19 de diciembre de 2018

Hace 70 años del Plan de Transformación de la Naturaleza de 1948


Por Alla Kazakova, en Círculo Henri Barbusse


“Había que salvar los cinturones forestales, era posible! Han hecho falta setenta años para obtener tales árboles, y todo ha sido cortado y vendido como leña: ¡Los responsables deberían ser llevados ante la justicia!“.

Reacción al anuncio de la destrucción de uno de los restos de las famosas “bandas forestales de Stalin” que sobrevivieron al período de Jruschov, durante la construcción de una carretera para Crimea.

INDICE

Los ecologistas, por la protección de los cinturones forestales de Stalin
¿Una permacultura productivista?
Los herederos del Plan, ¡pioneros modernos de la ecología!
Los protagonistas
Un contexto favorable para nuevas experiencias.
Un proyecto revolucionario en más de un sentido.
Las razones teóricas de tal transición ecológica
Una energía limpia y sostenible, ya entonces…
¿Y la protección de la naturaleza entretanto?
La ONU sobre el plan de transformación de la naturaleza
Durante ese tiempo, en Occidente…
La ruptura jruschoviana
Jruschov y el mar de Aral
El viraje a la agroquímica 

CONCLUSIÓN


Los ecologistas, por la protección de los cinturones forestales de Stalin 

El periodista ecologista ruso Boris Kosmach indicaba, por su parte: “La construcción de esta carretera probablemente era necesaria, pero hay que evaluar los daños al medio ambiente y obligar al Estado a restaurar estos cinturones forestales en otros lugares”[1].

Esta lejana noticia podría sacudir muchas de las ideas recibidas sobre la antigua URSS: sí, hay ecologistas rusos que luchan por la preservación de una herencia soviética que Jruschov y sus sucesores han contribuido en gran medida a destruir. La agricultura “productivista”, para utilizar el vocabulario de moda, calcada del modelo intensivo estadounidense, la contaminación de los suelos por DDT en Moldavia y en otros lugares, la desaparición del mar de Aral, todas estas calamidades que se vienen repitiendo machaconamente en las escuelas y en los medios de comunicación durante décadas, se las debemos a Jruschov y a la profunda ruptura ideológica y política, silenciada desde entonces, que impuso después de la muerte de José Stalin en los años 50. Por ignorancia, es fácil confundir la calamitosa “Campaña de las Tierras Vírgenes” de Jruschov (1954), con las franjas de bosques del “Plan de transformación de la naturaleza de Stalin” (1948). Sin embargo, éste fue su antítesis desde el punto de vista de la agroecología. Digámoslo claramente: fue el mayor proyecto agroforestal de historia, basado en una permacultura masiva resueltamente opuesta a “la agroquímica” floreciente, en cambio, al otro lado del “telón de acero” en la misma época…

La amalgama deliberada entre los dos períodos nos ha dejado sumidos en la ignorancia sobre este aspecto de la historia soviética. El año pasado, el espacionauta francés Thomas Pesquet[2] se sorprendía en un tweet por estas curiosas e inexplicables bandas geométricas divisadas a lo largo del Volga desde lo alto de la estación MIR. Sí, las huellas aún son visibles desde el espacio, a pesar de las posteriores deforestaciones, y este “plan de transformación de la naturaleza” que pobló en particular las estepas soviéticas del sur con decenas de millones de árboles, esta obra que debe ser exhumada, sin duda interesará a los activistas sinceros que quieren liberar la verdadera ecología del veneno ideológico maltusiano del “decrecimiento”.

Más allá de las caricaturas, en efecto, ¿no podemos encontrar allí un comienzo de respuesta a una de las preguntas centrales de nuestra época: ¿cómo alimentar a la humanidad sin penurias, a la vez que abandonamos el modelo funesto de la agricultura intensiva, hoy en entredicho?

¿UNA PERMACULTURA PRODUCTIVISTA?

Hasta ahora, en Francia solo conocemos dos tipos de “bio”: el “verdadero”, que en principio contiene solo unos pocos pesticidas (residuos atmosféricos procedentes de los campos “convencionales” circundantes) y cuyos precios son lo suficientemente altos como para que solo ciertos estratos sociales se puedan pagar el lujo de consumirlo a diario, y el bio “low cost” (de bajo coste) que se vende en los supermercados a un precio más moderado pero sin sabor, cultivado en invernaderos que se asemejan a clínicas costosas en energía para prescindir de pesticidas en el marco de una producción en masa, transportada al consumidor en avión y en ocasiones desde muy lejos.

Sólo el sistema socialista cubano supera actualmente esta contradicción, ya que la isla se sitúa en solitario en la intersección de los países con huella ecológica más baja y aquéllos con alto IDH (Índice de Desarrollo Humano). En otras palabras, Cuba produce, por ejemplo, 100% bio, local… pero sin subir los precios.

Es un poco con este modelo inducido por la colectivización de la tierra (especialmente en forma de cooperativas cedidas por el estado en usufructo gratuito, anteriormente conocidas como koljoses) que la agricultura soviética de posguerra, completamente colectivizada, implementó la producción agrícola al mismo tiempo “sostenible” y “de masas”.



Este es un cambio radical de filosofía en materia de agricultura, porque en realidad la visión de los agroquímicos y la de los ecologistas “decrecientes” es la misma: consideran que el suelo es una reserva pasiva que no puede aumentar su fertilidad, una “piel de zapa” que no podrá satisfacer a todos al ritmo de nuestra demografía galopante. Para algunos, será necesario “perfundirlo”, “doparlo” permanentemente con insumos (incluso a costa de matar todo lo que vive en él) reemplazando los recursos endógenos que constituyen su fertilidad natural. Para otros, será necesario resignarse a producir “poco”, de manera “no productivista”, al ser la fertilidad de estos suelos inextensible por naturaleza.
Los agrónomos soviéticos de las décadas de treinta y cuarenta, encabezados por Vassili Williams y Trofim Lysenko, se oponían a los “defensores reaccionarios de la fertilidad decreciente”, y defendían la “fertilidad creciente”, basada en el mantenimiento de los recursos y capacidades endógenas del suelo, como veremos más adelante. En cierto modo, anticiparon la definición moderna de la agroecología[3], que consiste en concebir el suelo “no como un depósito pasivo sino como una fábrica, que debe ser atendida para satisfacer a su vez las necesidades de las plantas cultivadas”. Es así como se puede, a la vez, respetar la fertilidad natural del suelo y hacerla crecer, en lugar de reemplazarla por completo con la agroquímica occidental, sabiendo que esta sustitución causa efectos contrarios a largo plazo: erosión biológica y luego física de los suelos cultivados.
No es razonable hablar de “productivismo” cuando la principal preocupación del Estado es garantizar la autosuficiencia alimentaria del pueblo. Por necesidad, asistimos en Cuba al desarrollo natural de los mejores organopónicos (cooperativas de agricultura biológica), en superficie cultivada y en productividad, a partir de una situación extremadamente crítica durante el “período especial en tiempo de paz” de los años 90, cuando se subdividieron los mayores sovjoses para facilitar la transición técnica por parte del campesinado, disponiendo de relativamente poco material y energía. En un contexto bastante comparable, durante la Segunda Guerra Mundial, el Estado soviético había favorecido el rápido desarrollo de la agricultura urbana y periurbana (practicada ahora en Cuba y conocida por sus excelentes resultados en agroecología), por lo tanto bajo una forma aparentemente “familiar”, “reducida”, “no productivista”, antes de pasar en 1948 al plan de transformación de la naturaleza en una superficie grande como el doble de Francia.

Los herederos del Plan de Transformación de la Naturaleza, pioneros de la ecología moderna.
La omertá (mafiosa ley del silencio) que cubre la historia del “plan de Stalin” también puede recordarnos lo poco que se habla, incluso en los círculos ecologistas, de los progresos realizados hoy en China y en Cuba, estos dos supervivientes del campo socialista, respecto de las dos “patas” del programa ecológico:
– La transición energética, por un lado, de la que China es un pionera, con sus plantas de energía solar (las mayores del mundo), sus obras de construcción de “ciudades forestales” autónomas, su legislación extremadamente restrictiva hacia la industria con respecto a la contaminación del aire y el agua, por no mencionar su posición de líder mundial en energía hidroeléctrica.
– La revolución agroecológica cubana, por otro lado, que ha colocado a la isla muy en cabeza de la lista de países que han alcanzado el estadio de “desarrollo sostenible” según organizaciones como la ONU, WWF y otras ONG. La prohibición de pesticidas y la conversión de la agricultura a escala nacional han permitido a Cuba producir local, bio, colectivo, tanto en los campos como en las ciudades, ¡sin aumentar los precios de las mercancías!
Solo un estado socialista puede asumir tales inversiones financieras sin amortización inmediata. Esto es lo que le permite lograr a escala nacional, y por la necesidad de una soberanía nacional plena frente al cerco capitalista (en lugar de vanos compromisos verbales nunca cumplidos), una verdadera transición en estos dos pilares de la soberanía popular.
En estas dos áreas, el campo energético (en particular hidroeléctrico) y el agronómico, mostraremos que la URSS fue un auténtico precursor, no antes, sino durante y contra la explosión de la agricultura intensiva en Occidente.

Los protagonistas
Vladimir Vernadski 1863 – 1945


Padre de la ecología científica, Vernadski, formuló en 1926 la noción de biosfera: se trata de considerar la totalidad de los seres vivos terrestres como una de las capas que envuelven la Tierra, al igual que la atmósfera, la hidrosfera y la litosfera. Considera lo que une esta biosfera con las otras envolturas, en sus influencias recíprocas y dinámicas. Esta visión interaccionista (materialista dialéctica) opuesta a una visión “mecanicista” o “formalista” (descriptiva), constituirá para muchos ecologistas actuales el origen del cuestionamiento sobre la influencia de las actividades humanas en el clima, por ejemplo. Vernadski, quien murió en 1945 como un “héroe de la ciencia soviética” y para quien se celebró entonces un funeral nacional, produjo una ciencia que participó en el fundamento teórico del plan de transformación, al plantear la posibilidad de mejorar a la vez los suelos, el clima local y biodiversidad por medio de modificaciones que tengan en cuenta todas las interacciones mencionadas.
Vassili Dokuchaev 1846 – 1903


Padre de la pedología (ciencia de los suelos), reconocido mundialmente por haber clasificado los suelos según sus características y producido una teoría que explica su génesis, las etapas de su formación en relación con el subsuelo mineral, pero también con el clima y los ecosistemas locales. Esta visión interaccionista, dinámica y, por lo tanto, materialista ha reemplazado una visión formalista y estéril de los suelos. Los rusos, particularmente Dokuchaev, tienen un territorio nacional particularmente diversificado, lo que explica por qué incluso antes de la revolución rusa, ya eran líderes en este campo fundamental para la renovación de las técnicas agrícolas. Los suelos rusos se consideran inmediatamente un bien nacional que preservar, desde los primeros años de la revolución, y esto, hasta los años sesenta.
Vassili Williams 1863 – 1939


Fallecido en 1939, será, sin embargo,  uno de los principales protagonistas del plan de transformación, para el cual desarrolló, como pedólogo discípulo del gran Dokuchaev, nuevos métodos de fertilización de los cultivos opuestos a la agroquímica y muy similares a lo que ahora están defendiendo los permacultores para restaurar los suelos agotados. Rechazo del laboreo, cobertura vegetal, compostas menos ricas en nitrógeno y más ricas en carbono, así como un sistema de rotación de cultivos cercano al “equilibrio agro-silvo-pastoral” reivindicado por los ecólogos que promueven una cierta agricultura tradicional : los “sistemas herbarios”. Para las tierras negras erosionadas por los vientos secos de la estepa (óptimo después del cual el desarrollo natural disminuye la fertilidad cíclicamente), recomendó sembrar una mezcla de plantas inspiradas en las praderas silvestres, etapa temprana que precedía, según Williams, el de la tierras negras fértiles para invertir el ciclo natural.
Williams también se distinguió luchando en la Academia de Ciencias contra la corriente de “agroquímicos” prooccidentales liderados por Pryanishnikov, partidarios de la "fertilidad decreciente de los suelos” y de un aporte permanente de fertilizantes nitrogenados procedentes de la industria química.
Trofim Lysenko 1898 – 1976


El agrónomo autodidacta Lysenko ha sido objeto de controversia en Occidente, un poco olvidada desde la revolución epigenética de los últimos años. Lyssenko tomó una posición radical contra la genética idealista que postulaba la existencia de una barrera insuperable, una ausencia total de interacciones entre lo innato y lo adquirido, entre las células sexuales y todo el cuerpo, entre los genes y el medio. Su visión, más interaccionista, se basaba en descubrimientos que hoy en día se están retomando de alguna manera por parte de los propios genetistas agrónomos: cuestionados ante los desastres de los insumos químicos a largo plazo en Occidente, éstos se interesan seriamente por las técnicas de ciertos permacultores capaces de “enseñar a las plantas” a resistir naturalmente de generación en generación a condiciones difíciles (es decir, sin pesticidas o fertilizantes químicos, sin irrigación masiva, etc.).
Al igual que Lyssenko hace varias décadas, el permacultor Pascal Poot, por ejemplo, lleva a cabo experimentos de educación vegetal durante varias generaciones (lo que Lysenko llamaba “herencia de los caracteres adquiridos por costumbre”). Véronique Chable, ingeniera del INRA, ha estudiado la cuestión y testimonia: “Su principio básico es poner la planta en las condiciones en las que queremos que crezca. Se ha olvidado, pero durante mucho tiempo ha sido parte del sentido común campesino. Hoy, llamamos a esto la herencia de los caracteres adquiridos: en resumen, hay una transmisión del estrés y de los caracteres positivos de las plantas durante varias generaciones. Debe entenderse que el ADN es un soporte de información muy plástico, no es solo la mutación genética la que causa los cambios, sino que también hay adaptación, por ejemplo con genes que están apagados, pero que pueden despertarse. La planta produce sus semillas después de haber vivido su ciclo, por lo que conserva ciertos aspectos adquiridos. Pascal Poot explota esto extremadamente bien, sus plantas no son muy diferentes de las otras a nivel genético, pero tienen una capacidad de adaptación impresionante.” (cita tomada de “Tomates sin riego ni pesticidas: el método que fascina a los biólogos”, Nouvel Obs, agosto de 2016). Así es precisamente como Lysenko abogaba por educar las plantas elegidas para las estepas del plan de transformación de la naturaleza.
Mark Ozerny 1890 – 1957


Ozerny, como muchos koljosianos de esa época (Baryshev, Yutkina,…), se encuentra entre los mil protagonistas “sobre el terreno”, a menudo recompensados ​​por el Estado, sin los cuales ningún plan nacional sería materialmente viable. La agronomía siempre ha resultado de una interacción permanente entre los científicos y los prácticos: los propios campesinos. El número especial de “Estudios soviéticos” sobre el tema especificaba: “Constantemente el trabajo de los científicos soviéticos se encuentra con la iniciativa que viene de abajo: el agricultor colectivo solo trabaja en colaboración con el científico y viceversa. Así como los institutos de investigación tienen sus campos, miles de granjas colectivas tienen sus propios laboratorios, donde se han formado muchos destacados experimentadores entre los campesinos” (Estudios Soviéticos Nº 8, 1948). Cabe señalar que es exactamente cómo procede el Estado cubano, en estrecha relación con el sindicato campesino ANAP para lanzar el movimiento de masas “Campesino a campesino”, organizando reuniones entre campesinos y formadores agrónomos que permiten implementar la agroecología nacional actual. En ambos casos, el Estado y sus agrónomos se han inspirado en gran medida en los conocimientos tradicionales locales, en contraste con las políticas capitalistas de agricultura intensiva que notoriamente las han negado y suplantado.

UN CONTEXTO FAVORABLE PARA NUEVAS EXPERIENCIAS
Stalin muere en 1953. Jruschov y su gobierno abandonan el ‘sistema Lysenko’ de rotación de los cultivos (…). Se retoman los métodos americanos de producción del maíz.
Gilles Harpoutian, La petite histoire des grandes impostures scientifiques, 2016:
[El agrónomo Lysenko, protagonista del Plan] “pregonaba no desarrollar la industria de los abonos, dejar los campos en barbecho durante dos o tres años seguidos, (…) [e invitaba también a] renunciar a utilizar ciertas máquinas (gradas, tractores) que destruyen la textura del suelo”.
Jaurès Medvedev, Grandeza y ocaso de Lysenko, 1971:

Para comprender del todo el contexto en el que se implementó el Plan de transformación de la naturaleza, primero hay que explicar por qué éste solo se inició durante el cuarto plan quinquenal, en 1948, y no antes.


La URSS en ese momento salía de la última hambruna de su historia, producida en 1947[4], una combinación de destrucción sistemática por la invasión alemana[5] y de una estación particularmente árida en las estepas del sur que, con Ucrania, cubren en gran parte las necesidades alimentarias de la población. Debe saberse que el territorio soviético es, al mismo tiempo, muy vasto, lo que es positivo para una agricultura de fertilización extensiva, y muy heterogéneo, que lo es menos: allí coexisten las tierras más fértiles del mundo (“tierras negras” o “chernozems”) y las más pobres y secas, cuando no se trata de regiones totalmente impracticables (montañas, tierras congeladas, desiertos). Por lo tanto, lo que está en juego en la URSS no es intensificar la producción debido a una limitación de las superficies cultivadas, sino la fertilización de nuevos territorios y la extensión de cultivos, manteniendo como preocupación permanente el conocimiento, la protección, el mantenimiento de todos los suelos nacionales, de los bosques, de las innumerables reservas naturales[6] y de su biodiversidad.
En los territorios afectados por el plan de transformación de la naturaleza, los rusos fueron confrontados a una gran contradicción: la región de las tierras negras era potencialmente muy fértil, pero era barrida por vientos secos violentos que las erosionaban fatalmente, por lo que la agricultura estaba sujeta a contingencias extremadamente dañinas. Este contexto no podía continuar, pero para eso era necesario que la transformación de las estepas se dirigiera no sólo a los suelos, los bosques y las fuentes de agua, sino también al clima local. Sólo un gigantesco plan de forestación podía “transformar la naturaleza” para superar tal enredo de dificultades.
En este contexto geográfico, fue necesaria una conjunción de varios parámetros: primero, la naturaleza socialista del estado proletario, propietario de la tierra y capaz de aplicar una política regional sin resistencia kulak (privada). Luego se necesitaba una capacidad material para multiplicar los viveros de árboles, el material necesario para las siembras, etc. Una inversión colosal en un territorio más grande que el doble de Francia, que, por definición, y dado el plazo necesario para amortizarla, solo podría ser la de una “gran obra” estatal.
La realización de este plan también exigía un conocimiento científico avanzado en pedología (ciencia de los suelos) y agronomía (ciencia ligada a la producción agrícola). Y, por razones tanto históricas como ideológicas, la URSS era líder en estos campos.
Un plan agroecológico de alcance nacional no puede improvisarse y, más allá de experiencias puntuales que marcaron los años anteriores a la guerra, había que acumular suficientes fuerzas productivas (la agroecología implica más infraestructura que las simples insumos químicos de la agricultura intensiva, más allá de la mecanización del trabajo agrícola), conocimiento científico, formación universitaria agronómica y una colectivización total que garantizara en serio la transición en la infraestructura (las fuerzas productivas, en lenguaje marxista). El plan para transformar la naturaleza sólo podía ser realizado después de erradicar las hambrunas y de acumular y organizar las fuerzas necesarias, durante un período que podría calificarse como “NEP ecológica”[7].

UN PROYECTO REVOLUCIONARIO EN MÁS DE UN ASPECTO



El Comité Central del PCUS y el Consejo de Ministros de la URSS deciden el 20 de octubre de 1948, hace 70 años, realizar el plan para la transformación de la naturaleza. 

Este proyecto prevé establecer franjas forestales de protección de los campos y de los ríos contra los vientos y la sequía, depósitos de agua de riego, represas hidroeléctricas así como rotaciones de cultivos adaptados a cada localidad, en un plazo minuciosamente planificado de 15 años (recordemos que el proyecto no continuó después de la muerte de Stalin y el ascenso al poder de Jruschov, cuyo credo era, por el contrario, la agricultura intensiva según el modelo americano).
Las franjas forestales y el “sistema herbario” de Williams debían entonces mejorar la fertilidad de los suelos, aumentar sus tasas de humedad por medios naturales, protegerlos de los vientos secos y permitir la retención local de agua mediante la fijación de la nieve en invierno. El conjunto de estos métodos corresponde a lo que hoy se denomina en la corriente ecológica “agroforestería” y “agrosilvopastura”.
– Hoy en día, la agroforestería es considerada como el nivel más alto de la agroecología: el suelo del bosque es en realidad el más productivo en biomasa debido a la actividad fertilizante de los árboles (raíces profundas que alcanzan las sales minerales de la roca madre, estimulación de la vida del suelo, absorción de excesos minerales, reciclaje por las hojas muertas y las raíces de nutrientes para los vegetales cultivados, sombra y retención del agua del suelo, etc.). Así, las técnicas agroforestales modernas combinan tres pisos de cultivo: un policultivo herbáceo en el suelo (donde las diferentes especies se ayudan mutuamente a escapar de posibles parásitos y “malas hierbas”), el estrato de arbustos de media distancia y la capa arbórea a larga distancia, todos los cuales interactuan para optimizar las productividades sin requerir insumos químicos o riego excesivo. 

En Cuba, por ejemplo, bajo grandes árboles de aguacate, se cultivan arbustos como las guayabas o los plataneros, bajo los cuales se encuentran leguminosas a nivel del suelo. En los oasis africanos, las palmeras abrigarán, por ejemplo, granados, que protegerán a su vez plantas herbáceas para el forraje o la alimentación humana. 

El plan de transformación de la naturaleza preconizaba plantar robles, abedules u otras especies dependiendo del terreno, bajo los cuales crecerían pequeños árboles frutales rodeando los campos de cereales o pastizales. Lyssenko y Williams destacaban el cultivo bajo cubierta vegetal, bajo un follaje arbóreo, o un mantillo vegetal resultante de una cosecha que dejara voluntariamente los tallos elevados para asegurar esta cobertura, al igual que hacen los permacultores de hoy en día cuyo credo es no dejar nunca el suelo “desnudo”.
La agrosilvopastura es una interacción que a menudo presentan los agrónomos ecológicos como Claude y Lydia Bourguignon, por sus virtudes protectoras de las cualidades intrínsecas del suelo. El bosque entrega a los campos sus hojas muertas y sus raíces, especialmente para cubrir el suelo cultivado, el prado alimenta a los animales de granja que a su vez abonan el suelo cultivado con fertilizantes naturales, etc. Este tipo de acción recíproca permite que el sistema vuelva a ser productivo al mismo tiempo que evita los gastos relacionados con la agricultura intensiva convencional. 

En el caso de Los “sistemas herbarios” de Williams, tan criticados en Occidente en el mismo período (donde nadie era todavía “ecologista”), la rotación de cultivos alterna las leguminosas (que enriquecen el suelo con nitrógeno sin aporte de fertilizante) con las gramíneas de pradera para animales de granja, que a su vez podían fertilizar el suelo con estiércol. Williams recomendaba además a este nivel el uso de compost natural más rico en heno (carbono) que en estiércol (nitrógeno de los nitratos que a menudo contaminan en exceso), lo que fue caricaturizado durante mucho tiempo por los occidentales. Sin embargo, es la base del trabajo de los actuales agricultores de permacultura, preocupados por aumentar la “relación C/N” (relación carbono/nitrógeno), en otras palabras, por favorecer la vida de los suelos basada en la metabolización del carbono orgánico, más que en el nitrógeno que favorece solo la mineralización de las bacterias.



Este plan de forestación fue el más masivo del mundo y sigue siéndolo hasta hoy. Pretendía nada menos que cambiar el microclima de los cultivos de las estepas áridas de la URSS, para realizar una agricultura no “intensiva” como, por ejemplo, en Europa en la misma época, sino “extensiva”.
120 millones de hectáreas (un área equivalente a la unión de Inglaterra, Benelux, Francia e Italia) estaban contempladas en el Plan, incluidos 28 millones de hectáreas de desiertos, semidesiertos y estepas secas. Consistía en ocho grandes áreas boscosas en las estepas y en las estepas boscosas, con una longitud total de 5320 km y una superficie plantada de 112.000 hectáreas. Estas regiones están situadas al sur de la Unión Soviética: Volga, norte del Cáucaso, Ucrania, norte de Kazajstán.
Cada franja de bosque consta de varias filas de árboles de 60 a 100 metros de ancho, separadas por un espacio de 200 a 300 metros. La mayoría de los árboles seleccionados (dos tercios) son robles, procedentes de 300 viveros previamente establecidos en toda la región. Para el otoño de 1948, éstos ya habían producido 300 millones de plántulas de robles, arces, fresnos, acacias, moreras (el 10% de los árboles plantados serían árboles frutales bordeando las franjas)… Sobre una franja de quince metros de ancho, el conjunto de las plantaciones de árboles representaba 80.000 km, o sea, ¡dos veces la vuelta a la Tierra en el ecuador!
Además de estas franjas, se previeron bosques de protección en 5.7 millones de hectáreas. El ancho de las bandas y su composición eran predefinidos según la localidad, el contexto climático y las plantas a cultivar.
Se planificaron 44.222 estanques y depósitos de agua en las granjas colectivas y estatales de toda la región, acompañando un vasto programa de riego: se construyeron 4.000 embalses, manteniendo ecosistemas más ricos al mismo tiempo que apoyando al riego de los campos y a la regulación de los cursos de agua locales.
El conjunto de estas medidas ha permitido un aumento del rendimiento de 25 a 30% para los cereales, de 50 a 75% para las verduras y de 100 a 200% para los pastos forrajeros.
72.000 personas fueron formadas para la ocasión. Un ministerio especial para los bosques supervisaba el progreso de las operaciones, seguido de varias universidades y centros de formación (en particular, tomando sólo el año 1948, 10.000 instructores cualificados fueron capacitados para un control de campo en los koljoses y sovjoses). Todos los costos adicionales incurridos por las plantaciones fueron asumidos obviamente por el Estado, lo que se sumaba a los incentivos pecuniarios para el trabajo de rotación de cultivos y forestación.


El Congreso del PCUS de 1952 aprobó para los cuatro años siguientes la mejora de la calidad de los suelos y de su balance hídrico, la reducción de las formaciones funestas de barrancos de erosión, habituales en las regiones esteparias.
En los años más secos, el rendimiento de los sitios protegidos por franjas forestales se ha más que duplicado. En los años normales, este rendimiento ha aumentado en un 60%. Por lo tanto, se había logrado el objetivo allí donde se habían realizado mejoras.
De hecho, todavía observamos hoy una rentabilidad dos o tres veces mayor en los campos cercanos a las pocas franjas forestales que todavía se mantienen hoy en día, en comparación con los otros campos más distantes, cuando la temporada es seca[8].
Las técnicas que se relacionan con la permacultura a gran escala son bastante evidentes en los comentarios de la época. Se puede leer en Estudios Soviéticos (Nº 8, diciembre de 1948): “No es nuestra intención explicar en detalle qué se entiende por rotación herbaria y forrajera en la URSS. Que se sepa solo que el inventor es el académico bolchevique V. Williams. Este método se basa en la siguiente observación, nunca contrarrestada: sólo son posibles cultivos abundantes y cada vez mayores (lo que entre paréntesis destruye la teoría reaccionaria del agotamiento del suelo) en un suelo de estructura sólida y finamente granular. Pero la forma más efectiva de asegurar una estructura de suelo finamente granular es introducir periódicamente en las rotaciones de cultivos una mezcla de hierbas perennes, de leguminosas y de cereales. Al pudrirse, las raíces de las hierbas perennes realizan un gigantesco trabajo de mejora y enriquecimiento de las cualidades físicas del suelo. Este último adquiere una estructura (…) que posee una notable capacidad para acumular y conservar la humedad que aparece en la temporada de lluvias y de derretimiento de las nieves. El agua de las lluvias tempestuosas tampoco logra quebrar la tierra: es retenida y posteriormente utilizada por las plantas. (…) Es por esto que la decisión planea extender aún más este método. En solo 6 años, antes de 1955, los 77.509 koljoses de la estepa adaptarán sus campos a gran escala a este sistema de rotación o de alternancia de cultivos.”
Los especialistas habrán reconocido en este texto, sin el vocabulario moderno de los agrónomos claro está, la noción de complejos arcillo-húmicos en el origen de la textura granular, cuyos agregados permiten al suelo asemejarse a una especie de esponja con alta capacidad de retención, y que provienen tanto de la roca madre erosionada por las raíces profundas de los árboles (arcillas) como de la materia orgánica putrefacta más superficialmente (humus). La muy lenta formación de estos valiosos CAH como origen de la fertilidad creciente del suelo resulta en todos los aspectos de una actividad biológica del suelo (hongos, microfauna, bacterias) que nuestros pesticidas y fertilizantes químicos sobredosificados matan poco a poco. El énfasis aquí vuelve a estar en la necesidad de un policultivo, que contrasta con el monocultivo intensivo occidental implementado en la misma época…

Razones teóricas de tal transición agroecológica.
En uno de los últimos capítulos del libro titulado Agrobiología de T. Lysenko (1953), encontramos una concepción dinámica e interaccionista, que podemos asociar con el materialismo dialéctico, la doctrina oficial de la URSS, como origen de los policultivos esteparios recomendados en 1948:
“Hasta ahora, la estepa [ecosistema de suelos pobres y “malezas”], en la mayoría de los casos, triunfaba sobre el bosque. Esto no era porque el bosque, como un hecho natural, no tuviera nunca la capacidad de luchar contra la estepa, sino porque la intervención del hombre en la naturaleza, dada la anarquía del modo de explotación capitalista, siempre contribuía a la victoria de la estepa sobre el bosque, y rara vez al resultado contrario… Porque, aún muy recientemente, en la gran mayoría de los casos, el hombre se contentaba con talar el bosque y no se molestaba por restaurarlo. Por eso, lo quisiera o no, estaba ayudando a la estepa contra el bosque. Es cierto que, después de despejar el bosque para dar paso a los cultivos, siempre tomaba medidas en orden a evitar la invasión de campos cultivados por la vegetación salvaje de la estepa.
La vegetación salvaje de la estepa es, por lo tanto, el enemigo común del bosque y de las plantas cultivadas. Pero por medio de la agrotécnica el hombre siempre ha protegido a éstas últimas contra las plantas adventicias [malas hierbas], incluidos los pioneros de la vegetación de la estepa, como la grama. También sabemos, ustedes y yo, que en la estepa los bosques aseguran condiciones favorables al cultivo. Mitigan e incluso eliminan factores climáticos adversos como los vientos violentos o secos, las tormentas de polvo.
¿No podemos, por lo tanto, trabajadores de la ciencia, asociar el cultivo de plantaciones jóvenes y plántulas forestales con el de diferentes plantas útiles para que se enfrenten al enemigo común, la vegetación salvaje de la estepa y los factores climáticos desfavorables, y no podemos sacar ventaja de ello prácticamente?
Cuando cosechemos, no cortaremos los tallos [del maíz o de los girasoles, ndlr]. Hay que dejarlos para que en invierno retengan la nieve en toda la superficie de la siembra forestal”. Del mismo modo, “cuando se cosecha el centeno, hay que cortar el tallo lo más alto posible con el fin de tener un rastrojo alto para retener la nieve en la pantalla forestal. (…) Esta protección será asegurada tanto por la alfombra de estas últimas [siembras bajo cubierta vegetal o SCV] como por los cambios aportados al terreno que ocupan.
Ahí radica la ventaja que los jóvenes sujetos de especies forestales obtendrán de su asociación con las siembras de plantas anuales cultivadas, mientras las ramas de los árboles y arbustos no se hayan acercado lo suficiente. Después de eso, la mezcla de especies recomendadas por nosotros -robles, arces y arbustos-, que constituyen la pantalla forestal, estará en condiciones de resistir por sí misma a la vegetación de la estepa y no dejará que se asiente ni la grama ni ningún otro enemigo del bosque.”
Agrobiología, Trofim Lyssenko, 1953

Una energía limpia y sostenible, ya entonces…



“El socialismo son los soviets y la electrificación de todo el país“, decía Lenin. Sobre la cuestión de la energía, clave para todos los demás problemas económicos, la URSS primero invirtió en potentes centrales hidroeléctricas de fama mundial, que se caracterizan por una energía disponible de forma masiva, constante, limpia (sin desechos contaminantes) y totalmente renovable. Tanto aquí como en las decisiones agrícolas, la anarquía de la producción privada capitalista solo le permite a ésta invertir de manera marginal y puntual en obras de varios años de duración sin amortización inmediata de la inversión. Algunos impotentes aerogeneradores, a lo sumo… Sólo un Estado proletario poseedor de los medios de producción puede emprender financieramente un camino así.
Sabemos que la diversificación de energías es una preocupación de cualquier Estado soberano, y también se recurrió a la energía térmica contaminante, como más adelante a la energía nuclear desde 1954. Pero es preciso subrayar que la prioridad cambió radicalmente con la llegada de Jruschov al poder como lo reconoce un texto soviético revisionista “Principios del marxismo-leninismo” (1961) del periodo de su mandato: “La amplitud inmensa y cada vez mayor del uso de la energía eléctrica pone en primer plano la búsqueda de medios poco costosos para producirla. La economía socialista planificada permite explotar de la manera más racional todas las fuentes (…): carbón, petróleo, gas, esquisto y los recursos hidráulicos que son los más económicos y los más duraderos (sic). (…) Es importante construir a la vez grandes centrales hidroeléctricas y centrales termoeléctricas. Éstas pueden construirse rápidamente y con un gasto relativamente bajo. Es cierto que una central térmica suministra electricidad a un costo más alto que el de una planta hidroeléctrica. Pero quien da primero da dos veces, dice el proverbio.
La construcción prioritaria de centrales térmicas que operan a partir de carbones baratos, gas y petróleo, ha sido elegida en la URSS como la principal orientación del desarrollo energético en 1959-1965”.
En el informe de Malenkov para el 19º Congreso del PCUS en 1952, en su parte relativa a la agricultura, descubrimos una sorprendente orientación con respecto a las energías utilizadas para las máquinas agrícolas: “La construcción de grandiosas centrales hidroeléctricas y de los sistemas de riego en el Volga, el Don, el Dnieper y el Amu Daria (…) abren grandes perspectivas. (…) Estas obras ofrecen amplias posibilidades para la electrificación de la producción agrícola, para la introducción de la electrificación de la labranza, para el uso de cosechadoras combinadas y otras máquinas impulsadas por la electricidad. ”

¿Y la protección de la naturaleza, entretanto?
1924: Fundación de la VOOP, sociedad panrusa para la protección de la naturaleza, por iniciativa de biólogos soviéticos.
1926: Creación de un comité estatal para la protección del medio ambiente, con derecho de veto sobre las medidas estatales que puedan causar daños a la naturaleza.
1929, 1933: Primer y segundo Congreso para la protección de la naturaleza, organizado por el VOOP.
1935: Primera conferencia soviética sobre el control del aire contaminado en Jarkov (Ucrania).
1936: La Academia de Ciencias de la URSS y la Administración de los Bosques y la Reforestación crean secciones encargadas de establecer listas de especies en peligro de extinción en mamíferos y aves. Los delfines del Mar Negro, los leones marinos y los osos polares son objeto de especial atención.
1941: Se encarga especialmente a una sección de la Academia proteger la biodiversidad de las costas y vías fluviales.
1948: Creación de una sociedad panrusa para la promoción y la protección de la flora urbana (VOSSOGZN)
1950: Se completa la creación de una reserva forestal de 25 km de ancho que rodea todo Moscú.
1970: Se empieza a hablar en Occidente de ecología y de protección ambiental…

La ONU sobre el plan de transformación de la naturaleza
“Si la guerra fría se transforma en un largo conflicto, las realizaciones en cuanto a la recuperación de las tierras cultivables pueden decidir la cuestión de quién será el vencedor”. Boyd Orr, Director General de la ONU para la Alimentación y el Medio Ambiente (FAO), publicado en el Washington Post en 1948, constatando ya en aquélla época el agotamiento total cada año de tres millones de toneladas de suelos fértiles en los Estados Unidos.
“El rasgo más característico del plan [soviético] es la coherencia que marca su concepción; se ha comprendido acertadamente que todos los factores que permiten la utilización óptima de la productividad de los suelos forman un todo orgánico y que no se conseguirían mejorar las condiciones del suelo de manera sostenible si se disociaran los diversos elementos de un problema que, al revés, conviene atacar en bloque, en todos los frentes y con todos los medios de que dispone la ciencia”, indica la FAO en su informe de 1949.[9]

Durante ese tiempo, en Occidente…
La Segunda Guerra Mundial desarrolló oportunamente, con su industria militar, numerosos derivados útiles para la agricultura intensiva, incluidos los célebres pesticidas y fertilizantes nitrogenados. Los resultados de este método “revolucionario” se sintieron de inmediato, incluso en la URSS, donde había que luchar prioritariamente contra las hambrunas provocadas por la invasión nazi. El famoso DDT, que apareció en los EE.UU. a principios de los años 40, se utilizará en la URSS únicamente a partir de la época de Jruschov. Anteriormente, los agroquímicos soviéticos y su líder Pryanichnikov, en comunión con sus homólogos occidentales, solo tenían, hasta los años 50, una influencia marginal sobre la “comunidad científica” local, de tendencia williamsiana en cuanto a la protección de los suelos.


Inmediatamente después de la guerra, mientras la URSS volvía a su agrobiología tradicional (con el plan de transformación de la naturaleza en particular), las grandes propiedades agrícolas europeas, fuertemente impresionadas por los resultados inmediatos de la agroquímica, comenzaron una tristemente célebre “revolución verde”: reordenación de los territorios, destrucción de las arboledas, intensificación de la agricultura por medio de la química, hegemonía del monocultivo en regiones enteras con una pérdida simultánea de la cultura campesina que tardará décadas en ser resucitada (a través de la permacultura).

LA RUPTURA JRUSCHOVIANA
José Stalin muere en 1953. La “desestalinización” de Jruschov es bien conocida, pero lo es menos su plasmación en el campo de la agricultura, que fue una ruptura radical, no en su voluntad de producir más, sino en el cambio de las técnicas empleadas. La posición de Jruschov era clara: la URSS estaba comenzando a alcanzar la serenidad y la seguridad del comunismo llegado su etapa final, lo que significaba que ya no era rival sino “competidora” de los países imperialistas en el mismo terreno de éstos, ¡incluido el de la “revolución verde” y la agroquímica!
Si tuviéramos que usar el término “productivismo” (“producir por producir”, más que para satisfacer las necesidades alimentarias de la gente), como hacen muchos ecologistas, sería obviamente para este período de “desestalinización”. “Mister Maíz” como se le llamaba en aquel momento, había decretado la transición abrupta a la agricultura intensiva según el modelo estadounidense (que ahora era necesario superar con sus mismos métodos), y por supuesto el desmantelamiento de todo lo que se había hecho antes con otros métodos.
El plan de transformación de la naturaleza fue derogado oficialmente entre 1956 y 1959. 570 estaciones forestales establecidas para las plantaciones en estepas fueron desmanteladas paralelamente, y muchas franjas forestales ya plantadas fueron taladas para la explotación maderera, al igual que cientos de miles de hectáreas de bosques en los años 60… El Minlesjoz, Ministerio de gestión forestal, un símbolo sólido del apego del Estado soviético a sus recursos silvícolas, fue también liquidado e integrado en un Ministerio de Agricultura en plena conmoción.
A partir de entonces, se recomendó el uso masivo de fertilizantes químicos y pesticidas, y se practicó el monocultivo de maíz o algodón en territorios enteros. Se gastaron enormes fondos para este propósito en la construcción de plantas químicas. Pero con el tiempo, se constató una rápida disminución en la calidad de las tierras negras de las estepas, que gradualmente se volvieron salinas y no aptas para el cultivo.
En 1962, después de la famosa Campaña de las tierras vírgenes y su labranza irracional, toneladas de tierra se convirtieron en polvo y fueron barridas por los fuertes vientos de Kazajstán. Se desarrollaron penurias de pan y de harina en la URSS y, por primera vez desde el final de la guerra, hubo que comprar pan en el extranjero (13 millones de toneladas de pan a cambio de 600 toneladas de oro de las reservas nacionales). En 1967, un año particularmente seco, se observó que las producciones agrícolas menos afectadas eran las adyacentes a las franjas forestales que todavía existían en ciertas regiones. El impacto en el medio ambiente y en la salud (multiplicación de los cánceres ligados al uso del DDT en particular) se hizo más evidente: volvió a sentirse la necesidad de una política de reforestación, pero nunca igualó al gigantesco plan de 1948[10].
La plantación de franjas forestales se volvió a retomar a principios de los años 80 (30.000 hectáreas), pero se detuvo nuevamente en 1985. En 1995, se vuelven a plantar 19.800 hectáreas, y 2.000 hectáreas por año después de esta fecha. Solamente 300 hectáreas por año después de 2007, es decir, un hundimiento total de esa política de forestación rusa que había caracterizado la primera mitad del siglo pasado… La responsabilidad de la gestión forestal se retira del Ministerio de Agricultura en 2006, fecha del comienzo de la deforestación masiva mencionada, reanudando con la huida hacia delante que caracterizó el funesto período agrícola de Jruschov.

Jruschov y el mar de Aral
Dos grandes ríos alimentan el famoso mar de Aral, que es un mar interior adyacente a Kazajstán. La idea de que ahora era necesario fertilizar los desiertos vecinos de Kazajstán y Uzbekistán a partir de un trasvase de estos ríos (Sir-Daria y Amu-Daria) se remonta a las primeras décadas de la URSS. La construcción de canales comienza en 1940 en el río Amu-Daria. El embalse Kairak Koum se construye en 1943 en el río Sir-Daria. Una nueva obra comienza en 1950 en Amu-Daria, del lado turcomano, pero la explotación de fuentes de agua locales en Turkmenistán permite detener la construcción del canal en 1953: se dice que el suministro de agua de los campos turcomanos es ahora suficiente para la agricultura local.
Pero en relación con la inmensa necesidad de riego de Kazajstán, durante la aventurera “campaña de las tierras vírgenes” (agricultura extensiva sin forestación), Jrushchov decidirá, sin embargo, en 1954 la reapertura de la obra de este canal: el nivel del mar de Aral comenzará entonces a bajar (de 53,4 m en 1960 a 30,9 m en 2012).

El viraje a la agroquímica
Los fertilizantes químicos y pesticidas nuevamente en el centro de atención
“La URSS ocupa el segundo puesto mundial en volumen de producción en la industria química. Esta producción aumentó en un 250% durante los años 1958 – 1965. (…) La URSS acelera el desarrollo de la “gran química” que permitirá intensificar aún más la producción agrícola.”
URSS. Preguntas y respuestas. Editorial de Moscú, 1967.
“No hace mucho tiempo, las materias primas todavía eran proporcionadas por la naturaleza. Se consideraba que los materiales artificiales no podían reemplazar completamente las materias primas naturales. (…) La explotación juiciosa de la tierra (…) representa una enorme reserva para aumentar el rendimiento del trabajo agrícola. Al contrario que otros medios de producción, la tierra no está sujeta a desgaste. Si la tierra está bien engrasada, con una gran proporción reservada para fertilizantes químicos, su valor aumenta. La química está también destinada a liberar a los cultivadores de enormes gastos de mano de obra en la lucha contra malezas y parásitos».
Los principios del marxismo-leninismo. Editorial de Moscú, 1961.

CONCLUSIÓN



Esta contradicción no es insuperable, a poco que consideremos la fertilización de los suelos cultivables de una manera “sostenible” y sin insumos –lo cual goza ahora más o menos de consenso en la comunidad científica- a gran escala, es decir, dotándonos de los medios necesarios a escala nacional. Esto es lo que los soviéticos trataron de hacer particularmente con este plan de transformación, incluso si se consideró al principio el paso a una agricultura intensiva alineada con el modelo occidental desde Jruschov no como una decisión ideológica y aventurera (que lo era), sino como solución a los supuestos “fracasos” del periodo anterior. En realidad, hoy se está viendo cada vez más claramente que esta ruptura fue un desastre ecológico, todavía medible en la actualidad, y que de ninguna manera podemos imputárselo a Stalin.
Las posiciones maltusianas están siendo ahora derrotadas por los estudios recientes, que muestran en particular que la mayor huella ecológica es precisamente la de los países capitalistas más desarrollados, a pesar de su muy baja tasa de natalidad, mientras que la de los países en vías de desarrollo y caracterizados por una alta tasa de natalidad, sigue siendo baja. Los ecologistas “decrecientes”, aún anclados en estas tesis reaccionarias, continúan considerando que si los recursos, como todo lo que la Tierra puede proporcionar a los humanos, son limitados por definición, el crecimiento demográfico sería la única variable que no tendría techo. Según el economista Jean Ziegler, la agricultura mundial actual podría alimentar, si la distribución de alimentos fuera justa, a más de 12 mil millones de personas… mientras que solo somos 7 mil millones, y seremos probablemente 9 mil millones para 2050. ¿Por qué, mientras tanto, los pueblos sometidos, al liberarse de la opresión imperialista y de la pobreza, no podrían alcanzar a su vez la “transición demográfica” que hemos experimentado en Occidente?
Los “decrecientes” alertan sobre el agotamiento próximo de los recursos naturales de los que dependemos. Pero es ciertamente mediante la emancipación de los pueblos aún bajo la dominación imperialista que es posible estabilizar en ellos la tasa de natalidad. Estratégicamente, ¿acaso la alarma de esta opresión no es más urgente que la de los milenaristas decrecientes, los cuales abogan por sobrevivir a base de un repliegue mundial, por una autosuficiencia individual en un mundo de penuria?
Cuando el desierto avanza sobre los ricos territorios habitados por el ser humano, ¿la protección del medio ambiente consiste en proteger absolutamente “todos los entornos naturales” o en proteger los entornos ricos y fértiles que poblamos, contra los desiertos, las estepas estériles, las tundras congeladas? En este caso, vemos hasta qué punto resulta liberadora una agroecología basada en la alianza de las tierras de cultivo y los bosques, contra estos entornos hostiles, en lugar de la oposición abstracta del hombre y la naturaleza salvaje. Éste fue al menos el ambicioso proyecto del Plan de transformación de la naturaleza de 1948, del cual celebramos este año el 70º aniversario [11].

Notas.

[1] “Una carretera en lugar de cinturones forestales” (23 de noviembre de 2017, Pavel Krivotchev, sitio web Krymr.com). https: // ru.krymr.com/a/28870213.html
[2] El sitio web del CNES (Centro Nacional de Estudios Espaciales) precisa: “Construidos en la era soviética entre 1949 y 1965, impulsados por Stalin, estos cinturones forestales nacionales están ubicados en el valle del Volga. Se distribuyen en 8 zonas continuas constituidas de 2 a 6 cortinas de árboles espaciadas 300 m para una longitud total de 5.000 km. La parte del cinturón fotografiada por Thomas el 16 de febrero de 2017 está compuesta por 3 cortinas y se extiende a lo largo de 595 km. Al ver el paisaje nevado del cliché, se podría pensar que estos setos están destinados a contrarrestar los vientos fríos del norte. ¡Justo lo contrario! Estos setos combaten los vientos secos del sureste y el este (la foto de Thomas no está orientada hacia el norte). El objetivo perseguido por Stalin era aumentar los rendimientos (y evitar las hambrunas) limitando la erosión de los suelos y la evaporación de los cultivos. Estas barreras faraónicas se complementan con setos más estrechos alrededor de las parcelas agrícolas. “(https://cnes.fr/fr/media/ lignesetrangestpjpg).
[3] Cfr. Traité d’agroécologie. Joseph Pousset 2012. Editions France agricole.
[4] Las hambrunas, frecuentes tanto en los primeros años de la revolución como bajo el zarismo, se fueron superando durante los años de colectivización a finales de los años treinta. Léase sobre esta cuestión “Hambruna y transformación agrícola en la URSS” (Mark Tauger, Ed Delga).
[5] Los alemanes exterminaron a millones de soviéticos, arrasaron 2.000 ciudades, 70.000 aldeas, destruyeron empresas que empleaban a un total de 4 millones de trabajadores. A pesar de este costo exorbitante para la economía soviética, ésta se recuperará bastante rápidamente, ya que en 1948, la producción ya superaba la de 1940 (será en 1950, 73% más elevada que en 1940, a fines de cuarto plan quinquenal). [Otra mirada sobre Stalin, L. Martens, EPO]
[6] Los “Zapovedniki” son las primeras y más radicales reservas naturales del mundo, creadas por Lenin en 1921 al mismo tiempo que la nacionalización de todo el territorio (lo cual es imposible bajo el capitalismo donde las reservas naturales son marginales). Han seguido creciendo hasta los años cincuenta y sufrirán un parón entre 1951 y 1966. En 1946, un decreto sobre la protección de la naturaleza anunciaba el desarrollo de los zapovedniki. Se crearon entonces nuevas reservas naturales (Denezkhin Kamen y Visim en 1946, Chita y Sakhalin centro/sur en 1948). (Fuente: Lesmatérialistes.com)
[7] La Nueva Política Económica (NEP) decretada por Lenin en los años 20 correspondía económicamente a un retroceso táctico previo que permitiera acumular fuerzas suficientes, incluso si esto suponía reintroducir temporalmente una forma de economía capitalista controlada por el Estado proletario, para pasar a la colectivización de las tierras y a los planes de industrialización. Paralelamente, se puede considerar que un plan agroecológico también requería un retroceso previo, incluso en cuanto a técnicas agrícolas para resultados a corto plazo, antes de plantearse inversiones a largo plazo.
[8] Государственная лесополоса / State Forest Belts. http: // www.ng.ru/science/2008-11- 26 / 14_forests.html
[9] http://www.fao.org/docrep/x5349e/ x5349e01.htm # TopOfPage
[10] Véanse los enlaces en ruso: http://erazvitie.org/article/preobrazuem_prirodu y http://www.domarchive.ru/chronica/8787
[11] Para más precisiones sobre la agroecología cubana y soviética, véase “L’écologie réelle, une histoire soviétique et cubaine” (G. Suing, 2018. Ed. Delga).




Enlace original:
Círculo Henri Barbusse (cercles.communistes.free.fr)
Alla Kazakova, académica ambientalista rusa. Noviembre de 2017

[Original en francés en:

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