Por
Mikel Vivanko, Delegado Oficial de la KFA y miembro del Grupo de
Trabajo de Corea.
Recientemente
hemos publicado en varios medios una traducción del texto “Nosotras
Acusamos. Informe del Comité de la Federación Democrática
Internacional de Mujeres (FDIM) en Corea”, escrito entre el 16 y el
27 de mayo de 1951:
El
propósito de este artículo es hacer un repaso y análisis de este
esclarecedor informe, algo que nos parece de vital importancia para
conocer y entender la Guerra de Corea (1950-1953), la situación
actual de la Península, el desarrollo de la República Popular
Democrática de Corea, el proceso por el cual ha llegado a ser lo que
es actualmente.
La
Comisión Internacional para la investigación de atrocidades de
guerra cometidas en Corea estaba formada por 24 mujeres de 19 países,
de diferentes ámbitos profesionales y académicos, y con funciones
determinadas y lugares a visitar una vez en Corea. El informe
comienza así:
“Nosotras,
mujeres de diferentes países, de diferentes nacionalidades, de
diferentes creencias religiosas y diferentes puntos de vista
políticos, algunas de nosotras miembros de diferentes partidos
políticos y otras sin partido o afiliaciones, teníamos una tarea
común: informarles de manera concienzuda y veraz a las mujeres que
nos delegaron esta Comisión y a todas las personas corrientes y
amantes de la paz del mundo, los hechos tal y como los hemos visto.
Todos los actos que figuran a continuación, las cifras y otros datos
mencionados en este documento, han sido recogidos personalmente por
las componentes de la Comisión. Estos hechos están todos de acuerdo
con las evidencias que las mujeres vieron con sus propios ojos, y con
declaraciones dadas por testigos oculares y funcionarios en Corea.”
Continúa
con una declaración en la que se denuncia que “el pueblo
de Corea está sometido por ocupantes estadounidenses a una
despiadada y metódica campaña de exterminio que está en
contradicción no sólo con los principios de la humanidad, sino
también con las reglas de guerra establecidas, por ejemplo, en los
Convenios de La Haya y de Ginebra.” Y señala cuatro maneras
mediante las cuales se está produciendo lo anterior (ver el enlace
al informe más arriba).
Sigue
con este llamamiento:
La
Comisión solicita a la Federación Democrática Internacional de
Mujeres que envíe este documento a los Gobiernos de todos los países
del mundo, a todas las organizaciones de mujeres de todo el mundo,
independientemente de si son miembros de la Federación o no, al
Consejo Mundial de la Paz, a todas las organizaciones que luchan por
la paz, a todas las organizaciones humanitarias y líderes públicos,
independientemente de su opiniones políticas o religiosas, que
aprecien la causa de la paz.
Tras
seis capítulos en los que se dividen los viajes que realizó la
Comisión, grueso del informe y duro relato de las barbaridades
cometidas por el Ejército de los EEUU, las tropas surcoreanas al
mando del dictador Syngman Rhee, y las llamadas “fuerzas de la
ONU”, el informe termina con una carta a las Naciones Unidas en la
que se exige:
1)
Detener inmediatamente el bombardeo de ciudades, pueblos y civiles
coreanos;
2)
Llegar a una solución pacífica del problema coreano y ordenar la
retirada de todas las tropas extranjeras de Corea;
3)
Conceder la autodeterminación para el pueblo coreano y el derecho a
resolver sus propios asuntos.
El
primer factor que hay que tener en cuenta es que el informe está
fechado en mayo de 1951. Es decir, la Guerra de Corea llevaba ya casi
un año produciéndose, y quedaban aún dos largos años y dos meses
de conflicto. Antes y después del Informe, incluso antes y después
de la guerra, las atrocidades se estaban cometiendo y se iban a
seguir cometiendo. Como ejemplo, el asesinato a manos del llamado
“Séptimo de Caballería” estadounidense de 400 refugiados
surcoreanos, en su mayoría ancianos, mujeres y niños, en No Gun Ri,
mientras intentaban protegerse bajo un túnel ferroviario. Fueron
ametrallados durante cuatro días seguidos.
El
segundo factor importante es que, según informes desclasificados por
Canadá y EEUU en los años noventa (recogidos, entre otros, por
Stephen Endicott y Edward Hagerman en su libro The United States
and Biological Warfare, Indiana University Press, 1998), aún
faltaban siete meses para que el ejército estadounidense iniciase su
guerra bacteriológica contra Corea (diciembre de 1951). En ese
momento, el secretario de defensa de los EEUU ordenó que “los
preparativos pueden ya ser llevados a cabo con la mayor celeridad”
respecto al uso ofensivo de armamento bacteriológico. A las pocas
semanas, el jefe de la fuerza aérea estadounidense informó de que
esto “se estaba materializando rápidamente”. También se lee en
dichos documentos que todo esto tenía un propósito “experimental”.
Los coreanos veían caer bombas que no estallaban, tras lo cual
reportaban ver insectos incluso sobre la nieve, principalmente
moscas, mosquitos, arañas y pulgas. Por poner un ejemplo, hubo un
fuerte brote de cólera en el país cuando toda Corea estaba libre de
esta enfermedad desde hacía sesenta años. Los ataques afectaron a
toda la Península, no solo a la parte norte, y también a China y a
Rusia.
Justo
un año antes de esta orden, el jefe del Estado Mayor Conjunto de los
EEUU apoyó la solicitud del General MacArthur sobre la utilización
de más de treinta bombas atómicas sobre distintos objetivos de
Corea y China. Fue la primera de un total de once veces en las que se
ha propuesto ante el Congreso estadounidense el uso de armamento
nuclear contra la RPDC. Los ensayos de lanzamientos de este tipo de
bombas (conjuntamente con Corea del Sur y peligrosamente cerca de la
RPDC) comenzaron en septiembre de 1951, y han continuado hasta la
actualidad de forma constante.
Volviendo
al informe de la FDIM, nos gustaría destacar los siguientes puntos:
-
Las mujeres que conformaban la Comisión de la FDIM realizaron su
labor informativa sobre el terreno: ellas mismas sufrieron ataques y
alertas de ataques, y se vieron obligadas a huir o a buscar refugio
en numerosas ocasiones.
-
Las personas que informan a la Comisión son sobre todo mujeres,
vecinas de los pueblos y de las ciudades, campesinas o miembros de
organizaciones locales: Comités Populares, colectivos de mujeres,
uniones campesinas, sindicatos, cooperativas de consumidores, grupos
vecinales, etc. En todo momento se dan los nombres, apellidos y la
edad de las y los testigos, así como su lugar de residencia,
provincia, región o distrito, localidad, calle y número.
- El
nivel de salvajismo de las tropas estadounidenses, también
británicas, australianas y canadienses, entre otras nacionalidades,
unidas a las tropas surcoreanas de Syngman Rhee, es sencillamente
indescriptible, incomprensible. Aparte del fuego de ametralladora y
los bombardeos terrestres o aéreos, se describen las siguientes
formas de morir: fusilamientos, disparos, cuchilladas, hachazos,
muertes por bayoneta, ahogamientos, gente que es quemada o enterrada
viva, etc. Se cuentan al menos dos casos de personas crucificadas.
También muchas que murieron de hambre al ser sus pueblos vaciados de
las reservas de comida, al ser bombardeadas las cosechas, al
ametrallar a los pescadores (que se veían obligados a salir por las
noches), etc. Las fosas comunes eran innumerables. Los propios
habitantes que fueron obligados a excavarlas condujeron a la Comisión
hasta ellas. Así se pudieron comprobar las causas de la muerte.
Muchas fosas contenían solo cuerpos de niños, algunos abrazados a
sus madres. Los muertos también eran tirados a los pozos de agua.
Hay casos de niños siendo asesinados solo porque lloraban. Se dan en
todo momento cifras exactas del número de muertos, cifras que
provienen de datos demográficos locales.
- La
tortura era algo habitual. Entre las torturas descritas se constatan
latigazos, apaleamientos con palos de madera, golpes con barras de
hierro, culatazos, tenazas aplicadas en los pies, clavos ardientes en
orejas y entre las uñas, amputación de miembros, de senos, de
lengua y objetos siendo introducidos por la vagina. En la mayoría de
los casos estas torturas terminaban en la muerte de la persona
torturada. En otros casos, la amputación de lengua y de senos se dio
tras morir fusilada la persona, como se relata en el caso de una
mujer que antes de ser ejecutada gritó “¡Viva Kim Il Sung y la
República!”. En lugares destinados a ser usados como prisiones se
ven manchas de sangre en las paredes. A veces las torturas eran
públicas, como las ejecuciones, por eso pudieron ser descritas al
detalle por los supervivientes. Se describen casos de torturas a
niños.
-
Las violaciones a mujeres eran habituales. En las ciudades ocupadas,
los soldados estadounidenses reservaban siempre un edificio para
convertirlo en burdel (en la capital, Pyongyang, se usó para ello la
ópera). Las mujeres eran raptadas por la calle y obligadas a
prostituirse, y se escogían de entre ellas a las más jóvenes, a
veces menores de edad. En las prisiones, las violaciones se producían
a diario. También era habitual desnudar a las mujeres en público o
pasearlas así por las calles. Por ello nos resulta cuando menos
chocante el informe de “Human Rights Watch” sobre las supuestas
violaciones en Corea, obviando lo anteriormente dicho en este
párrafo. A este respecto ya publicamos un artículo en su día:
- La
Comisión toma nota y transcribe las inscripciones que encuentran en
los casquillos y en las carcasas de las bombas. Los caracteres están
en inglés y hacen referencia al tipo de bomba, número de serie,
unidad, etc.
- En
varias ocasiones se describen efectos de armas hasta el momento
desconocidas. Bombas de tiempo (que obligan a la gente a huir sin
saber cuándo regresar a sus poblaciones), napalm, líquidos
abrasivos, otros que prenden al entrar en contacto con la luz del
sol, etc.
- Se
describen también los refugios donde vive la gente que ha conseguido
sobrevivir a la destrucción. Ruinas de ciudades, agujeros en el
suelo, cuevas, etc. A veces son verdaderas “ciudades”
alternativas, contando incluso con espacios destinados a cuidados
médicos. Estos refugios son también bombardeados o atacados, y a
veces aprovechados por las tropas de ocupación como lugares de
ejecución en masa. Hay cuevas y pasadizos donde la gente ha sido
quemada viva. La Comisión refiere un fuerte olor a gasolina allí.
- Se
relata cómo ciudades y pueblos fueron sistemáticamente destruidos
sin ser objetivos militares y sin tener infraestructuras o fábricas
destinadas a la industria bélica. A veces las localidades son
destruidas sin razón aparente al marcharse los soldados yankis de
allí, y tras haber “limpiado de rojos” el lugar.
-
Hospitales con cruces rojas pintadas en los tejados y perfectamente
visibles a muchos metros son atacados y destruidos. También iglesias
con cruces cristianas pintadas en el tejado. Existe tradición
cristiana en Corea. Hay coreanos católicos, protestantes, o
simplemente creyentes, que se preguntan cómo es posible que los
norteamericanos puedan ser capaces de tales barbaridades. Comentan:
“Pensamos que los estadounidenses eran caballeros cristianos. No
pensábamos que matarían a la gente con semejante brutalidad.”;
“Los estadounidenses creen en Cristo; entonces, ¿cómo pueden
matar a la gente?”; “Los estadounidenses son bestias salvajes.
Vinieron a nuestro pueblo y mataron a todos.” En ocasiones, los
norteamericanos intentan bautizar por la fuerza a los niños y
jóvenes, maltratando e incluso llegando a matar a los que se
negaban. Una mujer declaró que, antes de que los estadounidenses
llegaran a su pueblo, ella había sido cristiana e iba a la iglesia
regularmente, pero que ya no podía creer en nada.
-
Los museos fueron totalmente saqueados. Algunas obras de arte
imposibles de transportar (por ejemplo, mosaicos) son destruidas. Se
relata al menos un caso en el que un asentamiento arqueológico,
compuesto por tumbas antiguas, es utilizado para cometer actos de
tortura.
- En
varias ocasiones se comenta cómo todos los males del pueblo y las
atrocidades contra la localidad en cuestión terminan automáticamente
al ser liberados por el Ejército Popular de Corea. Se cuentan casos
de gente que huye de los ocupantes para unirse a los partisanos.
También se cuenta al menos un caso de un soldado surcoreano que,
arrepentido, deja huir a un prisionero. Vemos en varios casos
personas que apelan al hermanamiento de los coreanos, a la unidad de
la nación, etc.
-
Entre las acusaciones a la hora de arrestar a la gente, se encuentran
las siguientes: pertenecer a cualquier organización local (más
arriba se han mencionado algunas), “ser rojo”, pertenecer o tener
familiares en el Ejército Popular y “ser patriotas”.
Por
último, ¿cuál es la actitud de los coreanos, y sobre todo de las
coreanas, ante estas atrocidades? Ellas mismas nos lo cuentan: piden
directamente ayuda a las miembros de la Comisión para poder
“vengarse”: preguntan sobre todo si saben dónde están las
posiciones del Ejército Popular para poder unirse a él. Y por otro
lado, el trabajo: sencillamente, ponerse a trabajar, al máximo, para
poder alimentar y vestir a los revolucionarios, para que puedan
continuar la lucha de liberación del Pueblo Coreano, hacia la
victoria y el socialismo.
Recordamos
que, aunque la parte norte de la Península fue liberada de las
fuerzas hostiles yankis, a día de hoy la nación coreana sigue
dividida, la paz no ha llegado jamás a firmarse, la parte sur de
Corea sigue ocupada por los Estados Unidos, y su amenaza contra la
RPDC se mantiene constante.
El pueblo coreano del norte siempre sufrió mucho, un informe muy valioso y pienso que desconocido, apartes de mis discrepancias dentro del marxismo con la idea Juche hay que reconocer que nadie puede con la RPDK y su marxismo después del mismo.
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