Por Tommy Douglas *
“Es la historia de un lugar llamado Mouseland. Mouseland era un lugar donde
todos los ratoncitos vivían y jugaban, donde nacían y morían. Y ellos vivían de
la misma manera que tú y yo lo hacemos. Incluso tenían un parlamento y cada
cuatro años tenían elecciones. Caminaban rumbo a las urnas y votaban. Algunos
hasta obtenían alguna ventaja, una ventaja que recibían cada cuatro años, como
es lo normal. Tal como nos pasa a ti y a mí.
Y cada día de elecciones todos los ratoncitos acostumbraban a ir a las
urnas y elegían un gobierno. Un gobierno formado por enormes y gordos gatos
negros. Ahora bien, si pensáis que es extraño el elegir gatos siendo ratones,
solo hace falta mirar la historia de Canadá en sus últimos 90 años -Y nosotros
miremos la Española- entonces te darás cuenta que ellos -los ratones- no son
más estúpidos que nosotros. No estoy diciendo nada en contra de los gatos,
ellos eran buenos compañeros, conducían el gobierno dignamente, elaboraban
buenas leyes, es decir, leyes buenas para los gatos. Y estas leyes que eran
buenas para los gatos, no eran muy favorables para los ratones.
Una de las leyes decía, que la entrada a la ratonera debía ser tan grande
como para que un gato pudiera meter su pata en ella. Otra ley decía, que los
ratones solo podían moverse a ciertas velocidades, para que el gato consiguiera
desayuno sin realizar mucho esfuerzo físico.
Todas estas leyes, eran buenas para los gatos, aunque para los ratones eran
bastante duras. Y cuando los ratones lo tuvieron más y más difícil, y se
cansaron de aguantar, dijeron de hacer algo al respecto. Entonces, fueron en
masa a las urnas, votaron contra los gatos negros y eligieron gatos blancos.
Los gatos blancos lanzaron una campaña genial, dijeron: “todo lo que
necesita Mouseland, es una visión de futuro”, y terminaron prometiendo “el
problema de Mouseland, son las entradas redondas de las ratoneras, si ustedes
nos eligen, las construiremos cuadradas”. Y lo hicieron, las entradas cuadradas
eran el doble de las redondas, ahora el gato podía meter las dos patas y la
vida para los ratones, se tornó más complicada.
Y cuando no pudieron soportarlo más, votaron contra los gatos blancos y
pusieron a los negros de nuevo. Para luego regresar a los blancos y de ahí a
los negros otra vez. Incluso trataron con gatos mitad negro, mitad blanco y lo
llamaron coalición -pactos de la Moncloa-.
En su desesperación, intentaron dar el gobierno a gatos con manchas, eran
gatos que intentaban sonar como ratones pero comían como gatos. Verán amigos
míos, el problema no estaba en el color de los gatos, el problema estaba en que
eran gatos. Y como son gatos, naturalmente miraban por sus intereses de gato y
no de ratones.
Finalmente, llegó desde lejos un ratoncito quién tuvo una idea. Mis amigos,
atentos a las palabras del humilde compañero, el ratón les dijo: “miren,
compañeros ¿porqué seguimos eligiendo un gobierno hecho por gatos?, ¿porqué no
elegimos un gobierno de ratones?”…
“OHHH” dijeron… “es un COMUNISTA”, así que lo metieron en la cárcel.
Pero quiero recordarles que pueden encerrar a un ratón o a un hombre, pero
lo que nunca podrán, será encerrar las ideas.
Notas:
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