10 de enero de 2019

Las mayores huelgas generales de la historia del movimiento obrero las protagoniza el proletariado indio

 
Por movimientopoliticoderesistencia.blogspot.com

Esta semana los trabajadores de India han protagonizado dos días de huelga general contra la política económica del gobierno de Narendra Modi, como ya ha quedado expuesto aquí. Más de 180 millones de trabajadores indios han paralizado durante dos días el país por completo.


Desde que en 1991 el gobierno de Delhi inició una nueva política económica se han convocado 19 huelgas generales. La más importante comenzó el 2 de setiembre de 2016. Cuantitativamente son las mayores movilizaciones en la historia del movimiento obrero.


En India llaman “bandh” (cierre) a las huelgas, una palabras que, además de su simbolismo de clase, tiene resonancias de los tiempos de lucha contra el colonialismo británico.


Es una palabra que se allá se emplea como amenaza porque está ligada a la fuerza y a los piquetes. Una huelga general es “Bharat bandh”, el cierre de India, la paralización de su economía, excluyendo de “Bharat” a los capitalistas.
 
De las huelgas indias se obtienen importantes lecciones que, naturalmente, es imprescindible poner encima de la mesa.


La primera va dirigida a esos mequetrefes que ponen en tela de juicio que la lucha de clases es el motor de la historia o que el movimiento obrero ha desaparecido y otras tonterías parecidas de la posmodernidad.


La segunda es que los obreros son la vanguardia de los oprimidos, algo que en India es patente, empezando por algo que en los países imperialistas tratan de ocultar: en el movimiento obrero indio las mujeres desempeñan un papel protagonista que va a contrapelo de una sociedad que, además de capitalista, arrastra todas las lacras de un pasado feudal. Ahora que aquí estamos en vísperas de otra farsa de “huelga general” para el 8 de marzo, es necesario tenerlo muy presente porque es la diferencia entre una movilización de la mujer proletaria en India frente a la de la mujer burguesa en España.


En India la mitad de la población, 680 millones de parias, no tiene absolutamente nada: ni alimento, ni alojamiento, ni agua, ni electricidad, ni educación, ni sanidad... La mitad de ellos son trabajadores empleados en el “mercado negro” o sector informal, es decir, privados de toda clase de derechos, por no decir que en pleno siglo XXI trabajan en condiciones similares a la esclavitud.


Si alguien está pensando en descanso, vacaciones, salario mínimo, seguro, accidentes y cualquier otra condición laboral parecida, que se olvide. El sector informal en India es la mitad del Producto Interior Bruto y en 2002 la Comisión Nacional del Trabajo admitía que ese es el futuro para toda la clase obrera india: el mercado negro.


El dato fundamental para entender la situación es el siguiente: sólo un 4 por ciento de los trabajadores indios está afiliado a un sindicato, lo cual marca la diferencia con los sindicatos españoles, absolutamente podridos y domesticados. Si como hacen aquí, los sindicatos indios lucharan exclusivamente por los intereses propios o de una minoría privilegiada de trabajadores, las huelgas generales multitudiarias no hubieran sido posibles.


Es la diferencia entre un sindicato de clase y un sindicato amarillo. Los primeros defienden los intereses de toda una clase, no solamente de una parte de ella, y menos de una parte privilegiada. Una huelga no es para que paren los fijos mientras trabajan los eventuales. Tampoco paren los talleres mientras la administración sigue funcionando. En una huelga obrera no hay servicios mínimos. En una huelga obrera para todo el mundo, incluidos los parados, y para ello se hacen llamamientos dirigidos a los barrios, los vecinos, los jóvenes, los jubilados, los estudiantes...


Otra cosa distinta es que los sindicatos amarillos traten de que los trabajadores sean derrotados para que que cunda la desmoralización y seguir culpando a los trabajadores de algo que sólo es responsabilidad de los (des)organizadores, como viene ocurriendo en España.



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