Por Esteban Zúñiga
10 de febrero de 1898.
NACIMIENTO DE BERTOLT BRECHT.
“(…) Desconfíen del acto más trivial y en apariencia sencillo y examinen sobre todo lo que parezca habitual. Les suplicamos expresamente no acepten lo habitual como una cosa natural- Porque en tiempos de desorden sangriento, de confusión organizada, de arbitrariedad consciente, de humanidad deshumanizada nada debe parecer natural, nada debe parecer imposible de cambiar.” (Bertolt Brecht. “La Excepción y la Regla”, 1930).
Un 10 de febrero de 1898 nacía en la ciudad alemana de Augsburgo (Baviera) y en el seno de una familia que formaba parte de la burguesía alemana -su padre era director de una fábrica de papel-, el poeta, dramaturgo, revolucionario y marxista BERTOLT BRECHT.
Un autor, del que más allá de la simpatía que podamos tener hacia él y a su obra literaria ligada a razones históricas, políticas y sociales, algunos sentimos absoluta veneración por su talento y por la huella permanente que ha dejado, y deja sobre nuestras conciencias y que, además, se remarca cada vez que volvemos y volvemos a releer sus obras.
Su compromiso con los hombres y con la sociedad, le llevaría a buscar en el arte literario su explicación de cómo entendía la realidad, utilizando la literatura como una herramienta para luchar por el cambio de la sociedad burguesa que le había tocado vivir.
Toda su obra literaria partiría desde una clara posición antiburguesa; posición vital que conformaría tanto su modo de vivir como de su ideología.
Poseedor de una poesía viva, cristalina y contundente -además de utilizar sobremanera el coloquialismo-, ha pasado a convertirse en un referente de quienes nos consideramos seguidores y amantes y de la poesía social y política.
Utilizando un lenguaje y una composición literaria, tanto en verso como en prosa, de una clara significación marxista y caracterizada tanto por una doble finalidad dialéctica y didáctica como una defensa de lo colectivo sobre lo individual; insistiendo en la solidaridad obrera y en la necesidad de la insurrección frente a la burguesía y a sus mentiras:
“Cuando la verdad sea demasiado débil para defenderse, tendrá que pasar al ataque.”
Bertolt Brecht, desde su óptica marxista, rechazaría la cultura burguesa, el nacionalismo, al nazismo, y la guerra que estaba al servicio de la burguesía imperialista.
Y de su experiencia de vivir bajo el nazismo y el fascismo, decidiría, en medio de grandes dificultades y fuertes presiones, hacer algo sobre la realidad que le rodeaba, imponiéndose a sí mismo por un lado una total negativa a evadirse de los problemas y por otro lado alejarse de cualquier conmiseración que no conducía a nada.
Afirmando y describiendo la realidad del fascismo, a quien definiría como una posición política y social que esta lejísimos de ser una calamidad natural o un “meteorito” que había caído sobre Alemania porque sí, sino que con un lenguaje práctico mostraría que el fascismo y sus políticas desgraciadas eran un efecto de la lucha de clases, de los que poseen los medios de producción sobre las masas obreras, del miedo de la burguesía a perder sus privilegios.
Reclamando que siempre existe la esperanza de luchar y vencer, como nos recuerda en su poema
“Loa a la dialéctica”:
“(…) Y entre los oprimidos, muchos dicen ahora:
"Jamás se logrará lo que queremos".
Quien aún esté vivo no diga "jamás".
Lo firme no es firme.
Todo no seguirá igual.
Cuando hayan hablado los que dominan,
hablarán los dominados.
¿Quién puede atreverse a decir "jamás"?
¿De quién depende que siga la opresión? De nosotros.
¿De quién que se acabe? De nosotros también.
¡Que se levante aquel que está abatido!
¡Aquel que está perdido, que combata!
¿Quién podrá contener al que conoce su condición?
Pues los vencidos de hoy son los vencedores de mañana
y el jamás se convierte en hoy mismo.”
Denunciando a los sumisos, a los intelectuales, a los literatos capaces de adornar el lenguaje desde un sentido figurativo y alejado de la realidad y que no toman partido. Posición que afearía, con una fina, y a la vez brutal ironía hacia los demás autores, y también hacia sí mismo en su poema “Canción de los poetas líricos”, escrito en 1931 y en pleno ascenso del “pintor de brocha gorda” -como él llamaba a Adolf Hitler- al poder.
“CANCIÓN DE LOS POETAS LÍRICOS”.
(Cuando, en el primer tercio del siglo XX.
no se pagaba ya nada por las poesías).
“Esto que vais a leer está en verso.
Lo digo porque acaso no sabéis ya lo que es un verso ni un poeta.
En verdad, no os portasteis muy bien con nosotros.
¿No habéis notado nada? ¿Nada tenéis que preguntar?
¿No observasteis que nadie publicaba ya versos?
¿Y sabéis la razón? Os la voy a decir:
Antes, los versos se leían y pagaban.
Nadie paga ya nada por la poesía.
Por eso hoy no se escribe. Los poetas preguntan:
“¿Quién la lee?” Mas también se preguntan:
“¿Quién la paga?”
Si no pagan, no escriben. A tal situación los habéis reducido.
Pero ¿por qué?, se pregunta el poeta. ¿Qué falta he cometido?
¿No hice siempre lo que me exigían los que me pagaban?
¿Acaso no he cumplido mis promesas?
Y oigo decir a los que pintan cuadros
que ya no se compra ninguno. Y los cuadros también
fueron siempre aduladores; hoy yacen en el desván…
¿Qué tenéis contra nosotros? ¿Por qué no queréis pagar?
Leemos que os hacéis cada día más ricos…
¿Acaso no os cantamos, cuando teníamos
el estómago lleno, todo lo que disfrutabais en la tierra?
Así lo disfrutabais otra vez: la carne de vuestras mujeres,
la melancolía del otoño, el arroyo, sus aguas bajo la luna…
Y el dulzor de vuestras frutas. El rumor de la hoja al caer.
Y de nuevo la carne de vuestras mujeres. Y lo invisible
sobre vosotros. Y hasta el recuerdo del polvo
en que os habéis de transformar al final.
Pero no es sólo esto lo que pagabais gustosos. Lo que escribíamos
sobre aquellos que no se sientan como vosotros en sillas de oro,
también nos lo pagabais siempre. ¡Cuántas lágrimas enjugamos!
¡Cuántas veces consolamos a quienes vosotros heríais!
Mucho hemos trabajado para vosotros, jamás nos negamos.
Siempre nos sometimos. Lo más que decíamos era “¡Pagadlo!”
¡Cuántos crímenes hemos cometido así por vosotros!
¡Cuántos crímenes!
¡Y siempre nos conformábamos con las sobras de vuestra comida!
Ay, ante vuestros carros hundidos en sangre y porquería
nosotros siempre uncimos nuestras grandes palabras.
A vuestro corral de matanzas le llamamos “campo del honor”,
y “hermanos de labios largos” a vuestros cañones.
En los papeles que pedían impuestos para vosotros
hemos pintado los cuadros más maravillosos.
Y declamando nuestros cantos ardientes
siempre os volvieron a pagar los impuestos.
Hemos estudiado y mezclado las palabras como drogas,
aplicando tan sólo las mejores, las más fuertes.
Quienes las tomaron de nosotros, se las tragaron,
y se entregaron a vuestras manos como corderos.
A vosotros os hemos comparado sólo con aquello que os placía.
En general, con los que fueron también celebrados injustamente
por quienes les calificaban de mecenas sin tener nada caliente en el estómago.
Y furiosamente perseguimos a vuestros enemigos con poesías como puñales.
¿Por qué, de pronto, dejáis de visitar nuestros mercados?
¡No tardéis tanto en comer! ¡Se nos enfrían las sobras!
¿Por qué no nos hacéis más encargos? ¿Ni un cuadro?
¿Ni una loa siquiera?
¿Es que os creéis agradables tal como sois?
¡Tened cuidado! ¡No podéis prescindir de nosotros!
¡Ojalá supiéramos cómo atraer
vuestra mirada hacia nosotros!
Creednos, señores: hoy seríamos más baratos.
Pero no podemos regalarles nuestros cuadros y versos.
Cuando empecé a escribir esto que leéis -¿lo estáis leyendo?¬
me propuse que todos los versos rimaran.
Pero el trabajo me parecía excesivo, lo confieso a disgusto,
y pensé: ¿Quién me lo pagará? Decidí dejarlo".
(Fuente: Biblioteca virtual Omegalfa. Bertolt Brecht, “Poemas y canciones” – El libro de bolsillo Literatura Alianza Editorial).
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