28 de octubre de 2011

A los hechos, por su nombre, no hay más solución que el Socialismo.


Por Nestor Guadaño

Estas reflexiones parten de la certeza. Son hechos que a lo largo de mi vida, he constatado y que hay que mencionarlo muchas veces, a nosotros mismos, a nuestros allegados, por escrito. Son hechos palpables.


Hechos.

La hipocresía es la forma fundamental de relación social de la burguesía. El gobierno instalado en el Estado, sea del partido parlamentario que sea “elegido” tras cuatro años, defiende la Dictadura del Imperialismo. Sus retrógradas declaraciones tienen un único objetivo ocultar la explotación descarada de los trabajadores. Temen pues, que la conciencia colectiva de la población recupere un concepto comunista fundamental: La Igualdad.

Estos imperialistas, hijos de la Revolución Francesa, han creado un Estado que defiende sus intereses de clase: quien más posee, más impone su poder. Por su sed de beneficios, aupan a los gobiernos que les entregan la propiedad de los servicios básicos sociales (sanidad, educación, carreteras, transportes, el agua, etc.) De esta forma se constituye una sociedad paralela, la de los opresores y su sistema de castas bien estructuradas, compradas y mantenidas, que subyuga a toda la población, y el 90 % de los trabajadores oprimidos que viven en la sociedad real.

Analizando esta democracia capitalista de los ricos, contemplamos restricciones evidentes: en el derecho al sufragio universal (excluyendo a gran parte de los inmigrantes), no todos pueden participar. En el derecho a concurrir en las elecciones, con la última imposición en “la ley electoral”, no todos se pueden presentar, es necesario firmas avalando. En el derecho de reunión y manifestación, en la vía pública los participantes son vigilados por los fieles defensores del régimen, la policía, y es denegado metódicamente el acceso a los edificios públicos. En el derecho de información, hay un exclusivo y hasta “terrorista” control y organización capitalista de la prensa y medios de comunicación.

A la sociedad paralela de los privilegiados, estas exclusiones son insignificantes, porque no han sufrido la penuria y la carrera de fondo, porque llegue el sueldo a fin de mes. Enjaulados en esta vida cotidiana de rutinas para la mayoría de la población, es impensable su participación en la sociedad. Son el espectáculo, los monos del zoo. Todas estas restricciones les eliminan de la participación política, auténtica. Porque no participan de su “democracia”.

La empresa privada, es quien crea el empleo, ahora lo “descrea”. Su función es omnipresente. Es una araña que se extiende por encima de los intereses principales de la población. Las declaraciones de los publicistas imponen su avasallamiento. El poder así establecido atropella los derechos de los trabajadores, requisa mediante tributos cuanta mayor cantidad se pueda de todos los habitantes. Todo el aparato opresivo tiene como objetivo el robo de las horas de trabajo del proletariado.

Inmediatamente surge otra pregunta ¿Por qué este espanto? ¿Porqué esta ofensiva contra los trabajadores? Crisis, violencia, guerras, leyes punitivas, coacciones. El imperialismo empieza a dar signos de asfixia, su sistema económico capitalista ha fracasado y no tiene futuro, sino es mediante el terrorismo, la fe religiosa y la ignorancia de los oprimidos.

Subyugados, no queremos tantas cargas, tanto despilfarro, tanto borracho de riquezas, queremos que acabe el circo de dos carpas elegidas cada cuatro años. Millones de obreras y obreros cada día, humillados, tenemos que aceptar trabajar la mayor parte del día para que el patrono disfrute de nuestro sudor, a cambio de migajas. Este mísero sueldo, está cercado por la mordaza del silencio, llamado desempleo. A nuestra ira se le llama rebeldía. Si, hasta luchar por lo justo, es perseguido. Juntarse para defender otra sociedad, es de locos. Reclamar compartir las decisiones sobre los frutos del esfuerzo, es delito. Así, nuestra vida se va extinguiendo ante el espejo matutino, y nos convierte, a los jóvenes en marionetas del ocio, y a los padres en ancianos.

La ignorancia es otra terrible y pesada cadena de hierro que fija al proletario a la dictadura del trabajo asalariado. La casta de los obreros, se debe reproducir. Para los estúpidos mercachifles de la información, nos “insinúan” que puedes ser rico. Hazte patrón. Que la explotación, que sufrimos, es porque queremos. Pero la realidad, es que en esta “ruleta rusa” de los nuevos patrones, pocos sobreviven.

La aberración es tal, que cuanta más información tiene cada trabajador, más desinformado está. Han logrado que sus miedos, sus llagas ulcerosas de Internet, cerquen a quien participa del juego. Logran levantarles un bosque virtual de seres que no ven, comparten opiniones que se autoescuxan, logrando esos policías del tedio, su fin: la pérdida de la memoria, para que nada se mueva, todo corra sin meta, rular es alcanzar a aquél, sin saber donde va.

La memoria es peligrosa cuando se convierte en duda, no es práctica cuando pone en cuestión esta información del pasado, unidireccional. La duda nace cuando los cuentos son esperpentos. Cuando lo que nos han contado es mentira, o con aseveraciones interesadas para lograr una sociedad de corrupción generalizada.


El papel del revisionismo

Reflexionemos un poco: en ningún país del mundo el socialismo ha sido derrotado por el capitalismo, sino todo lo contrario. Las masas han ganado todas las guerras que han emprendido contra sus opresores porque son invencibles. Sólo hay una cosa para la cual se ha demostrado que las masas no están preparadas: la traición desde sus propias filas, la puñalada por la espalda de todos aquellos que se proclaman como sus mejores defensores, de los que se llenan la boca de frases marxista-leninistas aprendidas de memoria.

Lenin estableció aquella frase paradójica tan olvidada: "un partido comunista se fortalece depurándose." La contrarrevolución impide que los problemas se solucionen (ahora y luego) de manera pacífica. Siempre ha sido así y, lamentablemente, seguirá siendo en el futuro.

La caída de la Comuna de París de 1871, fue una dura derrota de la clase obrera mundial. Aunque Marx y Engels no se desmolarizaron por ello, sacaron importantes experiencias. Marx escribió hace 150 años, en el Dieciocho Brumario de Luis Bonarparte: “…las revoluciones proletarias…, se critican constantemente a sí mismas, sobre lo que parecía terminado, para comenzarlo de nuevo desde el principio, se burlan concienzuda y cruelmente de las indecisiones, de los lados fijos y de la mezquindad de sus primeros intentos, parece que sólo derriban a su adversario para que éste saque de la tierra nuevas fuerzas y vuelva a levantarse más gigantesco frente a ellas, retroceden constantemente aterradas ante la vaga enormidad de sus propios fines", sin las cueles la Revolución de Octubre hubiera sido imposible. No existe derrota, ni descalabro revolucionario que no se pueda convertir en una victoria. Esa es también la lección que Lenin extrajo de la Revolución Rusa de 1905, también fracasada.

Esa es la clave que para nosotros tenemos que extraer del hundimiento de los países socialistas (que no hay que confundir con el proceso de construcción del socialismo). Hay quien cree que el socialismo es un modo de producción, un punto de llegada cuando, en realidad, el socialismo no es más que una fase de transición hacia el verdadero punto de destino, que es la abolición de las clases, de la lucha de clases y, por tanto, de todos los Estados, de la violencia y de toda forma de poder y de opresión de un hombre sobre otro: el comunismo.


¿Por qué el socialismo es tan peligroso?

Cuando había un Partido Comunista Revolucionario que constituía una nueva sociedad, la vida cambió. Cuando hubo socialismo, la fe religiosa estaba escondida, la mayoría de la población no dejaba a la suerte su futuro: lo construía. La clase obrera compartía las decisiones de la producción, entre todos, en igualdad se arrimaba el hombro. Se buscaba que los trabajadores tuviesen más tiempo para sí, para sus hijos, para su enriquecimiento cultural, para su ciudad, para su Estado. Era la decisión de la mayoría de los oprimidos sobre la minoría de los desquiciados especuladores, llamados burgueses.

Todas las lacras actuales, fueron abolidas. La producción privada si no se erradica es como un virus que se reproduce. Esa es la enseñanza de nuestros padres, de los luchadores contra el fascismo, de los bolcheviques antiimperialistas. Luchar contra la opresión de los mercados, creada por la oligarquía financiera.

La respuesta a la pregunta es sencilla: Porque el socialismo resolvió los problemas principales de las masas explotadas. No dejaron que la revolución socialista resolviera la mayoría de los problemas. La burguesía con su latiguillo imperialista cercó las ideas de emancipación de clase. Produjo y reprodujo extorsiones, guerras, matanzas, miseria…

De ahí viene el espanto, porque han visto que a la actual sociedad el socialismo es la única alternativa, y a la hiedra imperialista le quedan pocos años de vida, si los oprimidos recuperan su partido de vanguardia. Por ello la omnímoda opresión imperialista. Sus tentáculos abarcan todo el planeta, y no pueden dejar que cualquier persona, grupo o país, ponga en duda su poder.


La solución es el socialismo

Y debemos sentirnos orgullosos que somos los proletarios, la clase destinada a expulsar a la burguesía y sus acólitos de esta inmunda sociedad.

Partiendo de esta democracia capitalista, su desarrollo será progresivamente siendo más restrictiva, con menor participación de la población. Sus crisis es el preámbulo de la caída de los burgueses, es inevitable. Millones y millones de personas a lo largo de la Historia hemos cometido "el horrendo crimen de enfrentarnos al omnipresente poder económico de los poderosos", y "el imperdonable crimen de poner al ser humano por encima de los beneficios económicos".

La lucha de clases se irá recrudeciendo, la formación de potentes y combativos Partidos Comunistas esta en ciernes. La clase obrera, esa impotente masa, encontrará la senda de lucha por el socialismo, será como una tromba que romperá los diques de la propiedad privada de los medios de producción, y edificará una sociedad de millones de trabajadores, solucionando los problemas que reciban de las cloacas en que se han convertido los Estados Imperialistas.

Aunque la burguesía diga lo contrario, los comunistas somos partidarios de resolver todos los problemas de la revolución de forma pacífica. He disfrutado y me he estremecido al conocer y trabajar con hombres y mujeres que han cometido el descomunal crimen de ser perseguidos, torturados y encarcelados por luchar por la libertad, la democracia y la justicia social. Pero, parece tonto decirlo, hablar de la revolución es sólo hablar de la mitad de la cuestión; la otra mitad es la contrarrevolución. Una revolución desata una feroz contrarrevolución y desde hace siglos los burgueses son maestros en el arte de la mentira, el engaño, la manipulación, la infiltración y el enfrentamiento. Si sabemos que esto lo hacen ahora, cuando tienen todo el poder en sus manos, ¿qué no harán cuando se vean privados de él? Lo harán todo: sacarán a los tanques, lanzarán misiles con cabezas radiactivas y no les importará organizar una carnicería de enormes dimensiones para salirse con la suya. El socialismo es una etapa de transición que requiere un tiempo para su edificación durante el cual actúan fuerzas, de muy distinta naturaleza. Unas empujan hacia adelante y otras empujan hacia atrás.

Tenemos que hacer comprender al proletariado que si no se rompe total y absolutamente con el capitalismo y cada una de sus lacras, si las contradicciones de todo tipo que el socialismo engendra no se solucionan correctamente, si la revolución se adormece, los problemas se irán acumulando hasta hacerse insolubles. “El desarrollo progresivo, es decir, el desarrollo hacia el comunismo, pasa por la dictadura del proletariado, y sólo puede ser así, ya que no hay otra fuerza ni otro camino para romper la resistencia de los explotadores capitalistas”. (1)

La confianza en mi clase no es utopía, que se lo digan a Lenin. La humanidad no puede aguantar más en el mundo por la barbarie imperialista. Cueste lo que cueste, caiga quien caiga, el socialismo se realizará. Se acabarán con las relaciones de producción imperialistas. Los trabajadores serán dueños de su vida. Se construirá de nuevo la URSS, aunque sea con otro nombre, al igual que en Europa se convertirán nuevas Alemania, Francia, España, Italia, Grecia, etc., proletarias. Habrá una unión fraternal de países del mundo que extinguirán las fronteras. La ciencia, el ser humano, el trabajo, se pondrá al servicio del bienestar social. La propiedad privada será inconcebible.

Es el futuro, no hay otra salida. De la experiencia del pasado, de los errores de los países que se llamaron socialistas, también nos servirá de lección. De los triunfos y avances sociales también. Será la palanca más formidable para continuar y lanzarse a continuar la obra de los comunistas por alcanzar el Socialismo. Ahora pues, la tarea más inmediata, el desafío más urgente, es la creación de un potente Partido Comunista. Este es nuestro papel, nuestro destino. Es imprescindible.


Notas:

1.- V.L. Lenin, El Estado y la Revolución, Ed. Ariel, pag 129

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