Por Harpal Brar
Sin teoría revolucionaria, no puede haber movimiento revolucionario.
Lenin, ¿Qué hacer?
(…) sólo un partido guiado por una teoría de vanguardia es capaz de cumplir el papel de combatiente de vanguardia.
Lenin, ¿Qué hacer?
(…)la práctica es ciega si la teoría revolucionaría no alumbra su camino.
Stalin, Los fundamentos del leninismo.
Las diferencias entre los bolcheviques, los mencheviques y Trotski sobre el carácter de la revolución rusa
  
 
 
  
   
    
 
   
         
               
            
La posición de los mencheviques acerca del carácter de la revolución rusa
Los mencheviques (los socialistas reformistas) pretendían que la 
revolución que se vislumbraba en Rusia sería una revolución burguesa y 
que, dada su naturaleza democrático-burguesa, debía estar dirigida por 
la burguesía liberal. El proletariado no debía establecer relaciones 
estrechas con el campesinado, sino con la burguesía liberal. La táctica 
del proletariado debía consistir en ayudar a la burguesía liberal a 
hacerse con el poder del Estado. El proletariado no debía asumir la 
dirección de la revolución, pues un despliegue vigoroso de celo 
revolucionario por parte del proletariado podría espantar a la burguesía
 liberal y obligarla a refugiarse en los brazos de la autocracia. El 
proletariado tampoco podría participar en ningún gobierno provisional, 
porque significaría una repetición del error cometido por los 
socialistas franceses que se sumaron al gobierno burgués. Al contrario, 
el proletariado debía ejercer presiones desde el exterior con el fin de 
forzar a la burguesía liberal a llevar a término la revolución 
democrático-burguesa.
En resumen, los mencheviques pretendían que el proletariado jugara un
 papel subsidiario, el papel de apéndice de la burguesía liberal. No 
debía desempeñar una función predominante y no debía establecer 
relaciones estrechas con el campesinado, porque esto “incitaría a las 
clases burguesas a desviarse de la revolución y a reducir su alcance”.
La posición leninista bolchevique
Por su parte, los bolcheviques, los socialistas revolucionarios, 
pretendían que, a pesar del carácter democrático-burgués de la 
revolución inminente, era primeramente el proletariado quien más 
interesado estaba en su victoria total, porque la victoria de esta 
revolución le permitiría organizarse, desarrollarse políticamente y 
adquirir experiencia en la dirección política de las masas trabajadoras,
 y, con ello, pasar del estadio de la revolución burguesa al de la 
revolución socialista. El proletariado estaba más interesado en la 
victoria total de la revolución democrático-burguesa que la burguesía, 
pues “la revolución burguesa es, en cierto sentido, más ventajosa para el proletariado que para la burguesía”[1]. Por consiguiente, el proletariado debía asumir la dirección de la revolución. 
Pero el proletariado en solitario no podía efectuar con éxito su 
tarea consistente en dirigir la revolución democrático-burguesa, y 
realizarla, sin la asistencia y la participación activa de un aliado 
digno de confianza[2].
 Este aliado digno de confianza, según los bolcheviques, no podía ser 
otro que el campesinado. Los campesinos estaban interesados en el éxito 
de la revolución, ya que sólo un acontecimiento así podía conducir al 
campesinado a ajustar cuentas con la clase de los terratenientes y tomar
 posesión de sus tierras. 
Lenin habló sobre el papel del campesinado ruso -el papel que le 
había sido asignado por su posición de clase en la revolución que se 
preparaba- con los siguientes términos:
El campesinado se compone de una masa de elementos semi-proletarios 
al lado de sus elementos pequeñoburgueses. Esto lo vuelve inestable, a 
él también, y obliga al proletariado a agruparse en un partido de clase 
estrictamente definido. Pero la inestabilidad del campesinado difiere 
radicalmente de la inestabilidad de la burguesía, porque, en la 
actualidad, el campesinado está menos interesado en la conservación 
absoluta de la propiedad privada que en la confiscación de las tierras 
señoriales, una de las formas principales de esta propiedad. Sin que 
esto lo convierta en socialista, sin dejar de ser pequeñoburgués, el 
campesinado es capaz de convertirse en un partidario decidido, y uno de 
los más radicales, de la revolución democrática. Lo será inevitablemente
 sólo si el curso de los acontecimientos revolucionarios que lo están 
educando no se ve interrumpido demasiado pronto por la traición de la 
burguesía y la derrota del proletariado. Con esta condición, el 
campesinado se convertirá inevitablemente en el baluarte de la 
revolución y de la República, puesto que sólo una revolución enteramente
 victoriosa podrá darle todo en el campo de las reformas agrarias, todo lo que el campesinado desea, aquello con lo que sueña, lo que le es verdaderamente necesario (…).[3] 
Además, los bolcheviques pretendían que la burguesía liberal debía ser neutralizada,
 porque, sin apartar a esta clase desleal e inestable, no podría 
llevarse a término una revolución democrático-burguesa bajo la dirección
 del proletariado. Refiriéndose a la objeción de los mencheviques según 
la cual la táctica bolchevique “incitaría a las clases burguesas a 
desviarse de la revolución y, con ello, a reducir su alcance” y 
rechazando estas objeciones como una “táctica de traición a la 
revolución” y como una “táctica que transformaría al proletariado en un 
triste apéndice de las clases burguesas”, Lenin escribía:
Quien comprenda verdaderamente el papel del campesinado en la 
revolución rusa victoriosa jamás dirá que la envergadura de la 
revolución disminuirá cuando la burguesía se haya apartado de ella. Pues
 el verdadero auge de la revolución rusa no comenzará realmente, la 
revolución no alcanzará realmente la mayor envergadura posible en el 
marco de un movimiento democrático-burgués, más que cuando la burguesía 
se haya apartado de ella y que la masa campesina, marchando junto al 
proletariado, asuma un papel revolucionario activo. Para llevarla hasta 
el final de manera consecuente, nuestra revolución democrática debe 
apoyarse en fuerzas capaces de paralizar la inconsecuencia inevitable de
 la burguesía (es decir, capaces justamente de “obligarla a desviarse” 
(…).[4] 
Según los bolcheviques, la victoria decisiva sobre el zarismo tendría
 como resultado la instauración de un gobierno provisional que 
consistiría en una dictadura revolucionaria del proletariado y del 
campesinado. La función de tal gobierno sería asegurar una victoria 
decisiva sobre el zarismo, aplastar por la fuerza la resistencia de la 
autocracia, neutralizar la inestabilidad de la burguesía, llevar a cabo 
reformas agrarias y otras reformas democráticas y, por consiguiente, 
realizar la revolución democrático-burguesa hasta sus últimas 
consecuencias. Citando la famosa tesis de Marx según la cual “después de
 la revolución, toda organización provisional del Estado exige la 
dictadura, y una dictadura enérgica”[5], Lenin llegó a la conclusión de que: 
La “victoria decisiva de la revolución sobre el zarismo” es la dictadura revolucionaria del proletariado y del campesinado. (…)
Y esta victoria será, precisamente, una dictadura, es decir, deberá 
apoyarse inevitablemente en la fuerza de las armas, en las masas 
armadas, en la insurrección, y no en estas o en las otras instituciones 
creadas “por la vía legal”, “por la vía pacífica”. Sólo puede ser una 
dictadura, porque la implantación de los cambios inmediata y 
absolutamente necesarios para el proletariado y los campesinos provocará
 una resistencia desesperada por parte de los terratenientes, de la gran
 burguesía y del zarismo Sin dictadura, será imposible aplastar esta 
resistencia, rechazar los intentos contrarrevolucionarios. Pero no será,
 naturalmente, una dictadura socialista, sino una dictadura democrática.
 Esta dictadura no podrá tocar (sin pasar por toda una serie de grados 
intermedios de desarrollo revolucionario) las bases del capitalismo.[6] 
A fin de cuentas, los bolcheviques no tenían la intención de pararse 
en el momento en que la revolución democrático-burguesa se hubiera 
realizado. Consideraban que no existía ningún muro infranqueable entre 
la revolución democrático-burguesa y la revolución socialista. 
Pretendían que, en el impulso del cumplimiento de las tareas 
democráticas, el proletariado y las otras masas explotadas tendrían que 
emprender una lucha por la revolución socialista. Para los bolcheviques,
 la república democrático-burguesa no era un fin en sí, sino un medio 
que permitía alcanzar una finalidad, es decir, una república socialista:
 la república democrático-burguesa era una etapa necesaria e 
indispensable hacia una república socialista -una etapa intermedia 
indispensable en el desarrollo del movimiento revolucionario en su 
progresión inexorable hacia el establecimiento de la dictadura del 
proletariado. Pero eso sólo podía hacerse si el proletariado estaba al 
frente de todo el pueblo y particularmente del campesinado, en la fase 
de la revolución democrática, y al frente de todos los trabajadores y 
explotados en el período de lucha por el socialismo. Lenin, en su obra Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática,
 al hablar sobre la amplitud de la revolución burguesa y de las tareas 
del partido proletario, resumía con brillantez la estrategia y las 
tácticas del partido del proletariado en el período de la revolución 
democrático-burguesa y, de una vez por todas, trataba con gran claridad 
la cuestión de la relación entre la revolución burguesa y la revolución 
socialista. Escribía lo siguiente:
El proletariado debe llevar a término la revolución democrática, atrayéndose a la masa de los campesinos, para
 aplastar por la fuerza la resistencia de la autocracia y paralizar la 
inestabilidad de la burguesía. El proletariado debe llevar a cabo la 
revolución socialista, atrayéndose a la masa de los elementos semiproletarios de la población, para
 des trozar por la fuerza la resistencia de la burguesía y paralizar la 
inestabilidad de los campesinos y de la pequeña burguesía. Tales son las tareas del proletariado, que los partidarios de nueva Iskra conciben de un modo tan estrecho en todos sus razonamientos y resoluciones sobre la amplitud de la revolución.
Y, un poco más abajo:
¡A la cabeza de todo el pueblo y, en particular, de los campesinos, 
por la libertad total, por la revolución democrática consecuente, por la
 república! ¡A la cabeza de todos los trabajadores y explotados, por el 
socialismo! Tal debe ser, en la práctica, la política del proletariado 
revolucionario, ésta es la consigna de clase que debe informar y 
determinar la solución de todos los problemas tácticos, de todos los 
pasos prácticos del Partido obrero, durante la revolución.[7] 
Era la teoría de la revolución ininterrumpida, la teoría de la 
revolución democrático-burguesa que se transforma en revolución 
socialista.
La posición de Trotski: su teoría de la “revolución permanente”
Trotski ocupaba una posición “intermedia”, formalmente diferente, 
tanto de la de los bolcheviques como de la de los mencheviques, pero, en
 su esencia y objetivamente, más próxima a ésta en todos sus objetivos 
prácticos. Estaba en desacuerdo con los bolcheviques acerca de cómo 
éstos estimaban a la burguesía liberal rusa (los capitalistas) y no 
quería por tanto ni oír hablar de ello. Al mismo tiempo, estaba 
totalmente de acuerdo con los mencheviques a propósito de cómo éstos 
estimaban al campesinado y, por consiguiente, tampoco quería oír hablar 
de ello. Según él, el campesinado no podía ser un aliado en que se 
pudiera confiar. El movimiento campesino y su levantamiento espontáneo 
podrían ayudar a la clase obrera en su lucha contra el despotismo 
zarista, pero no era lo mismo que el papel del campesinado como aliado 
revolucionario de la clase obrera revolucionaria en su lucha contra la 
autocracia. El zarismo, según Trotski, sólo podía ser sustituido por un 
gobierno obrero. En ningún caso, podía ser sustituido por una dictadura 
mixta de la clase obrera y del campesinado. 
Y, al llegar al poder, la 
función del gobierno obrero sería atacar la propiedad privada, incluidas
 las tierras pertenecientes al campesinado. Al atacar la propiedad 
privada, el gobierno obrero alejaría y despertaría la hostilidad y la 
resistencia (gracias a Trotski) de la mayoría de la población, a saber, 
del campesinado. La resistencia del campesinado pondría en peligro la 
misma existencia del gobierno obrero. Pero, por otra parte, el gobierno 
obrero estimularía a la clase obrera de los países industrialmente 
avanzados de Europa para desarrollar una lucha implacable contra sus 
“propias” burguesías, para hacerse con el poder del Estado y para 
instaurar el socialismo. Y, a su vez, la clase obrera victoriosa de los 
países avanzados de Europa Occidental acudiría al socorro del gobierno 
obrero de Rusia, con el fin de ayudar a éste a aplastar por la fuerza la
 resistencia del campesinado. Trotski llamaba a esta teoría la teoría de
 la “revolución permanente” y fue la causa y el objeto de una virulenta 
controversia entre Lenin y Trotski.
Una cosa sobre la que conviene insistir, a propósito de Trotski, es 
que, cada vez que adoptaba una posición incorrecta y oportunista, la 
envolvía siempre con expresiones “ultraizquierdistas” y 
“ultrarrevolucionarias”. Por ejemplo, era partidario de saltarse 
arbitrariamente la primera etapa de la revolución rusa. Se oponía a la 
instauración de la dictadura del proletariado y del campesinado como 
condición previa necesaria para el establecimiento de la dictadura del 
proletariado. ¿Por qué? Porque, según pretendía, “vivimos en una época 
de imperialismo (…) ésta no opone la nación burguesa al antiguo régimen,
 sino el proletariado a la nación burguesa”.[8] 
A la vista de lo que se ha dicho más arriba, se imponen las dos siguientes conclusiones:
(1) La hostilidad de Trotski y su desconfianza hacia el campesinado; 
su incapacidad para apreciar el papel revolucionario que el campesinado 
puede jugar en cierta etapa del desarrollo de la revolución.
(2) De su incapacidad para apreciar el papel revolucionario del 
campesinado se ha derivado su deseo subjetivo de saltar por encima del 
estadio democrático-burgués de la revolución y de establecer 
directamente el socialismo. De ahí el llamamiento a un gobierno obrero 
para remplazar al zarismo. En la práctica, esto venía a significar lo 
siguiente: el primer estadio de la revolución no vería a la mayoría del 
pueblo ruso, particularmente al campesinado, oponerse al zar, sino 
solamente a la clase obrera (que constituía una pequeña minoría de la 
población rusa) oponerse al zar y a la “nación burguesa”, incluido el 
campesinado.
Aceptar esta teoría de la “revolución permanente” habría significado 
aceptar la contrarrevolución permanente; porque habría significado negar
 el papel revolucionario que el campesinado era capaz de jugar y que, de
 hecho, jugó; habría significado privar a la clase obrera rusa de un 
aliado extremadamente importante y fiable y transformar al campesinado 
en una herramienta de la burguesía liberal. Más tarde, Trotski 
sostendría que la revolución había sido traicionada por Stalin. Por 
ahora, diremos simplemente que no habría existido revolución y, en este 
sentido “traición”, si Trotski se hubiera salido con la suya, si su 
teoría de la “revolución permanente” se hubiera puesto en práctica, 
porque no habría habido revolución en Rusia sin el papel revolucionario 
jugado por el campesinado ruso. Lenin rechazó la teoría de la 
“revolución permanente” en su texto Sobre las dos líneas en la revolución (1915), en el que escribía:
Trotski repite “… su “original” teoría de 1905 y negándose a 
reflexionar sobre las causas por las cuales, durante diez años, la vida 
ha pasado de largo ante esa magnífica teoría”.
Y, más lejos:
“¡Trotsky ayuda en la práctica a los políticos obreros liberales de 
Rusia quienes entienden por “negación” del papel del campesinado una negativa a incorporar a los campesinos a la revolución!”
Sólo se necesitaron dos años para que se verificara lo acertado de la evaluación que hizo Lenin sobre el papel del campesinado.
A la vista de la evaluación de Trotski sobre el papel del campesinado
 y, concretamente, de su negación del campesinado como fuerza 
revolucionaria y, finalmente, de su negación de las etapas en el 
desarrollo de la revolución, no es en absoluto sorprendente que los 
trotskistas de hoy, tanto en Gran Bretaña como en el extranjero, ataquen
 al Frente Nacional de Liberación (FNL) de Vietnam del Sur y a su 
programa. No es en absoluto sorprendente que califiquen y rechacen el 
programa del FNL como un programa burgués y que lo vilipendien, o que 
sean incapaces de comprender su carácter revolucionario 
antiimperialista. Se niegan a aprender de la vida misma y « se niegan a 
reflexionar sobre las causas por las cuales », durante no menos de 60 
años, « la vida ha pasado de largo ante esta magnífica teoría », la 
teoría de la « revolución permanente ». Pero volveremos más en detalle 
sobre ello posteriormente.
La teoría de la “revolución permanente” condujo a Trotski a la siguiente conclusión en 1906, conclusión que reiteraría en 1922:
Sin la ayuda directa del Estado por parte del proletariado europeo, 
la clase obrera de Rusia no podrá mantenerse en el poder y transformar 
su dominación temporal en una dictadura socialista duradera. De esto no 
se puede dudar un solo instante.[9] 
Trotski llegó a esta conclusión en 1906. Nunca abandonaría este punto
 de vista. Según él, la revolución rusa no podía sobrevivir, y menos aún
 el socialismo, sin la ayuda de la clase obrera victoriosa de los países
 de Europa Occidental. Con un punto de vista así, ¿qué habría que hacer 
si la clase obrera europea no conseguía llevar a cabo su revolución 
social? Veremos que, cuando las oportunidades de una revolución 
socialista en los países de Europa Occidental se esfumaron (no cabe 
examinar aquí las razones del fracaso de la revolución en Europa), 
Trotski empezó propugnando una política de aventurerismo desesperada, 
alternando de cuando en cuando con una política de capitulación absoluta
 frente al capitalismo monopolista internacional. Esto constituía la 
consecuencia natural y lógica de su posición incorrecta y rotundamente 
oportunista en cuanto a la estrategia y las tácticas de la revolución 
rusa. 
Si se adoptaba la posición, como Trotski, de afirmar que la 
revolución rusa no podía sobrevivir sin el apoyo de la revolución social
 europea, sólo se podía llegar a las siguientes conclusiones sobre el 
fracaso de la clase obrera europea en su tentativa de tomar el poder:
Uno. Que, por medio de una u otra clase de aventurerismo, la 
revolución social debía ser “exportada” hacia los países de Europa 
Occidental;
Dos. La rendición completa ante el capitalismo monopolista 
internacional. Trotski llegó a estas dos conclusiones y las pregonó 
alternativamente. El aventurerismo unido a la tendencia a la 
capitulación, ambas derivadas de una falta de confianza en las masas y 
de una sobreestimación de la fuerza de la reacción, tal es la esencia 
del trotskismo.
Como consecuencia de esta teoría de la “revolución permanente”, con 
su negación del papel del campesinado, con su falta de fe en la 
capacidad del proletariado para dirigir a las masas trabajadoras hacia 
la victoria del socialismo en un solo país, con su creencia religiosa, 
no científica y contraria al marxismo según la cual la victoria del 
socialismo sólo sería posible a partir de una revolución simultánea “en 
los países más importantes de Europa”, Trotski nunca fue capaz de 
comprender las características particulares de la Revolución de Octubre.
 Es preciso que abordemos estas características con el fin de deslindar 
las posiciones respectivas (e irreconciliables) del leninismo y del 
trotskismo.
Las características particulares de la Revolución de Octubre
¿Cuáles son las características particulares de la Revolución de Octubre?
La Revolución de Octubre presenta dos características propias cuya 
comprensión constituye una condición previa para captar la importancia 
de esta revolución, en el plano tanto nacional como internacional. Estas
 dos características son las siguientes:
- La dictadura del proletariado nació en Rusia sobre la base de una 
alianza entre el proletariado y el campesinado jornalero, bajo la 
dirección de la clase obrera;
 
- La dictadura del proletariado fue instaurada en un solo país, además
 un país atrasado desde el punto de vista de su desarrollo, mientras que
 el capitalismo se mantuvo en los demás países, algunos de ellos muy 
desarrollados en este plano.
 
Estas dos característica son de una importancia extrema para 
nosotros, porque no solamente representan la esencia de la Revolución de
 Octubre así como una aplicación brillante de la teoría de Lenin de la 
dictadura del proletariado y de su teoría de la revolución proletaria, 
sino que revelan también la naturaleza rotundamente oportunista de la 
teoría de Trotski de la “revolución permanente”.
Examinemos brevemente estas características:
(1) La alianza entre el proletariado y el campesinado, bajo la dirección del proletariado.
La cuestión de los aliados reviste una enorme importancia. ¿A quién 
van a apoyar las masas laboriosas de las ciudades y de los campos? ¿De 
quién van a ser reservas, del proletariado o de la burguesía? De esto 
depende la suerte, la solidez de la revolución. Como decía Stalin: “Las 
revoluciones de 1848 y de 1871 en Francia fracasaron sobre todo porque 
las reservas campesinas se alinearon del lado de la burguesía. La 
Revolución de Octubre venció porque supo arrancar a la burguesía sus 
reservas campesinas; porque supo conquistar estas reservas para el 
proletariado (…). 
Quien no ha comprendido esto no comprenderá jamás ni el carácter de 
la Revolución de Octubre, ni la naturaleza de la dictadura del 
proletariado, ni el carácter particular de la política interior de 
nuestro poder proletario”.[10] 
Se puede apreciar por tanto que la dictadura del proletariado es una 
alianza de clase entre el proletariado y el campesinado, bajo la 
dirección del primero, con vistas al derrocamiento revolucionario del 
capitalismo y a la victoria final del socialismo. Así pues, no se trata,
 como dicen algunos, de sobreestimar o de subestimar “ligeramente” el 
papel del campesinado, sino que se trata del carácter y de los 
fundamentos de la dictadura del proletariado. ¿En qué consiste, en este 
caso, la teoría leninista de la dictadura del proletariado? Así es como 
Lenin formula la cuestión en 1919:
La dictadura del proletaria es una forma especial de alianza de clase
 entre el proletariado, vanguardia de los trabajadores, y las amplias 
capas no proletarias de trabajadores (la pequeña burguesía, los pequeños
 propietarios, el campesinado, la intelectualidad, etc.) o la mayoría de
 éstas; es una alianza contra el capital, una alianza dirigida al 
derrocamiento completo del capital, a la supresión completa de la 
resistencia de la burguesía y de toda tentativa de restauración por su 
parte, una alianza dirigida al establecimiento definitivo y la 
consolidación del socialismo.[11] 
Y, más adelante:
Si traducimos la expresión latina, científica, histórica y filosófica
 “dictadura del proletariado” a un lenguaje más simple, esto es lo que 
significa: sólo una clase precisa, a saber, la de los trabajadores 
urbanos y la de los trabajadores de la industria en general, está en 
condiciones de dirigir al conjunto de los trabajadores y de los 
explotados en la lucha por el derrocamiento del yugo del capital, en 
este proceso de derrocamiento, en la lucha por conservar y consolidar la
 victoria, en el trabajo consistente en crear el nuevo sistema social 
socialista, en el conjunto de la lucha dirigida a abolir completamente 
las clases.[12] 
Tal es la teoría leninista de la dictadura del proletariado. La 
Revolución de Octubre “es una aplicación clásica de la teoría leninista 
de la dictadura del proletariado”.[13] 
Éstas son las características del primer rasgo esencial de la Revolución de Octubre.
¿Cuál es la posición del trotskismo a la luz de la primera 
característica propia a la Revolución de Octubre? Dicho de otro modo, 
¿cuál es la relación de estas cuestiones con la teoría de Trotski de la 
“revolución permanente”?
(…) Vivimos en una época de imperialismo (…) Éste no opone la nación 
burguesa al antiguo régimen, sino el proletariado a la nación burguesa.[14] 
No vamos a perder nuestro tiempo detallando la posición de Trotski en
 1905, cuando lanzó la consigna “Sin zar, por un gobierno obrero”, es 
decir, ¡una revolución sin el campesinado! Tampoco nos eternizaremos 
sobre la posición de Trotski en 1915, cuando, partiendo del hecho de que
 “vivimos en una época de imperialismo” y que el imperialismo “no opone 
la nación burguesa al antiguo régimen, sino el proletariado a la nación 
burguesa”, llegaba a la conclusión, en su artículo titulado La lucha por el poder
 (Trotski, 17-10-15), de que el papel del campesinado estaba condenado a
 declinar, que el campesinado ya no estaba destinado a jugar el papel 
importante que se le había atribuido hasta entonces, que la consigna de 
la confiscación de las tierras ya no tenía la importancia que tuvo en el
 pasado. 
Como sabe todo el mundo, Lenin, en aquella época, reprochó esta
 tesis a Trotski en los términos siguientes:
Trotski ayuda de hecho a los políticos liberales de Rusia que 
“niegan” el papel de los campesinos porque no quieren empujarlos a la 
revolución.[15] 
Pasemos pues a las obras posteriores de Trotski sobre la cuestión, 
sus obras del período siguiente a la instauración de la dictadura del 
proletariado. Tomen, por ejemplo, el prefacio que Trotski escribió en 
1922 para su libro de 1909 titulado 1905. Esto es lo que Trotski dice en él a propósito de su teoría de la “revolución permanente”:
Es precisamente en el intervalo del 9 de enero hasta la huelga de 
octubre de 1905, que se formularon por el autor las concepciones sobre 
el carácter del desarrollo revolucionario de Rusia, que fueron 
designadas bajo el nombre de la teoría de la «revolución permanente». 
(…) Para asegurar su victoria, la vanguardia proletaria debería, desde 
los primeros días de su dominación, operar las más profundas incursiones
 sobre la propiedad no sólo feudal, sino también burguesa. Haciéndolo, 
entraría en colisión hostil, no sólo con todos los gobiernos de
 la burguesía que le hubiesen apoyado en el principio de su lucha 
revolucionaria, sino también con las grandes masas del campesinado
 con cuyo concurso hubiese avanzado en la toma del poder. Las 
contradicciones en la situación del gobierno obrero de un país atrasado,
 en donde la mayoría aplastante de la población está compuesta por 
campesinos, pueden encontrar solución únicamente sobre el plano 
internacional, en la arena de la revolución mundial del proletariado.[16] 
Ésta es la teoría trotskista de la “revolución permanente”. Ésta es 
la posición del trotskismo sobre la dictadura del proletariado. Así 
están las cosas en cuanto a la teoría de la “revolución permanente” a la
 luz de la primera característica específica de la Revolución de 
Octubre, a saber, que la dictadura del proletariado se ha establecido en
 Rusia sobre la base de una alianza entre el proletariado y el 
campesinado, bajo la dirección del proletariado.
Camaradas, ¿hay algo en común entre la teoría de Lenin de la 
dictadura del proletariado y la teoría de Trotski de la “revolución 
permanente”? No hace falta probar que, de hecho, nada tienen en común 
ambas teorías. Basta con confrontar la cita que acabamos de reproducir 
tomada del prefacio de Trotski con las otras dos citas precedentes de 
los escritos de Lenin “para comprender qué abismo separa la teoría 
leninista de la dictadura del proletariado y la teoría de la “revolución
 permanente” de Trotski”.[17] 
Permitidme, camaradas, que resuma este punto, a saber, la comparación
 entre la teoría de Lenin de la dictadura del proletariado y la de 
Trotski sobre la «revolución permanente », en el lenguaje inmortal del 
camarada Stalin. Éste dice:
Lenin habla de la alianza entre el proletariado y las capas 
trabajadoras del campo como de la base de la dictadura del proletariado.
 En Trotski, por el contrario, nos encontramos con “choques hostiles ” entre la “vanguardia proletaria” y las “vastas masas campesinas”.
Lenin habla de la dirección, por el proletariado, de las masas trabajadoras y explotadas. En Trotski, por el contrario, nos encontramos con “contradicciones
 en la situación del gobierno obrero en un país atrasado, en el que la 
mayoría aplastante de la población está compuesta de campesinos”.
Según Lenin, la revolución saca sus fuerzas, ante todo, de los 
obreros y los campesinos de Rusia misma. En Trotski, por el contrario, 
resulta que las fuerzas indispensables pueden sacarse únicamente de “la palestra de la revolución mundial del proletariado”.
¿Y qué hacer si la revolución internacional ha de demorarse? ¿Le 
queda a nuestra revolución algún rayo de esperanza? Trotski no nos deja 
ningún rayo de esperanza, pues “las contradicciones en la situación del 
gobierno obrero… podrán ser solucionadas sólo… en la palestra 
de la revolución mundial del proletariado”. Con arreglo a este plan, a 
nuestra revolución no le queda más que una perspectiva: vegetar en sus 
propias contradicciones y podrirse en vida, esperando la revolución 
mundial.
¿Qué es, según Lenin, la dictadura del proletariado?
La dictadura del proletariado es un Poder que descansa en la alianza 
del proletariado con las masas trabajadoras del campo para “el 
derrocamiento completo del capital”, para “la instauración y la 
consolidación definitiva del socialismo”.
(…)
¿En qué se diferencia esta “teoría de la revolución permanente” de la
 conocida teoría del menchevismo que niega la idea de la dictadura del 
proletariado?
En el fondo, no se diferencia en nada.
No cabe duda: la “revolución permanente” no se limita a menospreciar 
las posibilidades revolucionarias del movimiento campesino. La 
“revolución permanente” menosprecia el movimiento campesino hasta tal 
extremo, que es la negación de la teoría leninista de la dictadura del proletariado.
La “revolución permanente” de Trotski es una variedad del menchevismo.[18] 
Ésta es pues la importancia del problema respecto de la primera característica particular de la Revolución de Octubre.
(2) La victoria de la revolución en un solo país -poco 
desarrollado en sentido capitalista- mientras se mantiene el capitalismo
 en otros países más avanzados en este sentido.
A partir de sus estudios sobre el imperialismo, Lenin llegó a la ley 
del desarrollo económico y político desigual en los diversos países 
capitalistas. Según esta ley, el desarrollo capitalista de los diversos 
países no transcurre según un plan definido de manera que un país 
capitalista va siempre por delante de los demás, mientras que éstos 
sufren siempre un cierto atraso con respecto a aquel país. Al contrario,
 el desarrollo de los países capitalistas se efectúa de manera 
espasmódica, por medio de saltos adelante en el desarrollo de algunos y 
por medio de interrupciones en el desarrollo de los otros. Esta 
situación conduce a aspiraciones “absolutamente legítimas” por parte de 
estos países, los cuales estaban adelantados con respecto a los demás, 
pero que se han quedado rezagados, a aferrarse a sus antiguas 
posiciones, y a aspiraciones “igualmente legítimas” por parte de los 
países que han sido relegados al atraso a efectuar cambios en sus 
antiguas posiciones para conquistar otras nuevas. Estas dos aspiraciones
 tan “legítimas” como irreconciliables necesariamente tienen que 
desembocar en choques armadas y guerras interimperialistas. Es a partir 
de estas contradicciones que estallaron tanto la Primera Guerra Mundial 
como la Segunda. Alemania, que había sido un país atrasado con un 
capitalismo poco desarrollado, había sobrepasado a Francia y le pisaba 
los talones a Gran Bretaña en el mercado mundial. La aspiración 
“legítima” de Gran Bretaña y de Francia a mantener sus antiguas 
posiciones respectivas y la aspiración igualmente “legítima” de Alemania
 a conquistar nuevas posiciones desembocaron en la Primera Guerra 
Mundial interimperialista.
La ley del desarrollo desigual se desprende de lo siguiente:
(1) “El capitalismo se ha transformado en un sistema universal de 
opresión colonial y de asfixia financiera de la inmensa mayoría de la 
población del planeta por un puñado de países ‘avanzados’.”[19] 
(2) “Y ese “botín” es compartido entre dos o tres potencias mundiales
 saqueadoras armadas hasta los dientes (EEUU, Gran Bretaña, Japón), que 
arrastran al mundo entero a su guerra por el reparto de su botín.”[20] 
(3) A causa de la intensificación de las contradicciones 
catastróficas en el seno mismo del sistema imperialista, y de que éstas 
se traducen en guerras imperialistas y en el desarrollo de movimientos 
revolucionarios, el frente mundial del imperialismo se vuelve cada vez 
más vulnerable. Entonces, se pueden abrir brechas en este frente, 
concretadas individualmente en ciertos países.
(4) ¿Dónde se producirá esta brecha? En el eslabón más débil de la 
cadena del frente mundial del imperialismo, allí donde el imperialismo 
es débil y donde las fuerzas revolucionarias son lo bastante fuertes 
como para provocar tal brecha.
(5) Por consiguiente, la victoria del socialismo en un solo país 
(incluso un país atrasado donde el capitalismo está poco desarrollado), 
al tiempo que se mantiene el capitalismo en otros países (más 
desarrollados en el sentido capitalista del término), se convierte en 
algo probable.
La desigualdad del desarrollo económico y político, dice Lenin, es 
una ley absoluta del capitalismo. De aquí se deduce que es posible que 
el socialismo triunfe primeramente en unos cuantos países capitalistas, o
 incluso en un solo país en forma aislada. El proletariado triunfante de
 este país, después de expropiar a los capitalistas y de organizar 
dentro de él la producción socialista, se alzaría contra el 
resto del mundo capitalista, atrayendo a su lado a las clases oprimidas 
de los demás países, levantando en ellos la insurrección contra los 
capitalistas, empleando, en caso necesario, incluso la fuerza de las 
armas contra las clases explotadoras y sus Estados. (…) La libre unión 
de las naciones en el socialismo es imposible sin una lucha tenaz, más o
 menos prolongada, de las repúblicas socialistas contra los Estados 
atrasados.[21] 
Y más todavía:
El desarrollo del capitalismo sigue un curso extraordinariamente 
desigual en los diversos países. De otro modo no puede ser bajo el 
regimen de producción de mercancías. De aquí la conclusión 
indiscutible de que el socialismo no puede triunfar simultáneamente en 
todos los países. Triunfará en uno o en varios países, mientras los 
demás seguirán siendo, durante algún tiempo, países burgueses o 
preburgueses.[22] (subrayado por Harpal Brar) 
Tales son los fundamentos de la teoría leninista de la revolución 
proletaria. Los oportunistas (ya sean trotskistas, revisionistas o 
socialdemócratas) de todos los países afirman que una revolución 
proletaria sólo puede desencadenarse en países altamente 
industrializados. Es más, según ellos, la victoria del socialismo en un 
solo país, particularmente un país donde el capitalismo no esté 
altamente desarrollado, queda absolutamente excluida. Lenin combatió 
esta teoría oportunista desde el inicio de la Primera Guerra Mundial y, 
apoyándose en la ley del desarrollo desigual del capitalismo, hizo 
frente a los oportunistas con su teoría de la revolución proletaria. 
¿Qué es lo que distingue la teoría leninista de la revolución proletaria
 de las diversas teorías oportunistas?
La posibilidad y la probabilidad de la victoria del socialismo en un 
solo país, incluso si este país no está altamente desarrollado en el 
sentido capitalista del término, es lo que distingue la teoría leninista
 de la revolución proletaria de todas las teoría oportunistas que 
afirman que el socialismo no puede triunfar en un solo país y, con mayor
 motivo, en un país atrasado.
La Revolución de Octubre suministró una prueba elocuente de la 
justeza de la teoría leninista de la revolución proletaria y una prueba 
tan elocuente de la falsedad y de la naturaleza oportunista de las 
diversas teorías que pretenden que la victoria del socialismo no es 
posible en un solo país, particularmente en un país atrasado:
La segunda particularidad de la Revolución de Octubre consiste en que
 esta revolución es un modelo de aplicación práctica de la teoría 
leninista de la revolución proletaria.
Quien no haya comprendido esta particularidad de la Revolución de 
Octubre, jamás comprenderá ni el carácter internacional de esta 
revolución, ni su formidable potencia internacional, ni su peculiar 
política exterior.[23] 
¿Cómo la teoría trotskista de la “revolución permanente” responde a la teoría leninista de la revolución proletaria?
En su obra Nuestra revolución (1906), Trotski escribía:
Sin un apoyo estatal directo del proletariado europeo, la clase 
obrera de Rusia no podrá mantenerse en el Poder y transformar su 
dominación temporal en una dictadura socialista duradera. De ello no 
cabe dudar ni un instante.[24] 
¿Qué quiere decir esta cita? Su significado es que el socialismo no 
puede resultar victorioso en un solo país –Rusia, en este caso- “sin el 
apoyo estatal directo del proletariado europeo”. Esto quiere decir que, 
en Rusia, el proletariado no puede “mantenerse en el poder”, y menos aún
 construir el socialismo, antes de que el proletariado europeo haya 
tomado el poder.
¿Hay algo en común entre esta “teoría” y la teoría leninista de la 
revolución proletaria que habla de la victoria del socialismo en un solo
 país, aunque este país no esté altamente desarrollado en el sentido 
capitalista del término?
Apenas es necesario decir que no hay nada en común entre las dos teorías. Se podría pretender que la obra de Trotski, Nuestra revolución,
 fue publicada en 1906 cuando todavía era difícil determinar con 
precisión el carácter de la revolución rusa; que contiene ciertos 
errores y que, por consiguiente, no refleja las opiniones posteriores de
 Trotski. Pero, examinemos las opiniones de Trotski tal como las expone 
en otro folleto titulado Programa de paz. Este folleto se publicó antes de la Revolución de Octubre y se reeditó en 1924 en la obra de Trotski 1917.
 En él Trotski ataca la teoría leninista de la revolución proletaria 
sobre la victoria del socialismo en un solo país y le opone su teoría de
 los Estados Unidos de Europa. Trotski pretende que la victoria del 
socialismo sólo es posible si se alcanza en los principales Estados 
europeos, los cuales deberían luego agruparse en los Estados Unidos de 
Europa. 
Según Trotski, una revolución en Rusia no podría resultar 
victoriosa sin revolución proletaria en Alemania. Y la revolución no 
podría resultar victoriosa en Alemania sin una revolución en otros 
países europeos avanzados. Esto es lo que dice Trotski:
La única consideración historica más o menos concreta — dice Trotski —
 contra la consigna de los Estados Unidos ha sido formulada en el Sotsial-Demokrat de
 Suiza (entonces órgano central de los bolcheviques, explica Stalin), en
 la siguiente frase: ‘La desigualdad del desarrollo económico y político
 es una ley absoluta del capitalismo’. De aquí deducía Sotsial-Demokrat que
 la victoria del socialismo en un solo país es posible y, por tanto, no 
hay por qué supeditar la dictadura del proletariado en cada país a la 
formación de los Estados Unidos de Europa. Que el desarrollo capitalista
 de los distintos países es desigual, es una afirmación absolutamente 
indiscutible. Pero esta desigualdad es ella misma sumamente desigual. El
 nivel capitalista de Inglaterra, de Austria, de Alemania o de Francia 
no es el mismo. Pero, en comparación con Africa y Asia, todos estos 
países representan la ‘Europa’ capitalista, madura ya para la revolución
 social. Que ningún país debe ‘aguardar’ a los otros en su lucha, es una
 idea elemental que es útil y necesario repetir, para que la idea de una
 acción internacional paralela no sea sustituida por la idea de una 
inactividad internacional expectante. Sin aguardar a los demás, 
comenzamos y continuamos la lucha en el terreno nacional, con la plena 
seguridad de que nuestra iniciativa impulsará la lucha en otros países; 
y, si esto no sucediese, no hay ningún fundamento para suponer — así lo 
atestiguan la experiencia histórica y las consideraciones teóricas — que
 la Rusia revolucionaria, por ejemplo, podria sostenerse frente a la 
Europa conservadora o que la Alemania socialista podría subsistir 
aislada en un mundo capitalista.[25] 
Por consiguiente, lo que se nos presenta una vez más es esta vieja 
teoría de la “revolución permanente” que requiere una victoria 
simultánea de la revolución proletaria en los más importantes países 
europeos. La teoría de la “revolución permanente” de Trotski excluía la 
teoría leninista de la revolución proletaria; la teoría de Trotski de la
 desesperanza “permanente” no tiene nada en común con la teoría de Lenin
 de la revolución proletaria que acoge la victoria del socialismo en un 
solo país.
Sería posible que la cita anterior de la obra de Trotski 1917
 no correspondiera a las opiniones más maduras de Trotski. En ese caso, 
examinemos pues sus obras posteriores, redactadas después de la victoria
 de la revolución proletaria en Rusia, es decir, en un solo país. Tomemos, por ejemplo, el epílogo de Trotski, escrito en 1922, para la nueva edición de su folleto Programa de paz, y veamos lo que declara en él:
La afirmación, varias veces repetida en El programa de la paz,
 de que la revolución proletaria no puede terminar victoriosamente 
dentro de un marco nacional, parecerá quizá a algunos lectores 
desmentida por la experiencia de casi cinco años de vida de nuestra 
República Soviética. Pero semejante conclusión sería infundada. El hecho
 de que el Estado obrero haya resistido contra el mundo entero en un 
solo país, y además en un país atrasado, atestigua la potencia colosal 
del proletariado, que en otros países más adelantados y más civilizados 
será capaz de hacer verdaderos milagros. Pero, habiendo logrado 
mantenernos como Estado en el sentido político y militar, no hemos 
llegado todavía, ni siquiera nos hemos acercado a la creación de la 
sociedad socialista (…) Mientras en los demás Estados europeos se 
mantenga en el Poder la burguesía nos veremos obligados, en la lucha 
contra el aislamiento económico, a buscar acuerdos con el mundo 
capitalista; al mismo tiempo, puede afirmarse con toda certidumbre que 
estos acuerdos pueden, en el mejor de los casos, ayudarnos a cicatrizar 
una u otra herida económica, a dar uno u otro paso adelante, pero el 
verdadero auge de la economía socialista en Rusia no será posible más que después de la victoria del proletariado en los países más importantes de Europa.[26] (la cursiva es de Stalin) 
Permitidme, camaradas, que concluya el punto citando lo que el camarada Stalin decía de la cita anterior:
Esto es lo que dice Trotski, pecando manifiestamente contra la 
realidad y esforzándose a toda costa por salvar del naufragio definitivo
 la “revolución permanente”.
Resulta que, por más vueltas que se le dé, no sólo “no hemos 
llegado”, sino que “ni siquiera nos hemos acercado” a la creación de la 
sociedad socialista. Resulta que alguien abrigaba la esperanza de llegar
 a “acuerdos con el mundo capitalista”, pero resulta también que de 
estos acuerdos tampoco sale nada, pues, por más vueltas que se le dé, 
“el verdadero auge de la economía socialista” no se alcanzará mientras 
el proletariado no haya vencido “en los países más importantes de 
Europa”.
Y como aún no se ha obtenido la victoria en el Occidente, a la 
revolución de Rusia no le queda más que un “dilema”: o podrirse desde la
 raíz o degenerar en un Estado burgués.
Por algo hace ya dos años que Trotski viene hablando de la “degeneración” de nuestro Partido.
Por algo Trotski profetizaba el año pasado el “hundimiento” de nuestro país.
¿Cómo se puede conciliar esta extraña “teoría” con la teoría de Lenin sobre la “victoria del socialismo en un solo país”?
¿Cómo se puede conciliar esta extraña “perspectiva” con la 
perspectiva de Lenin, según la cual la nueva política económica nos 
permitirá “echar los cimientos de la economía socialista”?
¿Cómo se puede conciliar esta desesperanza “permanente” con las siguientes palabras de Lenin, por ejemplo?
“Hoy, el socialismo no es ya un problema de un futuro remoto, ni una 
visión abstracta o un icono. De los iconos seguimos tenicndo la opinión 
de antes, una opinión muy mala. Hemos hecho penetrar el socialismo en la
 vida diaria, y de eso es de lo que debemos ocuparnos. Esa es la tarea 
de nuestros días, esa es la tarea de nuestra época. Permitidme que 
termine expresando la seguridad de que, por más difícil que sea esa 
tarea, por más nueva que sea, en comparación con nuestra tarea anterior,
 y por más dificultades que nos origine, todos nosotros, juntos y no 
mañana, sino en el transcutso de unos cuantos años, todos nosotros, 
juntos, la resolveremos a toda costa, de modo que de la Rusia de la Nep 
salga la Rusia socialista” (v. t. XXVII, pág. 366).
¿Cómo se puede conciliar la falta “permanente” de perspectivas de Trotski con las siguientes palabras de Lenin, por ejemplo?
“En efecto, todos los grandes medios de producción en poder del 
Estado y el Poder del Estado en manos del proletariado; la alianza de 
este proletariado con millones y millones de pequeños y muy pequeños 
campesinos; asegurar la dirección de los campesinos por el proletariado,
 etc., ¿acaso no es esto todo lo que se necesita para edificar la 
sociedad socialista completa partiendo de la cooperación, y nada más que
 de la cooperación, a la que antes motejábamos de mercantilista y que 
ahora, bajo la Nep, merece también, en cierto modo, el mismo trato; 
acaso no es esto todo lo imprescindible para edificar la sociedad 
socialista completa? Eso no es todavía la edificación de la sociedad 
socialista, pero sí todo lo imprescindible y lo suficiente para esta 
edificación” (v. t. XXVII, pág. 392).
Es evidente que todo eso no se concilia ni puede conciliarse. La 
“revolución permanente” de Trotski es la negación de la teoría leninista
 de la revolución proletaria, y viceversa: la teoría leninista de la 
revolución proletaria es la negación de la teoría de la “revolución 
permanente”.
La falta de fe en la fuerza y en la capacidad de nuestra revolución, 
la falta de fe en las fuerzas y en la capacidad del proletariado de 
Rusia: tal es el fondo de la teoría de la “revolucion permanente”.
Hasta ahora solía señalarse un solo lado de la teoría de la 
“revolución permanente”: la falta de fe en las posibilidades 
revolucionarias del movimiento campesino. Ahora, para ser justos, hay 
que completar ese lado con otro: la falta de fe en las fuerzas y en la capacidad del proletariado de Rusia.
¿En qué se diferencia la teoría de Trotski de la teoría corriente del
 menchevismo, según la cual la victoria del socialismo en un solo país, 
por añadidura atrasado, es imposible sin la victoria previa de la 
revolución proletaria “en los principales países de la Europa 
Occidental”?
En el fondo, no se diferencia en nada.
No cabe duda: la teoría de la “revolución permanente” de Trotski es una variedad del menchevismo.[27] 
Así están las cosas en cuanto a la segunda característica particular de la Revolución de Octubre.
Los trotskistas y la intelectualidad burguesa, en su tentativa 
desesperada de hacernos tragar que la teoría de la “revolución 
permanente” es compatible con el leninismo afirman muy a menudo que el 
problema de Trotski es que iba demasiado por delante; que, si la teoría 
de Trotski no convenía para el año 1905, resultó correcta para octubre 
de 1917. Se afirma además que, en abril de 1917, Lenin renunció a su 
punto de vista sobre la “revolución permanente” de Trotski. Es necesario
 analizar esta afirmación porque, si fuera cierta, sería entonces 
correcto decir que Lenin era trotskista. Más aún, no se hablaría en este
 caso de marxismo-leninismo, sino de marxismo-trotskismo. Así pues, se 
puede ver con claridad, camaradas, que los trotskistas no sólo intentan 
hacer aparecer el trotskismo como compatible con el leninismo, sino que 
intentan de hecho sustituir el leninismo por el trotskismo. No es la 
primera vez que el trotskismo realiza semejante tentativa, y tampoco 
será la última. Pero podemos decir con certeza que, al igual que en 
todas las anteriores tentativas del trotskismo por sustituir el 
leninismo y por presentarse como única ideología proletaria (¡!), la que
 nos ocupa (lo mismo que las tentativas posteriores) será completamente 
aniquilada.
Otro intento de presentar el trotskismo como algo compatible como el 
leninismo fue el de Rádek, en 1924. A raíz de esta tentativa, Stalin 
llamó a Radek el “diplomático podrido”. Éste es el planteamiento de 
Rádek:
La guerra ha abierto un abismo entre los campesinos, que aspiran a 
conquistar la tierra y la paz, y los partidos pequeñoburgueses; la 
guerra ha puesto a los campesinos bajo la dirección de la clase obrera y
 de su vanguardia, el Partido Bolchevique. Lo que se ha hecho posible no
 es la dictadura de la clase obrera y de los campesinos, sino la 
dictadura de la clase obrera, apoyada en los campesinos. Lo que Rosa 
Luxemburgo y Trotski propugnaban en 1905 contra Lenin (es decir, la 
“revolución permanente”, explica Stalin) ha resultado ser, de hecho, la 
segunda etapa del desarrollo histórico.
No puede hallarse mejor refutación de las afirmaciones contenidas en 
la cita anterior que las siguientes líneas del camarada Stalin:
Cada una de estas palabras es una falsedad. Es falso que durante la 
guerra “lo que se ha hecho posible no es la dictadura de la clase obrera
 y de los campesinos, sino la dictadura de la clase obrera, apoyada en 
los campesinos”. En realidad, la revolución de febrero de 1917 fue la 
realización de la dictadura del proletariado y de los campesinos, 
entrelazada de modo peculiar con la dictadura de la burguesía.
Es falso que la teoría de la “revolución permanente”, que Rádek 
silencia púdicamente, fuese formulada en 1905 por Rosa Luxemburgo y 
Trotski. En realidad, esa teoría la expusieron Parvus y Trotski. Ahora, a
 los diez meses, Rádek se rectifica a sí mismo y estima necesario 
reprochar a Parvus la “revolución permanente”. Pero la justicia exige de
 Rádek que los reproches alcancen también a Trotski, el socio de Parvus.
 No es cierto que la “revolución permanente”, refutada por la revolución
 de 1905, haya resultado acertada en la “segunda etapa del desarrollo 
histórico”, es decir, durante la Revolución de Octubre. Todo el curso de
 la Revolución de Octubre, todo su desarrollo han revelado y demostrado 
la inconsistencia absoluta de la teoría de la “revolución permanente”, 
su absoluta incompatibilidad con los fundamentos del leninismo.
Con discursos melifluos y diplomacia podrida no se puede cubrir la 
profunda sima que separa la teoría de la “revolución permanente” y el 
leninismo.[28] 
Notas.-
 
[1] Lenin, Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática, https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1900s/1905-vii.htm 
[2]
 «El problema de las masas laboriosas de la pequeña burguesía, a la vez 
urbana y rural, el problema de atraer a esas masas al lado del 
proletariado, es de una importancia excepcional para la revolución 
proletaria. ¿A quien van a apoyar los trabajadores de las ciudades y del
 campo en la lucha por el poder, a la burguesía o al proletariado? ¿Se 
convertirán en reserva de la burguesía o en reserva del proletariado? De
 esto depende la suerte de la revolución y de la estabilidad de la 
dictadura del proletariado. En Francia, las revoluciones de 1848 y de 
1871 fracasaron principalmente porque las reservas campesinas resultaron
 estar al lado de la burguesía. La Revolución de Octubre triunfó porque 
consiguió privar a la burguesía de sus reservas campesinas, porque fue 
capaz de atraer a estas reservas al lado del proletariado y porque, en 
esta revolución, el proletariado probó que era la única fuerza dirigente
 para las masas importantes de trabajadores de la ciudad y del campo». 
«Quien no comprenda esto nunca comprenderá el carácter de la Revolución 
de Octubre, ni la naturaleza de la dictadura del proletariado, ni las 
características particulares de la política interna de nuestro poder 
proletario.» (Stalin, Los problemas del leninismo) 
[3] Lenin, Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática. 
[4] Lenin, Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática. 
[5] Nueva Gaceta Renana, 14 de septiembre de 1848, citado en Lenin, Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática. 
[6] Lenin, Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática. 
[8] Citado por Lenin en Sobre las dos líneas en la revolución.
 
http://www.forocomunista.com/t28005-sobre-las-dos-lineas-en-la-revolucion-contra-plejanov-y-la-original-teoria-de-trotsky-lenin-1915 
[9] Trotski, Nuestra revolución, 1906, citado por Stalin en La Revolución de Octubre y la táctica de los comunistas rusos. 
[10] Stalin en La Revolución de Octubre y la táctica de los comunistas rusos. 
[11] Lenin, Cómo se engaña al pueblo con las consignas de libertad y de igualdad, citado por Stalin en La Revolución de Octubre y la táctica de los comunistas rusos. 
[12] Lenin, Una gran iniciativa, citado por Stalin en La Revolución de Octubre y la táctica de los comunistas rusos. 
[13] Stalin en La Revolución de Octubre y la táctica de los comunistas rusos. 
[14] Trotski, citado por Lenin en Sobre las dos líneas en la revolución. 
[15] Lenin, Sobre las dos líneas en la revolución. 
[16] Trotski, Prefacio de 1922 a Resultados y perspectivas, http://www.ceipleontrotsky.org/Prefacio-a-la-edicion-rusa-de-1905. Los subrayados son de Stalin en La Revolución de Octubre y la táctica de los comunistas rusos, al citar el original de Trotski. 
[17] Stalin en La Revolución de Octubre y la táctica de los comunistas rusos. 
[18] Stalin en La Revolución de Octubre y la táctica de los comunistas rusos. 
[19] Lenin, Prólogo a las ediciones francesa y alemana de El imperialismo, fase superior del capitalismo. 
[21] Lenin, Sobre la consigna de los Estados Unidos de Europa. 
[22] Lenin, El programa militar de la revolución proletaria. 
[23] Stalin, La Revolución de Octubre y la táctica de los comunistas rusos. 
[25] Stalin, La Revolución de Octubre y la táctica de los comunistas rusos.