Los socialistas señalan que solo la lucha de clases puede ser el germen del
socialismo.
Edición francesa de 1925.
“Todo socialismo reposa en la idea que
en la sociedad burguesa no es posible acabar con la miseria que proviene del
capitalismo. Esta miseria proviene, en efecto, de la propiedad privada de los
medios de producción y no puede desaparecer más que con ella. En esto, los
diferentes sistemas socialistas están de acuerdo”.
Karl Kautsky
Karl Kautsky
Los marxistas de los partidos socialistas obreros de finales del siglo XIX
y principios del XX siempre antepusieron la consecución del socialismo y la
organización del proletariado a programas reformistas y de colaboración
burguesa. Para ellos lo importante era trabajar por una vida nueva en una
sociedad sin clases y organizar a la clase obrera. Pablo Iglesias fue uno de
esos marxistas.
No todo el socialismo clásico y obrerista, fue tan contundente y radical,
pero como sostiene Kautsky las diferentes familias socialistas, incluidas las
más reformistas, siempre coincidieron en señalar al capitalismo como el origen
de las desigualdades y la injusticia.
Los socialistas señalan que solo la lucha de clases puede ser el germen del
socialismo. La lucha de clases es la seña de identidad del partido obrero y es
también la vía imprescindible para conseguir mejoras materiales inmediatas.
Estas mejoras hoy serían acabar con el precariado juvenil y no tan joven,
liquidar las reformas laborales, acabar con la ley hipotecaria o garantizar el
sistema público de pensiones no solo para los pensionistas y
próximos-pensionistas, sino para nuestros hijos y nietos que lo tienen total y
absolutamente en peligro, por no decir, que de seguir las cosas como hasta
ahora, no la van a tener (Jubilación pública). Bien estas y otras cuestiones no
menos importantes como salud y educación y salarios dignos, empleo digno, vida
digna. Pan, trabajo, techo.
Tras leer el párrafo anterior se verá claramente que las actúales
oligarquías políticas de la tercera vía socioliberal, -ex socialdemócratas- ni
son socialistas, ni creen en el socialismo. Son profesionales simplemente de la
cosa pública burguesa. Sin embargo sí que están en posiciones templadas de
socialismo democrático y por tanto transformador, personas como Jeremy Corbyn o
Bernie Sanders que se cuestionan los poderes financieros, bancarios y el poder
de la minoría capitalista. De forma más radical, otros socialistas como Oskar
Lafontaine o lo que representa Salvador Allende. Pero tanto Sanders, como
Corbyn como Allende o Lafontaine sería claros exponentes del socialismo
democrático desde los últimos lustros del siglo XX (Allende) y del siglo XXI.
Yéndonos al título del artículo, lo primero a dilucidar es si hoy en día
-2016- existe clase obrera. Es obvio que sí. A pesar de la ofensiva cultural
neoliberal y de las deslocalizaciones, cierres industriales y la alienación de
esa subcultura televisiva que sufrimos, hortera y pequeño-burguesa, con sus
ribetes radicales pequeño burgueses consentidos e incluso fomentados por
ciertos empresarios de la “comunicación”. Hay clase obrera, aunque muchas y
muchos de sus miembros no saben que los son. Veamos, que es sino una cajera de
Zara, una cajera del Hipercor, o de Alcampo o un reponedor del Mercadona. Que
es sino clase obrera pura y dura un falso comercial autónomo igualmente falso
que vende por ejemplo teléfonos móviles por una miserable comisión, tras doce horas
tras un mostrador. Por no hablar de la hostelería, cada vez más degradada y
degenerada, que es una de las reinas de la explotación laboral y el
pistolerismo patronal. Por cierto la hostelería es uno de las ramas clásicas
del movimiento obrero, con una gran tradición sindical en España. Pero que en
estos momentos es refugio obligatorio para comer de muchos jóvenes de la cada
vez más proletarizada “clase media” y tituladas/os sin futuro, que curiosamente
en muchos casos no se sienten obreros, cuando están mucho más explotados que un
fresador o un mecánico o mecánica de una industria metalúrgica. Esas son las
contradicciones que nos ha impuesto la cultura burguesa al objeto de
derrotarnos, el hacer creer que ya no hay clase obrera y que personajes de las
“nuevas izquierdas” -me rio yo- nos hagan creer que la lucha de clases es un
espejismo superado y hoy -2016- todas y todos somos pueblo.
Hay pues clases y clase. Lo que no hay es conciencia de clase y mucho menos
orgullo de clase, orgullo de oficio, orgullo de gremio y orgullo de ser la
fuerza imprescindible para cualquier cambio. La clase media empobrecida y
radicalizada, todavía se hace la ilusión de que es ciudadanía y la verdad,
ciudadanos todas y todos somos, también Patricia Botín.
Los partidos obreros siempre hicieron una labor pedagógica y de educación
popular muy importante. Hoy se ha abandonado, por tanto los sectores más
explotados, humildes y de trabajadores manuales ya sean asalariados o falsos
autónomos ni reciben el mensaje de la lucha radical transformadora, ni están en
él, ni entienden un mundo que les abruma, genera inseguridad familiar y
personal, ni entienden a unos políticos -prácticamente todos- que solo se saben
dirigir a titulados universitarios.
Hoy el proletariado urbano, se concentra en grandes superficies
comerciales, franquicias de todo tipo, antros y baretos, mensajerías,
tele-trabajo, tiendas de móviles o centros de informática y nuevas tecnologías.
Pero también en guarderías, escuelas y hospitales entre los que se incluyen las
nuevas figuras del precariado del sector público, casi inexistente en muchos
casos antes del 2007. Funcionarios pobres, cajeras pobres, limpiadoras pobres…
También en los almacenes hortofrutícolas o en las naves de arrubamiento del
consumo; las furgonetas blancas que recorren las carreteras y autovías del
estado español, saltándose todos los límites de velocidad por imposición de las
empresas que los subcontratan. En el trabajo de mala calidad y peor pagado de
trabajadores contratados bajo cuerda u obligadas a ser falsas autónomas. Eso o
la cola del paro o la emigración, ese es el legado del neoliberalismo y la
oligarquía capitalista española a todos los menores ya de cuarenta años. País
de precarios y de semi esclavas y esclavos. Es decir país de nuevos obreros de
las nuevas minas, las nuevas canteras, las nuevas naves metalúrgicas.
Por tanto la cuestión es hacer pedagogía y educar en el orgullo de clase,
clase transformadora. Es obligación de los sindicatos de clase conectar con el
precariado y ofrecer al precariado sus organizaciones, dárselas. Es obligación
de las personas que creemos en la lucha de clases, dar un mensaje sencillo y
comprensible como hicieran nuestros bisabuelos y abuelos. Hay que ilusionar
como Bernie Sanders lo está haciendo. Organizar a los precarios como Jeremy
Corbyn ha logrado hacer. Pero no desde la nada, sino desde las ideas y desde la
creencia de que esto debe cambiar y puede cambiar.
Por tanto, es posible el partido obrero y la cultura obrera. Hay un
elemento movilizador que creo que es muy importante y es que nuestros hijos y
nietos van a vivir peor que nosotras, ser más pobres y encima no van a tener
jubilación. Todo eso tiene culpables y responsables y son las grandes
multinacionales y fondos financieros, bancos y grandes fortunas. No es la
casta, ni otras tonterías, son los banqueros, los poseedores, los grandes
directivos pagados escandalosamente por empresas privadas que sin embargo
extienden el precariado y amenazan con despidos a plantillas de miles de
personas. Es el capitalismo y son sus grandes centros de poder financiero, que
es donde ahora se concentra el capitalismo. El capitalismo que corrompe a
políticos, extorsiona a gobiernos e impone sus leyes Por eso hubo, hay y habrá
socialismo.
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