3 de octubre de 2010

Las Brigadas Internacionales: llegaron un 13 de Octubre y... en nuestros corazones para siempre se quedaron

Por Oleg K.

“Cuando pasen los años y las heridas de la guerra hayan cicatrizado, cuando la oscura memoria de los tristes y sangrientos días se convierta en un presente de libertad, amor y bienestar; cuando los sentimientos de odio hayan desaparecido y cuando todos los españoles sientan el orgullo de una patria libre, entonces hablad a vuestros hijos. Habladles de las Brigadas Internacionales. Contadles cómo, llegando a través de mares y montañas, atravesando fronteras erizadas de bayonetas, estos hombres llegaron a nuestra patria como cruzados de la libertad... Hoy se marchan, pero muchos de ellos, miles de ellos, se quedan aquí con la tierra de España como mortaja y todos los españoles los recuerdan con el más profundo sentimiento”.

Dolores Ibárrubi, “Discurso de despedida de las Brigadas Internacionales”


Para la mayoría de la población trabajadora, la gesta de las Brigadas Internacionales es un recuerdo, cosas del pasado. Pero un 13 de Octubre de 1936, el internacionalismo proletario gestó un hito en la historia de la humanidad. Llegaron a España en respuesta del llamamiento de solidaridad realizado por la Internacional Comunista. Prácticamente todos ellos sintieron que defender a la República elegida democráticamente años antes, era la barricada de combate para luchar contra el fascismo de Hitler y Mussolini.

De todos los rincones del mundo llegaron a Albacete (sede de la 1ª Brigada), los primeros quinientos eran obreros, campesinos, estudiantes, enfermeras, médicos, maestros, demócratas, revolucionarios, con una mayoría de comunistas. Muy pocos eran militares, contradiciendo las falacias mentiras burguesas (aún hoy en día divulgadas), dejaron atrás lo más querido, su familia, posición, futuro; desafían cualquier impedimento y arrastran tremendos peligros para llegar a España. Se destacan por su valentía y entrega a la causa, con las armas en la mano, pugnan por parar la barbarie, que las llamadas “democracias europeas” consentían que hubiese un golpe de estado fascista, y no ayudasen al pueblo español. En esencia las repúblicas burguesas, temían que la República de Trabajadores en España, fuera desviándose de los postulados burgueses y el pueblo siguiera la senda del socialismo.

Datos publicados en EE UU realizados por la Brigada Lincoln y el historiador Andreu Castell, llegaron a participar un total de 59.380 brigadistas extranjeros, de los cuales murieron alrededor de 15.000. Al mismo tiempo los internacionales no llegaron a 20.000 combatientes internacionales en el frente en cada periodo de la guerra.

En cuanto a nacionalidades, la francesa fue la más numerosa con 10.000 miembros (Andreu Castells la eleva hasta 15.000). Después iban en número alemanes y austriacos con más o menos 5.000 militantes, algunos ya vivían en España, pero la mayoría estaban exiliados en París y Bruselas. También sobresalieron exiliados antifascistas italianos con cerca de 4.000 luchadores. Y así de hasta 53 países del mundo; 2.500 británicos, 2.000 estadounidenses y más de mil latinoamericanos. Pero hubo un importante aporte de contingentes mexicanos, abisinios, polacos, albaneses, checoeslovacos, húngaros, búlgaros, suecos, suizos, holandeses, cubanos y rumanos. También de nacionalidades difíciles de llegar como chinos, indios, árabes, sudafricanos o inclusive judíos, estos últimos, con un aporte de luchadores muy conscientes de que el combate contra Franco era una embestida contra el antisemitismo que se estaba instalando en muchos países de la “civilizada Europa”, y su participación fue considerable, ya que llegaron como compañías judías completas, como la Unidad Judía Botwin (anteriormente denominada 2ª Compañía del Batallón Palafox). Además la unidad de los internacionalistas con el pueblo español, se acrecentó cuando la mitad o más de la mitad eran españoles. Este dato, tampoco es comentado por los historiadores burgueses, ya que las Brigadas Internacionales, se destacaron como núcleos de conciencia y de choque en las batallas más importantes que hubo en la guerra, hasta su marcha.

Importancia de su aportación internacionalista

En el atardecer del 8 de noviembre de 1936, la 11ª Brigada ocupó sus posiciones en el frente, los batallones “Edgar André” y “Comuna de París” en la Casa de Campo, el “Dombrowsky”, junto al Quinto Regimiento, mandado por Líster, en Villaverde.

Más tarde, la 12ª Brigada llega el 13 de noviembre. Entre ambas suman 3.500 hombres y mujeres (entre estas últimas asistentes, traductores y consejeras). La moral de los resistentes madrileños se vio acrecentada con la llegada de “los rusos”, como se los llamaba. Julián Zugazagoitia, que dirigía en Madrid “El Socialista” y que vivió aquellos días, los vio así en su metódico libro “Guerra y vicisitudes de los españoles”: “Llegaban de todos los pueblos de Europa y eran... Eran los internacionales de Kleber, de Lukacs...: Polacos, alemanes, franceses, austríacos, checos, experimentados de la guerra europea, y disciplinados con moral de victoria. Rebeldes expulsados de su patria, trabajadores sin nacionalidad oficial, hombres con un pasado lleno de dolor y con un porvenir incierto. Cabezas firmes y brazos robustos, corazones sin miedo y ánimos tiesos. Tres mil quinientos fusiles. Se desparramaron por la Casa de Campo y por la Ciudad Universitaria. La guerra los acogió con toda su pirotecnia mortal... No se inmutaron, habían venido a Madrid justamente a eso: a hacerse matar defendiéndolo. De la capital sólo sabían una cosa: que los necesitaba”.

Fernando Valera, el diputado republicano que era entonces subsecretario de Comunicaciones, en la noche del 8 de noviembre proclamó por la radio: “Aquí, en Madrid, se encuentra la frontera universal que separa la libertad de la esclavitud. Aquí, en Madrid, se enfrentan en una gran lucha dos civilizaciones incompatibles: el amor contra el odio, la paz contra la guerra, la fraternidad de Cristo contra la tiranía de la Iglesia … Esto es Madrid. Está luchando por España, por la humanidad, por la justicia, y, con su manto de sangre, cubre a todos los seres humanos. ¡Madrid! ¡Madrid!”.

El aporte de las Brigadas Internacionales en las divisiones republicanas fue extremadamente sutil y beneficioso, tanto emocionalmente como culturalmente. Es esa conciencia, esa disciplina comunista, la que galvanizó un ejército de tipo burgués (como pretendía ser el ejército republicano) en un ejército con ideología de clase, en la que los comisarios, implantados poco a poco, desarrollaron una labor semejante al Ejército Rojo Soviético en la Revolución de Octubre. “El miliciano aprendía. Adquiría hábitos de soldado. Cada internacional, sin darse cuenta, se convirtió en un maestro. Como los discípulos eran agudos, el aprendizaje fue rápido. A esos maestros movía Kleber con una precisión mecánica, mediante órdenes concisas, tajantes, que mandaba por los enlaces a los jefes de grupo y se cumplían sin la menor vacilación. Órdenes escritas a lápiz, firmadas con su inicial, que circulaban nerviosamente, levantando temperatura y fiebre en quienes las recibían. Órdenes escritas en medio del combate, sin una vacilación, de un solo trazo seguro. “Resista. K” “Avance sobre su izquierda. K”. “Firme en su puesto. K”. (Julián Zugazagoitia: “Guerra y vicisitudes de los españoles”)

El 19 de noviembre Buenaventura Durruti fue mortalmente herido junto a la cárcel Modelo, a dos pasos de donde hoy está la Junta Municipal de Moncloa. En el Clínico se luchó piso a piso dentro del edificio. Una compañía de polacos del batallón Dombrovsky resistió en la Casa de Velázquez hasta la extenuación. “En la Casa de Velázquez, se había instalado una compañía de internacionales polacos. Su jefe recibió, cuando más recia era la arremetida de los rebeldes, una orden de Kleber: “Resista. K”. Sus hombres iban cayendo muertos o heridos. El fuego les entraba por la derecha y por la izquierda. Los fusileros que les quedaban seguían disparando sin preguntar nada, sin apartar los ojos del adversario. El capitán diría, el capitán sabría. El capitán, tieso ante una ventana, hacía fuego con su fusil. Era, entre todos, el único que no preservaba su cuerpo. Y como si estuviera defendido por un poder sobrenatural, las balas lo respetaban. Los heridos le miraban con ojos incrédulos, conteniendo los lamentos, dejándose desangrar. Después de cinco horas, llegó el relevo. De la compañía sólo quedaban en pie seis hombres y el capitán”. (Julián Zugazagoitia: “Guerra y vicisitudes de los españoles”)

Hoy es difícil llegar a la juventud y traer este cuadro fresco de libertad y determinación. La contribución de las Brigadas Internacionales a la conciencia de todos los trabajadores, la importancia del internacionalismo, no solamente en los escritos sino en la práctica, en la lucha contra las prácticas excluyentes dentro del proletariado, ejemplifican con su labor de hermanamiento, que rompa de una vez las fronteras, y solamente se busque la identidad la lucha conjunta del proletariado.

Pero en España, además, el Partido Comunista es un ejemplo de entrega y disciplina en la lucha contra el fascismo. Gracias a esta cualidad, las diferentes culturas, nacionalidades, idiomas, etc., no son obstáculos para que los internacionales fraternicen con sus compañeros de armas. Combaten todos juntos, hombro con hombro contra el fascismo, dejando a un lado sus simpatías políticas, sabiendo que la unidad contra el enemigo es lo más importante. Publican periódicos, dan charlas a los campesinos, crean colectividades de ayuda a su entorno, se preocupan por los problemas de los obreros, etc. Este glorioso episodio, vivo, de la solidaridad internacional que prevalece entre los comunistas, entre los revolucionarios que entregaron su vida por la causa de España, es y será un hito en el camino de toda la humanidad, por su emancipación de la explotación del hombre por el hombre.

El Pacto de Munich tiene una clara significación; una alianza de Francia, Inglaterra, Italia y Alemania contra la Unión Soviética, desde luego, también contra España. Ante esa hostilidad, y en un tremendo esfuerzo para lograr la neutralidad anglo-francesa, desligándose de toda vinculación internacional que no fuera de las potencias occidentales, el gobierno de la República Española opta por poner fin a la presencia de las Brigadas Internacionales.

Hoy cuando en las retinas de nuestros ojos contemplamos la despedida de los queridos internacionalistas desfilando por las calles de Barcelona rumbo a la frontera, cuando vemos las lágrimas de despedida de Juan Modesto (coronel de los ejércitos donde estaban encuadrados), nos queda un sentimiento de pertenencia a un mundo distinto al actual. Donde la libertad, la solidaridad, aunque no tengan recompensa, compensa; donde las ideas comunistas y de liberación aunque no tengan defensores, defiende la vida y la creación.

Por su recuerdo, otros comprometidos escritores dejaron su huella y su corazón con ellos:

"Fué la experiencia más importante de mi vida, y ha seguido siéndolo siempre, y jamás me he arrepentido de ello ni por un instante"

(Alvah Bessie veterano del Batallón Abraham Lincoln, en "La guerra apasionada de Peter Wyden")

“Venís desde muy lejos...Mas esta lejanía,/ ¿Qué es para vuestra sangre, que canta sin fronteras?/ La necesaria muerte os nombra cada día,/ no importa en qué ciudades, campos o carreteras./ De este país, del otro, del grande, del pequeño, del que apenas si/ al mapa da un color desvaído/ con las mismas raíces que tiene un mismo sueño/ sencillamente anónimos y hablando habéis venido./ No conocéis siquiera el color de los muros/ que vuestro infranqueable compromiso amuralla./ La tierra que os entierra la defendéis, seguros, / a tiros con la muerte vestida de batalla./ Quedad, que así lo quieren los árboles, los llanos,/ las mínimas partículas de la luz que se reanima/ un solo sentimiento que al mar sacude. /!Hermanos!/ Madrid con vuestro nombre se agranda y se ilumina.”

(Rafael Alberti)

"Fue en España donde los hombres aprendieron que es posible tener razón y, aún así, sufrir la derrota; que la fuerza puede vencer al espíritu, y que hay momentos en que el coraje no tiene recompensa.

Esto es, sin duda, lo que explica por qué tantos hombres en el mundo consideran el drama español como una tragedia personal"

Albert Camus

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