19 de julio de 2016

Raza, género, clase, prisión: siete décadas de lucha y teoría de Ángela Davis

Por El Desconcierto

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La necesidad de entender las historias en forma colectiva y global han marcado la trayectoria teórica y política de Angela Davis, quien este lunes dictará una clase magistral sobre los movimientos sociales y la lucha por justicia en todo el planeta.

“Queremos el fin inmediato de la brutalidad policial y el asesinato de negros, otra gente de color y todos los oprimidos al interior de los Estados Unidos” decía el Programa de los 10 Puntos del Partido Panteras Negras en octubre de 1966. El documento incluía también la redistribución de la propiedad reconociendo la explotación a los esclavos, el pleno empleo; vivienda, salud y educación dignas y más. A cincuenta años del Programa, la académica, miembro del Partido Comunista, públicamente lesbiana desde 1997, activista y exmiembro de las Panteras Negras Angela Yvonne Davis visita Chile.

Davis viene en el marco del “10° Encuentro del Instituto Hemisférico de Performance y Política “eX-céntrico: Disidencias, soberanías, performance” que organizan la Vicerrectoría de Extensión y Comunicaciones y el Departamento de Teatro de la Universidad de Chile y la Universidad de Nueva York. Davis también se encuentra promocionando sus últimos libros, “La libertad es una lucha constante: Ferguson, Palestina y las bases de un movimiento”(Haymarket Books, 2016); “¿Están obsoletas las prisiones?” y “Democracia de la abolición” (2003 y 2005, editados en español por Trotta). Además del encuentro, su estadía incluirá una visita a la población Angela Davis –“La Angela en la Angela”, organizado por el Grupo de Estudios Feministas El Poder de la Mujer y la Subversión de la Comunidad- bautizada en su honor en 1972, manteniendo el nombre pese a los intentos de la dictadura este domingo 17.

Su charla magistral se titula “De la abolición carcelaria a #BlackLivesMatter: Movimientos sociales y la lucha global por la justicia” y la mención a la plataforma Black Lives Matter (Las vidas negras importan) llega en un momento álgido. El 7 de julio pasado Alicia Garza, co fundadora del movimiento, declaró a la televisión “estamos en contra de que nuestra gente sea asesinada en las calles (…) Black Lives Matter no está sólo preocupada por la policía. La indiferencia, la falta de respeto y de dignidad de las vidas negras atraviesan la estructura de la sociedad”. Sus declaraciones se dieron en medio de un estado de conmoción nacional por el asesinato de cinco policías en medio de una marcha de Black Lives Matter en Dallas, convocada en repudio por las muertes de Alton Sterling y Philando Castile a manos de la policía en la ciudad. A su vez, quien disparó fue Micah Xavier Johnson, un afroamericano de 25 años y veterano de la guerra en Afganistán, que murió acorralado en un departamento luego de que la policía enviara un robot-bomba, para no arriesgar a más oficiales.

“La mejor manera de recordar el 50º aniversario de los Panteras Negras este año es reconociendo que hoy necesitamos movimientos que reflejen los cambios sucedidos en esos 50 años, especialmente el auge de nuevas tecnologías de comunicación, la vasta influencia de las redes sociales y la agudización de las contradicciones de riqueza y pobreza”, ha declarado Ángela Davis, elogiando al movimiento Black Lives Matter.

Sobre el legado de las Panteras Negras, que fue una de sus militancias más visibles junto con el Partido Comunista estadounidense -del que fue dos veces candidata a la presidencia en los años ‘80- Davis ha reivindicado la potencia histórica. “Tendemos a mirar atrás hacia los ‘60 y mirar las luchas y objetivos de una forma relativamente estática. El hecho es que logramos triunfos importantes y esos triunfos son visibles hasta el día de hoy. Por ejemplo, el número de programas de estudios afroamericanos que hay en las universidades hoy. Esos cambios institucionales son inconcebibles fuera del desarrollo del que fueron parte las Panteras Negras y otras organizaciones”, analizó hace unos años.

La presencia en la academia marcó la vida de la doctora Davis. Luego de regresar a Estados Unidos enseñó en la Universidad de California, haciendo su tesis al alero del marxista Herbert Marcuse. Allí formó parte de la efervescencia estudiantil de esos años, y fue acusada en 1970 de ingresar una pistola a la cárcel de San Quintín para el Pantera Negra George Jackson. Fue parte del listado de los diez más buscados del FBI en 1970 y pasó dos años presa, hasta 1972. En la época, el gobernador republicano de California declaró que “ella nunca más enseñaría en una universidad”. Era Ronald Reagan y se equivocó. No sólo volvió a la UCLA, sino que en los últimos veinte años ha enseñado en los cincuenta estados de EE.UU, África, Europa, el caribe y la Unión Soviética. Es como académica que vuelve hoy a Chile, luego de su último viaje en 1972, cuando vino invitada por la Central Unitaria de Trabajadores luego de ser liberada de la prisión.

“Si se observan los 10 puntos del programa de las Panteras Negras, notas que los mismos asuntos que eran levantados luego del fin de la esclavitud están en el centro de un programa que fue formulado en 1966”, señaló Angela Davis a Ebony.com en enero. “En 2008, cuando Barack Obama fue electo, esos asuntos no se habían conversado y ciertamente no se habían resuelto, por lo que la elección de una persona para este cargo no iba a revertir automáticamente una historia de opresión económica inspirada en el racismo. Esto no significa que la elección de Obama no es importante, pero esas luchas continúan”, agregó. Y, precisamente, serían luchas como la anticarcelaria, por la dignidad de los migrantes, contra el racismo de Estados Unidos, las que han surgido dentro de la era Obama: “han emergido en el espacio contradictorio creado por el hecho de una presidencia negra y la aparente incapacidad de esa presidencia para llevar a cabo ningún gran cambio respecto a la persistencia del racismo”, opinó Davis en El País.

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El feminismo y Angela Davis: miradas específicas para una lectura colectiva

En su último libro se insiste en una premisa: nuestras historias no se desarrollan individualmente. Es una idea que la ha acompañado por años, la misma que la llevó, por ejemplo, a constatar las tensiones entre el movimiento de liberación negro y el feminismo en el contexto de la lucha por los derechos civiles en los 70 y 80. En su libro “Mujeres, raza, clase” de 1980 enunció que “el punto de partida para cualquier exploración sobre las vidas de las mujeres negras bajo la esclavitud sería una valoración de su papel como trabajadoras”, respondiendo al ideal delicado de la dueña de casa blanca de clase media.

“Durante un período importante en el movimiento de liberación de la mujer, uno de los problemas principales era la tendencia a asumir que las mujeres blancas de clase media eran el modelo más típico de mujer y ello excluía a las de clase trabajadora, a las mujeres negras, a las nativas americanas y a las latinas. Pero por supuesto ha cambiado. Fue una crítica a un movimiento emergente a finales de los 60 y principios de los 70. Algunos de estos problemas continuaron durante mucho tiempo, pero las activistas feministas y las estudiantes conocen estas críticas e intentan afrontarlas, con más o menos éxito”, declaró en 2005 con una mirada retrospectiva.

Efectivamente, la necesidad de pensar las distintas problemáticas articulando vectores de las matrices de dominación como raza, género, clase fue retomada. Uno de los conceptos más populares hoy entre los distintos feminismos (comunitarios, queer, trans, latinoamericanos, autónomos del estado, lésbicos, chicanos y más) es el de interseccionalidad, entendiendo que distintos vectores de opresión y de privilegio crean variaciones tanto en las formas como en la intensidad en la que las personas experimentan la opresión. Así, el diálogo se da hoy más desde una diversidad de miradas parciales y no en una pretensión de universalidad que por años invisibilizó a aquellas que no eran mujeres heterosexuales, educadas y blancas de la teoría y acción feminista.

Migraciones, conflictos y el complejo industrial-carcelario

La prisión es una experiencia que marcó a Angela Davis junto a toda la generación de activistas para la que el FBI creó una unidad especial (la COINTELPRO). Y si bien sigue activa en la lucha por la liberación de los presos políticos (en enero estuvo en España intentando visitar a Arnaldo Otegui en el País Vasco y es una de las voceras de la BDS, la iniciativa de Boicot, Desinversiones y Sanciones al estado de Israel) su producción del último tiempo se enfoca en lo que denomina como el complejo industrial carcelario y sus efectos globales.

La conferencia de Davis llega a un momento especial en Chile en el que se discuten reformas a las leyes de seguridad como la Agenda Corta Antidelincuencia, mientras que los organismos privativos de libertad como el SENAME hacen crisis. Así, mientras hace poco días la ministra Blanco reveló que 185 niños a cargo de la institución han muerto desde 2005, la cifra en las cárceles de adultos permanece invisible: 558 personas privadas de libertad han muerto sólo entre 2011 y 2014. En el análisis de los abolicionistas de la prisión, no hay reforma posible: se debe desmantelar el sistema y reconstruir la justicia penal y los sistemas policiales.

Así, la abolición de la prisión representa un movimiento más complejo que el cierre de las cárceles. Para Angela Davis “el complejo industrial carcelario consiste en una serie de relaciones entre cárceles, policía, empresas, medios y el Gobierno”, que tendría una presencia global. En sus últimos tres libros la académica establece una línea de continuidad entre la esclavitud y la situación penitenciaria actual, citando los estudios de la también académica y activista Michelle Alexander, cuyas cifras dicen que hay más hombres negros en prisión bajo control de la justicia criminal de los que había esclavizados en 1850. La mayor parte de esa explosión se dio entre los años 70 y hoy, en medio de la “guerra contra las drogas”: la población en manos del sistema penal en EE.UU pasó de 300 mil a fines de los 70 a 2.3 millones de personas hoy.

Para Davis, además, el complejo industrial carcelario da elementos para el análisis de la llamada “crisis migratoria” en Europa. “Debería reconocerse que los refugiados de África siguen las mismas rutas del comercio de esclavos. Ciertamente, Europa está experimentando ahora los resultados de una larga historia de esclavitud y colonización”, declaró en enero.

Su charla del martes a las 15:30, que será transmitida vía streaming por la Universidad de Chile, tratará de eso: la lucha global por justicia. En febrero, consultada por revista Ebony sobre cuál es el nervio central de su libro “Ferguson, Palestina y las bases de un movimiento”, respondió señalando que “estoy muy interesada en que los militantes por la liberación de los negros tomen en cuenta que nuestras luchas nunca habrían logrado la universalidad que tienen hoy sin la solidaridad que existió en África, Asia, Latinoamérica, Europa y Oceanía. Nuestras luchas son globales: es importante incorporar una visión global dentro de nosotros y en los espacios de disputa.

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