Por Laura Galaup.
Han
tenido que pasar más de 80 años desde que compitió por última vez en un
evento deportivo, para que se haya publicado una biografía sobre una de
las deportistas pioneras de nuestro país, Margot Moles (1910-1987). Esta
mujer fue la primera española, junto a su compañera Ernestina de
Herreros, en participar en unos Juegos Olímpicos de Invierno, en 1936.
Ese año se convirtió en la campeona de España de esquí femenino.
Su
versatilidad provocó que durante la década de los años 30 destacase
también en el atletismo, el hockey y la natación. Antes de que estallase
la Guerra Civil fue campeona de España de lanzamiento de disco, de peso
y plusmarquista mundial de martillo, esa marca se mantuvo vigente hasta
1975. En natación fue campeona de Castilla de 100 metros braza y con el
Athletic Club de Madrid, equipo del que era capitana, consiguió en tres
ocasiones el título nacional de España de hockey femenino.
Todos
estos éxitos desaparecieron durante el franquismo. Su vinculación y la
de su familia con la segunda República la recluyeron en casa. Pasó de
ganarse la vida como profesora de educación física en el
Instituto-Escuela –un centro educativo liberal, innovador, laico y
mixto– a vivir bordando ropa para sacar adelante a su hija durante la
dictadura.
Margot Moles en un encuentro universitario de lanzamiento de disco 1934
Foto cedida por el autor del libro
Es
sencillo encontrar en los años previos a la Guerra Civil rastro de su
historial deportivo y el de su hermana, Lucinda, en las hemerotecas de
los periódicos de la época. El 16 de enero de 1934 ella y su marido,
Manuel Pina, que también esquiaba, protagonizaron la portada del diario ABC tras ganar una carrera de parejas mixtas en la nieve organizada por el club Peñalara, al que pertenecían y donde se conocieron.
Saber
qué fue de ella una vez que la dictadura la reconvirtió en una mujer
anónima ha sido la labor que el periodista Ignacio Ramos ha conseguido
reflejar en el libro Margot Moles, la gran atleta republicana (Ed. libros.com),
publicado gracias a un crowfunding. Ha tardado más de un año en
reconstruir la vida de esta pionera del deporte español. El testimonio
de una de las nietas de Moles ha sido fundamental para acceder a los
álbumes familiares y conocer cómo se desarrolló su vida.
"Durante
el franquismo llevó una vida súper discreta, menos mal que vio la
democracia de nuevo. De su época deportiva no hablaba a su familia. No
quería recordar el pasado", cuenta el escritor, recordando que esta
mujer falleció en 1987 sin haber recibido un homenaje por su carrera
deportiva.
El
ambiente familiar de Margot contribuyó a que ella se revindicase como
mujer deportista. Sus padres eran profesores en entornos pedagógicos
liberales y uno de sus tíos, Juan Moles, fue ministro de Gobernación durante la Segunda República.
"Ni ella ni su marido eran políticos pero cuando empezó la guerra los
dos tomaron partido por el bando republicano. La familia Moles estaba
muy comprometida, cuando acabó la guerra todos se fueron al exilio. Su
hermana se fue a Estados Unidos, su hermano y sus padres se marcharon a
México", cuenta Ramos.
Margot y Aurora Villa nadadoras del club Canoe
Foto cedida por el autor del libro
Margot
no se exilió, se quedó en Madrid con su hija porque su marido fue
detenido. Según cuenta Ramos, tras el golpe de estado Manuel Pina se
unió al batallón alpino de esquiadores que combatieron en Guadarrama.
"Después de estar en la sierra le mandaron a Valencia y le detuvieron en
Alicante. Intentó escapar en el barco Stanbrook, se quedó fuera, le
atraparon y de ahí le llevaron a Málaga. Fue fusilado en Madrid en 1942,
en las tapias del cementerio de la Almudena, acusado de colaborar con
la República. Ella se quedó atrapada en España", reseña. Enviudó a los
32 años.
Además
de bordar ropa, Moles ganaba algo de dinero recibiendo a estudiantes
estadounidenses en su casa. Durante la crianza de su hija mantuvo la
vinculación familiar con la pedagogía progresista. Su hija Lucinda
estudió en el Colegio Estudio, "único centro con educación más o menos
liberal que había durante el franquismo", reseña Ramos.
El
franquismo vetó el atletismo femenino, "se dijo que no era bueno para
las mujeres", incide el escritor, y convirtió en un centro religioso el
colegio en el que daba clase. "No la dejaban trabajar, no podía hacer
deporte, tenía el trauma de que le habían matado al marido. Por eso no
hablaba nada de esa historia con su familia", apunta Ramos.
"Fue
una mujer totalmente realizada, empoderada y hacía lo que le gustaba.
Es un ejemplo clarísimo de cómo se reprimió [en la dictadura] la
personalidad de las mujeres", incide. De hecho, la nieta con la que ha
contactado para reconstruir la historia le ha reconocido que desconocía
"muchas de las anécdotas" que ha reflejado en el libro.
Comenzó a los 17 años a entrenar
El
primer contacto de Moles con el atletismo fue en Madrid. Con 17 años,
en 1927, su familia llegó a la capital procedente de Terrasa. Su padre
comenzó a trabajar como profesor de Ciencias Sociales en el Instituto-Escuela,
ella y su hermana acudieron a este centro como alumnas y un docente las
propuso que se uniesen al club al ver que tenían buenas condiciones
físicas. "Así empezó el atletismo femenino en España. Hasta entonces
nunca se había realizado", incide el escritor.
"Abrieron
camino al resto. Cuando ellas empezaron a hacer atletismo en Madrid, en
Barcelona otro grupo de atletas se animaron y así se realizó el primer
campeonato de España que enfrentaba a deportistas de las dos ciudades",
añade. Moles también destacó en la natación, un entorno en el que Ramos
asegura que también había pocas féminas, "a las piscinas sobre todo
acudían mujeres extranjeras no españolas".
Esta
mujer "fue la mejor deportista de los años 30", concluye el biógrafo.
En aquella década el deporte no estaba profesionalizado por eso a nivel
amateur se practicaba una variedad amplia de disciplinas. En el libro
destaca que Moles no solo fue rompedora por su habilidad deportiva,
también por la estética que defendió junto a sus compañeras de equipo.
"Hay fotos en las que salen sin sujetador, con pantalón y camiseta
corta. En una entrevista su hermana Lucinda contó que cuando iba a
nadar, la decían de todo", reseña.
Lucinda Moles, Aurora Villa, Manuel Robles, Margot Moles y Aurora Eguiluz en el campeonato de España de 1932
Cedida por Ignacio Ramos
En
las entrevistas Moles reivindicaba su derecho a practicar deporte
destacando que era "importante para la formación de una persona". Ramos
recuerda que en aquella época cuando las mujeres se casaban, dejaban de
practicar y acudir a competiciones. Esta pionera se negó: "Le dijo a su
marido que no, que le encantaba y que no lo iba a dejar. Los dos ganaron
el campeonato de España de esquí en el 36".
En
relación con una de sus grandes marcas que obtuvo en 1932, un récord
mundial de lanzamiento de martillo que fue imbatible hasta 1975, el
escritor recuerda que "tiene truco" porque en aquella época "en ningún
sitio del mundo, más las mujeres lo hacían" y se comenzó a practicar
internacionalmente en la década de los 60.
La
última competición de la que formó parte tuvo una clara vinculación
política y se celebró en un momento clave, las Olimpiadas Obreras de
Amberes en 1937. Los asistentes de la delegación eran republicanos y al
llegar a Bélgica el público les recibió con vítores dejando clara su
oposición al fascismo. Ramos ha encontrado algunas fotos en las que
Margot "sale con el puño en alto".
La
dictadura la alejó completamente del deporte, el escritor no ha
localizado ninguna documentación con la que pueda acreditar que esta
mujer continuó practicando alguna disciplina durante la dictadura. "Solo
encontré un carné del club deportivo Canal pero la familia me dijo que
seguramente era para su hija", apunta. Sin embargo, parece que Moles
siempre recordó en soledad aquella época de éxitos que compartió con su
marido. Ya mayor, pidió a su entorno que cuando falleciese sus cenizas
fuesen esparcidas en la Bola del Mundo, una cumbre de la sierra de
Guadarrama. Así lo hicieron en 1987.
Participación con dificultades en los juegos de 1936
Moles
y Ernestina de Herreros fueron las primeras representantes españolas en
unos Juegos Olímpicos de Invierno. Participó en la combinada de esquí
alpino. "Aunque con discretos resultados debido a la escasa preparación
con la que llegaron a la competición", apuntan en un informe sobre el
deporte femenino española en los JJOO editado por el Consejo Superior de Deportes.
La
participación de las españolas no fue sencilla, en este documento
explican que Moles "completó el recorrido con muchísimos problemas en un
tiempo superior a diez minutos, a más de cinco de la primera
clasificada, como consecuencia de varias caídas, incluso en una de ellas
acabó en un pequeño arroyo". Peor suerte corrió su compañera que fue la
última en "atravesar la línea de llegada" después de sufrir numerosas
caídas. De Herreros tenía una ideología contraria a Moles: era
falangista, de hecho, aprovechó que la dictadura apartó a la republicana
de las pistas para proclamarse campeona de de España, recuerda el autor
de su biografía.
La
división política que atravesó España también estuvo presente en la
delegación que acudió a esos juegos que se celebraron en la Alemaniza
nazi, en la ciudad de Garmisch-Partenkirchen. "Antes de desfilar en la
inauguración hubo una discusión entre los miembros españoles para ver si
tenían que salir con la mano en alto, saludando. Lo contó la otra mujer
que compitió con Margot, que era falangista", cuenta Ramos.
Margot Moles y Ernestina de Herreros en las Olimpiadas de 1936
Cedida por Ignacio Ramos
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