Por Juan Manuel Olarrieta, publicado en Red Roja.
Declaración de la URSS, en Alma Ata: “El pueblo
tiene el derecho y el deber de participar individual y colectivamente
en la planificación y aplicación de su atención en salud”.
El concepto y, sobre todo, la práctica de
la salud pública no han existido siempre sino que son una conquista de
la Revolución de Octubre. Algo tan sencillo como esa práctica
cotidiana y actual que consiste en acudir a un centro médico para
cuidar nuestras enfermedades gratuitamente se la debemos al esfuerzo de
los bolcheviques. La atención médica ha existido siempre… para unos
pocos privilegiados; la atención a los obreros, los campesinos y la
población, en general, sólo existen desde 1917, y sólo existirá en el
futuro si somos capaces de defenderla al menos con tanta energía como
pusieron otros en conseguirla.
La primera red sanitaria general
de la historia fue obra de Nikolai A. Semashko (Николай Александрович Семашко), fundador del partido
bolchevique y primer comisario (ministro) de Sanidad desde 1918 hasta
1930. En su libro sobre la “Protección de la salud en la
URSS”, publicado en 1934, Semashko estableció tres principios básicos
que debía reunir el servicio soviético de salud: unidad en la
organización, participación de la población en la totalidad del trabajo
de protección de salud, y medidas profilácticas, es decir la
prevención.
La sanidad soviética, por tanto, no era
un servicio especialmente destinado a los obreros y campesinos sino una
tarea en cuya planificación participaban activamente los sindicatos
obreros, las cooperativas agrarias, los soviets y la población en
general, es decir, millones de personas que atendían y eran atendidos
por la red sanitaria más grande que nunca se había puesto en
funcionamiento, alcanzado a cada uno de los rincones de la extensa
URSS, incluidos los más alejados y remotos.
La implantación del modelo de medicina
soviética en el mundo capitalista fue obra del suizo Henry E. Sigerist
que, entre otros, impartió cursos en el Instituto de Historia de la
Medicina de la Universidad John Hopkins de Estados Unidos. Sigerist
viajó varias veces a la URSS y estudió meticulosamente su sistema
sanitario, del que se convirtió en su divulgador más entusiasta: “Los
estudios que he hecho durante tres veranos en la URSS -escribió- fueron
quizás los más inspiradores de toda mi carrera. Admito francamente que
estoy impresionado por todo lo que vi, por el esfuerzo honesto de una
nación entera para darle atención médica a todo el pueblo”. El médico
suizo siempre reconoció honestamente las aportaciones pioneras de la
revolución socialista a la medicina mundial, que describió en su libro
“Socialized Medicine in the Soviet Union” publicado en Nueva York en
1937.
Durante la I Guerra Mundial Sigerist fue
movilizado como médico del ejército francés, lo que le permitió
comprender el carácter imperialista de aquella terrible masacre y, a la
vez, valorar la trascendencia histórica de la revolución de 1917: “Un
nuevo orden político, económico y social ha nacido de allí y ha
modificado muy profundamente las formas de la atención médica [...]
Puesto que la salud es un bien al que todos tienen derecho el servicio
médico es gratuito [...] La medicina preventiva tiene prioridad
decisiva [...] El servicio médico se lleva a la población cada vez más
por centros médicos, dispensarios, policlínicos [...] La cultura física
se ha hecho popular [...] Lo que está sucediendo allá es el inicio de
un nuevo período de la historia de la medicina”.
En 1938 escribió el artículo “Medicina
socializada” para la “Yale Review” donde decía que “el pueblo tiene
derecho a la atención médica y la sociedad tiene la responsabilidad de
cuidar a sus miembros [...] Cada ciudadano debe tener una asistencia
médica gratuita, los médicos, como los demás trabajadores de la salud,
deben recibir un salario”. La salud no es sólo un problema técnico de
asistencia al enfermo sino que se promueve activamente proporcionando
condiciones de vida decentes, buenas condiciones de trabajo, educación,
cultura física y formas de esparcimiento y descanso.
En 1943 en su libro “Civilization and
desease” (Civilización y enfermedad) escribió que el mundo se disponía a
dar el paso “de la sociedad de competencia a la sociedad de
cooperación; irá hacia el socialismo”. La obra incorpora importantes
tesis del materialismo histórico sobre la enfermedad en dos capítulos
en los que analiza los determinantes materiales y económicos de la
enfermedad. El libro le convirtió en un referente para los estudiantes y
jóvenes médicos progresistas de todo el mundo. El 30 de enero de 1939
la revista “Time” ya había publicado su retrato en portada,
calificándole como el historiador de la medicina más importante del
mundo.
A través de Sigerist la influencia de la
medicina soviética alcanzó a Estados Unidos. Con la ayuda de conocidos
investigadores, el médico suizo creó la “American Soviet Medical
Society”, que presidió Walter B. Cannon, amigo de Pavlov y profesor
emérito de Fisiología de la Universidad de Harvard. La asociación editó
la revista “The American Review of Soviet Medicine”. La promoción de
la comprensión entre los pueblos era su modo de ayudar al intercambio
cultural y científico.
Sin embargo, durante la caza de brujas
de la posguerra fue ferozmente atacado por la Asociación Médica
Norteamericana y el círculo más reaccionario de estudiantes de medicina
de la Universidad Johns Hopkins. Fue purgado por la Comisión del
Servicio Civil Gubernamental, lo que le impidió ocupar cargos públicos
en lo sucesivo. Entonces decidió regresar a Suiza, donde comenzó a
redactar su obra cumbre “Historia de la Medicina”, de la cual llegó a
publicar el primer volumen.
Por influencia de la Revolución de
Octubre y de Sigerist, en Inglaterra también apareció un movimiento en
favor de la nueva medicina social y en 1930 Major Greenwood fundó la
Asociación Médica Socialista que influyó decisivamente en el programa
sanitario del partido laborista. Posteriormente con la ampliación del
campo socialista en 1945 y la llegada del partido laborista al
gobierno, los obreros británicos pudieron disfrutar de una red pública
de atención sanitaria como la que ya disfrutaba la URSS desde hacía
décadas.
Desde Suiza, Sigerist hizo varios viajes
a Londres que culminaron en las Conferencias de Health-Clark en 1952,
pronunciadas en la Escuela Londinense de Higiene y Medicina Tropical.
Hasta su muerte en 1957 la ingente obra de Sigerist, que llena las
bibliotecas de las facultades de medicina, inspiró la creación del
nuevo sistema público de salud británico y otros parecidos en el mundo
entero.
El remate de este proceso que se inició
en la URSS también acabó en la URSS, en 1978, en Alma-Ata, durante la
asamblea de la Organización Mundial de la Salud, cuando el bloque de
países socialistas logró aprobar una resolución en la que, por primera
vez, se definía a la medicina como un servicio público, con un único
voto en contra: el de Estados Unidos. En medicina este principio se
conoce como la Declaración de Alma-Ata y dice lo siguiente: “El pueblo
tiene el derecho y el deber de participar individual y colectivamente
en la planificación y aplicación de su atención en salud”.
Hoy en cada dispensario médico,
hospital o clínica pública del mundo siguen latiendo -inmortales- los
principios de la Revolución de Octubre y su éxito al llevar a toda la
humanidad algo tan preciado como es la salud.
Notas al artículo de la AAHS:
* En 1920 se creó el primer sanatorio estatal de descanso para
trabajadores, seguido en 1925 por el primer centro de salud del mundo,
en Yalta, para trabajadores agrícolas.* https://agendacomunistavalencia.blogspot.com/2016/06/los-derechos-sociales-en-la-urss-parte_26.html
* http://amistadhispanosovietica.blogspot.com/2013/11/medicos-espanoles-en-la-urss-iv-carlos.html
* https://diario-octubre.com/2018/09/25/mujer-y-aborto-en-la-union-sovietica/
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