29 de octubre de 2018

El fascista que todos llevamos dentro



Ya advertimos que lo sucedido el domingo en Brasil, agudizará el ataque del imperialismo a los oprimidos principalmente brasileños, pero además es una advertencia a América Latina. 

 

Creemos que el Revisionismo ha facilitado el camino para la victoria de las élites burguesas en cada país (Chile, Mexico, Brasil, Argentina, Ecuador, etc..), para que con el miedo, impongan su poder a todos los trabajadores.

 

El revisionismo les ofrece diálogo y poder tomar un poco de la tarta de la explotación, con medidas conservadoras que aupan las políticas de las multinacionales. Pero en un momento dado estas mismas corporaciones, cuando les han hecho el "trabajo sucio de apaciguamiento" se quitan de enmedio a sus cómplices, para imponer de forma fascista su poder.

 

Serán los propios trabajadores, los que se den cuenta que ante el imperialismo, no caben medias tintas, pues los ricos (cada vez más influyentes y corruptores) tienen el poder político, económico y jurídico que haran imposible cualquier gobierno que dispute al imperialismo su dictadura.

 

Solamente el Poder Popular, hacia el Socialismo es la única salida en este siglo de revoluciones.


 

Por Ilka Oliva Corado 


Para que un fascista gane la presidencia de un país se necesitan millones de fascistas que en tiempos de democracia acaben con la misma dándole su voto a un extremista de derecha. Porque una cosa es una dictadura sangrienta y otra es que millones de personas por su propia voluntad voten por un fascista y lo hagan presidente.

El nombre del fascista es lo de menos, estamos rodeados de ellos, nosotros somos ellos: todos tenemos un fascista en nuestras familias, amistades, conocidos, compañeros de trabajo, en nuestra comunidad, nosotros mismos tenemos algo de fascistas. ¿No? Veámonos en un espejo. Tengamos las agallas y la responsabilidad de hacernos  cargo de lo que somos y lo que representamos: de lo que nutrimos. Porque nosotros y solo nosotros somos los que mantenemos este sistema vigente.
Por solapar cualquier tipo de violencia por mínima que sea, por alimentar estereotipos, por ese ego que no nos cabe en el pecho, por el descaro de solapar en lugar de denunciar y provocar un cambio, por pequeño que sea. Por cómodos y defender nuestra pequeña burbuja de fantasía de  una holgada estabilidad y con eso arremeter contra quienes ponen el lomo para que nosotros podamos joderlo todo con nuestras mentes colonizadas. 

Somos machistas, misóginos, patriarcales; somos racistas a morir, clasistas como solo nosotros mismos, no hay quién nos gane, homofóbicos y; es muy fácil que con ese tipo de mediocridad llegue un representante de la ultraderecha y nos encienda el odio  de un chispazo y arrasemos con todo pensando como buenos idiotas que los perjudicados serán otros. 

Entonces señalamos: la culpa es de los pobres que se dejan manipular por los medios de comunicación: cuando sabemos que el obrero, el que trabaja de sol a sol ni a televisión ni a radio llega, apenas tiene para comer un tiempo al día si bien le va.

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Yo al oprimido le perdono todo, porque no ha tenido una sola oportunidad en la vida y se ha fajado buscándola, pero responsabilizo de un voto al fascismo a quien ha tenido acceso a la educación, quien se ha formado un criterio propio y ha podido discernir y que aun así vota para joder al  de abajo. Estas personas merecen cadena perpetua: por traidores e inhumanos. 

Explicaciones científicas, psicológicas y políticas las hay,  somos buenos para culpar a otros. Ahí están quienes en el caso de Brasil han culpado a los gobiernos de Lula y Dilma, ¿pero qué pueden hacer 15 años de democracia ante 500 años de opresión? La lucha es monumental, en 15 años no se logran resolver los problemas de siglos no de décadas. Esto es un proceso largo en el que debemos contribuir todos. Tenemos que arrancar la raíz y la raíz es un sistema patriarcal y misógino primordialmente. 

¿Fallaron? ¿Y si fallaron por qué hubo tanta vida en Brasil en 15 años? Lo que sucede es que fueron mal agradecidos con quienes les dio de comer. 

Culpamos a los injerencistas, pero es que las injerencias pueden llegar pero si la gente no se vende, si la gente tiene integridad y respeto y amor a su pueblo no  hay quién les abra la  puerta desde dentro para dejarlos pasar. La culpa no es de los injerencistas, la responsabilidad absoluta es de quienes desde dentro venden a sus pueblos. Dejemos de culpar Trump, es cómodo culpar para desligarnos de nuestras responsabilidades. Trump es un mortal como nosotros,  de Bolsonaros están llenas las calles. 

Hasta que no nos hagamos responsables de nuestros propios actos, de lo que solapamos y de lo que nutrimos, Latinoamérica ni el mundo cambiarán. Hay un fascista en cada uno de nosotros,  unos son más visibles que otros pero el ADN lo tenemos. ¿Qué haremos al respecto? ¿Seguir culpando a otros? ¿A los medios de comunicación? ¿A los injerencistas? ¿A los pobres? Pobres somos nosotros: en espíritu, agallas y cerebro.
 

El precio del bloqueo

Por La Joven Cuba
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4 mil 321 millones 200 mil dólares; esa es la cifra que prueba las pérdidas que el bloqueo ha causado a Cuba solamente en este último año. Para muchos los números no dicen nada, y otros, piensan que el bloqueo es muchas veces la justificación de Cuba ante el mundo, pero lo cierto es que realmente este sistema de sanciones afecta seriamente al país.
En el último año, por ejemplo, las medidas tomadas por Donald Trump han disminuido considerablemente la visita de los estadounidenses a la Isla, y provocado además considerables limitaciones al sector empresarial de Estados Unidos en Cuba.
A ello, podemos unir un discurso agresivo por parte de la nación norteña, que trae consigo desconfianza e incertidumbre, a nivel internacional, a las instituciones financieras, las empresas y los proveedores estadounidenses, que temen ser penalizados por relacionarse con Cuba.
En este contexto, adolecen también las relaciones financieras y crediticias internacionales de Cuba. Daños que se reflejan en la economía del país, en las actividades comerciales de las empresas y en los bancos nacionales y sus vínculos con la banca internacional.
Eliminar el bloqueo comercial y financiero de Estados Unidos con Cuba es una lucha que persiste y es necesaria. 933 mil 678 millones de dólares es la suma total de lo que se ha perdido en las casi seis décadas de aplicación de esta injusta política.
Una vez más Cuba presenta su informe a las Naciones Unidas. Se demuestra la transgresión del derecho a la paz, al desarrollo y la libre determinación de un Estado soberano. Una vez más Cuba cuenta con el apoyo legítimo de la comunidad internacional. Pero una vez más la batalla solo se gana simbólicamente.
Es tiempo ya de hacer justicia. Las cifras en dólares, las estadísticas y los votos hablan por sí solos. Es cuestión de matemáticas y también de derechos.

26 de octubre de 2018

La Unión Europea endurece sus sanciones contra Corea del Norte

Por Diario "Octubre", extraído de la Agencia TASS


La Unión Europea ha endurecido las medidas restrictivas contra Pionyang al incluir en su lista de sanciones a tres buques norcoreanos dedicados al transporte de petróleo, a quienes ha prohibido el acceso a sus puertos, anuncia este viernes el Diario Oficial de la Unión Europea.

Se trata de los barcos Shang Yuan Bao, New Regent y Kum Un San 3. El bloque comunitario sigue así los pasos del Consejo de la Seguridad de la ONU, que el pasado 16 de octubre designó a los tres buques para vetar su entrada a puertos internacionales así como para prohibir su retirada de pabellón.

La medida entra en vigor desde este viernes.

La lista de sanciones de la UE contra Corea del Norte es una de las más amplias del bloque y prohíbe a sus países integrantes prácticamente cualquier contacto económico con Pionyang, con la excepción de la asistencia humanitaria y el sector agrario.

Cuba, líder mundial en agricultura urbana: no lo leerán, aunque lo diga la FAO

Extraído de Cuba Información.

“Cuba tiene la mayor experiencia mundial en agricultura urbana y periurbana”. Y esto no lo dice cualquiera. Lo leemos en informes de la FAO. Poco importa. Ni aún así leerán una línea en los grandes diarios internacionales.


“Cuba tiene la mayor experiencia mundial en agricultura urbana y periurbana”. Lo decía hace unos días Marcelo Resende, representante de la FAO.

Esta organización de Naciones Unidas ya realizó en 2013 un estudio en 27 países. En él, se asegura que La Habana es la capital vanguardia del planeta en agricultura urbana, con 90.000 personas que la practican.

En toda la Isla existen 145 mil parcelas, 385 mil patios y 10 mil huertos de carácter orgánico.

El Programa cubano de Agricultura Urbana cuenta con el apoyo de 11 centros de investigación, fincas municipales de semillas, centros de procesamiento de materia orgánica y una Escuela Superior.

Es una agricultura sin agroquímicos ni semillas transgénicas que –según la organización Oxfam Internacional- “tiene mucho que aportar y enseñar al mundo”.

Mientras en Latinoamérica cerca de 40 millones de personas están subalimentadas, en Cuba se dan dos elementos clave para la seguridad alimentaria: la voluntad política y las políticas públicas.

Y esto no lo dice cualquiera. Lo leemos en informes de la FAO. Poco importa. Ni aún así leerán una línea en los grandes diarios internacionales.


Confiar en los jóvenes

Por Osmany Sánchez, en La Joven Cuba

Para conocer Cuba hay que caminar sus calles, viajar en transporte público, sentarse en las gradas de un estadio de pelota o hacer la cola en una tienda. Escuchar a las personas, sus criterios, vivencias, esa es la Cuba real, no la que se presenta desde la oposición al gobierno.
En Cuba, una universidad es una representación de la sociedad a pequeña escala. En la misma aula están sentados juntos los hijos de los que tienen mucho y los que tienen poco. Tener el privilegio de hablar a diario con esos jóvenes e intercambiar con ellos, es una posibilidad para conocer la realidad cubana en toda su extensión.
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El reciente debate del Anteproyecto de Constitución, dejó claro que para entender el auge de la derecha en América Latina, no es necesario ir a esos países porque parte de su lógica está presente en nuestra sociedad.
En Argentina un millonario dice que va a traer el cambio y la gente le cree y vota por él. En Brasil un candidato abiertamente racista y admirador de dictaduras militares dice que va a acabar con la violencia y la corrupción, la gente votará por él.
El gran logro de la derecha ha sido engañar al pueblo con un discurso que jamás será llevado a la práctica. Hacerlos votar por alguien que representa y defiende los intereses de una clase social a la que ellos no pertenecen.
La gente vota por esos candidatos porque les proponen soluciones a sus problemas cotidianos y el pueblo dice “vamos a probar”. La suma de las campaña de desprestigio de la prensa corporativa por un lado y los errores de la izquierda por otro les hace votar por alguien contra el que estarán protestando unos meses después.
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La clave con la juventud cubana no es limitarse a decirles que nuestro sistema es más justo que aquel que nos quieren imponer, hay que convencerlos de que es capaz de resolver nuestros problemas. Hay que hacerles ver que tenemos más razones para creer y defender en el proyecto que estamos construyendo que para destruirlo.
Dejar los eufemismos. No podemos seguir llamándole “indisciplinas sociales” a los actos de vandalismo. A la corrupción hay que llamarla por su nombre. H
Cuando un joven te dice que no quiere perder los logros del socialismo pero que hay que coger “lo bueno de esto y de lo otro” es que no entiende realmente como funciona lo “otro”. La esencia de lo “otro” no permite que tengamos lo mejor del nuestro.
El objetivo de la oposición es vendernos la promesa de un cambio que no beneficiará a la mayoría. Cuenta con la complicidad del bloqueo y la necesidad de cambios que vive el país, condicionando así la voluntad natural del pueblo. No basta con denunciar sus planes, hay que superarlos con un proyecto mejor.
La Revolución no es un mal menor sino una alternativa superior, no debe preocuparnos entonces hablar con franqueza de nuestras problemas. Confiar en los jóvenes y construir juntos, que el sentido común se impone cuando sabemos a dónde vamos y con qué contamos para llegar allí.

24 de octubre de 2018

La esencia del trotskismo y sus manifestaciones en el comunismo de hoy (II)

II) Historia de las controversias entre bolchevismo y trotskismo.

1º) Sobre el programa y el tipo de partido

            Trotski ingresó en el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia poco antes del Segundo Congreso de éste, celebrado en 1903. El Congreso fundacional de 1898 no había resuelto las cuestiones fundamentales y había sido víctima de la inmediata represión de la policía zarista. Poco después, se extendió entre los militantes más jóvenes la desviación oportunista del economismo. Los dirigentes más firmes y experimentados -desde la prisión, el destierro y el exilio- fundaron, a propuesta de Lenin, el periódico Iskra para reorganizar el partido y hacer posible la celebración de su II Congreso. En éste, Trotski se presentó como partidario de los iskristas pero, al dividirse este grupo en dos alas, se decantó por los mencheviques, contra los bolcheviques.

En la discusión del programa del partido, que ocupó casi dos tercios del tiempo del Congreso, Trotski no se opuso a la inclusión en él de la dictadura del proletariado, pero declaró que la existencia de ésta será posible únicamente “cuando el Partido Socialdemócrata y la clase obrera… se encuentren lo más cerca posible de la identificación. La dictadura del proletariado no será la ‘toma del poder’ por medios conspirativos, sino la dominación política de la clase obrera organizada que constituya la mayoría de la nación”.[1]

Trotski nunca corregiría esta posición que le colocaba en el campo de la socialdemocracia oportunista, frente a la lucha de los marxistas-leninistas por alcanzar y consolidar la dictadura del proletariado a través de la hegemonía de esta clase sobre las clases intermedias de la sociedad. En el debate sobre los estatutos y el tipo de organización, se posicionó con los mencheviques en contra del carácter de vanguardia del partido defendido por Lenin. “Rótulo revoluciona­rio+esencia reformista”: así caracterizó Lenin la actitud de Trotski en el II Congreso del POSDR.[2]

Después de este evento, colaboró activamente con los mencheviques para impedir la aplicación de los acuerdos adoptados y atacó violentamente las posiciones leninistas. En su artículo de 1904, Nuestras tareas políticas, calificaba a Lenin como: “fetichista de la organización”, partidario del “régimen de cuartel”, “dictador que quiere sustituir al Comité Central”, “dictador que quiere instaurar la dictadura sobre el proletariado” para quien “toda intromisión de elementos que piensen de otra manera es un fenómeno patológico”, instaurador de una “teocracia ortodoxa” y un “centralismo autócrata-asiático”; “¡No puede manifestarse mayor cinismo hacia el mejor patrimonio ideológico del proletariado que el que muestra el camarada Lenin! Para él, el marxismo no es un método de análisis científico”; “… separa la actividad consciente de la actividad ejecutiva. [Hay] el Centro, y, por debajo, no hay más que disciplinados ejecutores de funciones técnicas”; Lenin está cegado por “la lógica burocrática de tal o cual ‘plan’ organizativo”, pero “el fiasco del fetichismo organizativo” es seguro; “El jefe del ala reaccionaria de nuestro Partido, el camarada Lenin, da de la socialdemocracia una definición que es un atentado teórico contra el carácter de clase de nuestro partido”; Lenin “ha formulado una tendencia que se ha dibujado en el Partido, la tendencia revolucionaria-burguesa”; “La tarea de la Iskra consistía en aterrorizar teóricamente a la intelectualidad. Para los socialdemócratas educados en esta escuela, la ortodoxia es algo muy próximo a esta ‘Verdad’ absoluta que inspiraba a los Jacobinos [el partido burgués más radical de la Revolución francesa de 1789-1794]. La Verdad ortodoxa prevé todo. El que contesta a esto debe ser excluido; el que duda de esto se halla cerca de ser excluido”. “Esta desconfianza de Lenin, malintencionada y moralmente penosa, esta clara caricatura que ofrece de la intolerancia trágica del jacobinismo, no es, hay que confesarlo, más que la herencia (y, al mismo tiempo, la expresión) de la táctica de la antigua Iskra. Pero estos métodos y estas prácticas, que tuvieron su justificación en determinada época histórica, deben ser ahora liquidadas cueste lo que cueste porque, si no, amenazan a nuestro partido con una completa descomposición: política, moral y teórica”.

A cambio, el ideal de Trotski era “la personalidad política global, haciendo respetar frente a todos los ‘centros’ su voluntad y esto, bajo todas las formas posibles, ¡incluido el boicot!”. En definitiva, el credo de un intelectual pequeñoburgués, individualista y semi-anarquista.[3]

Vemos cómo, en su juventud, Trotski lanzó contra Lenin las mismas acusaciones, y con la misma hostilidad, que dirigiría más tarde contra Stalin. Su concepción de la revolución y del partido de la clase obrera era muy diferente a la de Lenin y los bolcheviques, por no decir diametralmente opuesta, es decir, menchevique. Más tarde, Trotski pretendería que “la revolución había sido traicionada” por Stalin y la dirección del Partido bolchevique. Sin embargo, como Harpal Brar observa muy pertinentemente, “si las ideas oportunistas de Trotski sobre la organización hubieran prevalecido, no habría habido Partido, por lo que ninguna revolución habría podido ser ‘traicionada’.[4]

En 1904, fue apartado de la redacción menchevique de la nueva Iskra ¡por su enfoque excesivamente derechista sobre la guerra ruso-japonesa de 1904-05!: no veía tras ella el interés imperialista de la burguesía, sino únicamente el de la autocracia.[5]

Entretanto, los bolcheviques conseguían cohesionar tras de sí a la mayoría de los comités del POSDR.

2º) Sobre el carácter de la revolución rusa, sus fuerzas motrices y la táctica para conducirla a la victoria

            La primera revolución rusa de 1905-07 puso en movimiento a todas las clases y partidos del país. Las mostró mutuamente y al mundo entero, escribía Lenin, “en su auténtica naturale­za, en la verdadera correlación de sus intereses, de sus fuerzas, de sus medios de acción, de sus objetivos inmedia­tos y lejanos[6]. No se trataba todavía de una revolución socialista, puesto que el obstáculo a remover era el régimen político y económico de la aristocracia terrateniente que tenía como antagonista a la mayoría campesina de la población con su demanda de tierra. En definitiva, se trataba de una revolución democrático-burguesa.

La revolución planteó ante el partido la tarea de diri­gir políticamente a la clase obrera, forjar la alianza del proletariado y del campesinado y unir estrechamente todas las fuerzas revolucionarias para luchar contra la autocra­cia. Eran “exigencias que la historia no había presentado nunca ni en ningún sitio a la clase obrera en la época de la revolución democrática”.[7]

“Esta revolución —subrayaba Lenin— marca precisa­mente un período de desarrollo de la sociedad en el que la masa de ésta se encuentra precisamente entre el proletariado y la burguesía, forma un amplísimo sector pequeñoburgués, campesino”.[8]

En su libro Dos tácticas de la socialdemocracia en la re­volución democrática, Lenin mostró que la revolución de­mocrática burguesa triunfante, cuya fuerza hegemónica sería el proletariado, no debería conducir a la conquista del poder por la burguesía ni al establecimiento de “un gobier­no de la democracia obrera”, sino a la dictadura democrá­tica revolucionaria de los obreros y de los campesinos. El carácter de este gobierno, señalaba Lenin, “define tanto a las clases en las cuales pueden y deben apoyarse los nuevos ‘constructores’ de la nueva superestructura como su carácter (dictadura ‘democrática’ a diferencia de la socialista) y el método de construir (dictadura, esto es, aplastamiento por la violencia de la resistencia violenta, armamento de las clases revolucionarias del pueblo)”.[9]

Sólo el proletaria­do está en condiciones de llevar hasta el fin la revolución democrática, a condición de que, como única clase revolu­cionaria hasta el fin de la sociedad contemporánea, lleve tras de sí a la masa del campesinado a la lucha sin cuartel contra la propiedad agraria terrateniente y el Estado de la servidumbre…”.[10]

La dirección proletaria es la que permitiría transformar la revolución democrática, en poco tiempo, en una revolución socialista, de modo que la revolución rusa se desarrollaría ininterrumpidamente en dos etapas.

Los mencheviques, en cambio, deducían del carácter burgués de la revolución rusa que la clase obrera no debía intentar dirigirla, sino apoyar a la burguesía liberal hasta que ésta convirtiera a Rusia en un país de capitalismo desarrollado, en el que el proletariado abarcase la mayoría de la población. Para ellos, entre la revolución burguesa y la revolución socialista tendrían que transcurrir muchos años, incluso decenios.

En el período culminante de la primera revolución rusa, Trotski dirigía con Parvus el periódico Rússkaya Gazeta, pretendidamente neutral entre mencheviques y bolcheviques; pero, al mismo tiempo, ambos colaboraban con el periódico menchevique Nachalo. Su proclamada equidistancia enfilada a unir las dos alas del partido habría sido positiva si la controversia entre éstas hubiera versado sobre cuestiones secundarias y no sobre cuestiones de principios: si los bolcheviques no hubieran sido los firmes partidarios de los principios marxistas y los mencheviques, quienes se dedicaban a tergiversarlos para justificar su tendencia a conciliar con la burguesía. En vez de contribuir a resolver esta discusión, Trotski y Parvus la embrollaron con el absurdo anti-materialista de negar el carácter burgués de la revolución rusa. Su consigna “sin zar, por un gobierno obrero” pretendía superar por la izquierda a los bolcheviques, pero no era más que otra frase en el aire, ajena a la realidad.

La original teoría de Trotski —explicaría Lenin más tarde— toma de los bolcheviques el llamamiento a una decidida lucha revolucionaria del proletariado y a la conquista por él del poder político, y de los mencheviques, la ‘negación’ del papel del campesinado[11].

Había nacido la teoría trotskista de la “revolución permanente” que introduciría el aventurerismo revolucionario de Bakunin en el movimiento marxista. Trotski explica su teoría particular sobre la revolución permanente en su obra 1905, publicada en 1909. Esta teoría se diferencia sustancialmente del punto de vista de Marx y Lenin sobre el carácter continuado, ininterrumpido o permanente de la revolución, como bien explica Stalin en su obra Los fundamentos del leninismo.[12]

La tormenta revolucionaria de 1905-07 puso en evidencia el menchevismo de Trotski, a menudo eclipsado por su lenguaje “izquierdista”:

1º) Trotski consideraba que el principal método de lucha era la huelga general, que debía repercutir en los países adelantados de Occidente y servir­les de señal para la revolución socialista. En el fondo, Trotski negaba la necesidad de la insurrección armada, su organización y su preparación. “La huelga política general —decía— es, en su esencia, una insurrección”.[13]

En uno de los prólogos a su folleto El 9 de enero, Trotski escribió que el tumultuoso movimien­to revolucionario de 1903 le había enseñado que “el zarismo sería derrocado por la huelga general” y no por una insurrección armada. Este mismo punto de vista lo expuso en la carta del 14 de junio de 1906 al CC del POSDR, en la que justificaba a los mencheviques por no haberse dedicado al aspecto técnico de la preparación de la insurrección ni a armar a la clase obrera[14].

Posteriormente Trotski intentó caracterizar asimismo la huelga política general de octubre de 1905 como un mo­vimiento espontáneo, negando que había sido una forma revolucionaria nueva, un medio de llevar a las masas a la insurrección armada.

La actitud de Trotski ante la insurrección dimanaba del enfoque antimarxista de los mencheviques del desenvolvi­miento del proceso revolucionario. Lo mismo que éstos, Trot­ski conceptuaba la insurrección como un acaecer espontáneo e ineludible de los sucesos, y por eso menospreciaba la labor de organizar prácticamente la insurrección, de conseguir armas y de formar destacamentos revolucionarios. “Por importantes que sean las armas —decía en plena revolución—, no está en ellas la fuerza prin­cipal. ¡No, no está en las armas! No es la capacidad de las masas para matar, sino su gran disposición a morir lo que, desde nuestro punto de vista, asegura en última instancia la victoria de la insurrección del pueblo”.[15]

Claro que la “gran disposición a morir”, o sea, la fide­lidad sin reservas a la revolución, es una condición indis­pensable para la victoria de la insurrección, pero siempre que el acento se ponga en organizar esta victoria insurreccional. En cambio, los razona­mientos de Trotski sobre la insurrección significaban una negativa rotunda a su organización. Expresaban el papel que los menchevi­ques reservaban a la clase obrera, no como dirigente, sino como carne de cañón de la revolución encabezada por la burguesía.

2º) El 18 de octubre de 1905, por acuerdo del Comité de San Petersburgo del POSDR, los bolcheviques organizaron una manifestación de los obreros de esta capital para liberar a los presos políticos. Cuando las multitudes se aproximaban al edificio en el que estaba reunido el Comité Ejecutivo del Soviet de San Petersburgo, los bolcheviques propusieron a los miembros del Comité Ejecutivo, mayoritariamente mencheviques, que encabezaran la mani­festación. Esta propuesta los pilló desprevenidos. Tras largas discusiones, se eligió para dirigir la manifestación a los men­cheviques Trotski y Sverchkov y al bolchevique Knuniánts. Cuando los manifestantes hubieron recorrido durante más de ocho horas las calles de la ciudad y llegaban ya a la cár­cel, Trotski les mintió al anunciarles que el gobierno había dado la am­nistía a los presos políticos y disolvió la manifestación. Poco después Knuniánts se enteró de que la declaración de Trotski había sido una maniobra para hacer fracasar la iniciativa bolchevique. Pero ya era tarde para recom­poner la situación.[16]

3º) El 12 de octubre de 1905, Trotski al frente del Comité Ejecutivo menchevique del Soviet de San Petersburgo defendió cesar la lucha por la jornada laboral de 8 horas cuando los patronos, con ayuda del gobierno, despidieron a cien mil obreros como represalia. Frente a ellos, los bolcheviques proponían preparar la insurrección. Al proponer Lenin una resolución en este sentido, fue aprobada por la unanimidad del soviet, aunque sus dirigentes mencheviques siguieron negociando con los patronos contra la voluntad de los obreros. A propuesta de Trotski, se acordó alejar las tropas de la capital, lo que privaba al proletariado de la posibilidad de apoyarse en las masas de soldados para la lucha revolucionaria. Reiteradas veces, intervino para acabar con las huelgas políticas de octubre y noviembre. Cuando se supo que el gobierno se proponía detener a los miembros del soviet el 3 de diciembre, en vez de interrumpir inmediatamente la reunión, Trotski continuó hablando. Como consecuencia de esto, gran parte de ellos fueron detenidos y el Soviet de San Petersburgo no pudo convertirse en órgano de la insurrección armada ni pudo apoyar la insurrección armada de diciembre en Moscú.[17]

Citas:

[1] Segundo Congreso del POSDR, Actas, ed. en ruso, pág. 136, Moscú, 1959. Citado en “La lucha del partido bolchevique contra el trotskismo”, t. I, págs. 15 y 16, Editorial Progreso.
[2] Obras Completas, en ruso, t. 49, pág. 356.
[3] https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1904/tareas.htm.
[5] Nuestra campaña militar, Trotski. Citado en La lucha del partido bolchevique contra el trotskismo, t. 1, pág. 42-43.
[6] Obras Escogidas, en tres tomos, en ruso, t. 2, pág. 24.
[7] Obras Completas, en ruso, t. 10, pág. 218.
[8] Obras Completas, t. 10, pág. 9.
[9] Obras escogidas, en tres tomos, t. I, pág. 572.
[10] Obras Completas, t. 15, págs. 366-367.
[11] Sobre las dos líneas de la revolución, OO.CC., t. XXIII, pág. 51, Ed. Akal.
[12] https://www.marxists.org/espanol/stalin/1920s/fundam/fundam3.htm
[13] La lucha del partido bolchevique contra el trotskismo, t. 1, pág. 81.
[14] Idem.
[15] Idem.
[16] Ibídem, pág. 82.
[17] Ibídem, págs. 82 a 87.

20 de octubre de 2018

Cybertonia: el proyecto secreto de la URSS para crear internet hace medio siglo

Después del XX Congreso del Partido Comunista, las decisiones para el desarrollo del Socialismo, la extensión de esos logros para toda la población soviética, y por ende de la humanidad se paralizaron. Se utilizaron consignas para calmar a la población "Coexistencia Pacífica, búsqueda de la Paz, Partido de todo el pueblo, avances hacia el comunismo", pero que realmente encubrían una revisión total de la Construcción del Socialismo hacia el Comunismo. Y a la postre fue hacia el Capitalismo.

Porque los paradigmas de avance estratégico para los siguientes quinquenios se encauzaron hacia la aplicación de ideas capitalistas dentro del "Socialismo de Mercado": eficiencia de las empresas, poder de los directores de fábrica, eliminación del control obrero, anulación de los planes estatales económicos, vertebración de los "objetivos nacionales en cada república", creación de un mercado paralelo de mercancías al alcance de una élite intelectual-funcionarial, destrucción de las lineas agrícolas eficientes por implementación de cultivos "experimentales", etc... toda una serie de medidas llevada a cabo por los revisionistas Jruschovs y Breznevs, que devino en la destrucción económica-politica de la URSS.

Muchas de las lineas maestras emanadas del XIX Congreso fueron derogadas, olvidadas y en el peor de los casos silenciadas. Medidas como la democratización de la sociedad, la socialización efectiva del campo, el ascenso gradual de incentivos sociales a toda la población, promoción de los jóvenes a los centros de decisión de las repúblicas, extensión de los beneficios estatales en cada fábrica y centro de trabajo (horarios, bajadas de precios, subida de salarios) fueron arrinconadas. 

Los planes del salto cualitativo hacia el comunismo, tristemente apartados: Paso de los koljoses a sovjoses y posteriormente a comunas, Plan de reforestación de la URSS, Plan de Autoabesticimiento Constante de todas las materias primas sin depender de Occidente, Líneas de nuevos electrodomésticos para la población, Inclusión de las trabajadoras en las direcciones económicas estatales, de cada república y de cada centro de trabajo, Plan para la Educación Estatal de Padres y Pedagogos, etc..

El Golpe de Estado de Jruschov y sus cómplices en 1956, fue el comienzo del derrumbe de la URSS.

Pero hubo intentos de romper ese control de la burguesía instalada en el PCUS. A lo largo de este año hemos recuperado alguna de aquellas experiencias de la ciencia, la cultura y los logros sociales de la etapa de construcción del socialismo.


Por Ben Peters, de su obra, Como no conectar una nación: la incómoda historia del internet soviético.

En 1970, Viktor Glushkov presentó al Kremlin un plan para conectar 20.000 terminales en la URSS. Pero la burocracia retrasó su idea y la caída del Muro la frustró por completo.
Esta historia podría ser un bulo de los amantes de la teorías conspiranoicas, un informe desclasificado por Vladimir Putin del antiguo KGB o un relato de Stanislaw Lem, el gran escritor polaco de ciencia ficción. Sin embargo, es el sueño -100% real- de un genio informático llamado Viktor Glushkov de crear una red civil que interconectara toda la Unión Soviética a principios de los años 70... y todo esto dos décadas antes del nacimiento de la World Wide Web.
Viktor Mijaílovich Glushkov con su equipo de colaboradores.





Sin embargo, hoy nadie se acuerda del padrastro de internet y el visionario de Cybertonia, el Silicon Valley comunista.
Todo arranca el 1 de octubre de 1970, cuando el ingeniero informático Glushkov acudió al Kremlin para explicar su gran proyecto. Por aquel entonces, existía una gran inquietud entre las autoridades soviéticas porque sabían que los estadounidenses acababan de iniciar el desarrollo de Arpanet, una red de computadoras creada por encargo del Departamento de Defensa que actuaría como sistema de comunicación entre instituciones académicas y estatales.

En su comparecencia, Viktor Mijaílovich Glushkov (1923-1982) propuso iniciar la era del cibersocialismo. Este matemático, ingeniero y primer director del Centro Cibernético de Kiev, era plenamente consciente del potencial de las redes de ordenadores y lo que podían llegar a hacer. «No sólo tenía una gran formación científica, también hablaba inglés y alemán y era capaz de ridiculizar a los ideólogos del partido citando párrafos enteros de Marx», explica Ben Peters, investigador de la Universidad de Tulsa (EEUU), uno de los mayores expertos en Occidente de la figura de Glushkov y autor de Cómo no conectar una nación: la incómoda historia del internet soviético (editado en inglés en 2016).
La URSS ya tenía redes de comunicación de defensa militar a gran escala desde los años 50. Por lo tanto podía haber desarrollado una versión civil con relativa facilidad. «Los soviéticos se especializaron en proyectos de modernización en masa, desde la desastrosa colectivización agrícola hasta la electrificación de todo su territorio, pasando por la carrera espacial y la apuesta por la energía nuclear», dice Peters.

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Anatoli Ivánovich Kitov

Este internet 1.0 estaba basado en una iniciativa previa de Anatoli Kitov, pionero de la informática rusa, un coronel que en 1959 quiso presentar un plan al líder soviético, Nikita Jruschov, para unir el país con una red informática. Algunos de sus informes exponían la urgencia de una colaboración entre profesionales civiles y el Ejército Rojo y fueron interceptados por sus superiores antes de que llegaran al despacho del premier. Toda la documentación se clasificó y un tribunal militar secreto expulsó a Kitov del Partido Comunista y de las Fuerzas Armadas.
La idea de Gluskhov era todavía más ambiciosa. Bajo las siglas OGAS, su objetivo era erigir una red central con sede en Moscú que se comunicaría con 200 centros dispersos por todo el país. Un total de 20.000 terminales harían posible la conexión gracias a la red telefónica estatal. Entre los planes de Gluskhov también estaba diseñar un sistema de pago electrónico, una especie de PayPal socialista cuyo desarrollo terminaría con la circulación de billetes y monedas. El nombre completo de todo el conjunto parecía el típico chiste sobre comunistas: 'Sistema Automatizado para la Recopilación y el Procesamiento de Información para la Contabilidad, la Planificación y la Gobernanza de la Economía Nacional'.
El rechazo del Gobierno a financiar un proyecto de este calibre no desanimó al matemático. Durante 12 años, Viktor Glushkov lo siguió intentando. Su principal argumento ante las autoridades es que esta red generaría una economía más eficiente. Dedicó más tiempo a pelearse con los ministerios que a investigar, lo que le generó una gran frustración. Tanta que tituló sus memorias A pesar de las autoridades.

Quizá el mayor logro de Gluskhov fue aglutinar una comunidad de informáticos de gran nivel e imaginación que se permitió el lujo de pensar más allá de las mentes cuadradas del funcionario común. Entre sus diseños mancomunados estaban unos autómatas, una oficina que no necesitaba papel y los primeros pasos de un lenguaje que permitiera comunicar seres humanos con ordenadores. Sólo cabe imaginar lo que habría ocurrido si Stanley Kubrick hubiera conocido a Gluskhov cuando rodaba en 1968 su película 2001: una odisea en el espacio.

Un club social

Según cuenta Peters, en la celebración del Año Nuevo de 1960 el grupo se bautizó con el nombre Cybertonia, un club social que llegó a emitir pasaportes de este país virtual y certificados matrimoniales. Incluso se redactó una Constitución. También se atrevieron a idear un organigrama de gobierno, que era una clara coña respecto a su realidad política.
Cybertonia estaba regida por un comité de robots que rendía cuentas a un robot que tocaba el saxofón. Su moneda era el cybertono; su periódico, el Evening Cyber y, entre otras cosas, también tendría una peluquería y una cibersauna.
En realidad, recogía el sueño de montar a las afueras de Kiev una copia marxista de un Silicon Valley que ya daba sus primeros pasos. Un lugar dedicado a la creatividad tecnológica.

La muerte temprana de Gluskhov, en 1982, fue el fin del embrión del internet soviético, a pesar de intentos posteriores de sus seguidores iniciados durante la década. Todos fueron interrumpidos con la caída del Muro de Berlín en 1989... justo el año en que el británico Tim Berners-Lee desarrollaba la World Wide Web y cambió internet para siempre.


 Fuente original:
https://www.elmundo.es/papel/historias/2018/10/19/5bc89f1546163fb7378b462f.html