Ni tampoco a los cientos de miles fusilados y asesinados por las balas fascistas.
Eran trece jóvenes adolescentes. Trece vidas segadas. Trece jóvenes comunistas:
Carmen Barrero Aguado,
Martina Barroso García,
Blanca Brisac Vázquez,
Pilar Bueno Ibáñez,
Julia Conesa Conesa,
Adelina García Casillas,
Elena Gil Olaya,
Virtudes González García,
Ana López Gallego,
Joaquina López Laffite,
Dionisia Manzanero Salas,
Victoria Muñoz García y
Luisa Rodríguez de la Fuente
Saludos hermosas, vuestros claveles rojos traspasaron la muerte, y vuestros mensajes no han quedado en la tierra. Siguen volando y arrancando las vendas, de tanta actual agonía.
Salud camaradas.
nstein convoca a científicos e
intelectuales de los EE.UU. "por un fuerte contraataque" contra la
"gente en el poder en Washington que empuja sitemáticamente hacia la
guera preventiva". Y alerta sobre la posibilidad de una Guerrra Mundial
III, porque, de producirse, la cuarta guerra se libraría "con los palos
y piedras" (palabras que hoy recuperan patética vigencia).
Thomas Mann, el gran escritor alemán fugitivo del nazismo, advierte sobre los cambios operados desde 1938 en los EE.UU., donde "como intlectual, se vivía en armonía con el país y su régimen", y ahora se trabajaba "consistentemente y con una especie de torpe maquiavelismo en interés de todo lo que es "retrógrado y podrido". Habían pasado apenas tres años desde que el presidente Roosvelt dijera:
La tarea, amigos míos, es la paz. Más que un fin a esta guerra, un fin a los comienzos de todas las guerras; sí, un fin para siempre de este arreglo inútil, poco realista, de las diferencias de los gobiernos por medio de la matanza en masa.
Mann se pregunta: "¿Era esto subversión,, era eso comunista?". Y se responde a sí mismo: "Pues sí. La palabra paz puede colocarlo [a Roosvelt] en la lista negra del Procurador General, en caso en que no esté en ella todavía".
Si el fallecido FDR (Franklin Delano Roosevelt) estaba ya a salvo de citaciones, de hecho, dos de sus colaboradore del New Deal en la secretaría de Wallace, Abt y Pressman, eran catalogados como "comunistas de la quinta enmienda", al negarse a declarar contra sí mismos en los tribunales macartistas. Hubo una "purga" entre los maestros de Nueva York que se habían pronuncado solidarios con los maestros españoles "purgados" por la dictadura de Francisco Franco. En Seatle, tres profesores recibían telegramas de despidoo por criticar la nueva inquisisción norteamericana. En las Universidades de Temple y Cornell había catedrátios que "pensaban feo", y se ssospechaba que en Harvard y Chicago había profesores remisos a "colaborar". Eran deportados a sus países de origen los líderes obreros de izquierda nacidos fuera de los EE.UU. Los dirigentes gremiales que eran ciudadanos yanquis y de filiación comunista recibieron aprietes para renunciar a su partido y jurar fidelidad al país. Los que cedieron, serían encarcelados por perjurio. Porclamando lealtad proletaria hacia el capitalismo, el CIO creó sindicatos rivales que comenzaron a restareles agremiados a los sindicatos "herejes", porque había que "limpiar la casa de los trabajadores". Mientras la fábrica de consenso descripta por Chomsky creaba un clima sofocante de propaganda patriótica, el síndrome de paranoia pretendía justificar de cualquier manera la máquina de perseguir.
La iniciativa Einstein-Mann tuvo escaso lugar en los medios de prensa. A pesar de ello, el prestigio de los convocantes logró reunir a 550 científicos, escritores, estrellas de cine y teatro, artistas, arquitectos, educadores, músicos, doctores y otros profesionales. Todos ellos figuraban el Who is Who? ("el libro azul" de las personalidades más destacadas), y patrocinaron la Conferencia Cultural Científica por la Paz Mundial, realizada en marzo de 1949, cuando la sola presencia en el Waldorf Astoria -sede del encuentro- se convirtió en una señal de herjía. El gobierno negó visas a los participantes que venían de la Europa capitalista.
La Conferencia de Nueva York tuvo su correlato en otra realizada en París, con la asistencia de cuatro Pablos: Picasso y Neruda, Jean-Paul Sartre, Paul Robeson (quien al cabo del encuentro dijo que era "impensable" que los negros de los EE.UU. "fuésemos a la guerra para servir los intereses de los que nos han oprimido por generaciones enteras"). Además, estuvieron allí Görgy Lukács, Ilia Ehrenburg, entre los delegados de 60 países.
La industria béica que, de manera providencial, había sacado al New Deal de su marasmo, sería planificada para neutralizar las crisis que, cada tanto, hacen tambalear al sistema. El creador de la Teoría de la Relatividad se ve compelido a retornar a Europa. Thomas Mann advierte que "se acerca a algo peligrosamente cercano a un Estado policíaco", y se instala en Ginebra. A fines de 1948, unos 6 millones de estadounidenses trabajaban en la industria bélica, ella y el presupuesto militar de 1949 duplicaba el anterior. Ni hablar de la cohetería de la futura carrera espacial, y ni de la Star War de Ronald Reagan, porque están en la memoria más reciente. Ni de la parfernalia bélica destada en marzo de 2003, cuando se escriben estas páginas, contra Irak y victimizando a la humanidad toda."
Ana María Ramb: Periodista, Editora, Escritora.
(*) Extracto del capítulo "Eleanor Roosevelt. Entre Babs y la primera dama" del libro Pasión y Coraje 4. Tres mujeres en los fuegos, de Ediciones Desde la Gente, 2003
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Thomas Mann, el gran escritor alemán fugitivo del nazismo, advierte sobre los cambios operados desde 1938 en los EE.UU., donde "como intlectual, se vivía en armonía con el país y su régimen", y ahora se trabajaba "consistentemente y con una especie de torpe maquiavelismo en interés de todo lo que es "retrógrado y podrido". Habían pasado apenas tres años desde que el presidente Roosvelt dijera:
La tarea, amigos míos, es la paz. Más que un fin a esta guerra, un fin a los comienzos de todas las guerras; sí, un fin para siempre de este arreglo inútil, poco realista, de las diferencias de los gobiernos por medio de la matanza en masa.
Mann se pregunta: "¿Era esto subversión,, era eso comunista?". Y se responde a sí mismo: "Pues sí. La palabra paz puede colocarlo [a Roosvelt] en la lista negra del Procurador General, en caso en que no esté en ella todavía".
Si el fallecido FDR (Franklin Delano Roosevelt) estaba ya a salvo de citaciones, de hecho, dos de sus colaboradore del New Deal en la secretaría de Wallace, Abt y Pressman, eran catalogados como "comunistas de la quinta enmienda", al negarse a declarar contra sí mismos en los tribunales macartistas. Hubo una "purga" entre los maestros de Nueva York que se habían pronuncado solidarios con los maestros españoles "purgados" por la dictadura de Francisco Franco. En Seatle, tres profesores recibían telegramas de despidoo por criticar la nueva inquisisción norteamericana. En las Universidades de Temple y Cornell había catedrátios que "pensaban feo", y se ssospechaba que en Harvard y Chicago había profesores remisos a "colaborar". Eran deportados a sus países de origen los líderes obreros de izquierda nacidos fuera de los EE.UU. Los dirigentes gremiales que eran ciudadanos yanquis y de filiación comunista recibieron aprietes para renunciar a su partido y jurar fidelidad al país. Los que cedieron, serían encarcelados por perjurio. Porclamando lealtad proletaria hacia el capitalismo, el CIO creó sindicatos rivales que comenzaron a restareles agremiados a los sindicatos "herejes", porque había que "limpiar la casa de los trabajadores". Mientras la fábrica de consenso descripta por Chomsky creaba un clima sofocante de propaganda patriótica, el síndrome de paranoia pretendía justificar de cualquier manera la máquina de perseguir.
La iniciativa Einstein-Mann tuvo escaso lugar en los medios de prensa. A pesar de ello, el prestigio de los convocantes logró reunir a 550 científicos, escritores, estrellas de cine y teatro, artistas, arquitectos, educadores, músicos, doctores y otros profesionales. Todos ellos figuraban el Who is Who? ("el libro azul" de las personalidades más destacadas), y patrocinaron la Conferencia Cultural Científica por la Paz Mundial, realizada en marzo de 1949, cuando la sola presencia en el Waldorf Astoria -sede del encuentro- se convirtió en una señal de herjía. El gobierno negó visas a los participantes que venían de la Europa capitalista.
La Conferencia de Nueva York tuvo su correlato en otra realizada en París, con la asistencia de cuatro Pablos: Picasso y Neruda, Jean-Paul Sartre, Paul Robeson (quien al cabo del encuentro dijo que era "impensable" que los negros de los EE.UU. "fuésemos a la guerra para servir los intereses de los que nos han oprimido por generaciones enteras"). Además, estuvieron allí Görgy Lukács, Ilia Ehrenburg, entre los delegados de 60 países.
La industria béica que, de manera providencial, había sacado al New Deal de su marasmo, sería planificada para neutralizar las crisis que, cada tanto, hacen tambalear al sistema. El creador de la Teoría de la Relatividad se ve compelido a retornar a Europa. Thomas Mann advierte que "se acerca a algo peligrosamente cercano a un Estado policíaco", y se instala en Ginebra. A fines de 1948, unos 6 millones de estadounidenses trabajaban en la industria bélica, ella y el presupuesto militar de 1949 duplicaba el anterior. Ni hablar de la cohetería de la futura carrera espacial, y ni de la Star War de Ronald Reagan, porque están en la memoria más reciente. Ni de la parfernalia bélica destada en marzo de 2003, cuando se escriben estas páginas, contra Irak y victimizando a la humanidad toda."
Ana María Ramb: Periodista, Editora, Escritora.
(*) Extracto del capítulo "Eleanor Roosevelt. Entre Babs y la primera dama" del libro Pasión y Coraje 4. Tres mujeres en los fuegos, de Ediciones Desde la Gente, 2003
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abril de ese año, 1948, Albert Einstein convoca a científicos e
intelectuales de los EE.UU. "por un fuerte contraataque" contra la
"gente en el poder en Washington que empuja sitemáticamente hacia la
guera preventiva". Y alerta sobre la posibilidad de una Guerrra Mundial
III, porque, de producirse, la cuarta guerra se libraría "con los palos
y piedras" (palabras que hoy recuperan patética vigencia). - See more
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abril de ese año, 1948, Albert Einstein convoca a científicos e
intelectuales de los EE.UU. "por un fuerte contraataque" contra la
"gente en el poder en Washington que empuja sitemáticamente hacia la
guera preventiva". Y alerta sobre la posibilidad de una Guerrra Mundial
III, porque, de producirse, la cuarta guerra se libraría "con los palos
y piedras" (palabras que hoy recuperan patética vigencia).
Thomas Mann, el gran escritor alemán fugitivo del nazismo, advierte sobre los cambios operados desde 1938 en los EE.UU., donde "como intlectual, se vivía en armonía con el país y su régimen", y ahora se trabajaba "consistentemente y con una especie de torpe maquiavelismo en interés de todo lo que es "retrógrado y podrido". Habían pasado apenas tres años desde que el presidente Roosvelt dijera:
La tarea, amigos míos, es la paz. Más que un fin a esta guerra, un fin a los comienzos de todas las guerras; sí, un fin para siempre de este arreglo inútil, poco realista, de las diferencias de los gobiernos por medio de la matanza en masa.
Mann se pregunta: "¿Era esto subversión,, era eso comunista?". Y se responde a sí mismo: "Pues sí. La palabra paz puede colocarlo [a Roosvelt] en la lista negra del Procurador General, en caso en que no esté en ella todavía".
Si el fallecido FDR (Franklin Delano Roosevelt) estaba ya a salvo de citaciones, de hecho, dos de sus colaboradore del New Deal en la secretaría de Wallace, Abt y Pressman, eran catalogados como "comunistas de la quinta enmienda", al negarse a declarar contra sí mismos en los tribunales macartistas. Hubo una "purga" entre los maestros de Nueva York que se habían pronuncado solidarios con los maestros españoles "purgados" por la dictadura de Francisco Franco. En Seatle, tres profesores recibían telegramas de despidoo por criticar la nueva inquisisción norteamericana. En las Universidades de Temple y Cornell había catedrátios que "pensaban feo", y se ssospechaba que en Harvard y Chicago había profesores remisos a "colaborar". Eran deportados a sus países de origen los líderes obreros de izquierda nacidos fuera de los EE.UU. Los dirigentes gremiales que eran ciudadanos yanquis y de filiación comunista recibieron aprietes para renunciar a su partido y jurar fidelidad al país. Los que cedieron, serían encarcelados por perjurio. Porclamando lealtad proletaria hacia el capitalismo, el CIO creó sindicatos rivales que comenzaron a restareles agremiados a los sindicatos "herejes", porque había que "limpiar la casa de los trabajadores". Mientras la fábrica de consenso descripta por Chomsky creaba un clima sofocante de propaganda patriótica, el síndrome de paranoia pretendía justificar de cualquier manera la máquina de perseguir.
La iniciativa Einstein-Mann tuvo escaso lugar en los medios de prensa. A pesar de ello, el prestigio de los convocantes logró reunir a 550 científicos, escritores, estrellas de cine y teatro, artistas, arquitectos, educadores, músicos, doctores y otros profesionales. Todos ellos figuraban el Who is Who? ("el libro azul" de las personalidades más destacadas), y patrocinaron la Conferencia Cultural Científica por la Paz Mundial, realizada en marzo de 1949, cuando la sola presencia en el Waldorf Astoria -sede del encuentro- se convirtió en una señal de herjía. El gobierno negó visas a los participantes que venían de la Europa capitalista.
La Conferencia de Nueva York tuvo su correlato en otra realizada en París, con la asistencia de cuatro Pablos: Picasso y Neruda, Jean-Paul Sartre, Paul Robeson (quien al cabo del encuentro dijo que era "impensable" que los negros de los EE.UU. "fuésemos a la guerra para servir los intereses de los que nos han oprimido por generaciones enteras"). Además, estuvieron allí Görgy Lukács, Ilia Ehrenburg, entre los delegados de 60 países.
La industria béica que, de manera providencial, había sacado al New Deal de su marasmo, sería planificada para neutralizar las crisis que, cada tanto, hacen tambalear al sistema. El creador de la Teoría de la Relatividad se ve compelido a retornar a Europa. Thomas Mann advierte que "se acerca a algo peligrosamente cercano a un Estado policíaco", y se instala en Ginebra. A fines de 1948, unos 6 millones de estadounidenses trabajaban en la industria bélica, ella y el presupuesto militar de 1949 duplicaba el anterior. Ni hablar de la cohetería de la futura carrera espacial, y ni de la Star War de Ronald Reagan, porque están en la memoria más reciente. Ni de la parfernalia bélica destada en marzo de 2003, cuando se escriben estas páginas, contra Irak y victimizando a la humanidad toda."
Ana María Ramb: Periodista, Editora, Escritora.
(*) Extracto del capítulo "Eleanor Roosevelt. Entre Babs y la primera dama" del libro Pasión y Coraje 4. Tres mujeres en los fuegos, de Ediciones Desde la Gente, 2003
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Thomas Mann, el gran escritor alemán fugitivo del nazismo, advierte sobre los cambios operados desde 1938 en los EE.UU., donde "como intlectual, se vivía en armonía con el país y su régimen", y ahora se trabajaba "consistentemente y con una especie de torpe maquiavelismo en interés de todo lo que es "retrógrado y podrido". Habían pasado apenas tres años desde que el presidente Roosvelt dijera:
La tarea, amigos míos, es la paz. Más que un fin a esta guerra, un fin a los comienzos de todas las guerras; sí, un fin para siempre de este arreglo inútil, poco realista, de las diferencias de los gobiernos por medio de la matanza en masa.
Mann se pregunta: "¿Era esto subversión,, era eso comunista?". Y se responde a sí mismo: "Pues sí. La palabra paz puede colocarlo [a Roosvelt] en la lista negra del Procurador General, en caso en que no esté en ella todavía".
Si el fallecido FDR (Franklin Delano Roosevelt) estaba ya a salvo de citaciones, de hecho, dos de sus colaboradore del New Deal en la secretaría de Wallace, Abt y Pressman, eran catalogados como "comunistas de la quinta enmienda", al negarse a declarar contra sí mismos en los tribunales macartistas. Hubo una "purga" entre los maestros de Nueva York que se habían pronuncado solidarios con los maestros españoles "purgados" por la dictadura de Francisco Franco. En Seatle, tres profesores recibían telegramas de despidoo por criticar la nueva inquisisción norteamericana. En las Universidades de Temple y Cornell había catedrátios que "pensaban feo", y se ssospechaba que en Harvard y Chicago había profesores remisos a "colaborar". Eran deportados a sus países de origen los líderes obreros de izquierda nacidos fuera de los EE.UU. Los dirigentes gremiales que eran ciudadanos yanquis y de filiación comunista recibieron aprietes para renunciar a su partido y jurar fidelidad al país. Los que cedieron, serían encarcelados por perjurio. Porclamando lealtad proletaria hacia el capitalismo, el CIO creó sindicatos rivales que comenzaron a restareles agremiados a los sindicatos "herejes", porque había que "limpiar la casa de los trabajadores". Mientras la fábrica de consenso descripta por Chomsky creaba un clima sofocante de propaganda patriótica, el síndrome de paranoia pretendía justificar de cualquier manera la máquina de perseguir.
La iniciativa Einstein-Mann tuvo escaso lugar en los medios de prensa. A pesar de ello, el prestigio de los convocantes logró reunir a 550 científicos, escritores, estrellas de cine y teatro, artistas, arquitectos, educadores, músicos, doctores y otros profesionales. Todos ellos figuraban el Who is Who? ("el libro azul" de las personalidades más destacadas), y patrocinaron la Conferencia Cultural Científica por la Paz Mundial, realizada en marzo de 1949, cuando la sola presencia en el Waldorf Astoria -sede del encuentro- se convirtió en una señal de herjía. El gobierno negó visas a los participantes que venían de la Europa capitalista.
La Conferencia de Nueva York tuvo su correlato en otra realizada en París, con la asistencia de cuatro Pablos: Picasso y Neruda, Jean-Paul Sartre, Paul Robeson (quien al cabo del encuentro dijo que era "impensable" que los negros de los EE.UU. "fuésemos a la guerra para servir los intereses de los que nos han oprimido por generaciones enteras"). Además, estuvieron allí Görgy Lukács, Ilia Ehrenburg, entre los delegados de 60 países.
La industria béica que, de manera providencial, había sacado al New Deal de su marasmo, sería planificada para neutralizar las crisis que, cada tanto, hacen tambalear al sistema. El creador de la Teoría de la Relatividad se ve compelido a retornar a Europa. Thomas Mann advierte que "se acerca a algo peligrosamente cercano a un Estado policíaco", y se instala en Ginebra. A fines de 1948, unos 6 millones de estadounidenses trabajaban en la industria bélica, ella y el presupuesto militar de 1949 duplicaba el anterior. Ni hablar de la cohetería de la futura carrera espacial, y ni de la Star War de Ronald Reagan, porque están en la memoria más reciente. Ni de la parfernalia bélica destada en marzo de 2003, cuando se escriben estas páginas, contra Irak y victimizando a la humanidad toda."
Ana María Ramb: Periodista, Editora, Escritora.
(*) Extracto del capítulo "Eleanor Roosevelt. Entre Babs y la primera dama" del libro Pasión y Coraje 4. Tres mujeres en los fuegos, de Ediciones Desde la Gente, 2003
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abril de ese año, 1948, Albert Einstein convoca a científicos e
intelectuales de los EE.UU. "por un fuerte contraataque" contra la
"gente en el poder en Washington que empuja sitemáticamente hacia la
guera preventiva". Y alerta sobre la posibilidad de una Guerrra Mundial
III, porque, de producirse, la cuarta guerra se libraría "con los palos
y piedras" (palabras que hoy recuperan patética vigencia).
Thomas Mann, el gran escritor alemán fugitivo del nazismo, advierte sobre los cambios operados desde 1938 en los EE.UU., donde "como intlectual, se vivía en armonía con el país y su régimen", y ahora se trabajaba "consistentemente y con una especie de torpe maquiavelismo en interés de todo lo que es "retrógrado y podrido". Habían pasado apenas tres años desde que el presidente Roosvelt dijera:
La tarea, amigos míos, es la paz. Más que un fin a esta guerra, un fin a los comienzos de todas las guerras; sí, un fin para siempre de este arreglo inútil, poco realista, de las diferencias de los gobiernos por medio de la matanza en masa.
Mann se pregunta: "¿Era esto subversión,, era eso comunista?". Y se responde a sí mismo: "Pues sí. La palabra paz puede colocarlo [a Roosvelt] en la lista negra del Procurador General, en caso en que no esté en ella todavía".
Si el fallecido FDR (Franklin Delano Roosevelt) estaba ya a salvo de citaciones, de hecho, dos de sus colaboradore del New Deal en la secretaría de Wallace, Abt y Pressman, eran catalogados como "comunistas de la quinta enmienda", al negarse a declarar contra sí mismos en los tribunales macartistas. Hubo una "purga" entre los maestros de Nueva York que se habían pronuncado solidarios con los maestros españoles "purgados" por la dictadura de Francisco Franco. En Seatle, tres profesores recibían telegramas de despidoo por criticar la nueva inquisisción norteamericana. En las Universidades de Temple y Cornell había catedrátios que "pensaban feo", y se ssospechaba que en Harvard y Chicago había profesores remisos a "colaborar". Eran deportados a sus países de origen los líderes obreros de izquierda nacidos fuera de los EE.UU. Los dirigentes gremiales que eran ciudadanos yanquis y de filiación comunista recibieron aprietes para renunciar a su partido y jurar fidelidad al país. Los que cedieron, serían encarcelados por perjurio. Porclamando lealtad proletaria hacia el capitalismo, el CIO creó sindicatos rivales que comenzaron a restareles agremiados a los sindicatos "herejes", porque había que "limpiar la casa de los trabajadores". Mientras la fábrica de consenso descripta por Chomsky creaba un clima sofocante de propaganda patriótica, el síndrome de paranoia pretendía justificar de cualquier manera la máquina de perseguir.
La iniciativa Einstein-Mann tuvo escaso lugar en los medios de prensa. A pesar de ello, el prestigio de los convocantes logró reunir a 550 científicos, escritores, estrellas de cine y teatro, artistas, arquitectos, educadores, músicos, doctores y otros profesionales. Todos ellos figuraban el Who is Who? ("el libro azul" de las personalidades más destacadas), y patrocinaron la Conferencia Cultural Científica por la Paz Mundial, realizada en marzo de 1949, cuando la sola presencia en el Waldorf Astoria -sede del encuentro- se convirtió en una señal de herjía. El gobierno negó visas a los participantes que venían de la Europa capitalista.
La Conferencia de Nueva York tuvo su correlato en otra realizada en París, con la asistencia de cuatro Pablos: Picasso y Neruda, Jean-Paul Sartre, Paul Robeson (quien al cabo del encuentro dijo que era "impensable" que los negros de los EE.UU. "fuésemos a la guerra para servir los intereses de los que nos han oprimido por generaciones enteras"). Además, estuvieron allí Görgy Lukács, Ilia Ehrenburg, entre los delegados de 60 países.
La industria béica que, de manera providencial, había sacado al New Deal de su marasmo, sería planificada para neutralizar las crisis que, cada tanto, hacen tambalear al sistema. El creador de la Teoría de la Relatividad se ve compelido a retornar a Europa. Thomas Mann advierte que "se acerca a algo peligrosamente cercano a un Estado policíaco", y se instala en Ginebra. A fines de 1948, unos 6 millones de estadounidenses trabajaban en la industria bélica, ella y el presupuesto militar de 1949 duplicaba el anterior. Ni hablar de la cohetería de la futura carrera espacial, y ni de la Star War de Ronald Reagan, porque están en la memoria más reciente. Ni de la parfernalia bélica destada en marzo de 2003, cuando se escriben estas páginas, contra Irak y victimizando a la humanidad toda."
Ana María Ramb: Periodista, Editora, Escritora.
(*) Extracto del capítulo "Eleanor Roosevelt. Entre Babs y la primera dama" del libro Pasión y Coraje 4. Tres mujeres en los fuegos, de Ediciones Desde la Gente, 2003
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Thomas Mann, el gran escritor alemán fugitivo del nazismo, advierte sobre los cambios operados desde 1938 en los EE.UU., donde "como intlectual, se vivía en armonía con el país y su régimen", y ahora se trabajaba "consistentemente y con una especie de torpe maquiavelismo en interés de todo lo que es "retrógrado y podrido". Habían pasado apenas tres años desde que el presidente Roosvelt dijera:
La tarea, amigos míos, es la paz. Más que un fin a esta guerra, un fin a los comienzos de todas las guerras; sí, un fin para siempre de este arreglo inútil, poco realista, de las diferencias de los gobiernos por medio de la matanza en masa.
Mann se pregunta: "¿Era esto subversión,, era eso comunista?". Y se responde a sí mismo: "Pues sí. La palabra paz puede colocarlo [a Roosvelt] en la lista negra del Procurador General, en caso en que no esté en ella todavía".
Si el fallecido FDR (Franklin Delano Roosevelt) estaba ya a salvo de citaciones, de hecho, dos de sus colaboradore del New Deal en la secretaría de Wallace, Abt y Pressman, eran catalogados como "comunistas de la quinta enmienda", al negarse a declarar contra sí mismos en los tribunales macartistas. Hubo una "purga" entre los maestros de Nueva York que se habían pronuncado solidarios con los maestros españoles "purgados" por la dictadura de Francisco Franco. En Seatle, tres profesores recibían telegramas de despidoo por criticar la nueva inquisisción norteamericana. En las Universidades de Temple y Cornell había catedrátios que "pensaban feo", y se ssospechaba que en Harvard y Chicago había profesores remisos a "colaborar". Eran deportados a sus países de origen los líderes obreros de izquierda nacidos fuera de los EE.UU. Los dirigentes gremiales que eran ciudadanos yanquis y de filiación comunista recibieron aprietes para renunciar a su partido y jurar fidelidad al país. Los que cedieron, serían encarcelados por perjurio. Porclamando lealtad proletaria hacia el capitalismo, el CIO creó sindicatos rivales que comenzaron a restareles agremiados a los sindicatos "herejes", porque había que "limpiar la casa de los trabajadores". Mientras la fábrica de consenso descripta por Chomsky creaba un clima sofocante de propaganda patriótica, el síndrome de paranoia pretendía justificar de cualquier manera la máquina de perseguir.
La iniciativa Einstein-Mann tuvo escaso lugar en los medios de prensa. A pesar de ello, el prestigio de los convocantes logró reunir a 550 científicos, escritores, estrellas de cine y teatro, artistas, arquitectos, educadores, músicos, doctores y otros profesionales. Todos ellos figuraban el Who is Who? ("el libro azul" de las personalidades más destacadas), y patrocinaron la Conferencia Cultural Científica por la Paz Mundial, realizada en marzo de 1949, cuando la sola presencia en el Waldorf Astoria -sede del encuentro- se convirtió en una señal de herjía. El gobierno negó visas a los participantes que venían de la Europa capitalista.
La Conferencia de Nueva York tuvo su correlato en otra realizada en París, con la asistencia de cuatro Pablos: Picasso y Neruda, Jean-Paul Sartre, Paul Robeson (quien al cabo del encuentro dijo que era "impensable" que los negros de los EE.UU. "fuésemos a la guerra para servir los intereses de los que nos han oprimido por generaciones enteras"). Además, estuvieron allí Görgy Lukács, Ilia Ehrenburg, entre los delegados de 60 países.
La industria béica que, de manera providencial, había sacado al New Deal de su marasmo, sería planificada para neutralizar las crisis que, cada tanto, hacen tambalear al sistema. El creador de la Teoría de la Relatividad se ve compelido a retornar a Europa. Thomas Mann advierte que "se acerca a algo peligrosamente cercano a un Estado policíaco", y se instala en Ginebra. A fines de 1948, unos 6 millones de estadounidenses trabajaban en la industria bélica, ella y el presupuesto militar de 1949 duplicaba el anterior. Ni hablar de la cohetería de la futura carrera espacial, y ni de la Star War de Ronald Reagan, porque están en la memoria más reciente. Ni de la parfernalia bélica destada en marzo de 2003, cuando se escriben estas páginas, contra Irak y victimizando a la humanidad toda."
Ana María Ramb: Periodista, Editora, Escritora.
(*) Extracto del capítulo "Eleanor Roosevelt. Entre Babs y la primera dama" del libro Pasión y Coraje 4. Tres mujeres en los fuegos, de Ediciones Desde la Gente, 2003
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En
abril de ese año, 1948, Albert Einstein convoca a científicos e
intelectuales de los EE.UU. "por un fuerte contraataque" contra la
"gente en el poder en Washington que empuja sitemáticamente hacia la
guera preventiva". Y alerta sobre la posibilidad de una Guerrra Mundial
III, porque, de producirse, la cuarta guerra se libraría "con los palos
y piedras" (palabras que hoy recuperan patética vigencia).
Thomas Mann, el gran escritor alemán fugitivo del nazismo, advierte sobre los cambios operados desde 1938 en los EE.UU., donde "como intlectual, se vivía en armonía con el país y su régimen", y ahora se trabajaba "consistentemente y con una especie de torpe maquiavelismo en interés de todo lo que es "retrógrado y podrido". Habían pasado apenas tres años desde que el presidente Roosvelt dijera:
La tarea, amigos míos, es la paz. Más que un fin a esta guerra, un fin a los comienzos de todas las guerras; sí, un fin para siempre de este arreglo inútil, poco realista, de las diferencias de los gobiernos por medio de la matanza en masa.
Mann se pregunta: "¿Era esto subversión,, era eso comunista?". Y se responde a sí mismo: "Pues sí. La palabra paz puede colocarlo [a Roosvelt] en la lista negra del Procurador General, en caso en que no esté en ella todavía".
Si el fallecido FDR (Franklin Delano Roosevelt) estaba ya a salvo de citaciones, de hecho, dos de sus colaboradore del New Deal en la secretaría de Wallace, Abt y Pressman, eran catalogados como "comunistas de la quinta enmienda", al negarse a declarar contra sí mismos en los tribunales macartistas. Hubo una "purga" entre los maestros de Nueva York que se habían pronuncado solidarios con los maestros españoles "purgados" por la dictadura de Francisco Franco. En Seatle, tres profesores recibían telegramas de despidoo por criticar la nueva inquisisción norteamericana. En las Universidades de Temple y Cornell había catedrátios que "pensaban feo", y se ssospechaba que en Harvard y Chicago había profesores remisos a "colaborar". Eran deportados a sus países de origen los líderes obreros de izquierda nacidos fuera de los EE.UU. Los dirigentes gremiales que eran ciudadanos yanquis y de filiación comunista recibieron aprietes para renunciar a su partido y jurar fidelidad al país. Los que cedieron, serían encarcelados por perjurio. Porclamando lealtad proletaria hacia el capitalismo, el CIO creó sindicatos rivales que comenzaron a restareles agremiados a los sindicatos "herejes", porque había que "limpiar la casa de los trabajadores". Mientras la fábrica de consenso descripta por Chomsky creaba un clima sofocante de propaganda patriótica, el síndrome de paranoia pretendía justificar de cualquier manera la máquina de perseguir.
La iniciativa Einstein-Mann tuvo escaso lugar en los medios de prensa. A pesar de ello, el prestigio de los convocantes logró reunir a 550 científicos, escritores, estrellas de cine y teatro, artistas, arquitectos, educadores, músicos, doctores y otros profesionales. Todos ellos figuraban el Who is Who? ("el libro azul" de las personalidades más destacadas), y patrocinaron la Conferencia Cultural Científica por la Paz Mundial, realizada en marzo de 1949, cuando la sola presencia en el Waldorf Astoria -sede del encuentro- se convirtió en una señal de herjía. El gobierno negó visas a los participantes que venían de la Europa capitalista.
La Conferencia de Nueva York tuvo su correlato en otra realizada en París, con la asistencia de cuatro Pablos: Picasso y Neruda, Jean-Paul Sartre, Paul Robeson (quien al cabo del encuentro dijo que era "impensable" que los negros de los EE.UU. "fuésemos a la guerra para servir los intereses de los que nos han oprimido por generaciones enteras"). Además, estuvieron allí Görgy Lukács, Ilia Ehrenburg, entre los delegados de 60 países.
La industria béica que, de manera providencial, había sacado al New Deal de su marasmo, sería planificada para neutralizar las crisis que, cada tanto, hacen tambalear al sistema. El creador de la Teoría de la Relatividad se ve compelido a retornar a Europa. Thomas Mann advierte que "se acerca a algo peligrosamente cercano a un Estado policíaco", y se instala en Ginebra. A fines de 1948, unos 6 millones de estadounidenses trabajaban en la industria bélica, ella y el presupuesto militar de 1949 duplicaba el anterior. Ni hablar de la cohetería de la futura carrera espacial, y ni de la Star War de Ronald Reagan, porque están en la memoria más reciente. Ni de la parfernalia bélica destada en marzo de 2003, cuando se escriben estas páginas, contra Irak y victimizando a la humanidad toda."
Ana María Ramb: Periodista, Editora, Escritora.
(*) Extracto del capítulo "Eleanor Roosevelt. Entre Babs y la primera dama" del libro Pasión y Coraje 4. Tres mujeres en los fuegos, de Ediciones Desde la Gente, 2003
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Thomas Mann, el gran escritor alemán fugitivo del nazismo, advierte sobre los cambios operados desde 1938 en los EE.UU., donde "como intlectual, se vivía en armonía con el país y su régimen", y ahora se trabajaba "consistentemente y con una especie de torpe maquiavelismo en interés de todo lo que es "retrógrado y podrido". Habían pasado apenas tres años desde que el presidente Roosvelt dijera:
La tarea, amigos míos, es la paz. Más que un fin a esta guerra, un fin a los comienzos de todas las guerras; sí, un fin para siempre de este arreglo inútil, poco realista, de las diferencias de los gobiernos por medio de la matanza en masa.
Mann se pregunta: "¿Era esto subversión,, era eso comunista?". Y se responde a sí mismo: "Pues sí. La palabra paz puede colocarlo [a Roosvelt] en la lista negra del Procurador General, en caso en que no esté en ella todavía".
Si el fallecido FDR (Franklin Delano Roosevelt) estaba ya a salvo de citaciones, de hecho, dos de sus colaboradore del New Deal en la secretaría de Wallace, Abt y Pressman, eran catalogados como "comunistas de la quinta enmienda", al negarse a declarar contra sí mismos en los tribunales macartistas. Hubo una "purga" entre los maestros de Nueva York que se habían pronuncado solidarios con los maestros españoles "purgados" por la dictadura de Francisco Franco. En Seatle, tres profesores recibían telegramas de despidoo por criticar la nueva inquisisción norteamericana. En las Universidades de Temple y Cornell había catedrátios que "pensaban feo", y se ssospechaba que en Harvard y Chicago había profesores remisos a "colaborar". Eran deportados a sus países de origen los líderes obreros de izquierda nacidos fuera de los EE.UU. Los dirigentes gremiales que eran ciudadanos yanquis y de filiación comunista recibieron aprietes para renunciar a su partido y jurar fidelidad al país. Los que cedieron, serían encarcelados por perjurio. Porclamando lealtad proletaria hacia el capitalismo, el CIO creó sindicatos rivales que comenzaron a restareles agremiados a los sindicatos "herejes", porque había que "limpiar la casa de los trabajadores". Mientras la fábrica de consenso descripta por Chomsky creaba un clima sofocante de propaganda patriótica, el síndrome de paranoia pretendía justificar de cualquier manera la máquina de perseguir.
La iniciativa Einstein-Mann tuvo escaso lugar en los medios de prensa. A pesar de ello, el prestigio de los convocantes logró reunir a 550 científicos, escritores, estrellas de cine y teatro, artistas, arquitectos, educadores, músicos, doctores y otros profesionales. Todos ellos figuraban el Who is Who? ("el libro azul" de las personalidades más destacadas), y patrocinaron la Conferencia Cultural Científica por la Paz Mundial, realizada en marzo de 1949, cuando la sola presencia en el Waldorf Astoria -sede del encuentro- se convirtió en una señal de herjía. El gobierno negó visas a los participantes que venían de la Europa capitalista.
La Conferencia de Nueva York tuvo su correlato en otra realizada en París, con la asistencia de cuatro Pablos: Picasso y Neruda, Jean-Paul Sartre, Paul Robeson (quien al cabo del encuentro dijo que era "impensable" que los negros de los EE.UU. "fuésemos a la guerra para servir los intereses de los que nos han oprimido por generaciones enteras"). Además, estuvieron allí Görgy Lukács, Ilia Ehrenburg, entre los delegados de 60 países.
La industria béica que, de manera providencial, había sacado al New Deal de su marasmo, sería planificada para neutralizar las crisis que, cada tanto, hacen tambalear al sistema. El creador de la Teoría de la Relatividad se ve compelido a retornar a Europa. Thomas Mann advierte que "se acerca a algo peligrosamente cercano a un Estado policíaco", y se instala en Ginebra. A fines de 1948, unos 6 millones de estadounidenses trabajaban en la industria bélica, ella y el presupuesto militar de 1949 duplicaba el anterior. Ni hablar de la cohetería de la futura carrera espacial, y ni de la Star War de Ronald Reagan, porque están en la memoria más reciente. Ni de la parfernalia bélica destada en marzo de 2003, cuando se escriben estas páginas, contra Irak y victimizando a la humanidad toda."
Ana María Ramb: Periodista, Editora, Escritora.
(*) Extracto del capítulo "Eleanor Roosevelt. Entre Babs y la primera dama" del libro Pasión y Coraje 4. Tres mujeres en los fuegos, de Ediciones Desde la Gente, 2003
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