Por Alberto Cruz
Conocemos muchas historias de Stalingrado, la mayoría colectivas.
Pocas individuales, como la casa de Pavlov.
Tuve la suerte, y el privilegio, de conocer a Ekaterina (Catalina,
en castellano) en el año 2000 y su historia es tanto fascinante como
desconocida. Como la de la mayoría de las mujeres luchadoras y, en la
Unión Soviética, fueron millones. En muchos otros sitios también, las
hubo y las hay. Pero en la Unión Soviética, durante el combate contra el
fascismo, fueron determinantes.
Ekaterina se alistó voluntaria con 17
años, con 19 se convirtió en la salvadora de miles de vidas durante la
defensa de Stalingrado. Uno de los aspectos menos conocidos de la guerra
es que el tráfico fluvial por el Volga, la última frontera entre los
nazis y la Unión Soviética no ocupada, estuvo en manos de mujeres.
Capitaneaban, eran la tripulación y la defensa de centenares de barcazas
que desafiaban una y otra vez a los bombarderos nazis, a los cazas
nazis.
Esas barcazas transportaban alimentos,
municiones, soldados… para la defensa de Stalingrado, la primera ciudad
tras el Volga, la primera ciudad en esa frontera.
Ekaterina mandaba
una de ellas, la que se convirtió en la principal para la salvación de
millares de personas, civiles y militares, heridas en Stalingrado.
Ekaterina fue
voluntaria a Stalingrado. Insisto, tenía 19 años. Todos los días,
durante más de un año (desde enero de 1942 a febrero de 1943), se jugó
la vida, ella y su tripulación, todas mujeres, transportando heridos del
frente de Stalingrado.
Ekaterina era enfermera también. Sus
cuidados, exquisitos, fueron determinantes en las primeras curas. Fue
herida en tres ocasiones por los ametrallamientos producidos por los
aviones nazis. Pero siguió, y siguió combatiendo en otros frentes
después de la victoria contra los nazis en Stalingrado, ya como
enfermera.
Ekaterina Mijailova recibió el título de Heroína de la Unión Soviética y su última misión fue en Austria.
Se ha ido otra mujer irrepetible. Hasta siempre.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHonor y gloria a todas aquellas personas que dieron su vida, contra la bestia fascista.
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