Por Esteban Zúñiga
Se cumplen hoy 140 años del fallecimiento del filósofo, economista y político revolucionario alemán KARL MARX.
Un hombre que desde su militancia política supo esquematizar y condensar las enseñanzas necesarias para la lucha política -tanto la teórica como la práctica revolucionaria- contra la clase capitalista.
De entre los muchos significantes sobre la figura de Karl Marx, os dejo la definición que el poeta soviético Vladimir Maiakovski haría de él dentro de su extensísimo poema dedicado a la figura de Lenin:
"¡Marx!
Ante nosotros aparece
enmarcado en sus canas.
¡Qué distante
es su vida
de cómo nos la ofrecen modelada!
La gente ve,
empotrado en mármol
a escayola
a un frío anciano.
Y, sin embargo,
cuando por el sendero revolucionario
los obreros daban su corto
paso primero,
¡qué hogar,
qué fuego gigantesco
hizo Marx
de su corazón y de su pensamiento!
Era,
como si en cada fábrica
estuviera a pie firme,
y en todos
los trabajos
de callos se cubriera,
a cuantos
de la plusvalía se apropiaban
los cogió
con las manos en la masa.
Allí donde temblaban
tímidos cuerpecillos,
sin atreverse
a levantar la vista
más alto
que el beneficiado bolsista.
Marx
condujo
a la guerra implacable
de clases
contra el becerro
de oro,
que ya era fuerte toro.
Nos parecía
que a los remansos del comunismo
solamente
nos podrían
llevar
las olas
del azar.
Pero Marx
las leyes
de la historia descubrió,
puso al proletariado
en el timón.
Los libros de Marx
no son pruebas de imprenta,
no son columnas
de cifras secas."
VLADIMIR MAIAKOVSKI.
Fragmento de su poema "Vladimir Ilich Lenin".
Un extensísimo poema épico escrito en los años 1923 y 1924. Fueron apareciendo los primeros fragmentos para octubre de 1924 en muchos periódicos soviéticos, y como una edición separada en febrero de 1925 por la editorial Gosizdat de Leningrado.
Sólo, abatido, con la mente ya debilitada y los pulmones seriamente afectados por una bronquitis y la pleuresía, KARL MARX moriría o se dejaría morir el 14 de marzo de 1883, en Londres (Reino Unido). Tenía 64 años y había muerto como un apátrida, sumido en la pobreza y perseguido por gran parte de la sociedad burguesa. Pero sus ideas y sus lecciones siguen estando de gran actualidad, en un mundo y un sistema totalizador que sumerge a miles de millones de personas en la esclavitud, la miseria y la explotación.
Marx en 1882
Un terrible golpe para la clase obrera y, sobre todo, por su cercanía para Friedrich Engels, siempre unido a Karl Marx en una amistad conmovedora y una camaradería combatiente. Al día siguiente del fallecimiento de Karl Marx enviaría una carta a Adolphe Sorge en la que le comunicaba que:
"... la humanidad ha perdido a un hombre, el hombre más grande de los tiempos modernos":
"(...) Todos los hechos que ocurren por necesidad natural traen consigo, por terribles que sean, su propio consuelo. Así fue en este caso. La pericia de los médicos podría haberle dado algunos años más de existencia vegetativa, la vida de un ser impotente, agonizante -para la victoria del arte médico- no súbitamente sino pulgada a pulgada.
Pero nuestro Marx no lo hubiera podido soportar. Vivir con todas sus obras incompletas ante su vista, martirizado por el deseo de terminarlas sin poder hacerlo, había sido mil veces más amargo que la suave muerte que le sobrevino.
Citando a Epicuro, solía decir que "la muerte no es una desgracia para el que se va, son para el que queda". Y ve a ese poderoso genio postrado como un despojo físico para gloria de la medicina y escarnio de los filisteos, a quienes tan a menudo había puesto en vereda en la plenitud de sus fuerzas, no, es mejor, mil veces mejor que haya ocurrido así, mil veces mejor que dentro de dos días lo llevamos a la tumba donde reposa su mujer. Y después de todo lo que había ocurrido, acerca de lo cual los médicos no saben tanto como yo, en mi opinión no había otra alternativa.
Sea como fuere, la humanidad tiene una cabeza menos, y la cabeza grandiosa de nuestro tiempo.
El movimiento proletario prosigue, pero se ha ido su figura central, a la que franceses, rusos, americanos y alemanes recurrían espontáneamente, en los momentos críticos, para recibir siempre ese consejo claro e incontestable que sólo podían dar el genio y una perfecta comprensión de la situación.
Luminarias locales y las mentalidades inferiores, sin hablar de los farsantes, tendrán ahora camino libre.
La victoria final es segura, pero los caminos tortuosos, los errores pasajeros y locales -cosas todas que aún ahora son tan inevitables- serán más corrientes que nunca. Pues bien, tendremos que ocuparnos nosotros. ¿Para qué estamos sino es para eso?
Y todavía no estamos cerca de perder el valor."
(Londres, 15 de marzo de 1883. Fragmento de la carta de Friedrich Engels enviada a Adolphe Sorge, al día siguiente del fallecimiento de Karl Marx).
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