Por Borís Egorov y Juan Paz, extraídos de Russian Beyond y La Izquierda Diario. Compilación y Redacción N. G.
A pesar de que crearon organizaciones de salud pública en docenas de ciudades rusas pre-revolucionarias, no existía un solo servicio sanitario-epidemiológico nacional (SANEPID). La situación empeoró considerablemente a raíz de la Primera Guerra Mundial y la Guerra Civil Rusa.
Al llegar al poder los miembros del Partido Bolchevique, se dieron cuenta del problema: la conocida como gripe española se extendía por todo el país, sin mencionar el cólera o el tifus, ya habituales. A pesar de las graves dificultades económicas por las que pasaba el país, las autoridades asignaron, no obstante, grandes cantidades de dinero para mejorar las condiciones de salud en las zonas habitadas y alentar a la población a tomar precauciones sanitarias hasta entonces desconocidas.
Así se crea en julio de 1918, el Comisariado del Pueblo de Salud Pública “Narkomzdrav”, nombrando en su dirección al médico bolchevique Nikolai Semashko. El naciente comisariado tuvo que enfrentarse a una gran crisis social y sanitaria que castigaba al pueblo ruso desde la época de los zares. Las epidemias devastaron a la población civil, así como también a los soldados en el frente: el tifus, cólera, escorbuto, viruela, enfermedades venéreas, malaria y la hambruna era desenfrenada, y la situación continuó deteriorándose a lo largo del guerra civil.
Un decreto de salud pública realizado el 15 de septiembre de 1922 sentó las bases de la creación de una única organización de salud pública y empezaron a surgir los centros SANEPID que ofrecían todo lo necesario para luchar contra enfermedades infecciosas, laboratorios incluidos. Esta fecha se considera el cumpleaños del servicio SANEPID de Rusia.
Semashko basó un sistema de atención médica en varias ideas:
principios comunes de organización y centralización de la atención
médica, igualdad de acceso a la atención médica para todos los traabajadores, métodos y tratamientos de prevención unificados, la
eliminación de la base social de las enfermedades, la realización de
amplias medidas sanitarias, epidemiológicas y terapéuticas, involucrando
al pueblo en la atención de salud, dando prioridad a los niños y las
madres.
Al darse cuenta de que más vale prevenir que curar, las autoridades introdujeron medidas sanitarias preventivas de gran alcance, incluso para la industria alimentaria y la restauración pública. Ya a finales del decenio de 1920, las tasas de mortalidad, incluso entre los niños, así como la incidencia de las enfermedades infecciosas, habían disminuido considerablemente.
Al mismo tiempo, en la Unión Soviética se prestó mucha atención a la formación de futuros epidemiólogos, microbiólogos y especialistas en enfermedades infecciosas. A principios del decenio de 1930 se abrieron los primeros departamentos de higiene sanitaria en institutos médicos.
La Gran Guerra Patria (Segunda Guerra Mundial) provocó la migración de enormes grupos de población y la devastación de vastos territorios, lo que condujo a un grave deterioro de la situación epidémica en la URSS. La disentería, el paludismo, el tifus y las hepatitis virales proliferaron en todo el país. Para remediar la situación, se establecieron con extrema prioridad unidades del SANEPID, de desinfección y hospitales de aislamiento. El entrenamiento de los soldados en aprender reglas de higiene personal jugó un papel clave en la solución del problema.
En la posguerra, el SANEPID se desarrolló junto con la industria en general. Esto dio lugar a la aparición de una nueva rama, conocida como “higiene para las radiaciones”, destinada a controlar y reducir la exposición de los trabajadores a las radiaciones ionizantes en fábricas y empresas.
A principios del decenio de 1970, se concedieron al servicio SANEPID de la URSS amplias facultades para luchar contra la contaminación ambiental y las enfermedades infecciosas. Ninguna empresa industrial podía ponerse en funcionamiento sin un departamento de tratamiento, y no se podía construir ningún asentamiento sin respetar las normas sanitarias. Las instrucciones de los inspectores sanitarios tenían que ser aplicadas, por todas las instituciones estatales y públicas, sin ser cuestionadas. Lo mismo ocurría con los ciudadanos comunes.
Además, se ordenaba a las empresas, organizaciones, departamentos e incluso ministerios que cumplieran todas las normas sanitarias y de higiene, o de lo contrario se enfrentaban a sufrir medidas disciplinarias, administrativas y, a veces, incluso penales.
En los dos decenios comprendidos entre los años cincuenta y setenta, la incidencia de la fiebre tifoidea en la URSS se redujo una cuarta parte, la tos ferina una octava y la difteria séptima. Se desarrollaron e implementaron en la práctica de la salud pública vacunas contra el sarampión, las paperas, la poliomielitis y la gripe. Se creó un sistema de vacunación eficaz en todo el país.
Bregar contra epidemias mortales, los soviéticos no se andaban con medias tintas. No sólo los médicos, sino también la policía, el ejército, la marina e incluso la seguridad del Estado el célebre KGB, eran reclutados para frenar su propagación.
La Peste
En 1939, el microbiólogo Abram Berlín llevó una peligrosa enfermedad a Moscú desde Sarátov. Allí en Sarátov, durante unos experimentos con animales, usó el agente vivo causante de la esta enfermedad, y fue estrictamente confinado en cuarentena.
Sin embargo, una llamada urgente de Moscú le obligó a viajar inmediatamente a la capital, desatando la plaga. Berlín se registró en el Hotel Nacional, cenó allí y visitó una peluquería.
Sintiéndose muy enfermo, el paciente cero fue hospitalizado bajo el diagnóstico erróneo de neumonía crupal. El mérito de haber detectado la epidemia a tiempo es de Simón Gorelik, médico del 1º. Instituto Médico de Moscú.
Habiendo identificado la peste pulmonar en el paciente, Gorelik informó inmediatamente del peligro a sus superiores y se aisló tanto a sí mismo como a Berlín. Sabía que ambos estaban condenados a muerte, ya que la peste era incurable en aquellos días.
La policía secreta localizó y puso en cuarentena a todos los que habían estado en contacto con Abram Berlín. La clínica donde estaba destinado fue clausurada, y el Hotel Nacional fue desinfectado (por la noche para evitar que la información sobre la crisis se filtrara y causara el pánico).
Como resultado, la epidemia de peste fue cortada de raíz. Sólo tres personas murieron a causa de la enfermedad mortal: Gorelik, Berlín, y el desafortunado peluquero.
La Viruela
El
23 de diciembre de 1959, un hombre se bajaba de un avión que aterrizaba
a Moscú desde Delhi, y que rápidamente puso en peligro a la capital de
la URSS. El artista Alexéi Kokorekin no podía imaginar que traía consigo la viruela desde la India.
La varicela, natural o viruela, fue una de las enfermedades más mortales que jamás haya afectado a la humanidad. Aniquiló pueblos, ciudades e incluso países enteros. En el siglo VIII, mató al 30 por ciento de la población de Japón y en el siglo XVI, a millones de nativos americanos, que contrajeron el virus de sus conquistadores.
La Unión Soviética realizó largos y concertados esfuerzos para luchar contra la viruela. Si en 1919 se estimaba que el número de personas infectadas con la enfermedad era de 186.000 en todo el país, en 1936 la cifra era cero. Sin embargo, 23 años después, la peligrosa enfermedad que todos habían olvidado volvió a golpearles.
El paciente cero
Al llegar, Kokorekin experimentó los síntomas de un pequeño resfriado, algo que, dado que era diciembre, le pareció bastante normal. Sin embargo, ya esa misma tarde, su temperatura subió, desarrolló una fuerte tos y le dolía todo el cuerpo.
Un médico al que fue a ver al día siguiente le diagnosticó una gripe. Sin embargo, los medicamentos que le recetó no le ayudaron. Desarrolló un sarpullido por todo el cuerpo, que los médicos tomaron por una reacción alérgica. Sólo un joven interno, al saber de dónde había llegado el artista, sugirió con cautela que podía tratarse de viruela, pero su opinión fue rechazada por los médicos más veteranos.
Inicio de la epidemia
Sin embargo, la muerte de Kokorekin no cerró el trágico episodio. En la segunda semana del nuevo año, varios pacientes del hospital desarrollaron los mismos síntomas: fiebre, tos, sarpullido.
Ya no era posible aceptar más riesgos. Se llamó a especialistas del Instituto de Investigación de Vacunas y Contención epidemiológica. Su dictamen profesional supuso todo un terremoto: Moscú albergaba un brote de viruela.
Resultó que durante su viaje a la India, Alexéi Kokorekin había asistido a la incineración ceremonial de un brahmán fallecido e incluso había tocado sus posesiones. Fue allí donde el paciente cero contrajo la enfermedad mortal.
El 15 de enero, la noticia del brote de viruela llegó a los dirigentes del país, que movilizaron inmediatamente todos los recursos de los hospitales, clínicas, departamentos de policía y las fuerzas del Ministerio del Interior (KGB) de Moscú. La búsqueda de posibles portadores del peligroso virus se llevó a cabo las 24 horas del día.
Todas las personas con las que Kokorekin se había reunido y con las que había hablado, con las que sus familiares habían estado en contacto, que habían recibido sus regalos de la India, fueron puestas en cuarentena. Así, 150 estudiantes de la universidad donde su hija Valeria estudiaba fueron llevados directamente a hospitales al acabar las clases.
De los contactos primarios, la búsqueda pasó a los contactos secundarios y así sucesivamente, hasta que se estableció toda la cadena de infección. Se sacó a gente de trenes y se ordenó a los aviones que transportaban personas potencialmente infecciosas que regresaran en pleno vuelo.
Un total de 9.342 personas fueron puestas en cuarentena. El Hospital Botkin, donde el paciente cero había pasado sus últimos días, se clausuró. Como no había suficiente ropa de cama para los miles de médicos y pacientes atrapados dentro del hospital, por un decreto especial, se permitió el uso de la reserva estatal de emergencia, destinada al caso de una guerra.
Eliminando la amenaza
Una medida decisiva para prevenir la propagación de la viruela fue la vacunación universal de todos los residentes de Moscú y de la región homónima: adultos, niños e incluso los que estaban muriendo. Literalmente en una semana, más de 9,5 millones de personas fueron vacunadas: un caso sin precedentes en la historia.
Para hacer frente a esta tarea, se movilizó a todos los médicos disponibles, desde los paramédicos hasta los estudiantes de medicina. “Fue realmente heroico”, dice la Viróloga, Doctora en Medicina, Svetlana Marennikova, “Los epidemiólogos trabajaron de la mañana hasta la noche”.
Es un mérito enorme de la Unión Soviética que una de las enfermedades más terribles conocidas por la humanidad, la viruela, se eliminase en estado salvaje en 1980. En 1958, entregó a la OMS más de 25 millones de dosis de una vacuna especialmente desarrollada para su uso en todo el mundo, incluyendo la India, Iraq, Irán, Afganistán y Birmania. La Unión Soviética donó más vacunas contra la viruela a la OMS que todos los demás países juntos de esta institución juntos.
El Cólera
La enfermedad se extendió gradualmente por todo el país, incluyendo Moscú y Leningrado (actual San Petersburgo). Esto se vio facilitado por un gran error de los funcionarios locales, que anunciaron el brote de cólera por altavoces en las playas, instando a la gente a volver a sus hogares.
El gobierno central, por su parte, actuó con rapidez y decisión. Junto con miles de médicos, el ejército y la marina se implicaron en la lucha contra la propagación de la enfermedad.
Odessa, Batumi, Kerch y otras grandes localidades fueron puestas en cuarentena. La gente fue autorizada a abandonarlas sólo después de un examen bacteriológico completo. Docenas de barcos y trenes fueron convertidos en laboratorios móviles y enviados a las ciudades.
Miles de turistas atrapados fueron presa del pánico. Muchos trataron de evitar o incluso romper los cordones militares. La situación se calmó sólo cuando el Consejo de Ministros de la URSS ordenó que se pagaran los salarios de los obligados a permanecer en cuarentena.
La epidemia de cólera fue finalmente erradicada en noviembre de ese mismo año. Las autoridades extrajeron del episodio las lecciones necesarias y se inició la construcción masiva de instalaciones de tratamiento de agua en la costa del mar Negro y en las cuencas de los ríos de las regiones del Volga y los Urales.
El Ántrax
El brote de ántrax de los Urales, en abril de 1979, sigue siendo la epidemia más misteriosa de la historia soviética. Según varias fuentes, se cobró entre 60 y 100 vidas.
En su punto álgido, entre 5 y 10 personas eran admitidas cada día en las salas de infecciosos de la ciudad de Sverdlovsk (Ekaterimburgo), sufriendo síndrome de shock tóxico.
Cuando la causa de la muerte se reveló como ántrax, se creó una unidad especial para los pacientes. También se inició la vacunación a gran escala de los residentes y la desinfección de la ciudad con el uso de helicópteros (según informes no confirmados). En junio, la epidemia estaba bajo control.
Según la versión oficial soviética, el brote fue causado por ganado infectado. Sin embargo, otra teoría sugiere que podría haberse debido a una liberación accidental de esporas de ántrax de un laboratorio biológico militar situado en un suburbio de la ciudad. También se habló de sabotaje por parte de agencias de inteligencia occidentales que buscaban desacreditar a la URSS en vísperas de los Juegos Olímpicos de Moscú de 1980.
La información oficial sobre la tragedia sigue estando clasificada, y sólo se publicará 75 años después del incidente, en 2054.
Conclusión
El modelo sanitario soviético, se sustentaba en la
organización de los soviets, la participación del pueblo en la toma de
decisiones sobre los problemas de salud, en la prevención y la promoción
de la salud, y fue cimentado por la planificación socialista de la
economía.
El sistema de salud soviético representa la forma de organización sanitaria más avanzada del siglo XX. Las políticas socialistas en salud les permitieron desarrollar la formación de nuevos médicos y médicas, enfermeros y enfermeras y parteras para afrontar el legado sanitario del zar. Elevaron la esperanza de vida, disminuyeron la mortalidad infantil y materna, combatieron las enfermedades infecciosas y de transmisión sexual, a pesar de la guerra civil y las adversidades y carencias del naciente Estado proletario.
Se jerarquizó la investigación sobre los problemas más urgentes de la población, y la industria fue nacionalizada para producir los productos farmacológicos necesarios para combatir las enfermedades. Se creó la división químico-farmacéutica en el Instituto Ruso de Química Aplicada y en el Instituto de Investigación Químico-Farmacéutica encargados de producir antibióticos, vitaminas, antitoxinas y vacunas.
Con la caída de la URSS los seguros privados en Rusia florecieron como malezas. Los hospitales perdieron capacidad instalada y equipamientos. El sistema sanitario soviético terminó cayendo en las recetas privatizadoras del Banco Mundial y del FMI, para ser masticado por la voracidad capitalista de la industria farmacéutica y de la medicina privada.
Enlaces originales:
https://es.rbth.com/historia/85038-letales-epidemias-enfrento-urss
http://www.laizquierdadiario.com/La-salud-como-conquista-de-las-masas-en-el-sistema-sanitario-sovietico
https://es.rbth.com/historia/84921-urss-derroto-epidemia-viruela-19-dias
https://es.rbth.com/historia/85009-urss-creo-mejor-sistema-epidemiologico-sanitario-mundo
https://es.rbth.com/historia/84823-20-carteles-propaganda-sovietica-tener-salud
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