5 de agosto de 2020

13 Rosas: "QUE MI NOMBRE NO SE BORRE EN LA HISTORIA."



Por Esteban Zúñiga.

5 de agosto de 1939.
LAS TRECE ROSAS.

TRAS OCHENTA Y UN AÑOS, QUE SUS NOMBRES NO SE BORREN EN LA HISTORIA.

"Las Trece Rosas han pasado a la historia porque se convirtieron en su momento y posteriormente en símbolos de denuncia y de reivindicación, porque su caso despertó una gran polémica y rechazo en todo el mundo (huelga recordar que algunas de ellas eran menores de edad), y ello las ha convertido después en protagonistas de numerosos trabajos de investigación, pero también de múltiples exposiciones, películas, documentales, novelas, canciones, cómics, monumentos, placas ... Pero muchas otras mujeres pasaron por lo mismo que ellas. Algunas no pudieron contarlo, pero otras sí, y sus cartas, sus memorias,sus diarios, sus autobiografías o sus relatos orales constituyen documentos de valor incalculable para los historiadores e historiadoras, pero también para la sociedad en general, pues gracias a ellos resulta posible conocer la historia de nuestro país en aquellos años convulsos, oscuros y tristes, y desvelar ese otro pasado que ha sido ocultado, manipulado y/o tergiversado durante tantos años y que hoy permite devolverles a las víctimas su dignidad, reparar su memoria y pedirles perdón." (Verónica Sierra Salas, profesora de la Universidad de Alcalá de Henares. Autora del libro "Cartas presas. La correspondencia carcelaria en la Guerra Civil y el Franquismo").

El 5 de agosto de 1939, trece mujeres, de entre 18 y 29 años, serían fusiladas ante las tapias del cementerio del Este, el que actualmente es el cementerio de la Almudena de Madrid; al igual que otros 43 hombres.

Habían sido juzgadas y condenadas a la pena capital, el día anterior por el tribunal de las Salesas, que había utilizado, a puerta cerrada, el procedimiento sumarísimo:
"Reunido el Consejo de Guerra Permanente número 9 para ver y fallar la causa número 30.428 que por el procedimiento sumarísimo de urgencia se ha seguido contra los procesados (...) responsable de adhesión a la rebelión (...). Fallamos que debemos condenar y condenamos a cada uno de los acusados (...) a cadena de muerte."

Su trágico destino final se había iniciado el 2 de agosto de 1939 cuando serían convocadas y convocados, en un macrojuicio, a comparecer ante el juez instructor, el magistrado Eduardo Pérez Griffo, de 30 años de edad y capitán honorífico del Cuerpo Jurídico Militar y titulara del Juzgado Militar Nº 8, que ayudado por el secretario y falangista José Zubizarreta Gutiérrez, había instruido la causa 30.426, donde se les acusaba de "rebelión militar", por lo que el fiscal les pedía la pena de muerte.

Pese a que habían sido interrogados por diferentes juzgados y acusadas de diferentes delitos, la autoridad judicial militar había decidido refundir las diferentes causas en una sola. La instrucción finalizaría con un acto de procesamiento por el que se acusaba a las trece jóvenes mujeres y a otros cuarenta y tres hombres de pertenecer a una organización clandestina:
"... de formar parte de las Juventudes Socialistas Unificadas, una de las organizaciones que (...) pretende ejecutar en España las órdenes que le viene del extranjero para procurar el fracaso de las instituciones político-jurídicas del Nuevo Orden Estatal, que el Ejército y la Falange han dado e impuesto a España (...)".

Y de haber repartido octavillas poco antes de la entrada de las tropas franquistas en Madrid y de la gravísima acusación de haber almacenado armas y explosivos para ejecutar:
"un golpe de mano el días del desfile de la Victoria, para lo cual habían recogido armas y explosivos ...", con el fin de "... boicotear las iniciativas de engrandecimiento patrio, y seguir en la paz la misma tónica que en la pasada guerra: infamias, mentiras, atentados, lucha de clases, comunismo, masonería, etc.".

Todo ello meras elucubraciones mentales, cuando lo único que podría demostrar la autoridad militar era la pertenencia de algunas de ellas a las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) y al Partido Comunista de España (PCE).

Sus nombres eran (Fuente: Arantxa Carceller. "Las Trece Rosas". losojosdehipatía, 5 de agosto de 2019):
"CARMEN BARRERO AGUADO. (20 años, modista). Trabajaba desde los 12 años, tras la muerte de su padre, para ayudar a mantener a su familia, que contaba con 8 hermanos más, 4 menores que ella .Militante del PCE, tras la guerra, fue la responsable femenina del partido en Madrid. Fue detenida el 16 de mayo de 1939.
MARTINA BARROSO GARCÍA (24 años, modista). Al acabar la guerra empezó a participar en la organización de las JSU de Chamartín. Iba al abandonado frente de la Ciudad Universitaria a buscar armas y municiones (lo que estaba prohibido). Se conservan algunas cartas originales que escribió a su novio y a su familia desde la prisión.
BLANCA BRISAC VÁQUEZ (29 años, pianista). La mayor de las trece. Tenía un hijo. No tenía ninguna militancia política. Era católica y votante de derechas. Fue detenida por relacionarse con un músico perteneciente al Partido Comunista. Escribió una carta a su hijo la madrugada del 5 de agosto de 1939, que le fue entregada por su familia (todos de derechas) 16 años después. La carta aún se conserva.
PILAR BUENO IBÁÑEZ (27 años, modista). Al iniciase la guerra se afilió al PCE y trabajó como voluntaria en las casas-cuna (donde se recogía a huérfanos y a hijos de milicianos que iban al frente). Fue nombrada secretaria de organización del radio Norte. Al acabar la guerra se encargó de la reorganización del PCE en ocho sectores de Madrid. Fue detenida el 16 de mayo de 1939.
JULIA CONESA CONESA (19 años, modista). Nacida en Oviedo. Vivía en Madrid con su madre y sus dos hermanas. Se afilió a las JSU por las instalaciones deportivas que presentaban a finales de 1937 donde se ocupó de la monitarización de éstas. Pronto se empleó como cobradora de tranvías, ya que su familia necesitaba dinero, y dejó el contacto con al JSU. Fue detenida en mayo de 1939 siendo denunciada por un compañero de su "novio". La detuvieron cosiendo en su casa.
AVELINA GARCÍA CASILLAS (19 años). Militante de las JSU. Hija de un guardia civil viudo. Le mandaron una carta a su casa afirmando que sólo querían hacerle un interrogatorio ordinario. Se presentó de manera voluntaria, pero no regresó a su casa. Ingresó en prisión el 18 de mayo de 1939.
ELENA GIL OLAYA (20 años). Ingresó en las JSU en 1937. Al acabar la guerra comenzó a trabajar en el grupo de Chamartín.
VIRTUDES GONZÁLEZ GARCÍA (18 años). Amiga de María del Carmen Cuesta (15 años, perteneciente a las JSU y superviviente de la prisión de Ventas9. En 1936 se afilió a las JSU, donde conoció a Vicente Ollero, que terminó siendo su novio. Fue detenida el 16 de mayo de 1939 denunciada por un compañero suyo bajo tortura.
ANA LÓPEZ GALLEGO (21 años). Militante de las JSU. Fue secretaria del radio de Chamartín durante la Guerra. Su novio, que también era comunista, le propuso irse a Francia, pero ella decidió quedarse con sus tres hermanos menores en Madrid. Fue detenida el 16 de mayo, pero no fue llevada a la cárcel de Ventas hasta el día 6 de junio. Se cuenta que no murió en la primera descarga y que preguntó: "¿Es que a mí no me matan?".
JOAQUINA LÓPEZ LAFFITE (23 años). En septiembre de 1936 se afilió a las JSU. Se le encomendó la secretaría femenina del Comité Provincial clandestino. Fue denunciada por Severino Rodríguez (número dos en las JSU). La detuvieron el 18 de abril de 1939 en su casa, junto a sus hermanos. La acusaron de ser comunista, pero ignoraban el cargo que ostentaba. Joaquina reconoció su militancia durante la guerra, pero no la actual. No fue conducida a Ventas hasta el 3 de junio, a pesar de ser de las primeras detenidas.
DIONISIA MANZANERO SALAS (20 años). Se afilió al Partido Comunista en abril de 1938 después de que un obús matara a su hermana y a unos chicos que jugaban en un descampado. Al acabar la guerra fue el enlace entre los dirigentes comunistas en Madrid. Fue detenida el 16 de mayo de 1939.
VICTORIA MUÑOZ GARCÍA (18 años). Se afilió con 15 años a las JSU. Pertenecía al grupo de Chamartín. Era la hermana de Gregorio Muñoz, responsable militar del grupo del sector de Chamartín de la Rosa. Llegó a Ventas el 6 de junio de 1939.
LUISA RODRÍGUEZ DE LA FUENTE (18 años). Entró en las JSU en 1937 sin ocupar ningún cargo. Le propusieron crear un grupo, pero no había convencido aun a nadie más que a sus primo cuando la detuvieron. Reconoció su militancia durante la guerra, pero no la actual. En abril la trasladaron a Ventas, siendo la primera de las Trece Rosas en entrar en prisión."

Dionisia Manzanedo Salas escribiría a su padres y hermanos la siguiente carta, asegurando que no le temblaba el pulso al saber que pronto iba a ser ejecutada, y animándoles a entender que no muere "por criminal ni ladrona, sino por una idea", y que mere inocente:
"Queridísimos padres y hermanos. Quiero en estos momentos tan angustiosos para mí poder mandaros las últimas letras para que durante toda la vida os acordéis de vuestra hija y hermana, a pesar de que pienso que no debiera hacerlo, pero las circunstancias de la vida lo exigen.
Como habéis visto a través de mi juicio, el señor fiscal me conceptúa como un ser indigno de estar en la sociedad de la Revolución Nacional Sindicalista. Pero no os apuréis, conservar la serenidad y la firmeza hasta el último momento, que no os ahoguen las lágrimas, a mí no me tiembla la mano al escribir. Estoy serena y firme hasta el último momento. Pero tened en cuenta que no muero por criminal ni ladrona, sino por una idea.
A Bautista le he escrito, si le veis algún día darle ánimos y decirle que puede estar orgulloso de mí, como anteriormente me dijo.
A toda la familia igual, como no puedo despedirme de todos en varias cartas, lo hago a través de ésta. Que no se preocupen, que el apellido Manzanero brillará en la historia, pero no por crimen.
Nada más, no tener remordimiento y no perder la serenidad, que la vida es muy bonita y por todos los medios hay que conservarla.
Madre, ánimo y no decaiga. Vosotros ayudar a que viva madre, padre y los hermanos. Padre, firmeza y tranquilidad.
Dar un apretón de manos a toda la familia, fuertes abrazos, como también a mis amigas, vecinos conocidos.
Mis cosas ya os las entregarán, conservar algunas de las que os dejo.
Muchos besos y abrazos de vuestra hija y hermana, que muere inocente.
Dioni."

En aquel tiempo la mayoría de edad para las mujeres era de 23 años, por lo que nueve de ellas eran menores de edad.

Sin embargo, la recién creada justicia por el fascismo franquista bajo el paraguas de Ley de Responsabilidades Políticas, del 9 de febrero de 1939, rebajaba, en estos casos, la mayoría de edad a los 14 años:
"Artículo 5º.- Están exentos de responsabilidades los menores de catorce años."
Aunque en el siguiente artículo se afirmaría que se consideraría atenuante ser menor de 18 años:
"Artículo 6º.- Se consideran circunstancias atenuantes para los inculpados:
Primera.- La de ser responsable menor de dieciocho años. (...)".

Las sentencias de este Consejo de Guerra las condenaría a morir en un plazo de 72 horas tras su pronunciamiento, pero se darían una inusitada prisa por cumplir la sentencia.

Verdaderamente, las mujeres fusiladas serían una más, hasta alcanzar la cifre de 14, puesto que habría que añadir a Antonia Torre Vela, que sería fusilada el 19 de febrero de 1940, pues aunque también había sido condenada a muerte el 5 de agosto de 1939, pero a causa de un error mecanográfico pues en la sentencia figuraba el nombre de Antonio Tores Llera, haría que se pospusiera su fusilamiento.

Es importante recordar que en el grupo de fusilados aquel 5 de agosto de 1939 había también cuarenta y tres hombres (43 claveles), entre los que había un adolescente de catorce años.

Julia Conesa, una de las fusiladas, y desde una gran dignidad, tendría tiempo de escribir una última carta a su familia, pidiendo que sus nombres no fueran borrados de la Historia:
"Madre, hermanos con todo el cariño y entusiasmo os pido que no me lloréis nada. Salgo sin llorar. Me matan inocente, pero muero como debe morir una inocente. Madre, madrecita, me voy a reunir con mi hermana y papá al otro mundo, pero ten presente que muero por persona honrada. Adiós, madre querida, adiós para siempre. Tu hija, que ya jamás te podrá besar ni abrazar."
La carta finalizaría con un ruego:
 
"QUE MI NOMBRE NO SE BORRE EN LA HISTORIA."


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