Ilegalización en Corea del Sur del principal partido opositor, el PPU, fuerza política de izquierdas cercana a los comunistas: ¡solidaridad!
Presentada como un modelo de capitalismo del siglo XXI, Corea del Sur nos muestra sobre todo la imagen de lo que podría ser un capitalismo autoritario en el siglo XXI. La ilegalización del principal partido opositor de izquierdas es el último indicio inquietante de ello.
La noticia no es una sorpresa para los que siguen la actualidad coreana. No obstante, supone una ruptura en la práctica autoritaria del poder surcoreano. Una vuelta hacia atrás que nos retrotrae a los tiempos de la dictadura de Syngman Rhee (1948-60) y de Park Chung-Hee (1963-1979).
Una deriva autoritaria: la hija del dictador, tras los pasos de su padre
Los partidos de izquierdas, los sindicatos, los militantes en defensa de los derechos humanos denunciaban en 2012 la llegada a la presidencia de Park Geun-Hye, que mezclaría liberalismo económico, nacionalismo anticomunista (pero pro-americano) y autoritarismo político. Una “dama de hierro” made in Corea.
Los opositores a esta deriva autoritaria del régimen surcoreano subrayaban que Park Geun-Hye también era la hija del dictador Park Chung-Hee. El presidente más longevo, que impuso un régimen brutal, encarcelando a estudiantes y obreros, y reprimiendo brutalmente a toda oposición.
Park Geun-Hee había hecho aprobar en 1972 una nueva Constitución que le otorgaba –en nombre del “estado de emergencia” frente a la amenaza comunista– plenos poderes, restringiendo las libertades fundamentales, ¡todo ello sancionado por un referéndum amañado, con un 93% de síes¡
Visiblemente, su hija ha mantenido la viva herencia de su padre. Desde hace dos años, multiplica los ataques por la vía judicial contra la oposición de izquierdas y el movimiento sindical. Esta vez, se ha cruzado una línea roja, con la ilegalización del principal partido opositor, el Partido Progresista Unificado (PPU).
Hay que recordar que la Ley de Seguridad Nacional de 1948 aún está en vigor. En nombre de la lucha contra el comunismo, permite al Estado surcoreano reprimir las actividades anti-Estado que ponen en peligro la seguridad nacional (art.1), siendo grupos anti-Estado aquellos que alteran el orden nacional (art.2), previendo la pena de muerte o penas superiores a dos años (art. 3 y 4), incluyendo aquellos que constituyen grupos políticos que tengan esta intención (art. 7).
De hecho, desde hace 65 años, la Ley de Seguridad Nacional sirve de pretexto para la represión de todo movimiento de oposición, sindical o político, y la ilegalización del movimiento comunista, pese a su flexibilización en los años 90. 2014 supone el fin del “deshielo” democrático.
El Partido Progresista, un molesto partido de masas
El Partido Progresista Unificado (PPU) agrupa a fuerzas unidas en un combate común por una democracia social, la paz, la independencia frente a los Estados Unidos. Une a muchas fuerzas, desde patriotas de izquierda a progresistas socialdemócratas, desde militantes sindicales hasta comunistas.
Pese a este difícil clima, el PPU había llegado a protagonizar –como el Partido Comunista de Japón– la oposición a las derivas autoritarias de un régimen, estructuralmente ligado a los intereses de los grandes monopolios surcoreanos (los chaebol) y del imperialismo norteamericano.
Con sus 100.000 militantes, el PPU era una fuerza ineludible de la sociedad, aunque minoritaria en el parlamento, pero que se apoyaba mucho en el poder de los sindicatos combativos. No obstante, había logrado obtener 13 asientos en las elecciones de 2012, superando la barrera del 10%.
¿Quién cree en el complot comunista desbaratado por los servicios secretos?
Este 18 de diciembre de 2014, la Corte constitucional reconoció por 8 votos contra 1 que el PPU amenazaba el “orden democrático de la República de Corea”. El cargo imputado era: llamamiento a la insurrección para tratar de instaurar el comunismo como en Corea del Norte.
La Corte constitucional retomaba los alegatos de los servicios secretos que hacían referencia a un encuentro secreto que se habría producido en mayo de 2013, organizado por Lee Seok-ki, diputado del partido, con 130 responsables del PPU.
Este encuentro habría preparado las líneas maestras de un complot para-comunista, con el objetivo de tomar el poder legalmente de aquí a 2017 (sic), preparando un plan clandestino de lucha armada en caso de guerra con Corea del Norte, y de guerrilla contra las infraestructuras del país, insistiendo en los ciberataques contra la red internet surcoreana.
Una reunión que sería la prueba de una organización secreta en el seno del PPU –la Organización Revolucionaria–, que se habría fijado como objetivo el derrocamiento violento del régimen surcoreano y la preparación de una guerrilla en Corea del Sur.
Este dossier aberrante montado por los servicios secretos surcoreanos (Servicio Nacional de Inteligencia – SNI), cargado contra el PPU, ha dejado escépticos a los observadores. Se conoce demasiado bien el pasado del SNI, experto en manipulación de hechos montados de toda pieza para fines políticos.
Un pasado muy reciente, puesto que en 2012 el SNI inundó la red así como las redes sociales con artículos favorables a la candidata de derecha Park Cheung-Hee, con artículos difamatorios y calumniadores sobre sus oponentes.
Según los analistas políticos, esta campaña mediática pudo haber hecho la diferencia en un escrutinio presidencial que finalmente se decidió por un 51-49%. Cosa que corroboró la investigación de la policía metropolitana de Seúl.
La investigación, bloqueada en un primer momento, reveló la existencia durante el año 2013 de una manipulación masiva a través de internet, pero no ha conducido a persecuciones concretas contra el SNI. Y es en este momento que apareció el escándalo del supuesto “complot comunista”. Divina sorpresa.
El parlamentario del PPU, Lee Seok-ki, fue arrestado en septiembre de 2013, juzgado en febrero y condenado a 12 años de cárcel. Tres otros altos responsables del PPU fueron condenados a penas que van de 4 a 7 años, acusados de “alta traición” contra el Estado surcoreano.
Dos años de ataques contra toda oposición, contra el movimiento social
El ataque legal contra el PPU ha culminado con su ilegalización el 18 de diciembre. Una prohibición que para la presidenta del PPU, Lee Jung-Hee, significa que “la democracia está muerta hoy en Corea del Sur”, la Corte constitucional “abre la vía al totalitarismo”.
El patrimonio mobiliario e inmobiliario del partido será embargado. Unas elecciones en abril de 2015, deberían ser anticipadas para redistribuir los 13 asientos dejados vacantes por el partido de izquierda.
Esta medida autoritaria marca el fin de un periodo de intensas luchas sociales contra los todopoderosos monopolios privados, la privatización de los monopolios públicos, y a nivel global la recuperación en manos autoritarias del país por parte de la hija del ilustre dictador surcoreano.
En diciembre de 2013, varias semanas de huelga de los trabajadores ferroviarios surcoreanos contra la privatización de la empresa KORAIL fueron culminadas por una huelga general masiva, hace ya un año.
Y desde septiembre, es el sector automóvil quien conoce movilizaciones inéditas, que afectan a Kia, Hyundai y también Renault.
El gobierno ya ha elegido la solución autoritaria para romper la poderosa confederación de lucha, –que tiene lazos privilegiados con el PPU– que es la KCTU (Confederación de sindicatos coreanos), con sus 700.000 miembros.
El sindicato de los enseñantes (KTU) está ilegalizado desde diciembre de 2013, el de los empleados de la función pública (KEGU) desde 2009, y finalmente el ataque contra los sindicatos ferroviarios y metalúrgicos (incluyendo el sector automóvil) augura una ilegalización del movimiento sindical de clase.
Mientras que nuestros medios de comunicación ponen el grito en el cielo por supuestos ciberataques norcoreanos contra Sony, –que haría del Estado socialista el país más avanzado en cuanto a tecnología puntera, un honor tal vez ligeramente exagerado– nadie puede decir nada sobre el peligro que supone la re-militarización japonesa, y la deriva autoritaria inquietante en Corea del Sur.
Expresemos claramente nuestra solidaridad con nuestros camaradas coreanos, rompamos el muro del silencio mediático: ¡no a la ilegalización del Partido Progresista Unificado en nombre del anticomunismo!
Manda huevos que se quejen los comunistas de que prohíban su partido.
ResponderEliminarTendríais que estar encantados, si es lo que hacen los vuestros en Cuba, China, Corea del Norte o lo que hacían en el estado que da nombre a este blog.
Es muy habitual entre determinado tipo de cínicos quejarse de que otros hagan lo mismo que han hecho ellos.