Por Julián Vadillo
Las críticas que hoy recibe el deporte
por sectores de la izquierda no se corresponden con la trayectoria
histórica que muchos de esos movimientos imprimieron a inicios del siglo
XX.
Cuando
se reinauguraron los Juegos Olímpicos a finales del siglo XIX (1896)
por empeño del aristócrata Pierre de Coubertin, se hizo con una idea de
exaltación del individuo impregnado por un darwinismo social muy del
gusto de algunas capas de la sociedad de la época. Sin embargo, no todo
en el deporte fue esa exaltación de la virilidad y el poder.
Las
cuestiones de la salud, de la buena forma física o de la eugenesia como
un modelo de regeneración y de perfeccionamiento del ser humano (y no de
la raza como desvirtuaron algunos darwinistas sociales y llevaron al
extremo los nazis) formó parte también del conjunto de las ideas
socialistas. Son muchos los casos que nos sorprenden en esta historia
del deporte vinculado al mundo socialista.
Sociedades deportivas
En
septiembre de 1914 los socialistas madrileños, gracias al impulso de
unas incipientes Juventudes Socialistas, fundan la Sociedad Deportiva
Obrera. Querían llevar a cabo una renovación social y una dignificación
de las costumbres de los trabajadores jóvenes. Este tipo de sociedades
comenzaron a influir en otras agrupaciones de España. Entre 1923 y 1931
surgen sociedades obreras deportivas en Madrid, Eibar, Guadalajara,
Valladolid y Barcelona. En ese período se desarrolló en Madrid la
Agrupación Deportiva Natura y se trató de formar una Federación Nacional
de Educación Física Obrera. Natura languideció hasta 1929, año en que
se refundó creando secciones de fútbol, atletismo y excursionismo.
Con
la República recién proclamada, los socialistas intentaron incluso la
formación de una liga de fútbol independiente de la oficial. En Madrid,
los trabajadores de la construcción del barrio de Cuatro Caminos
protagonizaron innumerables huelgas. En ese barrio había sido inaugurado
en 1924 el estadio Metropolitano, campo del Athletic Club de Madrid. Su
masa social eran muchos de esos trabajadores concienciados y militantes
de las organizaciones obreras socialistas y anarquistas.
Cuando
en 1936 se produce el golpe de Estado contra la República y Madrid
permanece leal, el Athletic Club de Madrid es intervenido por socios
militantes del Frente Popular, entre ellos José Joaquín Sanchís Zabalza.
Muchos jugadores del Athletic de Madrid combatieron en los frentes de
guerra defendiendo la República.
Los partidos que jugó el equipo
fueron en beneficio de la causa republicana, si bien los resultados no
fueron los esperados. En un partido celebrado en Mestalla contra el
Valencia a beneficio de las milicias y organizado por las Juventudes de
Izquierda Republicana, los colchoneros cayeron por un apabullante 8-1.
Se celebraron más partidos, pero la realidad de la guerra hizo que
cualquier tentativa de deporte no se llevara a efecto.
A partir
de ahí surge una leyenda negra alrededor del Athletic de Madrid. En 1937
en Zaragoza, un militar alcalaíno golpista residente en Azuqueca de
Henares, Francisco Vives Camino, promueve la fundación de un equipo de
fútbol, el Aviación Nacional. Cuando finaliza la guerra este equipo es
fusionado con el Athletic Club de Madrid, surgiendo el Atlético de
Aviación. Dos razones movieron esta idea: por una parte, Vives Camino
era aficionado del Athletic Club de Madrid antes de la guerra, por otra,
el Franquismo quiere evitar que alrededor de un equipo de fútbol surjan
sentimientos de oposición. El Atlético era el más indicado para ello,
por la ubicación de su estadio y por la masa social que lo compuso antes
del estallido del conflicto bélico en España. Algo que ya sucedía con
el FC Barcelona.
Las olimpíadas obreras
Los
movimientos que se produjeron en España están en consonancia con el
movimiento internacional. En 1913 había surgido en Gante la
Internacional Deportiva Obrera, de corta existencia por el estallido de
la Primera Guerra Mundial. En 1920 se retomó la idea y surgió la
Federación Internacional Obrera para el Deporte y el Acondicionamiento
Físico, que en 1927 se refundó como Internacional Deportiva Obrero
Socialista, que promovió la celebración de las olimpíadas obreras y de
la Olimpiada Popular de Barcelona, que no llegó a celebrarse. Pero la
ruptura del movimiento obrero tras la Revolución Rusa también se dejó
sentir en el deporte.
La Internacional Deportiva Obrero
Socialista tenía su rival en la Sportintern, que celebró a lo largo de
su existencia hasta tres “espartaquiadas”. A excepción de las Olimpíadas
de Checoslovaquia (1921), no reconocidas como obreras al no estar
auspiciadas por la Internacional, o la Espartaquiada de Moscú (1928), se
celebraron tres olimpíadas obreras: Fráncfort (1925), Viena (1931) y
Amberes (1937). Al estallar la Guerra Civil fracasó la organización de
la Olimpiada Popular de Barcelona.
Fuente:
"Diagonal", Nº. 132/133, del 14 de septiembre de 2010.
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