A
principios de octubre, la situación en Donbass ha empeorado. El
ejército Ucraniano viola constantemente el acuerdo de alto el fuego en
la línea del frente. Cada día, docenas de proyectiles llegan desde el
territorio controlado por el Ejército Ucraniano. Nuestro fotógrafo
Vladimir Velengurin ha estado en la línea del frente en la RPD y la RPL.
Nueva “Roma” en Lugansk
“Tenemos
estrictamente prohibido devolver fuego. Bajo pena de multa”, explica el
comandante del 12º Batallón “Roma”, el Mayor Pavel Volvich. “Así que el
enemigo es completamente libre. Los lanzagranadas trabajan sobre el río
a todo trapo. Nos disparan y se marchan. Solo podemos responder si el
Ejército Ucraniano pasa a la ofensiva”, cuenta Pavel.
Pavel, antiguo perforador, trabajó en una mina y en tres años ha alcanzado el rango de Mayor en el ejército.
Hace
unos días, en los barracones de la localidad de Krasniy Yar, a unos
pocos kilómetros de Lugansk, donde no queda nada, solo las quemadas y
destruidas paredes, que recibieron los impactos de proyectiles de
mortero de 82mm y lanzagranadas. Con las primeras explosiones de los
proyectiles, todos tuvieron que saltar a las trincheras o a las zanjas
que habían cavado junto a los barracones. Milagrosamente, no hubo
heridos. Desde su fundación, el 12º Batallón Roma ha perdido en total a
28 soldados, otros 20 han resultado heridos. El dato parece bajo
teniendo en cuenta que ya son tres años de lucha, pero el batallón está
formado prácticamente en su totalidad por residentes locales sin
experiencia militar: civiles, principalmente mineros, de la ciudad de
Sverdlovsk, en la región de Lugansk; cosacos del Don, hermanos y
hermanas, vecinos y amigos.
Cada
baja supone dolor para todos. Aquí han instalado un monumento a los
soldados del batallón que han caído en la guerra. Lucharon en la batalla
de Saur Mogila, Mariupol y la bolsa de Debaltsevo.
Al
avanzar por la carretera observamos una cruz en el lugar en el que
murieron los periodistas de VGTRK Igor Kornelyuk y Anton Voloshin el 17
de junio de 2014.
La
principal tarea del batallón es impedir que el enemigo cruce el río
Severskiy Donets. Las riveras fluviales están llenas de árboles y
arbustos. En algunas zonas, la visibilidad queda severamente limitada,
así que desde las trincheras, es imposible ver nada incluso con
periscopio. Y el enemigo está a tan solo cuatrocientos metros de la
línea del frente. Todo ello a escasos kilómetros de Lugansk.
Entre
los hombres veo a una mujer. No se puede decir que Lena sea débil.
Médico, no solo lleva un botiquín sino también un arma automática
cargada.
La
línea del frente atraviesa un antiguo campamento de vacaciones. Aquí
estaba una especie de Disneylandia de los tiempos soviéticos. Los
soldados caminan entre los arbustos con las armas preparadas por si se
encuentran con grupos de reconocimiento del enemigo. Pasamos junto a las
figuras de cemento de los personajes de la leyenda “Ivan Zarevich y el
lobo gris”, Pinocho, los tres cerditos y otras esculturas.
La infeliz ciudad de Schastye
El
batallón mantiene la defensa de varios kilómetros a lo largo del río y
la zona de Schastye. Y ahí está el Ejército Ucraniano. Se hizo explotar
el puente que cruzaba el río. Solo hay un cruce de madera por el que
puede pasar la población civil.
Las
posiciones de tiro del batallón se encuentran en altura, con vistas a
toda la ciudad. Las posiciones están fortificadas con trincheras y
líneas de comunicación. En todas partes hay zanjas y fortificaciones.
Cubiertas de cemento con mirillas y barreras de cemento. Y con técnica:
hasta ahora no había visto fortificaciones de cinco estrellas. El techo
del refugio es como una tarta de capas tapada con ruedas y troncos
cubiertos de tierra.
Y con aperturas: ventanas con cristales que se abren durante los ataques. Pero que se cierran para mantener el calor.
“Aquí
está nuestra munición antiaérea”, dice el comandante mostrando un
improvisado aparato de metal y un tubo. Está acoplado a una
ametralladora con capacidad para rotar vertical y horizontalmente.
En
las ventanas hay ametralladoras de gran calibre. Tienen capacidad para
alcanzar al enemigo o su equipamiento a varios kilómetros.
“En
cuanto me convertí en adulto, me alisté en el batallón. Mi padre
también está luchando, es oficial. Pero está en otra zona. No fui con él
porque en este batallón están todos mis amigos”, reconoce el chico. Hay
suficientes armas y munición. Suena el lanzamiento de un proyectil de
lanzagranadas AGS-17.
Donetsk, la ciudad de las rosas
Comemos
en el distrito del aeropuerto de Donetsk con el viceprimer ministro de
la RPD, Dmitry Trapeznikov. “Antes era imposible circular. Todas las
carreteras estaban llenas de cráteres y había tanta metralla que se
pinchaban las ruedas. Hemos reparado la carretera y ahora es suave y
segura. Y eso es todo gracias a los servicios públicos. ¡Gente
heroica!”, cuenta Dmitry. “En Avdeevka, la planta de filtración ha
sufrido más de mil impactos y nadie ha dejado el trabajo. Heroicamente
continúan suministrando agua corriente para la población. Antes de la
guerra, Donetsk era la ciudad del millón de rosas. Ahora hay el doble de
flores en la ciudad. De hecho, el centro es muy agradable y cómodo. En
agosto, Donetsk se convirtió en ciudad héroe”, recuerda Trapeznikov.
“Mire
ahí, en la señal de entrada del aeropuerto de Donetsk está la
inscripción: ciudad héroe de la RPD. Pero toda la señal está llena de
agujeros de bala”.
Disparos contra los vivos y los muertos
Nos
acercamos a la zona del aeropuerto. Dmitry conoce como la palma de su
mano todos los detalles: “Ahora, en la calle Stratonavtov pasaremos por
una casa sin paredes. Fue derruida por las explosiones. La decoración y
los muebles se han quedado donde estaban”.
Casi
nadie vive en esta calle. Las casas están vacías, se escuchan tiroteos
constantemente. Avanzamos a través de los disparos y en lugar de seguir
al aeropuerto giramos en dirección al cementerio del monasterio Iversky.
Un
proyectil explota a un kilómetro. Ahí, detrás de los árboles, algo se
ha incendiado. Llama la atención de una de las pocas personas que se
encuentran en el cementerio. Están ahí para cuidar de las tumbas de sus
seres queridos. Hace tres años era imposible llegar hasta aquí. Tras la
dura batalla, el cementerio estaba lleno de minas y proyectiles sin
explotar. En muchas de las tumbas no queda más que un cráter.
No
hay una sola tumba que no haya sufrido daño. Las balas en las tumbas
con el esqueleto del aeropuerto de fondo: es una escena aterradora. El
destruido monasterio completa la imagen. El cementerio está limpio, pero
el peligro aún acecha. En todas partes hay restos de proyectiles.
El
cementerio está oficialmente cerrado, pero sigue habiendo personas que
vienen a las tumbas de sus seres queridos. Solía haber un cordón, pero
tampoco eso impedía venir a la gente.
El
oficial retirado Valery Grigorevich enterró en el cementerio a su mujer
y sus dos hijos. Con un trapo húmedo limpia los monumentos a su
familia. Todos ellos están dañados por la metralla. Sus hijos fueron
soldados. Andrey luchó en Afganistán, donde resultó herido. Murió hace
cinco años. El más joven, Maxim, era Mayor y murió en Ilovaysk, en esta
guerra. Y ahora han disparado a su tumba. Ni siquiera se reconocen las
caras.
“En
internet vi un vídeo de los bombardeos en el cementerio”, cuenta otro
pensionista, Stepan Viktorovich. “En medio de la guerra, aquí se estaba
quemando todo, había miles de explosiones. ¡Cómo es posible que
dispararan a los muertos! ¡No pueden defenderse! Aunque me da miedo,
vengo a visitar la tumba de mi mujer”.
Regularmente,
un dron sobrevuela el cementerio controlando la situación. En algún
lugar cercano se escucha una ametralladora. Los trabajadores colocan una
nueva placa para sustituir a otra destruida por un proyectil.
Gracias por publicar tal artículo. En estos momentos vivo en la ciudad de Donetsk y me he sentido muy identificado con lo publicado.
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