15 de enero de 2016

Una medida de autodefensa a todas luces justa

Por Embajada de la República Democrática Popular de Corea en el Reino de España.


A las diez de la mañana del pasado 6 de enero, la República Popular Democrática de Corea efectuó exitosamente la primera prueba de la bomba de hidrógeno. 

Fruto de la inteligencia, tecnología y fuerza del propio pueblo coreano, la prueba hizo patente la exactitud de los datos técnicos que aportó la bomba experimental recientemente fabricada y demostró de manera científica la potencialidad de la bomba de reducido tamaño. 

La prueba es, indudablemente, producto de una medida encaminada a defender cabalmente la soberanía de la República y el derecho a la existencia de la nación coreana del cada día más agravante chantaje nuclear de las fuerzas hostiles acaudilladas por Estados Unidos y preservar fidedignamente la paz en la Península Coreana y la seguridad de la región. 

Hace muchos años que el mundo viene presenciando el ininterrumpido chantaje nuclear de Norteamérica a la RPD de Corea. En la década de 1990, Norteamérica difundió el rumor sobre el “desarrollo de armas nucleares” en ese país asiático a partir de un reactor moderado de grafito que él estaba construyendo con el objetivo de cubrir la demanda de electricidad, y lanzó contra él una ofensiva política, económica y militar sin precedentes.

Gracias a la iniciativa y los sinceros esfuerzos de Pyongyang, en octubre de 1994 se firmó un acuerdo básico entre ambos países para la solución pacífica del “problema nuclear”, pero Washington fue negligente en el cumplimiento de los deberes estipulados en el documento y fomentó la escalada de la presión política y económica y la amenaza militar contra Pyongyang. En el nuevo milenio, con su descabellada política hostil llegó al extremo de declarar su intención de la anticipada nuclear. 

¿Cuál fue la opción de Corea en esa circunstancia?


Como una medida de autodefensa, se vio en la necesidad de anunciar oficialmente su retirada del Tratado de No Proliferación Nuclear y su posesión de armas nucleares. Es consabido que según la política de las armas nucleares, los países que las poseen están obligados a buscar la coexistencia pacífica, pues no les conviene romper el equilibrio del pánico.

Lo demuestran claramente los hechos acaecidos en la arena internacional. 

Fue en marzo de 2003 cuando Washington desató una guerra contra Irak pregonando su supuesta “posesión de armas de exterminio masivo”. Preguntémonos si se habría atrevido a desencadenar la conflagración si Irak hubiese tenido realmente artefactos nucleares o armas biológicas y químicas.

Reza un refrán coreano: Dominar fuego con fuego. Las armas nucleares son únicos y más confiables medios disuasivos capaces de prevenir la anticipada nuclear. Con todo, Washington porfía en no “reconocer” la irrefutable posesión de artefactos nucleares por Pyongyang y sigue empeñado en su aventurero chantaje nuclear contra él. Cada año efectúa en Corea del Sur simulacros nucleares de gran envergadura y destina a esa parte flotas de aviones, portaaviones y muchos otros medios de ataque nuclear, conduciendo a la Península Coreana al borde de una guerra termonuclear. 

El año pasado, a pesar de que Pyongyang le hizo una propuesta viable consistente en cambiar el Acuerdo de Armisticio por el de Paz para atenuar la tensión de la Península y crear un ambiente de paz, instigó a sus seguidores a imponerle sanciones económicas de toda laya e intensificar su fraudulenta campaña de “derechos humanos” y recurrió a todos los medios para detener el avance del pueblo coreano para la construcción de un Estado poderoso y próspero y el mejoramiento de su vida y derrocar su sistema. 

De hecho, desde que se utilizó por primera vez el término “hostilidad”, el mundo nunca conoció ni conoce una hostilidad tan arraigada, cruel y terca como la de Estados Unidos contra la RPD de Corea. 

Es precisamente EE.UU. el país que le impone a otra nación un aislamiento político, una sanción económica y una presión militar sin precedentes, todo por la única razón de que ella tiene diferentes ideología y sistema y no obedece a su ambición de agresión. Lo peor es que, insatisfecho con ello, se esfuerza desesperadamente para someterla a una hecatombe nuclear. 

El hecho de que la RPD de Corea, que se enfrenta con un enemigo siempre al acecho para atacarla con sus colosales y distintas armas nucleares, haya podido poseer la bomba H, es el derecho legítimo de un Estado soberano para la autodefensa y una medida justa que no admite ninguna réplica. 

Nada sería tan absurdo como bajar la escopeta ante una manada de lobos feroces. 

En una declaración gubernamental que le siguió a la mencionada prueba, Corea proclamó solemnemente que mientras no se erradicaba la política hostil de Estados Unidos, jamás interrumpiría el desarrollo nuclear ni renunciaría a las armas nucleares, aunque se le viniera el cielo abajo.

Una voz de Corea, a todas luces justa, estremece el planeta.

La RPDC llega a la primera categoría de potencias nucleares En la RPD de Corea, el 6 de enero, se efectuó con todo éxito la prueba de su primera bomba H.

Esa bomba termonuclear, que se funda en el desprendimiento de energía que acompaña la fusión del hidrógeno, supera decenas de veces a la bomba A de igual tamaño en potencia destructiva.

Muchos de los países que poseen bombas atómicas no se atreven a producir bombas H de alta tecnología pues ello requiere de exorbitantes fondos.

En el mundo hay 9 países poseedores de armas nucleares, de los cuales solo unos cinco incluyendo EE.UU. y Rusia tienen bombas H.

El pequeño país asiático salió exitoso en su primera prueba con las técnicas y recursos ciento por ciento nacionales pese a las extremas medidas de sanción y bloqueo adoptadas por las fuerzas enemigas. Ante la creciente amenaza norteamericana con las armas nucleares Corea se dedica al desarrollo de las fuerzas de disuasión desde hace años.

Las tres pruebas nucleares subterráneas realizadas en octubre de 2006, en mayo de 2009 y en febrero de 2013 permitieron que ese país figurara entre las contadas naciones poseedoras de armas nucleares.

En marzo de 2013 el Partido del Trabajo de Corea declaró su opción estratégica de simultáneo desarrollo de la economía y el potencial nuclear para enfrentar la intención del enemigo de provocar una guerra contra ese país, ocasión en que reiteró su decisión y voluntad de fortalecer las fuerzas armadas nucleares en cantidad y calidad para fines autodefensivos y no para amenazar o alarmar a su adversario.

La RPDC tiene el poderío de atacar el territorio principal de EE.UU. con misiles de más de 10 mil kilómetros de alcance y submarinos estratégicos dotados con cohetes balísticos que se disparan bajo aguas, así como diferentes tipos de artefactos nucleares pequeños y ligeros.

Ahora ha llegado a construir bombas H. Si Estados Unidos y sus seguidores la agraden recibirán de inmediato un implacable ataque con armas nucleares que eliminarían totalmente sus fuentes de provocación.

El país asiático nunca habla por hablar.


Como es consabido por todos, su pueblo considera más valiosas la soberanía y dignidad del país que su vida y está dispuesto a sacrificarse para defenderlas. 

Los recientes ejercicios militares de Corea socialista, entre ellos el ataque de aviones sin piloto de superprecisión, el lanzamiento de cohetes antiaéreos contra misiles cruceros Tomahawk, la prueba de un sistema de armas tácticas teledirigidas de alta precisión, ensayo de disparo de cohetes balísticos bajo aguas desde el submarino estratégico, demuestran la capacidad y voluntad de la RPDC de convertir a Estados Unidos, la mayor potencia nuclear del mundo, en un mar de fuego.

Se puede decir que con su reciente prueba de la bomba H ese país declaró con solemnidad que responderá con el ataque nuclear al chantaje nuclear estadounidense y con la justa guerra por la reunificación del país a la guerra de los agresores.

En defensa de la paz

La República Popular Democrática de Corea realizó la prueba de la bomba de hidrógeno, lo cual agita al mundo y a la vez insinúa algo importante a la sociedad internacional.

¿Cómo la RPD de Corea, un país pequeño resiste a la mayor potencia nuclear del mundo y defiende firmemente su soberanía y dignidad? ¿Cómo en la Península Coreana que permanentemente se encuentra en la situación crítica, se preserva la paz?

Retrospectivamente, antes de que desapareciera completamente el diabólico polvo radiactivo en Hiroshima y Nagasaki, Estados Unidos intimidó con bomba atómica a Corea.

Durante la guerra coreana que Norteamérica desató en 1950 con la ambición de tragarse al Norte de Corea y utilizarlo como un trampolín para el dominio del mundo, Truman, el entonces presidente estadounidense, expresó que revisaba activamente el uso de la bomba atómica en el conflicto. 

MacArthur, el entonces comandante de las tropas estadounidenses en el Extremo Oriente, publicó el plan de arrojar de 30 a 50 bombas atómicas en la región fronteriza de la RPD de Corea y China.

También después del cese al fuego el imperio convirtió el Sur de Corea en el mayor arsenal y base logística de bombas atómicas en el Extremo Oriente y realizó continuamente simulacros de guerra nuclear, atentando constantemente contra la independencia, la paz y la estabilidad de Corea.

Después del fin de la guerra fría con la antigua Unión Soviética, EE.UU. que se autodenominada “única superpotencia” se valió del artefacto nuclear para intimidar a los países aspirantes a la independencia e incluso publicó la lista de los países que serían victimas de su anticipada nuclear, entre los cuales figuraba, desde luego, la RPD de Corea.

Esto se pagó con lo merecido.

Corea, frente a la intentona del ataque con armas nucleares de Norteamérica, optó por preparar la capacidad de disuasión nuclear. Cuanto más el imperio intensificaba la amenaza con nuclear, tanto más fortaleció su capacidad disuasiva nuclear.

En cuanto a esto, Estados Unidos calificó las armas nucleares de Corea como una “amenaza contra la paz mundial” y vociferó ruidosamente de su renuncia nuclear, diciendo que ésta le traería como resultado algún beneficio. 

También se aparentó como si le ofreciera algún “beneficio” a Corea si lo hiciera.

¿Acaso, si Corea hubiera renunciado a la posesión de armas nucleares, Norteamérica le hubiese garantizado la paz y la estabilidad de la Península Coreana y ofrecido a su pueblo enormes bienes materiales de que hablaba?

La historia y la realidad contestan negativamente.

¿Qué recibieron de Norteamérica Iraq y Libia que dejándose engañar por sus añagazas conciliatorias y artimañas destruyeron por sí mismos los misiles que habían obtenido a costa de la sangre y el sudor de la nación y abandonaron programas nucleares?

En estos países la soberanía nacional y los derechos humanos se quedaron gravemente pisoteados y todo el territorio, convertido en un escenario del conflicto sangriento. Además, muchísimos emigrantes del Medio Oriente afluyen a los países europeos y otros, poniéndolos en la zozobra.

La paz nunca se logra con la súplica ni negocios.

No es sino la RPD de Corea que experimentó antes que nadie esta verdad y la grabó en lo hondo de su tuétano. Convencida de que en el mundo actual que predominan la coacción y la agresión imperialistas solo en fusiles propicia defender la soberanía y dignidad de la nación y preservar la paz y la estabilidad del orbe, practicó una original política del Songun (priorización de los asuntos militares), fortaleciendo su fuerza militar en todos sus sentidos.

Este incalculable fuerza militar y escudo nuclear de Corea le causa pavor al imperio. Corea tiene coraje y capacidad para hundir todo el territorio estadounidense en el mar de fuego si el imperio toca en lo más mínimo su espacio aéreo, mar y territorio jurisdiccionales, lo cual mantiene a raya a los belicosos norteamericanos.

La paz y la seguridad de la Península Coreana están ligadas directamente con las del mundo. El enfrentamiento de vida o muerte entre la RPD de Corea que aprecia más la soberanía que la vida y Estados Unidos de América que pretende el dominio del mundo necesariamente dará origen a una guerra termonuclear sin precedentes.

Si en la Península Coreana estalla una guerra nuclear, las tres maravillas: la suprema prosperidad material, los saltos tecnológicos y la civilización espiritual que muchos países de este planeta alcanzaron en varios milenios de su historia, en un instante se quedarán reducidas a cenizas. Comentaristas militares expresaron que si en la Península Coreana se desata una guerra, esta traería como resultado la pérdida económica por valor de 20 billones de dólares, la destrucción de más de 500 urbes importantes, la muerte de más de mil millones de personas y la conversión en desierto de toda la Tierra y que si después de la Segunda Guerra Mundial se necesitaron de 30 a 50 años para que la Europa destruida se repusiera, pero con la posible tercera guerra mundial o la gran guerra termonuclear, el mundo tendría que permanecer en el estado primitivo de 100 a 200 años hasta que se recupere.

Hoy, Corea provista hasta de la bomba de hidrógeno figura con todo derecho en la primera fila de las potencias nucleares, imposibilitando que el imperio soñara con desatar una guerra en la Península Coreana. Es que la RPD de Corea cuyo territorio equivale apenas a una ochentava parte del estadounidense hace frente al imperio del mal y defiende la paz del mundo.

La potente fuerza de disuasión nuclear de Corea que calma la insensata locura de guerra termonuclear de Estados Unidos es, de veras, el medio más poderoso para la paz en la Península Coreana y el resto del mundo.

La paz nunca se logra con mendigar. El fusil de la justicia garantiza la auténtica paz, verdad que el ensayo de la bomba de hidrógeno enseña a la sociedad internacional.

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