El gobierno y demás lacayos de la clase capitalista siguen atacando a
los pensionistas del presente y del futuro, es decir, a la parte de la
clase obrera que ya ha sido estrujada hasta el límite. Rebajan el poder
adquisitivo de las pensiones, retrasan la edad de jubilación, aumentan
los años de trabajo necesarios, etc.
El pretexto es que vivimos más tiempo y con mejor
salud (cree el ladrón que todos son de su condición), por lo cual
aumenta la proporción de beneficiarios con respecto a quienes están en
activo.
El engaño está en ocultar que crece mucho más
deprisa la productividad por trabajador, que a los empresarios se les
rebajan las cotizaciones y se les regalan subvenciones por “crear”
empleo precario.…
El verdadero motivo es convertir las pensiones públicas en capital, en dinero que se apropia la burguesía para aumentar sus ganancias.
Los capitalistas lo necesitan porque, aunque ganen
cada vez más, no es suficiente para contrarrestar la caída de su tasa de
beneficio experimentada sobre todo a partir de la crisis estructural de
los años 70. Las burbujas y las crisis financieras no han destruido el
suficiente capital sobrante para relanzar el capitalismo a velocidad de
crucero. Las grandes masas de capital están en poder de gigantescos
monopolios que soportan las periódicas catástrofes económicas, haciendo
que éstas sean más y más graves.
Los capitalistas, además, pueden permitirse el lujo
de acelerar su enriquecimiento a costa del salario directo, indirecto y
diferido de los trabajadores, debido a que la actual correlación de
fuerzas de clase les favorece.
La clase obrera alcanzó el derecho a jubilarse con pensión –al igual
que otros derechos- porque luchaba por un objetivo que iba mucho más
allá de estos derechos: su liberación de la explotación capitalista y la
reorganización socialista de la sociedad.
Las reformas son un subproducto de la lucha revolucionaria por el socialismo.
Fue sobre todo a partir de la Gran Revolución Socialista de Octubre
de 1917 en Rusia y de la victoria de la Unión Soviética sobre el
nazi-fascismo que los gobiernos capitalistas fueron concediendo
políticas de seguridad social para los asalariados. No lo hicieron por
generosidad, sino para contentarlos con unas migajas y evitar que éstos
les arrebataran el poder político y los frutos de la explotación de los
trabajadores.
Las demandas del movimiento obrero ya no venían impulsadas únicamente por un ideal de justicia, sino por el ejemplo práctico de la URSS y del campo socialista.
La revolución soviética las satisfizo desde sus inicios y cada vez más:
la jubilación con pensión al cumplir 50-60 años, la jornada de 8 y
luego 7 horas, las vacaciones pagadas, los continuos incrementos
salariales reales, la educación y la sanidad totalmente gratuitas, el
pleno empleo, la alfabetización total, etc.
Y todo esto, a pesar del cerco hostil de los Estados capitalistas que
no pararon de hacerle la guerra al socialismo. ¡Qué osadía la de esa
“chusma obrera” que pretende sacudirse el yugo del capitalismo y
organizarse libremente sin explotación de unos seres humanos por otros!
Difamar la teoría y la práctica del marxismo-leninismo puede dar un
respiro temporal a la burguesía, pero restableceremos la verdad y
tumbaremos su régimen explotador.
La clase obrera nunca se conformará con limosnas. Luchará por las
pensiones y otras reivindicaciones parciales, pero no como un fin en sí
mismo, sino para entrenar y aumentar así la masa de combatientes por la
Revolución Socialista. Tal es el movimiento y la organización que ahora
necesitamos.
Las grandes manifestaciones de pensionistas son el claro ejemplo del ánimo de lucha revolucionaria que se está produciendo, es la muestra para una clara concienciación social, especialmente para la juventud, que sabe perfectamente que no tendrán jamás futuro como personas, y menos cobrar una, aúnque fuese una mísera pensión.
ResponderEliminarEs hora que las organizaciones sindicales estudien la ampliación de este conflicto a los centros de trabajo para desencadenar una potente huelga general en toda España.