“La paz no es solamente la ausencia de la guerra; mientras haya pobreza, racismo, discriminación y exclusión difícilmente podremos alcanzar un mundo de paz.”
Rigoberta Menchú
En este mundo donde impera el capitalismo y el
imperialismo salvaje, la mujer trabajadora ocupa el último eslabón de la
cadena. Sobre ella recae una triple explotación: primero dentro del ámbito familiar, segundo dentro del ámbito laboral y, por último, dentro del ámbito social.
Dentro de la familia, en la mujer trabajadora, que no en la burguesa,
recae todo el peso de la organización e intendencia de la casa y
crianza de los hijos y personas dependientes. Y aunque el hombre
trabajador, que no el burgués, se va incorporando
lentamente a compartir estas tareas necesarias, véase escuela,
actividades extraescolares, avituallamiento, cuidados y compras para la
familia…, todavía tenemos mucho camino por recorrer.
Dentro del ámbito laboral, las distancias aumentan
escandalosamente. Ni que decir tiene que los trabajos más penosos y peor
remunerados recaen casi siempre en las mujeres. Mientras solo uno de
cada siete hombres trabaja a tiempo parcial, en el caso
de las mujeres son tres de cada siete. Además las diferencias
salariales dentro de un mismo trabajo ascienden al 24%. Todo un robo consentido por la sociedad capitalista.
Dentro del ámbito social, no hay que dejar de lado el papel que representa la cultura y la educación. En el campo de la educación hay que analizar, qué es lo que se enseña en los manuales de la escuela,
con respecto al papel desempeñado por las mujeres dentro de la ciencia,
sociedad, investigación, arte… Si en los manuales, hay paridad, si hay
discriminación positiva, o si simplemente se olvidan las aportaciones de las mujeres a la sociedad, potenciando la valía del hombre frente a la mujer. Es importante la concepción que, al respecto, imprimimos en las cabezas de niños, niñas, jóvenes durante generaciones,
ya que en el proceso de selección del empleador es reconocido el
fenómeno de que la gente escoge al personal según sus propias
concepciones. Obviamente, tampoco puede dejarse de lado el papel que representa la cultura,
lo que cada sociedad considera como trabajos apropiados para hombres y
trabajos apropiados para mujeres, sin tener en cuenta otros aspectos.
No hay que olvidar que, aquí y hoy, seguimos estando bajo un sistema social capitalista,
dónde la ganancia económica de unos pocos pasa por encima de la mayoría
de las personas, hombres y mujeres. Seguimos bajo las reglas de la
moral burguesa y bajo la dictadura “democrática” de la burguesía. Y la mujer trabajadora es la peor considerada.
Este sistema social capitalista opresor no va a cambiar a menos que lo cambiemos por una sociedad realmente justa como es el Socialismo. Comparemos ambos:
– Supresión del desempleo. Jornada laboral de 7 horas, 6 para especialistas. Igualdad salarial efectiva.
– Jubilación a los 60 años (para hombres), a los 55 para (las mujeres) y, en trabajos duros (minería, industria pesada…), podía rebajarse a los 50 años.
– Baja por maternidad, desde el inicio del embarazo, y un año tras el parto: unos 20 meses en total.
– Baja por enfermedad: 100% del sueldo.
– La primera vez en la historia en que las mujeres fueron atendidas mediante parto sin dolor. Derecho al aborto gratuito.
– El primer sistema educativo totalmente público y gratuito. Comidas gratis en los colegios y guarderías gratuitas para facilitar la conciliación laboral-familiar. Socialización de tareas domésticas.
– Las primeras mujeres ministra (Alejandra Kollontai), licenciadas universitarias, cosmonautas (Valentina Tereshkova) lo fueron bajo el Socialismo.
Recordemos: sin el Socialismo, podremos paliar estas diferencias, pero no resolverlas.
Apoyemos las reivindicaciones democráticas del 8 de marzo, sin
olvidar que la huelga general es una acción de la clase trabajadora.
Que no nos confundan: quien nos quita nuestros derechos como mujeres, no son los hombres por ser hombres; es la sociedad capitalista, donde tu valor depende del dinero que tengas y del escalón que ocupes dentro de la sociedad.
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