Por Federico Engels, publicado en Unión Proletaria.
"[...] Marx descubrió la ley del
desarrollo de la historia humana: el hecho, tan sencillo, pero oculto
bajo la maleza ideológica, de que el hombre necesita, en primer lugar,
comer, beber, tener un techo y vestirse antes de poder hacer política,
ciencia, arte, religión, etc.; que, por tanto, la producción de los
medios de vida inmediatos, materiales, y por consiguiente, la
correspondiente fase económica de desarrollo de un pueblo o una época es
la base a partir de la cual se han desarrollado las instituciones
políticas, las concepciones jurídicas, las ideas artísticas e incluso
las ideas religiosas de los hombres y con arreglo a la cual deben, por
tanto, explicarse, y no al revés, como hasta entonces se había venido
haciendo.
Pero no es esto sólo. Marx descubrió también la ley específica que mueve el actual modo de producción capitalista y la sociedad burguesa creada por él . El descubrimiento de la plusvalía iluminó de pronto estos problemas, mientras que todas las investigaciones anteriores, tanto las de los economistas burgueses como las de los críticos socialistas, habían vagado en las tinieblas.
Dos descubrimientos como éstos debían bastar para una
vida. Quien tenga la suerte de hacer tan sólo un descubrimiento así, ya
puede considerarse feliz. Pero no hubo un sólo campo que Marx no
sometiese a investigación -y éstos campos fueron muchos, y no se limitó a
tocar de pasada ni uno sólo- incluyendo las matemáticas, en la que no
hiciese descubrimientos originales. Tal era el hombre de ciencia. Pero
esto no era, ni con mucho, la mitad del hombre. Para Marx, la ciencia
era una fuerza histórica motriz, una fuerza revolucionaria. Por puro que
fuese el gozo que pudiera depararle un nuevo descubrimiento hecho en
cualquier ciencia teórica y cuya aplicación práctica tal vez no podía
preverse en modo alguno, era muy otro el goce que experimentaba cuando
se trataba de un descubrimiento que ejercía inmediatamente una
influencia revolucionadora en la industria y en el desarrollo histórico
en general. Por eso seguía al detalle la marcha de los descubrimientos
realizados en el campo de la electricidad, hasta los de Marcel Deprez en
los últimos tiempos.
Pues Marx era, ante todo, un revolucionario.
Tributo a Karl Marx en su 200º Aniversario.
Cooperar, de este o del otro modo, al derrocamiento de la sociedad capitalista y de las instituciones políticas creadas por ella, contribuir a la emancipación del proletariado moderno, a quién él había infundido por primera vez la conciencia de su propia situación y de sus necesidades, la conciencia de las condiciones de su emancipación: tal era la verdadera misión de su vida.
La lucha era su elemento. Y luchó con una
pasión, una tenacidad y un éxito como pocos. Primera Gaceta del Rin,
1842; Vorwärts* de París, 1844; Gaceta Alemana de Bruselas, 1847; Nueva
Gaceta del Rin, 1848-1849; New York Tribune, 1852 a 1861, a todo lo cual
hay que añadir un montón de folletos de lucha, y el trabajo en las
organizaciones de París, Bruselas y Londres, hasta que, por último,
nació como remate de todo, la gran Asociación Internacional de
Trabajadores, que era, en verdad, una obra de la que su autor podía
estar orgulloso, aunque no hubiera creado ninguna otra cosa.
Por eso, Marx era el hombre más odiado y más calumniado
de su tiempo. Los gobiernos, lo mismo los absolutistas que los
republicanos, le expulsaban. Los burgueses, lo mismo los conservadores
que los ultrademócratas, competían a lanzar difamaciones contra él. Marx
apartaba todo esto a un lado como si fueran telas de araña, no hacía
caso de ello; sólo contestaba cuando la necesidad imperiosa lo exigía. Y
ha muerto venerado, querido, llorado por millones de obreros de la
causa revolucionaria, como él, diseminados por toda Europa y América,
desde la minas de Siberia hasta California. Y puedo atreverme a decir
que si pudo tener muchos adversarios, apenas tuvo un solo enemigo
personal.
Su nombre vivirá a través de los siglos, y con él su obra".
F. Engels (Discurso ante la tumba de Marx. 1883).
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