8 de mayo de 2020

La toma de Berlín y la capitulación de la Alemania nazi



(extracto de “Las guerras de Stalin” de Geoffrey Roberts, traducido por la AAHS)[1]

El Ejército Rojo retomó su avance hacia Berlín en enero de 1945. En una ofensiva conocida bajo el nombre de “Operación Vístula-Óder”, los ejércitos soviéticos embistieron a través de Polonia y penetraron en Prusia oriental y en Alemania del Este. En el momento en que la ofensiva se debilitó en febrero de 1945, las unidades de vanguardia del Ejército Rojo estaban a 80 kilómetros de la capital alemana. La operación Vístula-Óder fue la más vasta ofensiva desarrollada por los soviéticos en solitario durante la II Guerra Mundial. Los dos principales frentes implicados en la operación desplegaron 2,2 millones de soldados y poseían más tanques y aviones (respectivamente 4500 y 5000) que todo el Ejército Rojo en mayo de 1942. Con una superioridad de once contra uno en infantería, siete veces más tanques y veinte veces más potencia aérea y artillería, el Ejército Rojo era capaz de progresar a nivel de 25 a 30 kilómetros al día, haciendo un total de 147.000 prisioneros y destruyendo más de 50 divisiones alemanas o casi.

La planificación de la operación Vístula-Óder comenzó en otoño de 1944 durante una calma en la ofensiva sobre el sector del centro después del fracaso del Ejército Rojo para tomar Varsovia. El Estado Mayor calculaba que era mejor reagruparse y tomarse el tiempo de preparar una gran ofensiva más que continuar atacando con soldados agotados y vías de aprovisionamiento desbordadas. Al mismo tiempo, se llevarían a cabo ofensivas en los flancos en el sur de Hungría y de Austria y en el norte de la Prusia oriental hacia Königsberg, con el objetivo  de alejar las fuerzas alemanas del eje central que iba de Varsovia a Berlín. El plan del Estado Mayor consistía en una operación en dos fases al principio del año 1945, que duraría un total de 45 días, para culminarse con la toma de Berlín. La idea del Estado Mayor era que habría una transición ligada entre la primera y la segunda fase de la operación y no se tomaría ninguna decisión sobre el avance final hacia Berlín mientras la progresión de la operación no fuera revisada.[2]

La operación debía ser desarrollada por el primer frente bielorruso y el primer frente ucraniano con el apoyo del segundo y del tercer frentes bielorrusos. El mariscal Konev era el encargado del primer frente ucraniano y el mariscal Rokosovski encabezaba el primer frente bielorruso; fue remplazado por Zhúkov en noviembre de 1944. La tarea del primer frente bielorruso era progresar hacia el centro y tomar Berlín, una responsabilidad y un honor que Stalin estimaba deber confiar a Zhúkov, su adjunto en el mando supremo. Rokosovski fue transferido al segundo frente bielorruso pero Stalin le aseguró que no se trataba de una zona secundaria sino que formaba parte de la ofensiva principal. Stalin le dijo: “Si usted y Kónev no progresan, Zhúkov no lo conseguirá tampoco”.[3] 

El papel destinado al mariscal Vasilievski en estos acontecimientos era algo marginal. Era el coordinador para la Stavka de los primero y segundo frentes bálticos, y debido a su ausencia en Moscú, su papel de jefe del Estado Mayor fue asegurado por su adjunto, el general Alexéi Antónov, y fue Antónov quien acompañó a Stalin a la Conferencia de Yalta en febrero de 1945. No se trataba de indicios de que Vasilievski hubiera caído en desgracia (aunque la atmósfera entre Stalin y sus generales conoció altibajos). Stalin más bien concedía valor a las aptitudes de coordinación de Vasilievski relativas a las zonas difíciles del frente; más importante aun, el jefe soviético lo destinaba a ser transferido al Extremo Oriente para conducir el asalto inminente a las fuerzas japonesas en Manchuria. Los planes de Stalin fueron desbaratados sin embargo por la muerte del general Cherniajovski, el comandante (judío) del tercer frente bielorruso, en febrero de 1945. Vasilievski era su sustituto y acabó desempeñando un papel imprevisto en la conquista final de Alemania por los soviéticos.

El plan básico para la operación Vístula-Óder era cubrir y ocupar el terreno entre los dos grandes ríos que cortaban en dos la Polonia oriental en cuanto al Vístula y la Alemania Oriental en cuanto al Óder. El trabajo de Rokosovski consistía en ponerse en marcha en el norte de Polonia para alcanzar Dantzig. En el sur, Kónev debía dirigirse hacia Breslau y la importante zona industrial de Silesia, que Stalin quería conquistar por razones tanto económicas como estratégicas. (Le describió a Kónev la región como “oro” y le ordenó cuidar con no dañar sus recursos industriales.[4]

Zhúkov tenía como papel tomar Varsovia y luego progresar hacia Poznan y después Berlín. El objetivo de Cherniajovski era destruir las potentes fuerzas alemanas en Prusia oriental, tomar Königsberg y unirse a las fuerzas de Rokosovski en un avance conjunto a los largo de las tierras costeras bálticas. Al estar ausentes de Moscú Zhúkov y Vasilievski, el coordinador para la Stavka de esta ofensiva compleja y desplegada en varios frentes resultaba ser Stalin: siendo la primera vez que asumía un papel así, fue hábilmente asistido por Antónov y el general S. M. Shtemenko, su jefe de operaciones. La fecha para lanzar la operación Vístula-Óder dio lugar a algunas controversias menores. El 6 de enero de 1945, Churchill escribió a Stalin para saber si podía esperar un ataque soviético en Polonia con el fin de aliviar la presión en el frente occidental provocada por el contraataque alemán en las Ardenas en diciembre de 1944 (llamado por los angloamericanos “batalla del saliente”). Stalin respondió al día siguiente declarando que, a no ser que se viera confrontada a condiciones climáticas desfavorables, el ataque soviético se iniciaría pronto. (…) Parece sin embargo que la operación debía iniciarse en principio entre el 8 y el 10 de enero, pero fue retrasada por el mal tiempo.[5] (…) 

Por otro lado, Kónev es bastante preciso en sus Memorias acerca del hecho de que el inicio de la ofensiva que implicaba a su frente estaba planificado para el 20 de enero, pero que el 9 de enero Antónov le pidió que precipitara los preparativos y lanzara su ataque lo antes posible.[6]

Kónev empezó su ofensiva el 12 de enero y Zhúkov y Rokosovski se lanzaron al ataque el 14 progresando rápidamente. El 17 de enero, Varsovia cayó en poder del primer frente bielorruso, mientras que Kónev tomó Cracovia el 19 de enero. A final de mes, las fuerzas de Zhúkov y Kónev habían alcanzado su objetivo inicial llegando al Óder y el segundo frente bielorruso tenía algo menos de suerte. El 20 de enero, recibió la orden de dirigir su flanco derecho al norte de la Prusia oriental para ayudar a la progresión sobre Königsberg del tercer frente bielorruso de Cherniajovski. Esto produjo una ralentización de la progresión del propio avance de Rokosovski hacia el norte del Óder y la apertura de una brecha en su flanco izquierdo con el avance rápido de los ejércitos de Zhúkov en el sector del centro.[7] 

Esto expuso el avance de Zhúkov hacia Berlín a un fuerte contraataque de la Wehrmacht estacionada en Pomerania (la región del norte de la Alemania adyacente a la Prusia oriental). En un primer tiempo, ni Zhúkov ni la Stavka se inquietaron por ello. Cuando, a finales de enero, Zhúkov y Kónev propusieron ambos continuar sus ofensivas, teniendo por objetivo tomar Berlín hacia mediados de febrero, Stalin dio su visto bueno y continuó aprobando tales planes incluso durante su asistencia a la Conferencia de Yalta. Hacia mediados de febrero, se hizo evidente no obstante que el único medio seguro de ocuparse de la amenaza de Pomerania consistía en encargar a elementos importantes del primer frente bielorruso que apoyaran los esfuerzos de Rokosovski en la región.

Esto significaba el fin de toda esperanza para Zhúkov de tomar Berlín en su avance. Al mismo tiempo, en el sur, la progresión de Kónev también se ralentizaba. A principios de febrero, sus fuerzas penetraron en Baja Silesia al oeste del Óder, pero la progresión era lenta y el cuarto frente ucraniano que protegía el flanco izquierdo de Kónev experimentaba también dificultades. A todo lo largo del frente, se encontraban problemas ahora habituales a estas gigantescas ofensivas soviéticas: soldados cansados, falta de avituallamiento y una logística deficiente. Hacia finales de febrero, la operación Vístula-Óder tocaba a su fin, a pesar de que los combates continuaran en Prusia oriental y Pomerania. El fracaso del Ejército Rojo en su intento de alcanzar Berlín en febrero de 1945 fue el último en la larga lista de planes excesivamente optimistas. Para parafrasear a Clausewitz, ningún plan estratégico de los soviéticos sobrevivió nunca al contacto con el enemigo. Pero no todo el mundo acepta el hecho de que Stalin y la Stavka intentaron pero no pudieron tomar Berlín. Una de las teorías es que Stalin renunció deliberadamente a poder tomar anticipadamente Berlín por razones políticas: no quería añadir tensiones suplementarias en el seno de la alianza soviético-occidental, particularmente durante la Conferencia de Yalta entre el 4 y el 11 de febrero. Por otra parte, había ventajas políticas en progresar en los flancos, hacia Hungría, Checoslovaquia, Austria y Dinamarca, más que hacia Berlín.[8] 

Tal suposición no es validada por los documentos: es únicamente después de la Conferencia de Yalta que la idea de una toma inmediata de Berlín fue finalmente abandonada. Tampoco había grandes tensiones en la alianza soviético-occidental en ese preciso momento. El general Chuikov, el héroe de Stalingrado, estaba al frente de la 8ª guardia del ejército (renombrada 62º ejército) y servía con Zhúkov en el seno del primer frente bielorruso en la marcha hacia Berlín. Según él, Zhúkov deseaba tomar Berlín en febrero pero Stalin no le había dado su aval. Zhúkov, junto con numerosas otras personas principalmente implicadas, refutaron las acusaciones de Chuikov y reafirmaron que el retraso en la progresión hacia Berlín era fruto de problemas logísticos y de la amenaza que representaban las poderosas fuerzas alemanas en Pomerania y en Prusia oriental. En las ediciones siguientes de sus Memorias, Chuikov suprimió los pasajes ofensivos y se unió a la línea oficial según la cual Berlín no podía conquistada en febrero de 1945.[9]

Estas visiones diferentes sobre la toma de decisiones en la estrategia soviética al principio del año 1945 suscitan la cuestión de la evolución del punto de vista de Stalin sobre la situación militar. Ciertos indicios nos son suministrados por sus entrevistas con dirigentes políticos y militares occidentales en aquel período. A mediados de diciembre de 1944, Stalin tuvo una larga discusión con el embajador Harriman acerca de la situación militar en los frentes de Europa del Este y del Oeste. Harriman habló a Stalin de los planes angloamericanos para una ofensiva en el Oeste y preguntó qué apoyo podía esperar en términos de ataques soviéticos en el Este. A pesar de los planes de la Stavka para la operación Vístula-Óder habían avanzado bien, Stalin se mostró evasivo para no revelar las intenciones soviéticas. Aseguró a Harriman que habría una gran ofensiva soviética en poco tiempo pero subrayó que la superioridad del Ejército Rojo descansaba más en su fuerza aérea y su artillería que en su número de soldados y que se requerían buenas condiciones climáticas para utilizar eficazmente estas armas. Mientras el tiempo siguiese siendo malo, Stalin declaró que “los rusos consideraban imprudente emprender vastas operaciones”. En cambio, las perspectivas en el sector sur eran mejores e invitó a los británicos y los americanos a unirse en una penetración sobre Viena.[10] 

Esta conversación tuvo lugar justo antes del contraataque de los alemanes en las Ardenas, acontecimiento que oscureció las perspectivas de un franqueamiento anticipado del Rín por las fuerzas aliadas occidentales. Las dificultades militares anglo-americanas hacían crecer la esperanza de una nueva ofensiva soviética capaz de contribuir a la inmovilización de las numerosas fuerzas alemanas en el teatro oeste-europeo. Estas consideraciones aparecen claramente en una conversación fechada el 15 de enero de 1945 entre Stalin y el jefe del Ejército del Aire, el mariscal Tedder, durante la cual el dirigente soviético se informa con inquietud sobre la afirmaciones alemanas según las cuales su acción en las Ardenas había contrariado la ofensiva de los aliados occidentales retrasándola un mínimo de dos meses y un máximo de seis meses. Tedder estaba en Moscú como representante del mando supremo de las fuerzas aliadas en el Oeste, el general Eisenhower, y su misión consistía en buscar informaciones sobre los planes estratégicos soviéticos. Stalin habló a Tedder de la ofensiva soviética que acababa de comenzar, explicando el objetivo era alcanzar el Óder, aunque no estaba seguro de alcanzar este objetivo. Declaró asimismo que, debido a las malas condiciones climáticas (las lluvias primaverales y el barro resultante), las ofensivas de gran amplitud en el frente oriental iban a conocer una pausa entre mediados de marzo y finales de mayo. 

Stalin no pensaba que la guerra pudiera terminarse antes del verano, muy probablemente porque en ese momento los alemanes estarían hambrientos. Prosiguió:
“Los alemanes pueden producir muchas patatas pero, en mi opinión, necesitarán trigo (que no estará disponible) para combatir en un conflicto prolongado […] No obstante, no debemos olvidar que los alemanes son frugales y resistentes. Tienen más obstinación que inteligencia. De hecho, no deberían haber emprendido la campaña de las Ardenas; fue realmente estúpido por su parte. A mi juicio, incluso ahora los alemanes deberían desplazar sus fuerzas del Oeste. Si no lo hacen, no pueden resistir en el Este. El peso de la ofensiva del Ejército Rojo es tal que no tendrán posibilidad de transporte local de suministros en el Este”.[11]

(…) En esta etapa de la guerra, la caída de Berlín no era equivalente a la derrota de Alemania. Los alemanes poseían potentes fuerzas en Hungría, en Europa occidental y en Prusia oriental/Pomerania, y había numerosos rumores sobre que Hitler se retiraría a “un bastión alpino” difícil de conquistar.[12] (…)

El pesimismo de Stalin acerca del curso probable de los acontecimientos militares debió verse reforzado por la ralentización del Ejército Rojo en su marcha sobre Berlín a mediados de febrero. En público, la opinión reservada de Stalin sobre la situación militar encontró su expresión en su orden del día del 23 de febrero, por el 27º aniversario de la fundación del Ejército Rojo. Stalin alabó evidentemente la capacidad de sus soldados de progresar tan rápidamente desde el Vístula hasta el Óder. Sin embargo, no hizo ninguna declaración sobre la fecha de la victoria final, salvo para decir que llegaría pronto y para advertir de que se trataría de un duro combate hasta el final:
“La victoria total sobre los alemanes se acerca. Pero la victoria nunca viene por sí sola: se adquiere en batallas difíciles y mediante esfuerzos continuos. El enemigo condenado lanza sus últimas fuerzas en la batalla, resistiendo desesperadamente, intentando evitar un severo castigo. Emplea y va a emplear las formas de combate más extremas y desleales. Es pues necesario recordar que, cuanto más cerca está la victoria, más elevada debe ser nuestra vigilancia y más potentes serán nuestros golpes contra el enemigo”.[13]

En marzo, … el Ejército Rojo aplastaba a los alemanes en Prusia oriental y en Pomerania (…)

El dos de abril, Stalin se volvió a encontrar con Zhúkov, Antonov y Shtemenko. Se les sumó Kónev y la entrevista duró dos horas. Los cuatro generales se volvieron a juntar el 3 de abril para una entrevista más corta.[14] Este mismo día, Stalin asignó a Zhúkov y Kónev sus nuevas directivas. Zhúkov tenía por tarea lanzar una ofensiva para tomar Berlín y alcanzar el Elba (la línea de demarcación soviético-occidental convenida en el plan militar en Alemania) doce a quince días después del inicio de las operaciones. La tarea de Kónev era derrotar a los alemanes en el sur de Berlín y avanzar sobre Dresde en diez a doce días, y después proponerse un ataque sobre Leipzig. La línea de demarcación entre el primer frente bielorruso y el primer frente ucraniano estaba fijada en Lubben, aproximadamente a 80 kilómetros al sudeste de Berlín, y se había fijado a partir del 15 de abril, señal de que la doble ofensiva debía comenzar el 16 de abril.[15] El plan inicial consistía así para Zhúkov en golpear fuerte y directamente la capital alemana y luego a rodear la ciudad por el norte, mientras que las fuerzas de Kónev cercarían la ciudad por el sur. El segundo frente bielorruso de Rokosovski debía jugar un papel de apoyo, que significaba desencadenar una ofensiva sobre Berlín el 20 de abril, con el objetivo de proteger el flanco derecho de Zhúkov de un contraataque alemán por el norte (…).[16] (…)

Para Stalin, Berlín era efectivamente un blanco secundario y es la razón por la que sólo las fuerzas de Zhúkov estaban encargadas de asaltar la capital alemana. Pero la progresión de Zhúkov fue retrasada por los alemanes, y Kónev y Rokosovski debieron acudir en su ayuda. Esto hizo pasar Berlín del puesto de blanco secundario al de blanco principal. (…) Stalin añadió [al embajador estadounidense Walter Bedell Smith] que, desde que Berlín estaba en la zona de ocupación soviética convenida en Alemania, era moral y estratégicamente justo que el Ejército Rojo tomara la ciudad.[17]

La versión de los acontecimientos que dio Stalin correspondía globalmente al curso de las operaciones. El plan inicial se resumía para las fuerzas de Zhúkov en tomar Berlín en solitario, pero el primer frente ucraniano progresó más rápidamente y el 17 de abril se presentó la oportunidad de redirigir algunas de las fuerzas de Kónev para atacar Berlín por el sur.[18] Mientras los soldados soviéticos se abrían camino hasta la cúspide del edificio en ruinas del Reichstag en el centro de Berlín para plantar la bandera roja, Hitler se suicidaba en su búnker. Felizmente para Stalin, los tres soldados que llegaron a lo alto del Reichstag el 30 de abril de 1945 eran un georgiano, un ruso y un ucraniano. Más tarde, el fotógrafo soviético Evgueni Jaldéi reconstituyó la escena con otros dos soldados, con el fin de crear una imagen de la conquista de Berlín por el Ejército Rojo tan emblemática como la bandera de los Estados Unidos izada por los soldados americanos en Iwo Jima algunos meses antes.

La victoria fue costosa. El Ejército Rojo sufrió 300.000 pérdidas, de las cuales 80.000 muertes en el asalto final a Berlín. El combate más costoso en pérdida humanas se desplegó en los alrededores de Berlín más que en la misma ciudad. No se repetiría pues aquí el escenario de considerables combates callejeros como en Stalingrado en 1942 o, más recientemente, en Budapest en febrero de 1945 cuando cayó en poder del Ejército Rojo después de una batalla feroz y prolongada.[19] (…)
El primer campo de la muerte nazi fue alcanzado por el Ejército Rojo en Majdanek en julio de 1944. A finales de enero de 1945, Auschwitz cayó en manos del Ejército Rojo; luego fue el turno de los campos de Belzec, Chelmno, Sobibór y Treblinka: ciertamente la peor lista de horrores en los anales de la existencia humana. (…)

El 7 de mayo, los alemanes acabaron por rendirse, aunque Zhúkov sólo firmara el tratado de capitulación al día siguiente en Berlín. En consecuencia, el día de la victoria fue celebrado en la Unión Soviética un día más tarde que en Gran Bretaña y en los Estados Unidos. (…)

En su discurso sobre la gran victoria, Stalin destacó que la derrota de Hitler significaba la libertad y la paz entre los pueblos, …

El 24 de junio, tuvo lugar un desfile de la victoria en la Plaza Roja encabezado por Zhúkov a caballo. Stalin pasó revista a las tropas desde el mausoleo de Lenin y vio miles de estandartes militares alemanes rendidos y amontonados frente a él. Esa misma noche, Stalin se reunió con 2.500 generales y oficiales en una recepción en el Kremlin, pero el mensaje que tenía para ellos era un poco inesperado. En su brindis, publicado en los periódicos, Stalin no elogiaba a sus generales, sino a millones de gentes sencillas, los engranajes de la gran máquina del Estado, de la que él y sus generales habían dependido para ganar la guerra.[20]


Notas: 
[1] Les guerres de Staline. De la guerre mondiale à la guerre froide, 1939-1953. Editions Delga.
[2] S. M. Shtemenko, “In the General Staff” en Bialer, Stalin, pp. 472 and 472-80 y Shtemenko, The Soviet General Staff al War, 1941-1945, Editorial Progreso: Moscú 1970, cap. 13.
[3] K. Rokosovski, A Soldier’s Duty, Progress publishers: Moscú 1970, p. 267.
[4] I. Kónev, Year of Victory, Editorial Progreso: Moscú 1969, pp. 5, 67-8.
[5] El principal partidario de este argumento es el historiador militar ruso V. N. Kisilev, por ejemplo en su artículo “Padeniye Berlina” (p. 256) in G. N. Sevost’yanov, Voiná i Obschestvo, 1941-1945, vol. 1, Moscú 2004.
[6] Kónev, Year of Victory, p. 14.
[7] Rokosovski, Soldier’s Duty, pp. 281-2.
[8] V. Mastny, Russia‘s Road to the Cold War, Columbia University Press: New York 1979, pp. 242-3.
[9] En cuanto a la discusión entre Chuikov y Zhúkov, ver Bialer, Stalin, pp. 500-15.
[10] Harriman Papers, Library of Congress Manuscripts Division, Caja 175, Expediente cronológico 15-20/12/44 y la versión soviética de esta conversación en Sovetsko-Amerikanskiye Otnosheniya vo Vremya Velikoi Otechistvennoi Voiny, 1941-1945, vol. 2, Moscú 1984, doc. 164.
[11] Ibíd. c176, cf. 11-16-1/45.
[12] Shtemenko, Soviet General Staff, p. 307.
[13] I. Stalin, O Velikoi Otechestvennoi Voine Sovetskogo Souza, Moscú 1946, p. 158.
[14] “Psetiteli Kremlevskogo Kabineta I. V. Stalina”, 1996, p. 96. En los libros de historia, el 1 de abril es señalado como la fecha del comienzo de la conferencia. Sin embargo, según su agenda, Stalin se encontró, como solía hacerlo, únicamente con Antónov y Shtemenko (durante dos horas por la tarde) aquel día.
[15] Kónev, Year of Victory, pp. 87-8.
[16] Rokosovski, Soldier’s Duty, p. 316.
[17] Sovetsko-Amerikanskie Otnosheniya, 1945-1948, Moscú 2004, doc. 287.
[18] Kónev, Year of Victory, pp. 104-108. (…)
[19] Sobre la batalla de Berlín, véanse los tratamientos de Mawdsley, Erickson y Ryan ya citados. También: A. Read y D. Fisher, The Fall of Berlin, Pimlico: Londres 1993, 2002, A. Beevor, Berlin: The Downfall 1945, Viking: Londres 2002 y J. Erickson, “Poslednii Shturm: The Soviet Drive to Berlin, 1945″ en G. Bennet (dir.), The End of the War in Europe 1945, HMSO: Londres 1996.
[20] Extractado de las notas taquigráficas del brindis de Stalin publicadas en V. A. Nevezhin, Zastol’nye Rechi Stalina, Moscú-San Petersburgo 2003, doc. 111.

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