Por Elson Concepción Pérez en Granma
Ni hoy ni nunca podemos aceptar... a quienes nos vienen a convidar a tanta..
A nuestro Silvio Rodríguez muchas veces el poder mediático desde Estados Unidos y algún otro país europeo, lo ha «ajusticiado» por su postura al servicio de Cuba, de la cultura y de la causa mayor: la Revolución y Fidel.
Un día escribió El Necio, una pieza necesaria para todo momento, en especial para los actuales, donde el odio, la amenaza y las provocaciones orquestadas desde Estados Unidos nos invitan a derrumbar la gran obra humana que levantamos.
En El Necio Silvio advierte:
me vienen a convidar a arrepentirme,
me vienen a convidar a que no pierda,
me vienen a convidar a indefinirme,
me vienen a convidar a tanta mierda.
Por estos días, desde el vecino del Norte se lanzan las mismas carnadas y –convidan– con el ánimo de «pescar» adeptos, en momentos en que se combinan los efectos de una pandemia con el recrudecimiento de las medidas –viejas y nuevas– del criminal bloqueo y la crisis económica mundial.
Los que convocan a marchas «pacíficas» en las que se esconden provocaciones y agresiones contra el orden público y la tranquilidad ciudadana, que de inmediato se expanden por la red de redes con la etiqueta de «cruel represión en Cuba contra pacíficos manifestantes», se enojan cuando se les llama mercenarios. Quizá les parezcan mejor los apellidos de asalariados al servicio de una potencia extranjera.
Los que aquí aceptan el «convite» contrarrevolucionario, organizado desde el imperio yanqui, se saben partícipes de una cruel agresión contra su país, la nación sancionada y acosada, a la que se le niega adquirir medicamentos para niños con cáncer o para combatir una pandemia mortal como la COVID-19.
Mientras, allá, cruzando las escasas 90 millas del estrecho de la Florida, una mafia cuya bandera es el odio y el dinero, se aprovecha de la debilidad de una administración demócrata, continuadora de la maquiavélica obra de su antecesor republicano, Donald Trump, en ese deseo imposible de acabar con la Revolución Cubana.
Hago memoria ahora de una ocasión en la cual el cantautor Silvio Rodríguez contó su experiencia, y narró un hecho ocurrido en la ciudad de Miami, de tránsito hacia Puerto Rico, que lo inspiró a escribir su canción El Necio: «Me rompieron la guitarra. Me saltaron encima unos cubanos en el aeropuerto de esa ciudad del sur de la Florida. Culpa mía, creo yo, porque tenía una pegatina de Fidel y una bandera cubana, y no me dio la gana de quitarlas. Digamos que me lo busqué».
Y agregó: «Cuando llegué a Puerto Rico, escuché en la radio un programa desde Miami en el que decían que la contrarrevolución estaba muy decaída porque habían pasado por Miami los revolucionarios Fulano y Mengano –entre ellos yo–, y en otra época nos hubieran arrastrado, hubieran limpiado las calles con nosotros».
Vuelvo a la canción donde confiesa:
Dicen que me arrastrarán por sobre rocas
cuando la Revolución se venga abajo,
que machacarán mis manos y mi boca,
que me arrancarán los ojos y el badajo.
Será que la necedad parió conmigo,
la necedad de lo que hoy resulta necio,
la necedad de asumir al enemigo,
la necedad de vivir sin tener precio.
El momento, como debemos asumirlo todos, es de unidad, de fortaleza, de sabernos parte de una extraordinaria obra humana que tenemos que defender cada hora, cada día, minuto, segundo: la Revolución.
Ni hoy ni nunca podemos aceptar a quienes nos vienen a convidar a tanta...
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