursos internos y la creación de su propia industria. Sólo de esta forma puede garantizarse la independencia frente a las acometidas del capital extranjero, que demuestra constantemente una tendencia a utilizar créditos como instrumentos de subyugación política y económica”[54].
Zdhanov lo plantea de una manera mucho más dialéctica, y no sobre la base de definir principios del marxismo-leninismo de cosas que dependen de la situación concreta, de las necesidades, o sea, de la práctica. Zdhanov plantea que es primordial basarse en las propias fuerzas de un país para garantizar la independencia frente al imperialismo, pero no renuncia de ninguna manera a los créditos en condiciones justas si se necesitan para un desarrollo rápido. En cambio, Hoxha dice que los créditos no los necesita un país verdaderamente socialista, que siempre significan la pérdida de soberanía y que el apoyarse en sus propias fuerzas es una idea fundamental del marxismo-leninismo y una ley del desarrollo socialista.
Hay muchos ejemplos durante la experiencia soviética, pero vamos a utilizar uno solo de la época de Lenin (de la época de Stalin también hay muchos), en la Unión Soviética de la NEP que se desarrollaba principalmente con sus propias fuerzas pero tenía necesidades prácticas de conseguir recursos. Una de las cláusulas del Tratado de Rapallo[55] de 1922 “preveía que Alemania financiara la creación de empresas mixtas destinadas a reforzar el comercio entre los dos países”[56]. Poco antes, el Comisario del Pueblo para la Política Exterior, Chicherin pronunció un discurso en las negociaciones de la Conferencia de Génova de 1922, del que extraemos lo siguiente:
“… en su deseo de obtener un acuerdo práctico, la Delegación rusa […] ha entrado en la vía de más amplias concesiones y se ha declarado dispuesta a renunciar condicionalmente a sus contraprestaciones y a aceptar los compromisos de los gobiernos derrocados a cambio de una serie de concesiones por parte de las potencias, de la que la más importante es la puesta a disposición del Gobierno ruso de créditos reales de una suma previamente determinada”[57].
Por último, señalar que Albania, en el período de amistad con la Unión Soviética, pudo desarrollar su economía con la ayuda soviética, y, dentro de esa ayuda, también se encontraban créditos por centenares de millones de dólares (una buena parte de la deuda le fue condonada en la época de Jruschov) con lo que pudo poner una muy importante base de desarrollo industrial.
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Dos cuestiones finales
La ruptura con China.
Tras la culminación de la ruptura con la Unión Soviética en 1961, Albania genera unos importantes vínculos con China, tanto económicos, como políticos e ideológicos. Las relaciones con China ya estaban presentes desde, al menos, 1958, y habían desarrollado una lucha común contra el revisionismo moderno antes de la ruptura soviética con Albania. En el momento de esa ruptura, China sustituyó a los soviéticos en la ayuda económica, financiera y de técnicos, que fueron un segundo impulso en el desarrollo de Albania. Albania, por otro lado, se convirtió en portavoz de China ante la ONU[58].
La posición de ambos dentro del movimiento comunista internacional, convirtió al PCCh y al PTA en aliados político-ideológicos durante los años 60 y 70. El PTA tomó muchos de los análisis sobre la ‘degeneración’ soviética de las teorizaciones de los comunistas chinos, tanto las más acertadas, como otras que no lo son tanto o, incluso, erróneas. Mantuvieron los lazos y la unidad ideológica, a pesar de algunas tensiones por ciertos acercamientos de los comunistas chinos a la Unión Soviética para establecer un frente antimperialista contra Estados Unidos, cuestión que los comunistas albaneses critican. También hay ciertas tensiones por la forma de desarrollar por parte de los comunistas chinos la Revolución Cultural
A finales de los años 60, Albania empieza a diversificar algo las relaciones comerciales, haciendo tratados con Francia, Italia y algunos países africanos y asiáticos, y en 1971 restablece relaciones con Yugoslavia y Grecia. Al tiempo se produce, primero, en 1971, la visita de Kissinger, Secretario de Estado estadounidense, a Pekín, y, después, en 1972, la del presidente de los Estados Unidos, Nixon. Este restablecimiento de relaciones entre China y Estados Unidos, que significaba una alianza entre estos dos países contra la Unión Soviética (que para los chinos pasaba a ser el enemigo principal), no gustó nada a los comunistas albaneses, pues para ellos aliarse, o llegar a acuerdos, con cualquiera de las dos superpotencias era una traición a los principios.
Al fallecer Mao en 1976, los comunistas chinos deciden llevar una política más pragmática en las relaciones exteriores, ya que, ante su atraso económico, necesitaban un profundo desarrollo de las fuerzas productivas. Para eso necesitaban los créditos de Estados Unidos y de otras potencias imperialistas, que estaban dispuestos a proporcionarlos para mantener y profundizar la división en el campo socialista. Los comunistas albaneses hicieron una profunda crítica a los dirigentes chinos por la liberalización económica para el desarrollo de las fuerzas productivas y por la aplicación práctica de la teoría de los tres mundos[59] de Mao, por situarse fuera del marxismo. Justo después de la visita de Tito a Pekín, en 1977, los comunistas albaneses incluyen a China entre los países regidos por el revisionismo moderno, y la califican de ‘socialimperialista’ y ‘socialchovinista’, que pretende transformarse en una ‘superpotencia imperialista’[60]. En 1978, China rompe con todos los programas de ayuda a Albania (cancela los créditos y las ayudas económicas y militares).
De esta manera se produce una nueva ruptura del movimiento comunista internacional, lo que debilita al mismo y, todavía más, a las posiciones que luchaban contra el revisionismo en todo el mundo.
Los dos errores principales.
Cuando comenzamos este estudio, apenas conocíamos muy pocas cosas de Albania, del Partido del Trabajo de Albania y de la crítica a la experiencia soviética de los comunistas albaneses. El socialismo en Albania también fue derrotado, pero, igual que el resto de las experiencias de desarrollo socialista, deja un legado, unas posibilidades de aprendizaje que merece la pena recuperar.
Por desgracia, solamente hemos trabajado, lo mejor que pudimos y supimos, la evolución de las críticas a la experiencia soviética. Pero sabemos que su propia historia, y otras aportaciones, como por ejemplo, la crítica al eurocomunismo o a la teoría de los tres mundos, merecerían la pena estudiarse. Pero eso, seguro que lo realizarán otros.
No podemos olvidar tampoco la gran aportación que hicieron los comunistas albaneses a todo el movimiento comunista internacional con la edición y difusión de numerosas obras de Stalin y de su período que fueron retiradas por los jruschovistas y poco valoradas por los maoístas. Si no llega a ser por ello hubieran caído en el olvido y nos hubiéramos quedado sin conocer elementos teóricos y políticos muy importantes para el marxismo-leninismo.
Hemos visto una evolución en la crítica a los soviéticos, que va escalando desde la creencia en ellos al descreimiento y la crítica absolutas. De todas formas, en la lucha contra el revisionismo moderno han realizado aportaciones de mucha importancia, aunque también creemos que han cometido errores serios, sobre todo en el último período.
De todos los errores, pensamos que hay dos que marcaron el resto del camino de las relaciones:
El primero, la concepción que empezaron a mantener los comunistas albaneses por la cual, por el hecho de que los revisionistas subieron al poder, ya tenían un régimen capitalista-imperialista. En lugar de verlo como un régimen socialista, o, al menos, que mantiene muchos elementos de socialismo (según el momento en el que se tome la referencia), dirigido por revisionistas, o sea, en transición al capitalismo.
El segundo, la concepción tan rígida del marxismo-leninismo, que confundía los principios políticos (los que corresponden con una situación o un período político) con los principios ideológicos del marxismo-leninismo (las ideas teóricas fundamentales). Esto les hizo, posiblemente cometer ciertos errores políticos, estratégicos y tácticos.
Esta concepción rígida llega hasta a considerar que “el marxismo es una ciencia y las leyes objetivas que ha descubierto son verdades absolutas”[61].
La verdad absoluta existe, y podría ser alcanzada, pues cada una de las verdades relativas llevan un trozo de verdad absoluta; pero ninguna ciencia, ninguna ley contiene todo el absoluto. Cualquier ley objetiva, formula una verdad objetiva (no absoluta); pero la definición de una verdad, cuando se encuentra sobre una realidad concreta verá que encuentra diversas contradicciones, varias ramificaciones, varias situaciones prácticas que son influenciadas por relaciones internas y externas, y se expresan en soluciones. Si no vemos las realidades en toda su complejidad, sobre la base del materialismo dialéctico, es mucho más difícil acertar con las decisiones prácticas.
Septiembre de 2020.
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[1] E. Hoxha: “La lucha de principios y consecuente contra el imperialismo y el revisionismo ha sido y sigue siendo el camino de nuestro Partido”, discurso el XXI Pleno del CC del PTA, 20/12/1960. O. E., tomo III, págs. 178-179.
[2] E. Hoxha: “Los revisionistas modernos en el camino de la degeneración socialdemócrata y de la fusión con la socialdemocracia”, 7/04/1964. O. E., tomo III, pág. 563.
[3] Dialnet-LaPoliticaExteriorDeLaURSS19621965-2494574.pdf, pág. 78.
[4] Tratado de prohibición parcial de los ensayos nucleares, firmado en Moscú en agosto de 1963 por Estados Unidos, Gran Bretaña y la URSS.
[5] En ese manifiesto tenía en este tema dos puntos de programa: 1º. El cese inmediato de las pruebas de armas atómicas; y 2. La prohibición de esas armas en el plazo más breve posible. https://obtienearchivo.bcn.cl/obtienearchivo?id=documentos/10221.1/12937/1/197916.pdf, pág. 41.
[6] José María Moliner: “Problemas del desarme”. https://dialnet.unirioja.es/servlet/tesis?codigo=271857.
[7] Del 6/10/1965, O. E., tomo III.
[8] O. E., tomo IV, págs. 43-48. 24/06/1966.
[9] O. E., tomo IV, págs. 433-444.
[10] Stalin: “Los problemas…”, pág. 15.
[11] Lenin escribía que el ‘derecho burgués’ persiste: “como regulador de la distribución de los productos y de la distribución del trabajo entre los miembros de la sociedad”. “El Estado y la revolución”. O. C., tomo 33, pág. 96-97.
[12] El trabajo intelectual en el socialismo es el que realizan los intelectuales (propiamente dichos), los técnicos y los funcionarios en sus distintos niveles.
[13] Stalin: “Los problemas…”, pág. 15.
[14] Stalin: “Informe al XVII Congreso del Partido acerca de la labor del CC del PC(b) de la URSS”. Ediciones en lenguas extranjeras, Pekín 1977, pág. 714.
[15] “… el derecho burgués respecto a la distribución de los artículos de consumo presupone también inevitablemente un Estado burgués, pues el derecho no es nada sin un aparato capaz de obligar a observar las normas del derecho. Resulta, pues, que en el comunismo no sólo subsiste durante cierto tiempo el derecho burgués, sino que subsiste el Estado burgués ¡sin burguesía!”. Lenin: “El Estado…”, pág. 101.
[16] Recordemos con Marx, que todo derecho (sustento jurídico del Estado) es en el fondo “el derecho de la desigualdad” (“Crítica al Programa de Gotha”), no solamente en la sociedad burguesa, sino también en la socialista, si bien es verdad que con otras bases. Pero también en la sociedad comunista, cuando haya desaparecido la división del trabajo, cuando pueda “rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués”, la distribución será desigual, aunque con un fundamento nuevo: a cada cual, según sus necesidades.
[17] Stalin: “Informe ante el XVIII Congreso del Partido sobre la labor del CC del PC(b) de la URSS”. Ediciones en lenguas extranjeras. Pekín, 1977, págs. 952-953.
[18] AAHS: “La evolución política y la lucha ideológica en la URSS de 1936 hasta 1953”.
[19] Lenin: “El socialismo y la guerra”, O. C., tomo 26.
[20] Fue en 1929, cuando lo empezaron a utilizar los comunistas alemanes, y en julio de este año aparece el término por primera vez en un documento del X Pleno del CEIC.
[21] Lenin: “La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el comunismo”. O. C., tomo 41, pág. 41.
[22] No fueron ni los chinos ni los albaneses los que empezaron a definir a la URSS como imperialista, sino los yugoslavos. En 1949, los yugoslavos hablaban del carácter imperialista de la URSS, igualándolo a los Estados Unidos. Según ellos, ambos querían lograr la hegemonía mundial sometiendo a los pequeños países. El dirigente yugoslavo Djilas definía a la URSS como “un régimen de explotación clasista en el interior y explotación imperialista en el exterior”. Los yugoslavos lo decían en el período de Stalin, los chinos y albaneses a partir de Jruschov. Evidentemente no es lo mismo, pero los argumentos eran muy coincidentes. Desconocemos si hubo una influencia teórica en este sentido.
[23] E. Hoxha: “Sobre la actividad del CC del PTA. Informe al V Congreso”. 1/11/1966. O. E., tomo IV, pág. 203.
[24] Id. pág. 209.
[25] Lenin: “La enfermedad…”, págs. 61-62.
[26] Id., pág. 57.
[27] E. Hoxha: “Sobre la situación internacional”. 5/09/1968. O. E., tomo IV, pág. 497.
[28] Id. pág. 510.
[29] Id. pág. 508.
[30] Discurso de Breznev en el V Congreso del Partido Obrero Unificado Polaco, 12 /11/1968. historiasiglo20.org/TEXT/doctrinabreznev,htm
[31] E. Hoxha: “¡Agresores fuera de Afganistán!”. 5/01/1980. O. E., tomo V, págs. 639-642.
[32] E. Hoxha: “El imperialismo y la revolución”, O. E., tomo V, págs. 440-441.
[33] O. E., tomo V, págs. 330-528.
[34] “La concurrencia alcanza su desarrollo máximo: la concurrencia de los trust capitalistas nacionales en el mercado mundial. En el seno de las economías nacionales, la concurrencia se reduce al minimun para resurgir fuera en proporciones fantásticas…”. Bujarin: “El imperialismo y la economía mundial”. Mencionado por Luis Sandoval en “Notas sobre la categoría ‘capitalismo de Estado-capitalismo monopolista de estado”, pág. 80. http://www.revistas.unam.mx/index.php/pde/article/view/38278/34804
[35] “El capital financiero ha abolido la anarquía de la producción dentro de los países del gran capital”. Bujarin: “Teoría económica del período de transición”. Id.
[36] Este nivel más alto de concentración, Lenin lo analizó solamente en un período determinado, en el período de la I Guerra Mundial, donde, por las necesidades de la guerra, se concentraron en el estado, en Alemania, Gran Bretaña y otros, gran número de empresas y capitalistas. A partir del año 1919, Lenin dejó de mencionar por completo el capitalismo monopolista de estado y volvió a centrarse en la teoría del imperialismo. Solamente promulgó el capitalismo de Estado como forma de desarrollar el socialismo temporalmente (durante la NEP) en la Unión Soviética.
[37] Los eurocomunistas teorizaban que, como los países desarrollados estaban en el capitalismo monopolista de estado, éste ya no era un estado de toda la burguesía, de los capitalistas, sino solamente de una capa de los mismos, la oligarquía financiera. Todas las demás clases y capas estaban explotadas, incluida la burguesía media, y había que hacer un gran frente político y social, para tomar el gobierno por vía parlamentaria. Solamente había que tomar el gobierno para alcanzar la democracia avanzada y el socialismo, pues todas las demás condiciones estaban dadas.
[38] Lenin: “El Estado…”, pág. 95.
[39] Marx: “Crítica del programa de Gotha”. Ed. Ricardo Aguilera, 1971, pág. 19.
[40] Tenían razón los comunistas albaneses cuando criticaban el peligro de deriva capitalista de la reforma de 1965, aunque exageraban en algunos aspectos, incluso interpretaban cosas inciertas, como que eliminaba el sistema de planificación centralizado o que los directores se convertían en propietarios de los medios de producción. “Los revisionistas jruschovistas dan un paso peligroso hacia la degeneración capitalista de la economía socialista”. https://tiemposrojos.wordpress.com/2014/01/22/sobre-la-reforma-economica-de-kosygin-y-sus-consecuencias-para-la-economia-sovietica/
[41] Stalin: “Problemas económicos…”, pág. 8.
[42] Id., pág. 9.
[43] Lenin: “La enfermedad…”, pág. 56.
[44] Id. pág. 54.
[45] Stalin: “Informe al XVII…”, pág. 698-699.
[46] Id. 699.
[47] E. Hoxha: “20 años de existencia de la nueva Albania socialista”. 28/11/1964. O. E., tomo III, pág. 762.
[48] E. Hoxha: “Que la literatura y el arte sirvan para formar la conciencia de clase para la construcción del socialismo”. O. E., tomo III, pág. 881.
[49] E. Hoxha: “Discurso pronunciado en la Conferencia de los 81 partidos comunistas y obreros celebrada en Moscú”. 16/11/1960. O. E. II, pág. 845.
[50] Id. pág. 846.
[51] Lenin: “Esbozo inicial de las Tesis sobre los problemas nacional y colonial”. Para el II Congreso de la IC. 1920. O. C., tomo 41, pág. 170.
[52] E. Hoxha: “El imperialismo y la revolución”. O. E., tomo V, págs. 527-528.
[53] E. Hoxha: “Sobre la actividad del CC del PTA. Informe al VII Congreso”. 1/11/1976. O. E., tomo V, págs. 42-43.
[54] https://es.scribd.com/doc/309570132/Andrei-Zhdanov-Sobre-la-situacion-internacional-1947-pdf, pág. 28-29.
[55] Tratado de amistad y cooperación entre la República de Weimar (Alemania) y la RSFS de Rusia.
[56] Eric Toussaint: “Centenario de la Revolución rusa y el repudio de las deudas”. https://www.cadtm.org/Rusia-Origen-y-consecuencias-del-repudio-de-las-deudas-del-10-de-febrero-de
[57] Id.
[58] China Popular no fue miembro de la ONU hasta 1971.
[59] Mao situaba la división del mundo en: un primer mundo conformado por las dos superpotencias, Estados Unidos y la URSS; un segundo mundo compuesto por los países ricos aliados de aquellos; y un tercer mundo de países no alineados ideológicamente, incluida China.
[60] Llegan a afirmar que en “el PC de China jamás llegó a convertirse en un verdadero partido proletario” y que “la revolución democrática burguesa en China no consiguió transformarse en revolución socialista”. “Historia del PTA”, pág. 598.
[61] “Historia del PTA”, pág. 320.
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