Un sicario es un asesino que ejecuta
a sangre fría la orden de matar. Generalmente es pagado por bandas
criminales vinculadas al narcotráfico y el paramilitarismo o por
partidos políticos en estado de putrefacción. Ahora bien, un sicario
económico es un delincuente de cuello blanco que no lleva armas de fuego
sino computadoras; pero las consecuencias de sus actos son letales para
cualquier nación o pueblo que acate sus recomendaciones.
Es un consultor financiero
de alto nivel al servicio de la “corporatocracia” y de las grandes
potencias. Su propósito es garantizar el sometimiento de los Estados
soberanos a las trasnacionales, y arrebatarles sutilmente los recursos.
En el libro “Confesiones de un sicario económico” John Perkins describe
el modus operandi de estos esbirros de la economía.
El primer paso consiste en
crear una matriz de opinión que haga creer a los gobernantes que los
graves problemas económicos que padece el país se resuelven mediante
créditos de la banca internacional. Luego, el FMI o el Banco Mundial
otorgan los préstamos, pero cuidan que los intereses sean lo
suficientemente elevados como para que se haga imposible el pago de la
deuda contraída. De este modo la nación deudora se convierte en morosa y
queda a expensas de los prestamistas. Es allí donde intervienen
directamente los sicarios económicos…canjean deuda por soberanía.
Utilizan la astucia, el soborno y la corrupción.
Se convierten en
interlocutores autorizados de las corporaciones y en silenciosos
verdugos de las naciones morosas: le proponen la reducción de los
precios de sus materias primas, una mayor cuota de ganancia para las
trasnacionales que negocian con el Estado, restricciones en la
legislación ecológica y laboral para maximizar la utilidad,
privatización de las empresas públicas, una política de puertas abiertas
a las empresas extranjeras y la disminución de los gastos sociales
dirigidos a beneficiar al pueblo. Al mismo tiempo se aseguran una
alineación incondicional, en los organismos internacionales, del Estado
deudor con la política exterior de la potencia acreedora.
En el caso de que los gobiernos deudores
se nieguen a aceptar las “peticiones” de los sicarios económicos,
aparecen los chacales políticos. Su labor consiste en fomentar un clima
de inestabilidad mediante alianzas con la oposición interna para
provocar golpes de Estado, y sustituir los gobiernos díscolos por
regímenes dóciles y entreguistas. Generalmente recurren al magnicidio
abierto o velado para lograr sus fines.
Esto fue lo que sucedió en 1981 en
Ecuador donde murió en “accidente” aéreo el presidente Jaime Roldós
quien se enfrentaba a los consorcios yanquis; y en Panamá donde Omar
Torrijos reclamaba el canal para los panameños y también se mató en otro
“accidente”. Es probablemente lo que ocurrió en Venezuela con el
presidente Chávez.
Ahora John Perkins escribe un nuevo
libro donde contará una experiencia inédita en la historia: la alianza
de los sicarios narco paramilitares con los sicarios económicos y los
chacales políticos para derrocar el gobierno democrático de Venezuela.
Nunca se habían coaligado tantas fuerzas del mal para acabar con una
nación. Pero las hienas y sus jaurías no podrán derrotar al irreverente
pueblo de Bolívar.
¡En este difícil trance, venceremos!
Fuente:
Barómetro Internacional
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