Por Alejandro Torres Rivera
El 6 de febrero de 2004, en la Corte de
Distrito Federal para el Distrito de Columbia, fue radicada una acusación (Indictment)
contra Marta Rita Velázquez, conocida como Marta Rita Kviele o ¨Bárbara¨.
Conforme al Cargo número Uno del pliego acusatorio, se alegó que Velázquez, una
puertorriqueña nacida en Ponce, Puerto Rico, graduada de la Universidad de
Princeton en Ciencias Políticas y Estudios Latinoamericanos, que posteriormente
obtuvo el título de abogada en la Universidad de Georgetown en Washington y un
grado de maestría en la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad
John Hopkins, había violado las disposiciones de las leyes federales en la
modalidad de ¨Conspiración para cometer espionaje¨.
Indica la acusación que Velázquez
trabajó para la Agencia Internacional de Desarrollo de Estados Unidos (USAID)
ocupando distintas posiciones como abogada en Estados Unidos y América Central,
en particular Nicaragua y Guatemala.
En la acusación de Velázquez, se indica
que esta desarrolló una cercana amistad con Ana Belén Montes, una analista de
la Agencia de Inteligencia de la Defensa de Estados Unidos, la cual también
estudió en la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad
John Hopkins. Ana Belén Montes, nacida en Alemania de padres puertorriqueños,
desde 1985 había comenzado a trabajar para dicha agencia como analista de
inteligencia, desempeñándose a partir del año 1992 como especialista en asuntos
cubanos. Como parte de las funciones llevadas a cabo en esos primeros años, Ana
Belén Montes viajó a Cuba donde le fueron asignadas funciones dirigidas a
estudiar el comportamiento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba.
De acuerdo con la acusación, ambas
realizaron tareas dirigidas a proveerle información clasificada por el gobierno
de Estados Unidos como ¨secreta¨ o ¨altamente secreta¨ a agentes de
inteligencia cubanos, que según Estados Unidos, comprometía su seguridad. La
acusación de Velázquez la ubica como la persona que reclutó a Ana Belén Montes
para llevar a cabo actividades de espionaje a favor de Cuba. Es importante señalar que la información
suministrada por Ana Belén Montes al gobierno cubano, a diferencia de otras
situaciones en las cuales espías estadounidenses o de otros países han sido
acusados por lo mismo, no hubo beneficio económico de clase alguna para ésta.
Sencillamente, lo que sí hubo, fue un acto de desprendimiento y solidaridad de
su parte hacia el pueblo cubano y su Revolución.
Además de la información suministrada a
funcionarios cubanos, a Ana Belén Montes se le acusó de revelar la identidad de
varios agentes estadounidenses que a su vez espiaban para Estados Unidos en
perjuicio de Cuba. Entre la información que se imputa puso Ana Belén en
conocimiento al gobierno cubano se encuentra la ubicación de un campamento
clandestino de fuerzas especiales de Estados Unidos en El Salvador durante la
guerra civil y la entrega de información relacionada con la proyectada invasión
de Estados Unidos a Afganistán.
Ana Belén Montes fue detenida el 21 de
septiembre de 2001. Acusada del delito de espionaje contra Estados Unidos en
beneficio de Cuba, fue finalmente condenada en 2002 a cumplir 25 años de cárcel
y cinco años adicionales de libertad vigilada por el delito de conspiración
para espiar contra Estados Unidos, delito del cual se declaró culpable .
En su alegato ante el tribunal
sentenciador, Ana Belén explicó que sus acciones fueron llevadas a cabo por
consideraciones morales, principalmente dada la política de Estados Unidos
contra el pueblo cubano. Solidarizándose con el proceso cubano hasta al límite
de ofrendar su libertad personal por Cuba, en una reflexión hecha por la
prisionera a más de una década de distancia de su arresto, a raíz del
restablecimiento de las relaciones políticas entre ambos países, indicó que ¨el
silencio sobre Cuba se acabará y los ciudadanos norteamericanos que acudan a la
Isla verán la generosidad de los cubanos y vivenciarán personalmente lo que
allí ocurre.¨ Sobre el futuro de las relaciones entre los dos países, ha indicado que no le importa ¨quién esté en
el futuro; no es cuestión de nombres. Lo necesario es que haya Revolución
Cubana siempre, a partir de la capacidad que se tenga para resolver los
problemas.¨
Sobre los hechos que le han llevado a
prisión, Ana Belén señaló que si se arrepintiera, se negaría a sí misma y se
sentiría insatisfecha. A tales efectos expresó: ¨Siempre supe las consecuencias
posibles de lo que hacía. Era un riesgo que tenía que correr… Hice lo que tenía
que hacer.¨ De acuerdo con la prisionera
política, al defender a Cuba, ¨también defendía al pueblo norteamericano.¨
En una entrevista efectuada estando en
prisión por el periodista Conte Nieves, indicó que las condiciones bajo las
cuales se encuentra son de extrema presión psicológica. De hecho, se le
mantiene en una instalación correccional de máxima seguridad para personas
afectadas emocionalmente, algunas de ellas con comportamiento violento. Indica
que no tiene contacto con el mundo salvo el que se imagina. Aún así, sigue
creyendo en la Revolución Cubana como una ¨utopía revolucionaria¨ que los
cubanos supieron convertir en una realidad.
Describiendo su situación en prisión Ana Belén señala lo siguiente:
¨Psicológicamente el
internamiento tiene un impacto. Lo más importante es el no poder comunicarme
con ninguna persona. Es por eso que tengo mis largos monólogos. Tengo a mi
favor, aunque no es lo mismo, que estoy acostumbrada a vivir sola. Y hay algo
interesante. En la sociedad norteamericana uno está rodeado de gente, pero en
ocasiones está muy sólo. Por momentos a lo largo de la vida tuve esa vivencia.
La sociedad norteamericana está llena de matices y uno de ellos puede ser la
soledad ¨acompañada´ que en ocasiones se percibe. Estoy convencida de que el
gobierno norteamericano quiere embotarme sensorialmente: que deje de escuchar,
de sentir, de hablar, de oler, de ver y pensar. No lo van a lograr. Como todo
ser humano a lo largo de mi vida he tenido mis momentos de desajustes, pero
tengo la inteligencia suficiente para llamarme a capítulo y asumir autocontrol
de mis acciones. Es un reto subsistir. Otros lo han logrado. Yo también lo
lograré.¨
La historia de Ana Belén Montes es básicamente desconocida para el
pueblo puertorriqueño. Se trata de una boricua que, habiendo accedido a altísimos
niveles dentro de una de las estructuras de inteligencia de Estados Unidos,
logró en el proceso sensibilizarse sobre la situación del pueblo Cubano y la
política injusta de Estados Unidos hacia su Revolución. Ese desarrollo en su
conciencia le llevó adesbordar la mismaen solidaridad con la que la propia Ana
Belén define como ¨la Isla¨, y proteger su Revolución como si fuera esa, en el
decir de Hostos, su ¨Madre Isla¨. ¨Silenciarme no será posible¨, ha indicado
Ana Belén. ¨Mi acto de compromiso con la Isla es un hecho imposible de
desconocer¨. Por eso en la breve entrevista hecha por Conte Nieves, el
corresponsal señala: ¨Ana nunca más estará callada. Siempre alguien en algún
lugar del mundo tomará sus ideas para divulgarlas.¨
En su alocución ante el juez sentenciador, con voz firme y pausada, Ana
Belén explicó el por qué de sus acciones. Por la importancia que le adjudicamos
a sus palabras las transcribimos textualmente:
¨Existe un proverbio italiano que
quizá sea el que describe mejor la forma en lo que yo creo: Todo el mundo es un
solo país. En ese ´país mundial´ el principio de amar al prójimo tanto como se
ama a uno mismo resulta una guía esencial para las relaciones armoniosas entre
todos nuestros ´países vecinos´.
Este principio implica
tolerancia y entendimiento para las diferentes formas de actuar de los otros.
Él establece que nosotros tratemos a otras naciones en la forma en que deseamos
ser tratados, con respeto y consideración. Es un principio que,
desgraciadamente, yo considero nunca hemos aplicado a Cuba.
Honorable, yo me
involucré en la actividad que me ha traído ante usted porque obedecí mi
conciencia más que obedecer la ley. Yo considero que la política de nuestro
gobierno hacia Cuba es cruel e injusta, profundamente inamistosa. Me consideré
moralmente obligada de ayudar a la isla a defenderse de nuestros esfuerzos de
imponer en ella nuestros valores y nuestro sistema político.
Nosotros hemos hecho gala
de intolerancia y desprecio hacia Cuba durante cuatro décadas. Nosotros nunca
hemos respetado el derecho de Cuba a definir su propio destino, sus propios
ideales de igualdad y justicia. Yo no entiendo cómo nosotros continuamos
tratando de dictar cómo Cuba debe seleccionar sus líderes, quiénes no deben ser
sus dirigentes y qué leyes son las más adecuadas para dicha nación, ¿Por qué no
los dejamos decidir la forma en que desean conducir sus asuntos internos, como
Estados Unidos ha estado haciendo durante más de dos siglos?
Mi mayor deseo sería ver
que surja una relación amistosa entre Estados Unidos y Cuba. Espero que mi
caso, en alguna manera, estimule a nuestro gobierno para que abandone su
hostilidad en relación con Cuba y trabaje conjuntamente con La Habana, imbuido
de un espíritu de tolerancia, respeto mutuo y entendimiento.
Hoy vemos más claro que nunca que la
intolerancia y el odio—por individuos o gobiernos—lo único que disemina es
dolor y sufrimiento. Espero que Estados Unidos desarrolle una política con Cuba
fundamentada en el amor al vecino, una política que reconozca que Cuba, como
cualquier otra nación, quiere ser tratada con dignidad y no con desprecio.
Una política como esa
llevaría nuevamente a nuestro gobierno a estar en armonía con la compasión y la
generosidad del pueblo estadounidense. Ella permitiría a los cubanos y
estadounidenses el aprender cómo compartir unos con otros. Esto permitiría que
Cuba abandone sus medidas defensivas y experimente cambios más fácilmente. Y
esto permitiría que los dos vecinos trabajen conjuntamente y con otras naciones
para promover la amistad y cooperación en nuestro ´país mundial´ y en nuestra
´patria mundial¨.
La causa de la lucha por la excarcelación
de Ana Belén Montes es una lucha justa que debe ser abrazada por nuestro pueblo
con la misma intensidad que en el pasado
hemos luchado por la excarcelación de otros prisioneros políticos. Después de
todo, el acto de conciencia que le llevó hace más de una década a prisión ha
sido reivindicado hace apenas catorce meses con el paso dado por los
presidentes de Estados Unidos y Cuba dirigidos al inicio del proceso de
restablecimiento de relaciones políticas entre ambos países.
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