En este segundo capítulo se analiza el proceso de deterioro de
las relaciones de Albania con la URSS (del Partido del Trabajo de
Albania con el PCUS), hasta la ruptura de relaciones en 1961.
II
PROCESO DE DETERIORO DE LAS RELACIONES CON LA URSS (1956-1961)
En febrero de 1956 se celebra el XX Congreso del PCUS. Previamente,
desde la muerte de Stalin en 1953, tuvo lugar un período de preparación
enmarcado en una indudable lucha de líneas dentro del partido. Hubo toda
una modificación de los acuerdos del XIX Congreso del Partido:
reducción a la mitad de los miembros del Presidium, modificaciones en
los acuerdos y los objetivos de la planificación económica,… La lucha
dentro del Partido llevó al arresto y fusilamiento de Beria y sus
seguidores, a la dimisión de Malenkov como jefe del gobierno y a la
consolidación de las posiciones políticas e ideológicas de Jruschov.
El XX Congreso tuvo una enorme trascendencia tanto en el interior de
la URSS, como en los partidos comunistas de todo el mundo y, también, en
la lucha revolucionaria mundial. En el Informe principal se sitúan unas
bases de modificación de la política del PCUS y de todo el movimiento
comunista internacional, que rompen con la línea revolucionaria
mantenida por los comunistas y revisan concepciones ideológicas del
marxismo-leninismo: se revisa la concepción revolucionaria de la
coexistencia pacífica transformándola en una teoría del equilibrio al
estilo bujarinista y, consecuencia de esta premisa, se pone en primer
plano la ‘vía pacífica’ al socialismo que convierte en inocua la lucha
de la clase obrera consciente y a los partidos comunistas. Con buen
criterio, se debe definir esta política como revisionista de derecha.
Por otro lado, el llamado ‘Informe secreto’, según sus creadores, un
informe para luchar contra el ‘culto a la personalidad’ y contra el
‘dogmatismo stalinista’, lo que hace realmente es revisar completamente
la historia de la lucha de clases revolucionaria en la Unión Soviética y
de su desarrollo socialista a base de tergiversaciones y mentiras sobre
Stalin[1],
en realidad, tergiversaciones sobre el Partido Bolchevique destinadas a
transformar la política marxista-leninista en política revisionista.
El ‘golpe’ dado por Jruschov en el XX Congreso no acabó con la lucha
dentro del PCUS ni tampoco en el movimiento comunista internacional,
pero provocó la división de este último. En un primer momento, condujo a
los cambios de política de los partidos comunistas, la condena de lo
que llamaban ‘stalinismo’, la condena de muchos dirigentes de diversos
partidos, la rehabilitación de Yugoslavia con su ‘vía nacional’, el
‘policentrismo’ que posteriormente condujo al eurocomunismo,… En
definitiva, fueron los primeros pasos de la vía revisionista, que en un
largo proceso, provocó la caída del socialismo en la mayoría de los
países a finales de los años ’80 del siglo XX.
La resistencia internacional, dentro de los países socialistas, la
protagonizaron el Partido Comunista de China y el Partido del Trabajo de
Albania. Con diversos procesos, comprendieron la deriva revisionista y
ayudaron a muchos comunistas del mundo a entender la misma. El Partido
del Trabajo de Albania, hasta llegar a desarrollar la crítica a las
nuevas posiciones del PCUS, tuvo que pasar por un proceso: desde el
apoyo a las posiciones del XX Congreso hasta la crítica general, pasando
por un período de crítica que se explicaba en la lucha concreta que
estaba librando el PTA contra las posiciones de los yugoslavos. En este
proceso muy probablemente tuvo que ver el conocimiento de las críticas
de los comunistas chinos. En este capítulo veremos este proceso de
entendimiento del significado revisionista de la nueva línea a través de
la crítica que hacen en diferentes fases de las posiciones soviéticas.
EL XX Congreso del PCUS (1956)
Podemos situar un primer período, dentro de las posiciones del PTA en
relación a las posturas emanadas del XX Congreso del PCUS, que puede
definirse como de acuerdo con las nuevas posiciones, tanto sobre el tema
del ‘culto a la personalidad’, como de la cuestión de la coexistencia
pacífica y el apoyo a las decisiones del PCUS como líder del movimiento
comunista internacional. Así podemos ver como los comunistas albaneses
condenan el ‘culto a la personalidad’ de Stalin, el cual se situó “por
encima del Partido y del pueblo” y causó un gran daño al socialismo.
“El PCUS condenó con razón el culto a la personalidad generado hacia
J. V. Stalin durante los últimos años de su vida; culto que causó un
gran daño a la Unión Soviética […]. Debería decirse que Stalin, tras
conseguir que el Partido Comunista de la Unión Soviética y el pueblo
soviético obtuviesen grandes victorias que llevaron al triunfo del
socialismo, se comenzó a situar por encima del Partido y del pueblo,
abandonando así a las masas y siendo esto un error que fue muy costoso
para el pueblo soviético y el socialismo”[2].
De todas formas, valoran la ‘cuestión Stalin’ de una manera distinta a
como lo expuso Jruschov en su ‘Informe secreto’. Los comunistas
albaneses dividen el período de Stalin en dos fases, la segunda de ellas
es la crítica, en la cual se situó por encima de todo, “abandonando a
las masas”. Pero esto sucedió, según dicen, tras conseguir el “triunfo
del socialismo”, o sea, valoran una primera fase de la vida de Stalin
como de entrega al socialismo (cosa que no hace Jruschov). Aunque en
seguida se desmarcan de todo el remolino que se está formando por los
cambios en la URSS diciendo que no es cosa de los comunistas albaneses,
sino un problema de la URSS, como vemos en la siguiente cita:
“Nosotros estimamos, por ejemplo, que hemos dicho al Partido y al
pueblo todo lo que debían saber sobre la cuestión Stalin y seguiremos
diciéndolo. En cuanto a la manera como se han desarrollado los
acontecimientos en la URSS y sus consecuencias, éstas son cuestiones que
interesan exclusivamente al Partido Comunista de la Unión Soviética y
al pueblo soviético y no a nosotros”[3].
En estos momentos, los comunistas albaneses todavía se mantienen de
acuerdo con la política de coexistencia pacífica tal como se planeaba en
el XX Congreso del PCUS que aparentemente reducía la tensión
internacional y podría acabar con las guerras.
“El III Congreso de nuestro Partido se reúne en un momento en que,
gracias a la política pacífica de la Unión Soviética y de los demás
países del campo socialista, gracias al poderoso movimiento de los
pueblos contra la guerra y en defensa de la paz, la guerra ha cesado en
esos países y se vislumbra una reducción de la tensión internacional”[4].
Y alababa esta política, en términos y argumentos muy parecidos a los expuestos por Jruschov[5].
“La política leninista de paz y de amistad entre los pueblos, la
política de coexistencia pacífica seguida con perseverancia por los
países del campo socialista, corresponde a los intereses vitales de
todos los pueblos. Ha encontrado el apoyo de los Estados y de las
fuerzas amantes de la paz, contra la guerra. Ha ejercido una influencia
decisiva en la lucha de los pueblos por la paz, contra la guerra, contra
la carrera armamentística, contra los bloques militares agresivos,
contra la política belicista de los imperialistas, por el desarme, por
la seguridad colectiva y por la cooperación internacional”[6].
Incluso, se muestran convencidos que la URSS apoya a los pueblos
independientes en la lucha por el socialismo, opinión que después de la
ruptura con los soviéticos se convertirá en la contraria: “La
resistencia de los pueblos independientes afro-asiáticos al imperialismo
cuenta con el respaldo de la Unión Soviética, de China y de todos los
países del campo socialista […]”[7].
Lo único particular de esta declaración es la mención que hace de China
como nombre propio, ya a principios de 1957, detrás de la Unión
Soviética, que probablemente es síntoma de su peso dentro del movimiento
comunista internacional, aunque no sabemos si los comunistas albaneses
empezaban a conocer las críticas de los chinos al XX Congreso del PCUS.
Los acontecimientos en Polonia y el intento contrarrevolucionario de
Hungría, en octubre-noviembre de 1956, causó gran preocupación en el
PTA, criticando estos acontecimientos como una ofensiva del
imperialismo, con el apoyo de los revisionistas, contra el socialismo
como consecuencia del XX Congreso; criticando la actitud conciliadora de
la dirección soviética hacia las direcciones de los partidos húngaro y
polaco; y criticando, a su vez, y principalmente, la actitud
conciliadora de los soviéticos hacia Yugoslavia que lo situaban como
participante en los complots como agente del imperialismo en Europa del
Este. De todas formas, a pesar de las quejas, el PTA llega a la
conclusión acertada de proclamar la intervención en Hungría del Pacto de
Varsovia como un acto de internacionalismo proletario:
“Respondiendo al llamamiento del Gobierno de los obreros y campesinos
húngaros. La Unión Soviética ayudó al pueblo húngaro a aniquilar a sus
enemigos, a salvar su libertad, su independencia, el poder popular y el
socialismo. Apoyando al pueblo húngaro en su lucha contra los enemigos
imperialistas y los enemigos del interior, la Unión Soviética cumplió un
noble deber internacionalista e hizo al mismo tiempo un inapreciable
servicio a la causa del socialismo, a todo el movimiento comunista
internacional”[8].
A mediados de 1957 los comunistas albaneses todavía estaban
convencidos de lo acertadas de las posiciones del XX Congreso pues las
había confirmado “la vida misma”, apoyando la expulsión del ‘grupo
antipartido’. Según el PTA, la política definida en el XX Congreso era
marxista-leninista, al menos la política interna, la internacional y la
económica, conservando la “genuinidad”[9] marxista-leninista.
“Cuando el grupo antipartido[10]
fue expulsado del Partido soviético a finales de junio, el Partido
albanés apoyó con presteza esta acción de Jruschov y sus secuaces. El 4
de julio se adoptó una resolución del Comité Central albanés, que
condenaba la actitud fraccional del grupo Malenkov-Kaganovich-Molotov y
expresaba su total solidaridad con el PCUS y su decisión. Un comentario
albanés en julio afirmaba que ‘la vida misma ha confirmado, sin duda
alguna, la genuinidad y la prudencia de la política marxista-leninista
definida en el XX Congreso del PCUS, tanto en torno al desarrollo futuro
de las fuerzas productivas de la URSS como sobre la situación
internacional’”[11].
En esta época, sabemos que el PTA tenía discrepancias con los
soviéticos en la valoración sobre Stalin, en las consecuencias
internacionales del ‘Informe secreto’ (ataque imperialista contra el
socialismo, vías nacionales al socialismo, manifestaciones
‘antisoviéticas’ de dirigentes comunistas como Togliatti o Gomulka,…) y
en la conciliación con el revisionismo yugoslavo. Pero, en general, se
alineaba con la política soviética, no relacionaba aún el modelo de
coexistencia pacífica de Jruschov, la primacía de la vía pacífica, los
cambios económicos en la URSS, la eliminación del ‘grupo antipartido’,
etc., con las consecuencias, ni tampoco el ‘ataque a Stalin’ como un
ataque al marxismo-leninismo, o sea, no veía aún la esencia de los
fenómenos: la línea revisionista del PCUS.
Los desacuerdos se acentúan por la cuestión yugoslava
Como decíamos, la crítica de los comunistas albaneses se centra en
las consecuencias del XX Congreso y, principalmente, en la conciliación y
concesiones a los revisionistas yugoslavos. Como decíamos más arriba,
la URSS de Jruschov derogó arbitrariamente las resoluciones del
Kominform sobre Yugoslavia, pidió disculpas a Tito en Belgrado y
reestableció las relaciones. Estos hechos no gustaron nada a los
comunistas albaneses que protestaron ante ellos, menos aún después de la
visita de Tito a Moscú en junio de 1956, donde se ampliaron las
relaciones económicas e internacionales entre los dos países. El PTA
nunca estuvo de acuerdo con este restablecimiento de relaciones. Ellos
se habían mantenido fieles en todo momento al movimiento comunista
internacional y a la URSS como su principal baluarte; habían luchado en
primera línea contra el revisionismo yugoslavo; cambió de posición en
las relaciones con Yugoslavia de acuerdo con la Kominform; acusaban a
los yugoslavos de inmiscuirse continuamente en los asuntos internos de
Albania y el PTA, queriendo hacer de Albania una colonia; de preparar
complots contra su dirección y su línea política; y, además, estaba
sobre la mesa el asunto del tratamiento represivo hacia los albaneses
que vivían en Yugoslavia.
La conciliación y las concesiones por parte de la URSS hacia
Yugoslavia, minusvaloraba las posiciones mantenidas por el PTA, que se
vio obligado a restablecer las relaciones diplomáticas, aunque no lo
hizo con las relaciones entre los partidos. Los acontecimientos de
Polonia y Hungría, generan nuevos argumentos para afianzar las
posiciones albanesas e intentar girar de nuevo la política hacia
Yugoslavia a la mantenida tras las resoluciones del Kominform. En
noviembre de 1956, Hoxha hace una primera dura crítica al PCUS pero sólo
en relación a su actitud “oportunista” en el tema de las concesiones a
Yugoslavia, sobre todo después de haber comprobado sus acciones y
declaraciones sobre los hechos de Polonia y sobre la intervención
militar en Hungría.
“…soy de la opinión de que no debemos hacer concesiones del género de
las que intenta hacer la dirección del PCUS, porque suponen una actitud
acentuadamente oportunista. A mi parecer, en esta grave situación
vienen desempeñando un papel extremadamente importante las intrigas
titoístas cuyo objetivo es crear conflictos entre nuestros dos partidos y
entre los demás partidos comunistas y obreros que defienden el
marxismo-leninismo […].
“Este esclarecimiento[12]
es igualmente necesario por el hecho de que debemos exponer
abiertamente nuestras opiniones a la dirección del PCUS, como lo hicimos
para demostrar nuestro desacuerdo por el viaje que Jruschov hizo a
Yugoslavia y con la apreciación que hizo de Tito. Hemos manifestado
nuestros puntos de vista y los hemos transmitido al CC del PCUS, por eso
podemos reiterarlos también ahora. Pero en la práctica debemos tener en
cuenta que yendo a la Unión Soviética podremos encontrarnos frente a
cosas sobre las cuales no podremos hacer ninguna concesión de
principios. Puede ser incluso que las cosas lleguen a un punto en que
nos veamos obligados a decir a la dirección soviética: ’Ustedes se
equivocan, nos oponemos a las concesiones que hacen’. Esto se producirá
si los camaradas soviéticos, y de ello hay una probabilidad entre mil,
no se dan cuenta de las concesiones que han hecho y no rectifican su
posición […]. “Independientemente de que no estamos de acuerdo con la
Unión Soviética, debemos criticar a la dirección soviética afirmando que
no compartimos sus actitudes oportunistas en la cuestión yugoslava
[…]”.
Hoxha advierte que la actuación de Yugoslavia está destinada a
dividir al movimiento comunista internacional, se basa en las
declaraciones en contra de la intervención militar del Pacto de Varsovia
en Hungría, acusando a la URSS de colonialista, también en los acuerdos
con la dirección polaca que planteaba una vía nacional al socialismo y,
por ejemplo, en el acogimiento de Imre Nagy[13]
en la embajada yugoslava en Budapest. Hoxha le echaba la culpa a
Yugoslavia de generar inestabilidad en los países socialistas y no
perdona a la URSS que, a pesar de los acontecimientos en Hungría,
siguiese manteniendo relaciones con Yugoslavia. El texto sigue en el
plano crítico-acusatorio:
“…la lucha contra el titoísmo es una de las cuestiones de principios
más importantes. El titoísmo debe ser desenmascarado. Respecto a ello,
la actitud de los camaradas soviéticos después del XX Congreso es de tal
naturaleza que tiende a subestimar el peligro del titoísmo, a no
apreciarlo en su justo valor. Se cubre con tupido velo la ideología
titoísta, su actividad de espionaje y sus intrigas. Se nos dice que es
sólo cuestión de táctica (¡ojalá lo sea!), pero incluso considerándola
como táctica nos parece sospechosa y errónea. Nuestro Partido no ha
actuado así, se atiene siempre a los principios del marxismo-leninismo,
estamos por la amistad con Yugoslavia, pero no por ello violaremos los
principios.
“Los camaradas soviéticos han subestimado no solamente el peligro
titoísta, sino también la justa actitud de nuestro Partido […]. Pero, al
parecer, han considerado nuestros puntos de vista y nuestras actitudes
como pequeñas cuestiones locales […]”.
Aquí la crítica ya se plantea en el plano ideológico, contraponiendo
el marxismo-leninismo con el ‘titoísmo’, siendo una cuestión de
principios la lucha contra el revisionismo. Es lo que podemos entender
de la crítica. Pero resulta un poco problemático comprender a qué se
refiere exactamente con la referencia a la violación de los principios
porque no sabemos si se refiere a las relaciones con Yugoslavia, a la
táctica (con la que están en desacuerdo), a las concesiones o a la lucha
ideológica, pues habría que valorarlos de manera distinta y de manera
dialéctica según las diversas interrelaciones. Si se está de acuerdo con
las relaciones con Yugoslavia y, a la vez, se está en contra de la
táctica, cuando parece ser que en ese momento la táctica soviética eran
las relaciones con Yugoslavia, debería explicarse en qué se violan los
principios del marxismo-leninismo.
“Tomemos la cuestión del llamado culto a la personalidad de Stalin.
El imperialismo se aprovechó de ello y comenzó a desarrollar una
terrible actividad para denigrar a la Unión Soviética y a todo nuestro
campo. El imperialismo es el principal organizador de la lucha contra la
Unión Soviética en relación con el ‘culto a la personalidad de Stalin’,
pero somos de la opinión de que Tito es el brazo derecho y tiende a
destruir el campo socialista.
“Puede ser que los camaradas soviéticos revisen su actitud hacia
Tito, esto es lo que deseamos, pero la situación creada por los
titoístas se ha embrollado de tal manera que los soviéticos ahora no
saben cómo salir de este enredo. No podemos concebir que viejos
camaradas bolcheviques observen una actitud oportunista hacia los
titoístas”[14].
Todo parece indicar que los comunistas albaneses consideran a los
yugoslavos como agentes del imperialismo y que trabajan para “destruir
el campo socialista”, por tanto, creen que los soviéticos no pueden
tener una actitud complaciente con ellos. Teniendo esto en cuenta, se
podría hablar de mantener una política errónea, incluso, si se quiere,
peligrosa, pero no tiene por qué ser violadora de los principios del
marxismo-leninismo (ideas fundamentales del marxismo-leninismo). Más
adelante hablaremos sobre la cuestión de los principios[15].
Lo que está claro es que los comunistas albaneses empezaban a ver los
peligros del revisionismo ‘titoísta’ amparados por su propia experiencia
‘nacional’.
Durante los meses posteriores a la contrarrevolución en Hungría, se
produjo una escalada de la lucha ideológica a nivel internacional. Los
imperialistas acusaban a la Unión Soviética de querer colonizar al resto
de los países socialistas y llamaban a estos a independizarse de los
soviéticos. Yugoslavia, aunque continuaba con las relaciones con los
países socialistas, también utilizaba los mismos argumentos que los
imperialistas, así lo expresaban los soviéticos, “Bulganin sostenía que
los dirigentes yugoslavos ‘no diferían de los imperialistas en su
valoración de los sucesos húngaros’”[16].
Los dirigentes albaneses, después de su visita a Moscú, donde
presentaron sus quejas y preocupaciones, defendieron de manera justa a
la Unión Soviética y al socialismo de los ataques imperialistas y
revisionistas, pero hasta tal punto que no valoraron acertadamente
entonces la lucha de líneas que se producía en la Unión Soviética y
apoyaron a Jruschov frente al llamado ‘grupo antipartido’, como ya
dijimos más arriba.
El documento que más nos interesa en este sentido es el Informe
presentado por Hoxha al III Pleno del CC del PTA, en el cual realiza
esta defensa de la Unión Soviética y los países socialistas, poniendo el
XX Congreso como lanzadera de la ofensiva imperialista y revisionista, o
sea, insinuando que en ese Congreso algo no había sido correcto.
“Después del XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética,
las fuerzas reaccionarias, los elementos derechistas y oportunistas
bajo las consignas demagógicas de la lucha contra el ‘culto de Stalin’ y
el ‘burocratismo’, por la ‘democratización del sistema socialista’, por
‘una nueva vía polaca’, por ‘la igualdad’, por ‘la no injerencia en sus
propios asuntos internos’, por ‘la soberanía y la independencia en lo
que respecta a la Unión Soviética’ y otras, desataron una feroz ofensiva
para denigrar a la Unión Soviética, al Partido Obrero Unificado Polaco y
al poder popular en Polonia”[17]. Reclama la “… consolidación de nuestro campo con la Unión Soviética al frente”[18]
“Después del XX Congreso, cuando los imperialistas y todos los
enemigos del socialismo intentaron sacar provecho de las críticas
formuladas contra Stalin para lanzar ataques contra el
marxismo-leninismo y los partidos comunistas…”[19].
Reclama, “El papel dirigente de la Unión Soviética en todo el
movimiento comunista está determinado por condiciones históricas”[20].
Todas esas calificaciones entrecomilladas son las que proclamaban los
revisionistas de las ‘vías nacionales’ como Gomulka y Cyrankievicz en
Polonia, Nagy en Hungría, Tito y Popovich en Yugoslavia o Togliatti en
Italia, las cuales repetían los imperialistas para dividir el movimiento
comunista internacional.
“Los imperialistas y los revisionistas del marxismo-leninismo han
desencadenado una desenfrenada campaña de calumnias contra los vínculos
de los países socialistas y de los partidos comunistas con la Unión
Soviética. Tanto los imperialistas como los elementos oportunistas han
acusado a la Unión Soviética de haber establecido con los países
socialistas relaciones, supuestamente, injustas, de haber esclavizado a
estos países y, en consecuencia, de haberle hecho perder su
independencia. Han atizado sistemáticamente sentimientos nacionalistas y
antisoviéticos en dichos países. Han lanzado consignas demagógicas,
exhortando a que cada país reconquistara la ‘independencia’ frente a la
Unión Soviética, instaurara la ‘soberanía’ de su propio país, etc.”[21].
Hoxha niega que las relaciones de los países socialistas con la Unión
Soviética sean injustas y que quiera someter y esclavizar al resto de
países, y califica estos comportamientos como nacionalistas y
antisoviéticos.
“Inmediatamente después del XX Congreso del PCUS, los enemigos
inflaron desmedidamente los ‘errores’ de Stalin y los pregonaron a los
cuatro vientos a fin de desacreditar a los Estados socialistas, a los
partidos comunistas y a sus dirigentes, para sembrar el desorden
ideológico y la discordia en el movimiento comunista internacional. Bajo
la presión de esta campaña, los elementos oportunistas y vacilantes
levantaron cabeza y comenzaron a atacar frenéticamente a los partidos
revolucionarios valiéndose de consignas falsas y antimarxistas (tales
como ‘democratización’, ‘desestalinización’, ‘independencia’, ‘bienestar
del pueblo’ y otras por el estilo). […].
En la cita del discurso inmediatamente anterior, empieza a situar la
causa por la cual el imperialismo y los revisionistas atacan a los
estados socialistas y a los partidos comunistas: en el XX Congreso se
proclamaron los ‘errores’ de Stalin, aunque no responsabiliza aún a los
dirigentes soviéticos, sino a los “enemigos” del socialismo por
inflarlos. Tampoco niega los ‘errores’, aunque sí es verdad que al
ponerlos entre comillas, al menos, parece que los cuestiona. En los
párrafos siguientes, si bien no niega los errores, ensalza muy
acertadamente los aciertos de Stalin y su figura como “gran marxista”,
además de indicar que “en las cuestiones esenciales […] jamás cometió
errores”.
“No estamos de acuerdo con todos aquellos que niegan la actividad
revolucionaria de Stalin en conjunto y que ven en ella sólo el lado
negativo. Estimamos que Stalin debe ser correctamente apreciado. J. V.
Stalin, como se sabe, fue un gran marxista, porque, después de Lenin,
defendió el marxismo-leninismo de todos los enemigos y revisionistas e
hizo una valiosa contribución al desarrollo de esta ciencia. Él tiene
grandes méritos en la preparación y el desarrollo de la Revolución de
Octubre, en la edificación del primer Estado socialista, en la victoria
histórica sobre los invasores fascistas, en el avance del movimiento
comunista y obrero internacional. Por todas estas razones, Stalin gozaba
de una gran autoridad no solamente en la Unión Soviética, sino también
en el mundo entero. En las cuestiones esenciales, como es la defensa de
los intereses de la clase obrera y de la teoría marxista-leninista, la
lucha contra el imperialismo y otros enemigos del socialismo, jamás
cometió errores, ha sido y será, en cambio siempre un ejemplo. […]
“La bandera de la lucha contra el ‘stalinismo’ con la cual se
disfrazan los dirigentes yugoslavos y todos los revisionistas, les sirve
para arreglar las cuentas a todos sus adversarios. Veamos como
proceden: califican las justas tesis marxista-leninistas de ‘dogmatismo
stalinista’, a los partidos comunistas y a sus dirigentes que son fieles
al marxismo-leninismo de ‘stalinistas’, nuestros sistemas estatales y
económicos de ‘burocratismo stalinista’, y todo lo que es ’stalinista’
debe ser liquidado y sustituido por aquello que es ‘antistalinista’. La
división de los partidos y de los comunistas en ‘stalinistas’ y
‘antistalinistas’, y la guerra a los ‘stalinistas’ tal como la llevan a
cabo los dirigentes yugoslavos, sólo sirve para escindir el movimiento
obrero”.[22]
Estas posiciones y análisis son muy acertados, pero aún no acusa a
los dirigentes soviéticos de revisionistas, sino que pone a los
yugoslavos como cabecillas de estas maniobras.
Después en este discurso explica las relaciones con Yugoslavia desde el Pleno de Berat[23]
en 1944 hasta el encuentro PCUS-LCY de 1957, pasando por el intento de
Federación Balcánica, y la Declaración de Belgrado de 1955. Acaba
hablando de los albaneses de Kosovo y Metohia, acusando de que “… la
dirección yugoslava sigue allí una política de exterminio”[24].
En el encuentro en Moscú entre el PTA y el PCUS, el PTA manifiesta que
aceptó “el mejoramiento de nuestras relaciones de Estado a Estado”,
pero, “sin embargo, los yugoslavos han continuado por el mismo camino,
organizando un complot contra nuestro Estado y nuestro Partido”.
Asegurando que “a los camaradas soviéticos les hablamos igualmente de
la cuestión de Kosovo. Les dijimos que la población albanesa es bastante
grande: […] nuestro Partido ha observado una actitud internacionalista,
dando muestras de paciencia y sangre fría, porque la dirección
yugoslava anti-marxista, nacionalista y chovinista sigue con los
albaneses de Kosovo una política más brutal que la que practicaban los
reyes serbios”[25].
Como vemos, la crítica principal que realizan a los soviéticos no es
que su línea del XX Congreso sea revisionista, tampoco que sean
responsables de las consecuencias de este Congreso relatadas
anteriormente, sino de seguir manteniendo relaciones con los dirigentes
yugoslavos que son los dirigentes del revisionismo, anti-marxistas y
anti-albaneses[26],
y son los que promueven junto con los imperialistas la campaña contra
la Unión Soviética, los países socialistas y los partidos comunistas.
En consecuencia, en 1957, los comunistas albaneses comprendían las
consecuencias del XX Congreso y veían la causa en las exageraciones en
las críticas a Stalin, pero todavía no comprendían la línea revisionista
de los dirigentes del PCUS y, de momento, se limitaban a criticar a
estos por sus relaciones con los revisionistas yugoslavos.
El discurso en la Conferencia de Partidos Comunistas y Obreros de 1960.
Es importante señalar, aunque sea muy breve y sintéticamente, una
serie de acontecimientos que posibilitaron el cambio de posición, el
nuevo posicionamiento de los comunistas albaneses o, si se prefiere, la
comprensión por ellos del revisionismo soviético y sus contenidos. De
esta manera, sobre la realidad del momento, podremos valorar con algo
más de precisión los contenidos de la crítica que realizan a partir de
1960 de la experiencia soviética.
1.- Las relaciones entre la Unión Soviética y Yugoslavia siguen un
proceso de altos y bajos, de unidad y lucha, en donde en cada período
toma más protagonismo el acercamiento o el conflicto. Los momentos de
acercamiento son los que provocan las críticas de los comunistas
albaneses. Así podemos observar que hay dos acontecimientos que provocan
mayores tensiones entre la URSS y Albania: en primer lugar, la reunión
en Rumanía, de agosto de 1957, de las delegaciones soviética y
yugoslava, encabezadas por Jruschov y Tito, en la cual alcanzan una
voluntad de reforzar la colaboración y manifiestan el acuerdo que existe
sobre la política internacional; y, en segundo lugar, la visita de
Jruschov a Tirana en la cual el mandatario soviético presiona a Albania
para mejorar las relaciones con Yugoslavia. Por otro lado, el
alejamiento de Belgrado y Moscú (y de todos los países socialistas), se
produce principalmente en abril de 1958 con ocasión del programa
revisionista aprobado y las intervenciones de sus líderes criticando a
la URSS y al campo socialista en el VII Congreso del partido yugoslavo
celebrado en Ljubljana.
2.- La Conferencia de representantes de Partidos Comunistas y Obreros
de los países socialistas, celebrada en noviembre de 1957, fue un
escenario en el que se enfrentaron moderadamente las posiciones
encabezadas, una por el PCUS y la otra por el Partido Comunista de China
(PCCh). En la resolución se ensalzaba el XX Congreso del PCUS como
iniciador de una “nueva etapa en el movimiento comunista internacional”[27],
la política principal de coexistencia pacífica y las diversas vías al
socialismo; pero no se renunciaba a la lucha de clases, se situaba al
revisionismo como el enemigo principal[28] y se comenzaba a hablar del ‘revisionismo contemporáneo’.
3.- A finales de 1957, Albania ya tenía unas relaciones comerciales
fluidas con China, que fue aumentando paulatinamente en los siguientes
años. En la Conferencia del ’57 muy probablemente empezó a conocer las
posiciones chinas sobre el ‘revisionismo moderno’. Y ya a principios
del año 1960, es conocido que los comunistas chinos y albaneses
compartían opiniones sobre el revisionismo soviético, la estrategia
internacional y la opinión negativa sobre la ‘desestalinización’. La
influencia de los comunistas chinos pudo ser clave para reconocer el
revisionismo soviético.
4.- Las relaciones de Albania con la URSS estaban muy relacionadas
con la ayuda soviética al desarrollo de Albania: ayuda económica,
préstamos ventajosos, condonación de deuda, ayudas de técnicos,
especialistas, asesores, formación en la URSS de técnicos y
profesionales, ayuda militar, etc. Pero este período también estuvo
marcado por las presiones: primero por la decisión a finales de 1958 del
COMECON de realizar una división socialista internacional del trabajo;
y, segundo para mejorar las relaciones con Yugoslavia. Ninguna de las
dos cuestiones eran compartidas por los albaneses: la primera, porque
limitaría su desarrollo industrial; y, la segunda, por ‘cuestiones de
principios’, según exponían.
5.- En junio de 1960, Jruschov viaja a Grecia, y allí hace unas
declaraciones en las cuales no niega, sino que concilia, las
pretensiones griegas sobre un territorio albanés, saliéndose de esta
manera de lo aprobado en la Conferencia de 1957 y causando una grave
afrenta a los comunistas albaneses.
6.- Poco después, en el mismo mes de 1960, durante el Congreso del
partido rumano, se celebra un contacto preliminar de partidos para
preparar la Conferencia internacional de 1960. Jruschov y la delegación
soviética presentan una declaración de condena a China, para que los
demás partidos la firmen en el acto. Nuevamente los soviéticos actúan de
manera arbitraria y los comunistas albaneses, que ya tenían una buena
amistad con los comunistas chinos, se niegan en rotundo a esta maniobra:
primero, porque la reunión era solamente para poner fecha a la
Conferencia internacional; segundo, porque consideran que las
divergencias entre partidos deben primero intentar solucionarse en
conversaciones amistosas, tal como ponía la declaración de 1957; y,
tercero, porque no se puede condenar sin oír a la otra parte.
7.- Ante esta negativa de los albaneses, los soviéticos efectúan una
presión económica con retrasos en la entrega de equipos industriales y
del ejército, y retrasos en la entrega de grano cuando en Albania había
habido una mala cosecha. Por otro lado, los comunistas albaneses acusan a
los soviéticos de intentar una maniobra para derrocar a la dirección
albanesa: se expulsa del partido a los miembros de la dirección
pro-soviéticos y se les condena a muerte.
En este marco se celebra la Conferencia de Partidos Comunistas y
Obreros de noviembre de 1960 en Moscú, llamada la ‘Conferencia de los 81
partidos’. Aquí los comunistas albaneses ya estaban convencidos del
revisionismo de los dirigentes soviéticos y en el discurso[29] de Enver Hoxha realizan la primera crítica de manera global, en términos muy duros, a su política.
“El imperialismo no depondrá las armas por su propia voluntad. Creer
en semejante cosa significa engañarse a sí mismo y engañar a los demás
[…]
“Las tácticas y los compromisos de principios de nuestra parte, para
ser admisibles, deben ayudar a nuestra causa y no a la del enemigo…”.
Llegando a la premisa de que el imperialismo no ha cambiado, sigue
siendo agresivo y que solamente el triunfo del socialismo contra el
imperialismo es garantía para acabar con las guerras.
Afirma con pleno acierto que “…no podrá haber comunista verdadero que
esté contra la coexistencia pacífica, contra la paz. El gran Lenin ha
establecido, por primera vez, el principio de coexistencia pacífica de
los países con diferentes sistemas sociales como una necesidad objetiva,
mientras existan a la par en el mundo países socialistas y países
capitalistas.
“Coexistencia pacífica entre dos sistemas opuestos no quiere decir,
como pretenden los revisionistas contemporáneos, que tengamos que
renunciar a la lucha de clases. Por el contrario, la lucha de clases ha
de proseguir, y debe fortalecerse cada vez más la lucha política e
ideológica contra el imperialismo, contra la ideología burguesa y la
revisionista. A la vez que se lucha consecuentemente para establecer la
coexistencia pacífica leninista sin hacer ninguna concesión de
principios al imperialismo, se ha de desarrollar en mayor medida la
lucha de clases en los países capitalistas, así como en el movimiento de
liberación nacional de los pueblos de los países coloniales y
dependientes”.
Como vemos, empieza realizando una crítica a la concepción de la
coexistencia pacífica de los dirigentes soviéticos. Una crítica muy
acertada porque el planteamiento de Hoxha es el mantenido por los
comunistas soviéticos antes de la llegada de Jruschov al poder. Éste
desvirtúa la concepción que se mantenía de la coexistencia pacífica. Si
echamos la vista unos pocos años antes, en concreto nos vamos a 1952,
podemos comprobar cómo la posición planteada por los dirigentes
soviéticos en el XX Congreso ya era criticada por Stalin. Así se
expresaba en la lucha de líneas que había entonces:
“Algunos camaradas afirman que, debido al desarrollo de nuevas
condiciones internacionales después de la segunda guerra mundial, las
guerras entre los países capitalistas han dejado de ser inevitables.
Consideran esos camaradas que las contradicciones entre el campo del
socialismo y el campo del capitalismo son más fuertes que las
contradicciones entre los países capitalistas; que los Estados Unidos
dominan lo bastante a los demás países capitalistas para no dejarles
combatir entre sí y debilitarse mutuamente. […] Estos camaradas se
equivocan. Ven los fenómenos exteriores, que aparecen en la superficie,
pero no advierten las fuerzas de fondo que, si por el momento actúan
imperceptiblemente, serán, en fin de cuentas, las que determinen el
desarrollo de los acontecimientos. […] Se dice que la tesis de Lenin
relativa a que el imperialismo engendra inevitablemente las guerras debe
considerarse caducada, por cuanto en el presente han surgido poderosas
fuerzas populares que actúan en defensa de la paz, contra una nueva
guerra mundial. Eso no es cierto. […] Para eliminar la inevitabilidad de
las guerras hay que destruir el imperialismo”[30].
Así se plantea correctamente el problema de la “inevitabilidad de las
guerras” y la necesidad de la lucha contra el imperialismo. Si bien es
cierto que la URSS en el período de Stalin planteaba que “la política
exterior soviética parte del hecho de la coexistencia durante un período
largo, entre los dos sistemas”, mantenía que “el objetivo principal del
campo imperialista es el fortalecimiento del imperialismo, la
preparación de una nueva guerra imperialista, la lucha contra el
socialismo y la democracia, y el apoyo a los regímenes y movimientos
reaccionarios profascistas del mundo”, tal como señalaba Zdhanov en el
Informe a la 1ª Conferencia de la Kominform[31]
de 1947.
También Malenkov hace un planteamiento parecido en el Informe
al XIX Congreso del PCUS, de 1952, aunque añade que durante la
coexistencia pacífica “el sistema de economía socialista demostrará
notablemente […] su superioridad”[32].
Pero, de ninguna manera, se consideraba como un principio inmutable,
sino como la política exterior del momento, aunque ni siquiera en ese
período que exigía esa política se renunciaba a la lucha de clases. La
política planteada por Jruschov en el XX Congreso sobre la coexistencia
pacífica generaba una ruptura con la línea política revolucionaria,
poniendo en primer plano la coexistencia pacífica como una base
fundamental del marxismo-leninismo (en lugar de un principio político
práctico).
Los dirigentes revisionistas soviéticos recogían la teoría
mecanicista del equilibrio, planteada en la Unión Soviética por Bujarin,
sobre la posibilidad de convivencia pacífica en paralelo entre el
socialismo y el capitalismo que, a través de la emulación pacífica,
acabará el capitalismo integrándose en el socialismo.
Jruschov recoge la
línea política de la oposición de derecha de finales de los años ’20 y
le marca un sentido internacional.
A continuación manifiesta Hoxha en su discurso que los partidos
comunistas de los países imperialistas deben luchar para que su país
establezca la coexistencia pacífica con los países socialistas, pero
también tienen la obligación “en alianza con todo el proletariado
mundial, deben hacerle la vida imposible al imperialismo” y luchar por
la toma del poder. Luego se pregunta si eso puede hacerse por la
violencia o por la vía pacífica y parlamentaria, diciendo que: “Esta
cuestión estaba clara, el camarada Jruschov la embrolló en balde en el
vigésimo Congreso y lo hizo hasta el punto de llegar a agradar a los
oportunistas”. Acaba llegando a la acertada conclusión siguiente: “…
nuestro Partido opina que debemos prepararnos para los dos caminos y
hacerlo bien, fundamentalmente para la toma del poder mediante la
violencia, ya que si nos preparamos bien en este sentido también la otra
posibilidad tiene mayor probabilidad de éxito”.
De nuevo, la crítica es perfectamente correcta. Ya Lenin planteaba
que pensar que los capitalistas se iban a someter pacíficamente a la
voluntad de la mayoría de los explotados era “una estupidez
pequeñoburguesa”[33].
Pero en la lucha de clases política, siempre surgen situaciones
excepcionales, y podría surgir una situación concreta en la que el acto
de toma del poder pudiese realizarse pacíficamente[34], pero inmediatamente el sostenimiento del poder tendría que hacerse de manera violenta.
Después de un relato larguísimo sobre las afrentas que la URSS ha
realizado a Albania, críticas y acusaciones muy razonables en muchos
casos y, en otros, no sabemos si exageradas o al menos fuera de tono,
manifiesta una posición que sí es de principios, hablando sobre el
derecho de crítica: “Es el marxismo-leninismo el que nos ha dado el
derecho a exponer nuestras ideas y nadie nos lo puede quitar, ni con
presiones políticas o económicas ni con amenazas o los epítetos que
puedan aplicarnos”.
Después de una nueva larguísima disquisición sobre Yugoslavia, entra
en el terreno de la defensa de Stalin, que en realidad significaba
defender la experiencia socialista soviética.
“El PTA se encontraba ante un gran dilema. No estaba, como por lo
demás no estará jamás, convencido de la razón por la que se condenó al
camarada Stalin de la manera y en la forma como lo hizo el camarada
Jruschov. Si, en general, nuestro Partido adoptó las formulaciones del
XX Congreso sobre esta cuestión, no se ajustó estrictamente a las
limitaciones fijadas por él, ni cedió frente a los chantajes e
intimidaciones que se le hacían desde el exterior.
“El PTA se mostraba realista sobre la cuestión de Stalin, se mostraba
justo y agradecido para con este glorioso marxista a quien, mientras
vivió, nadie tuvo la ‘valentía’ de criticar y a quien, después de
muerto, se le cubre de barro. Así se ha creado una situación
intolerable. Toda una época gloriosa […] quedó privada de cabeza, de
guía.
“El PTA considera que no es justo, normal ni marxista que el nombre y
la gran obra de Stalin sean borrados de toda esa época, como se está
haciendo. La obra inmortal de Stalin nos incumbe a todos defenderla.
Quien no la defienda es un oportunista y un cobarde”.
Y acaba insistiendo en que sólo se han visto los errores de Stalin y:
“Desde luego, había que superar el culto a la personalidad de Stalin,
pero ¿acaso se puede decir, como se dijo, que Stalin era el artífice
mismo de ese culto a la personalidad?”.
Este discurso en la Conferencia de 1960, marca un momento clave en la
lucha contra el ‘revisionismo moderno’, pues es la primera vez que
públicamente se manifiestan las críticas contra esta línea dirigidas a
la URSS directamente[35]
y en defensa del marxismo-leninismo, porque los comunistas chinos
todavía no habían sacado a la luz todas estas discrepancias que
empezaron a manifestar desde 1956. De todas formas, la influencia china
es evidente, con la diferencia que los comunistas chinos dieron a sus
críticas un nivel teórico en la defensa del marxismo-leninismo más
profundo, mientras que los albaneses lo evidencian con una base mucho
más práctica, de experiencia propia para defender la construcción del
socialismo en su país.
La ruptura y el XXII Congreso del PCUS
El discurso de Hoxha crea una gran conmoción y conduce a la ruptura
de relaciones de la URSS con Albania. En 1961, la Unión Soviética retira
los especialistas de Albania, concluye el acuerdo comercial, retira al
embajador y a los militares, cancela las becas a estudiantes, los
programas de ayuda y, en diciembre, rompe relaciones diplomáticas. En
octubre de 1961 se celebra el XXII Congreso del PCUS, en él, Jruschov,
arremete contra los dirigentes albaneses:
“Los hechos prueban que en estos últimos tiempos los dirigentes
albaneses, contrariando sus aseveraciones anteriores y las decisiones
del Congreso de su Partido, han cambiado bruscamente sin motivo, su
orientación política: se han puesto a envenenar fuertemente las
relaciones con nuestro Partido y con la Unión Soviética. Han comenzado a
separarse de la Línea General aprobada por todo el movimiento comunista
mundial sobre los grandes problemas de nuestro tiempo, […].
“Aparentemente, los dirigentes albaneses no estaban de acuerdo en su
fuero interno con las conclusiones de las Conferencias de los Partidos
hermanos de 1957 y 1960; como se sabe, estos aprobaron las decisiones
del XX Congreso y la orientación de nuestro partido en vistas a superar
las consecuencias dañinas del culto a la personalidad. Esta posición de
los dirigentes albaneses es debida a que, con gran pena por nuestra
parte, han vuelto a adoptar los mismos métodos que tuvimos en nuestro
país en el período del culto a la personalidad […]”.
“La orientación elaborada por el XX Congreso de nuestro partido, es
una orientación leninista, y no podemos ceder en una cuestión de
principios ante los dirigentes albaneses ni ante ningún otro”[36].
En cierta medida, Jruschov tiene razón en cuanto a que los comunistas
albaneses se apartan de la Línea General llevada a cabo por el
movimiento comunista internacional y de algunas de las conclusiones de
las Conferencias. También es cierto que los albaneses cambiaron de
posición y que aquellas Conferencias aprobaron las decisiones del XX
Congreso. Pero Jruschov, evidentemente, este cambio de posición lo
señala como una desviación de los principios del leninismo, cuando en
realidad la ruptura con su posición anterior les hace recuperar
preceptos del marxismo-leninismo. Lo que posiblemente no sea tan
positivo, es haberse quedado fuera del entramado del movimiento
comunista internacional, con lo cual había muchas menos posibilidades de
influir ideológicamente en los partidos hermanos y muchas menos
posibilidades de ayudar a los marxistas-leninistas de esos partidos,
además de tener que desarrollar el socialismo con muchas más
dificultades y mucho más aislado. Quizás faltó un conocimiento de la
maniobra política, que es perfectamente legítima en los comunistas, y
una valoración de las posibilidades de ganar la batalla, como explicaba
Lenin: “Aceptar el combate cuando es ventajoso a todas luces para el
enemigo, y no para nosotros, constituye un crimen”[37]. Más adelante hablaremos sobre los compromisos.
Después de las palabras de Jruschov, Chu En-Lai manifiesta que las
discrepancias hay que resolverlas con paciencia, con igualdad de
derechos y en el espíritu del internacionalismo proletario: “Es
imposible considerar como una actitud marxista-leninista seria, el hecho
de exponer, abiertamente ante el enemigo las discusiones que tienen
lugar entre partidos hermanos y países hermanos. Esta actitud no puede
más que alejar a los amigos y aglutinar a los enemigos”[38].
Cierto es que en las declaraciones de las Conferencias de los Partidos
Comunistas afirman que las discrepancias deberían resolverse tal como
plantea Chu En-Lai, pero creemos que, tal como enseña el leninismo, la
solución de las discrepancias fundamentales, no pueden limitarse a un
debate de dirigentes, sino que deben convertirse en aprendizaje también
para todos los comunistas y el proletariado.
En la clausura del Congreso, Jruschov insiste en el ataque contra los
albaneses: “Sin duda esperan preparar de esta forma el terreno para
merecer el derecho de limosnas de los imperialistas. Los imperialistas
están siempre dispuestos a pagar las treinta monedas a aquel que siembra
la escisión en las filas comunistas, pero el recibir estas monedas
nunca han aportado a nadie más que la vergüenza y el deshonor”[39].
Jruschov utiliza aquí unas formas despreciables en su acusación sin
objetividad ni demostración alguna, que embarran mucho más la posible
existencia de alguna posibilidad de compromiso.
Ante este sinsentido de acusaciones, el CC del PTA responde a través
de una resolución con plena razón: “[…] N. Jruschov, de hecho, ha
atacado abiertamente la unidad del movimiento comunista y obrero
internacional y la unidad del campo socialista. N. Jruschov tiene sobre
sí la responsabilidad de esta actuación antimarxista y de todas las
consecuencias que se puedan derivar de esto”[40].
Y, en efecto, el movimiento comunista internacional quedó roto y la
responsabilidad cae fundamentalmente en los dirigentes soviéticos.
Todavía hoy vivimos las consecuencias.
*****
[1]
Merece la pena leer el libro de Grover Furr, “Kruschev mintió”, editado
en español por Documentos Comunistas o en Vadell Hermanos Editores.
[2]
Enver Hoxha: “El marxismo-leninismo nos enseña que es el pueblo el
creador de la historia”, 14/04/1956. Tomo XIII de las Obras Completas.
Mencionado por Bitácora Marxista-Leninista: http://bitacoramarxistaleninista.blogspot.com/2019/09/el-pce-m-l-y-la-cuestion-albanesa.html
[3]
E. Hoxha: “No relajemos jamás nuestra vigilancia y las tentativas,
esfuerzos y métodos sutiles del enemigo”. 26/04/1956. Obras Escogidas,
tomo II, págs. 495-496. Ed. 8 Nentori. Tirana 1975.
[4]
E. Hoxha: “Informe presentado ante el III Congreso del PTA ‘Sobre la
actividad del Comité Central del PTA’”. 25/05/1956. O. Escogidas, tomo
II, pág. 502.
[5]
Nos referimos a que se plantea como una continuidad de la política
leninista sin ver todavía la ruptura que produjo la concepción sobre la
coexistencia pacífica de Jruschov con la política de paz de Lenin y la
de coexistencia pacífica seguida por la URSS después de la Guerra
Mundial durante el período de Stalin.
[6]
E. Hoxha: “Sobre la situación internacional y las tareas del Partido”
(Informe al III Pleno del CC del PTA, 13/02/1957). O. E., tomo II, pág.
678.
[7] Id. pág. 684.
[8] Id. pág. 690.
[9] Autenticidad.
[10]
El llamado por Jruschov “grupo antipartido” era la mayoría del
Presidium del Comité Central del PCUS, que en mayo de 1957 ante las
reformas económicas jruschovianas, en una votación de 7 a 4,
consiguieron la destitución de Jruschov como Secretario General para
sustituirlo por Bulganin. En una rápida maniobra, Jruschov convocó de
urgencia al Comité Central y allí ganó la votación, entonces fueron
destituidos Malenkov, Molotov, Kaganovich y Shepilov; y, al poco tiempo,
Bulganin, Saburov y Pervujin.
[11] Mencionado en http://bitacoramarxistaleninista.blogspot.com/2019/09/el-pce-m-l-y-la-cuestion-albanesa.html, y sacado de “CIA; Relaciones soviético-albanesas 1940-1960” (de 1962), a cuyo enlace original actualmente no se tiene acceso.
[12] Se refiere a la incomprensión de algunas cuestiones de las que hace la URSS, sobre todo en el tema yugoslavo.
[13]
Líder del partido húngaro que dirigió las reformas revisionistas en
este país. Tras intervenir el Pacto de Varsovia, Yugoslavia le protegió
en su embajada. Después fue deportado a Rumanía. Más tarde fue juzgado y
condenado a muerte.
[14]
E. Hoxha: “De ninguna manera debemos transigir con los principios”.
13/11/1956. O. E., tomo II, págs. 644-648. Las citas anteriores son de
este texto.
[15]
Desde esta época hasta la actualidad se van repitiendo muy a menudo las
aseveraciones sobre los principios del marxismo-leninismo a muchas
actuaciones políticas tácticas solamente por no compartirlas, sin ver la
flexibilidad táctica teniendo en cuenta la realidad concreta que exige
el marxismo-leninismo.
[16] Leandro Rubio García: “Actualidad del ‘revisionismo’ yugoslavo”. https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/2494907.pdf
[17] E. Hoxha: “Sobre la situación…”. Pág. 694.
[18] Id. pág. 697.
[19] Id. pág. 699.
[20] Id. pág. 702.
[21] Id. pág. 705.
[22] Id. págs. 713-716.
[23]
Es el Pleno del CC del Partido Comunista de Albania donde se aprueba
una línea pro-yugoslava. Después de la condena a Yugoslavia por el
Kominform, los albaneses condenaron también la línea aprobada en Berat y
a varios de los principales dirigentes del partido.
[24] Id. pág. 740.
[25]
E. Hoxha: “Preservemos sólida nuestra unidad porque es vital”. Informe
al Buró Político sobre las conversaciones de Moscú entre PTA y PCUS.
3/01/1957. O. E. tomo II, págs. 660-661.
[26]
Aunque en este discurso Hoxha no utiliza este término, en la “Historia
del Partido del Trabajo de Albania” se utiliza con frecuencia, en muchas
ocasiones ligado a ‘anti-marxista’.
[27] https://obtienearchivo.bcn.cl/obtienearchivo?id=documentos/10221.1/12937/1/197916.pdf, pág. 29.
[28]
En realidad hacía un equilibrio entre el peligro revisionista y el
dogmatismo y dejaba a criterio de cada partido decidir cuál era el
principal: “… el peligro principal lo constituye el revisionismo, es
decir, el oportunismo de derecha, como manifestación de la ideología
burguesa que paraliza la energía revolucionaria de la clase obrera y
exige el mantenimiento o la restauración del capitalismo. Sin embargo,
el dogmatismo y el sectarismo pueden constituir el peligro principal en
distintas etapas del desarrollo de uno u otro partido. Cada partido
comunista determina qué peligro es el mayor para él en cada momento”.
Id. pág. 23.
[29]
E. Hoxha: “Discurso pronunciado en la Conferencia de los 81 partidos
comunistas y obreros celebrada en Moscú”. 16/11/1960. O. E., tomo II,
págs. 825-903.
[30] Stalin: “Los problemas económicos del socialismo en la URSS”. https://www.eroj.org/biblio/stalin/economic/problema.pdf, págs. 19-21.
[31] https://es.scribd.com/doc/309570132/Andrei-Zhdanov-Sobre-la-situacion-internacional-1947-pdf, pág. 15.
[32] https://docs.google.com/file/d/0ByP565N0sPRSaHc3ZjI1bmpRQ2M/edit
[33]
Lenin: “Tesis sobre las tareas fundamentales del segundo congreso de la
Internacional Comunista”. OC., Ed. Progreso, 1986, tomo 41, pág. 192.
[34]
En el texto “Acerca de los compromisos”, Lenin plantea esta posibilidad
de la siguiente manera: “Sólo en nombre de ese desarrollo pacífico de
la revolución –posibilidad extraordinariamente rara en la historia y
extraordinariamente valiosa, excepcionalmente insólita…”. https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oe12/lenin-obrasescogidas07-12.pdf
[35]
En abril de 1960, el PCCh sacó un artículo titulado “Viva el
Leninismo”, en el que se hace la primera denuncia pública del
revisionismo contemporáneo, pero sin mencionar a la URSS.
[36] Jean Baby: “Los orígenes de la controversia chino-soviética”. Ed. Emiliano Escolar, págs. 61-62.
[37] Lenin: “La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el comunismo”. O. C., tomo 41, pág. 64.
[38] Id. pág. 63.
[39] Id. pág. 64.
[40] Id. pág. 64.