Declaración del Presídium del CC del PCFR
El
mundo quedó estremecido por los sangrientos acontecimientos ocurridos
en la capital de Francia. Murieron muchos ciudadanos inocentes. Esos
acontecimientos despertaron los sentimientos del dolor y la indignación
de millones de personas en diferentes países del mundo. Los comunistas
rusos expresan su sincera condolencia a los familiares y amigos de los
muertos en una serie de atentados terroristas infames planificados y
perpetrados por los fanáticos radicales. Compartimos el dolor del pueblo
de Francia que alumbró el mundo con la luz de la Gran Revolución y el
progreso y que hoy día se ha convertido en el blanco de la barbarie y el
obscurantismo reaccionario. Nosotros expresamos nuestra indignación por
el cruel asesinato de las personas inocentes y exigimos que se castigue
severamente a todos quienes organizaron y participaron en los crímenes
de lesa humanidad.
Las
consecuencias de esos acontecimientos pueden ser mucho más serias si no
se hacen conclusiones acertadas en un tiempo corto. No es la primera
vez que Europa se enfrenta con el terrorismo. Pero los acontecimientos
de París son mucho más graves que cualquier atentado terrorista
ordinario. La coordinación de las acciones de los autores del monstruoso
crimen prueba que detrás de sus espaldas se oculta una fuerza poderosa,
bien organizada y estructurada. No existen motivos para considerar que
se parará por su buena voluntad.
El
terrorismo siendo criatura de la etapa moderna de desarrollo
capitalista, vestido con el ropaje religioso, representa una amenaza para
toda la civilización. Niega las normas y los principios fundamentales
elaborados durante la historia multisecular de la Humanidad. Este mal se
convierte en la peste del siglo XXI. Al igual que el fascismo alemán
del siglo XX, el terrorismo surgió en el curso de la crisis del sistema
capitalista mundial. Fue una respuesta a la política de intromisión
burda en los asuntos de los Estados soberanos, de su sojuzgamiento y
saqueo. Al brotar sobre la ruinas de Iraq, Afganistán y Libia el
terrorismo ha adquirido una inmensa fuerza destructiva de dimensiones
globales.
Hoy
es sumamente importante detener la ofensiva del terror por todas
partes. Es posible conseguirlo solamente al entender sus profundas
raíces. El terrorismo se ha convertido en uno de los principales temas
de la modernidad debido a que los políticos occidentales recurren desde
hace tiempo y de una manera gustosa a sus servicios. Ya están
acostumbrados a clasificar a los terroristas en los “suyos” y en los
“ajenos”. Los “suyos” son que les son útiles por diferentes motivos.
Pero a los “ajenos” hay que eliminarlos incluso violando las normas de
derecho internacional y destruyendo la soberanía de los Estados enteros.
El
mundo iba avanzando hacia los acontecimientos en París durante las
últimas décadas. Muchos países afrontaban ya los furiosos ataques
terroristas. Con esas acciones empezaron las guerras civiles en Libia,
Egipto y Siria. Sin embargo a los políticos occidentales les preocupaban
otras cuestiones completamente diferentes. Estaban ocupados en derrocar
a los gobiernos legítimos de esos paises obstaculizando su lucha contra
las fuerzas del terror.
Rusia
se acuerda de la guerra terrorista en el Cáucaso del Norte, las
tragedias de Budiónovsk, Kizliar y Beslán. Sus organizadores utilizaron
los mismos métodos que recientemente en Francia. Pero en aquel entonces,
Estados Unidos y la Unión Europea ejercían presión sobre las
autoridades rusas y llamaban las operaciones antiterroristas como “uso
desproporcionado de la fuerza”. Además, los emisarios y organizaciones
occidentales prestaban apoyo a las estructuras extremistas.
Un
ejemplo ilustrativo del uso del terrorismo en intereses de EE.UU y la
OTAN fue el golpe de Estado en Ucrania en 2014.
Occidente prestó ayuda
total a los amotinados en Maydán que usaron las armas contra las fuerzas
del orden público. Se callaba cínicamente la tragedia de la “Jatyn de
Odessa” cuando los extremistas quemaron vivas a decenas de personas en
pleno centro de la ciudad. Los cabecillas de la OTAN hasta hoy día se
hacen la vista gorda en cuanto a los bombardeos mortíferos de los
barrios residenciales de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk.
Es por la sencilla razón de que en opinión del Occidente la guerra
fratricida corresponde completamente a sus intereses geopolíticos. Es
por ello que no se crean tribunales internacionales para enjuiciar a los
banderistas terroristas, no se implantan sanciones, ni tampoco se
escuchan palabras de denuncia por parte de los políticos estadounidenses
y sus aliados.
El
terrorismo moderno es producto de la falta total de escrúpulos del
capital global. Desde ya hace tiempo sus agentes empezaron a usar los
métodos terroristas como arma en la pugna por el reparto de mercados
mundiales y para sofocar la lucha de liberación nacional de los pueblos.
Aspirando a apoderarse de los recursos de los países independientes,
los globalistas sostenían activamente a los terroristas por todo el
mundo. Fueron utilizados para crear el sistema neo-colonial en África y
América Latina en los años 1960-70. Se armaba a los terroristas en
Afganistán para luchar contra la URSS en la década de los 1980. En
1990-2000, fueron destruidos los sistemas de seguridad formados en el
Cercano Oriente y creados ejércitos terroristas. Esos juegos tuvieron
como efecto que la ola terrorista empezó a escapar al control de sus
protectores. Sucedió lo mismo que a mediados del siglo XX сuando el Occidente se excedió en el juego de apoyar al fascismo.
En
los últimos decenios todo el mundo es testigo de tendencias
extremadamente alarmantes. Después de la desintegración de la URSS,
Estados Unidos y sus aliados desencadenaron un verdadero terror contra
la población de varios países. Así fue en Yugoslavia e Iraq donde la
población civil fue víctima de los ataques misilísticos de la OTAN. Las
intervenciones armadas de la OTAN se realizaban a despecho de las
resoluciones de la ONU. El derecho internacional abandonaba sus
posiciones más y más ante la política de fuerza.
Los
pueblos del Occidente se convierten en la víctima de política de sus
gobernantes. Los sistemas de seguridad europeos mostraron su total
incapacidad. La estrategia de multiculturalismo se hizo añicos. El
problema de los refugiados escapa a todo control. La Unión Europea
conoce en su propia experiencia el precio de la componenda con los
capitostes de ultramar. Los representantes de la Unión Europea tienen
todos los motivos para llevar a cabo una política más independiente e
influir más activamente sobre Estados Unidos con tal de cambiar la
política euroatlántica en general.
Sobre
el fondo de esos acontecimientos es importante recordar la experiencia
soviética de la lucha contra el terrorismo y el bandidismo.
La Unión
Soviética tropezó con fenómenos similares desde los primeros años de su
existencia. Un apoyo activo a los terroristas les prestaban los círculos
imperialistas de Europa Occidental, Estados Unidos y Japón.
Consideraban que es posible usar cualquier medio en contra del primer
Estado socialista. Occidente empezó con el patrocinio generoso de los
guardias blancos que se pusieron en el sendero de la guerra contra su
propio pueblo. Continuaba respaldando a los basmachí, Hermanos de los Bosques, banderistas
y otros bandidos empedernidos. Las víctimas de esos especímenes
infrahumanos no solamente fueron jefes militares y dirigentes del Estado
y partido de la URSS sino también ciudadanos soviéticos de a pie.
En
la lucha contra el país soviético todos los grupos antiestatales
sufrieron el fracaso. Fue decisivo no sólo el trabajo eficiente de
nuestros servicios especiales que empleaban estándares altísimos del
profesionalismo. Lo principal es que la Unión Soviética extirpó las
raíces alimentadoras del terrorismo. Eliminó la miseria y la división
socio-clasista de la sociedad.
En
la sociedad soviética el terrorismo no tenía opciones para el éxito
puesto que su base social había desaparecido. El Estado soviético
ofrecía oportunidades iguales a todos sus ciudadanos. Podían trabajar
honestamente, crear familia y educar a los hijos gozando al mismo tiempo
de amplias garantías sociales. Es sobre esta base que la URSS creó un
sistema eficaz de seguridad gracias al cual cada persona se sentía
protegida y segura del futuro.
No
se puede esconder la cabeza en la arena: la fuente del terrorismo
moderno es la división social, la miseria y la desolación de las masas
populares multitudinarias en diferentes rincones del planeta. Es por eso
que distintos grupos tienen la posibilidad de engrosar cada vez nuevos
destacamentos de los terroristas. Es imposible vencer el terrorismo sin
una fuerte política social. No se podrá lograrlo ni en Rusia, ni en
Europa, ni en el mundo entero.
La
situación en la sociedad rusa moderna se diferencia cardinalmente de la
de la época soviética.
El país lo divide la desigualdad económica
terrible. La pobreza y la precariedad se han convertido en la realidad
cotidiana para los ciudadanos. Solamente en Daguestán cada segundo un joven
no tiene trabajo. En esta situación los cabecillas de las bandas tienen
muy fácil el trabajo del reclutamiento de los nuevos partidarios a sus
filas. Los extremistas nacionalistas y religiosos van desplegando la
propaganda también entre los representantes de los pueblos autóctonos de
Rusia y entre los gastarbeiter humillados por los burócratas y oprimidos por el capital.
La
realidad literalmente dicho clama sobre la necesidad de armarse con la
experiencia soviética. ¿Pero cómo responde a esta necesidad el poder?
Se levanta de nuevo la ola del antisovietismo y la rusofobia, abre las
heridas de la confrontación civil de las épocas pasadas. De esta forma,
los mismos círculos gobernantes ahondan la división de la sociedad rusa y
amplían el terreno para la acción de los grupos terroristas.
La
cuestión de la lucha internacional contra el terrorismo debería ocupar
un lugar central en la agenda de la política global. Pero esa lucha será
realmente eficaz solamente cuando se arranquen las raíces del
terrorismo. La opinión pública mundial tiene que revocar la confianza a
todos los políticos y corporaciones que se han comprometido con el apoyo
directo o indirecto a los terroristas. A los pueblos de todos los
países les toca luchar por frenar al gran capital enloquecido que
arrastra al mundo al nuevo conflicto global.
A
la Humanidad fue lanzado un reto y ya no podemos permanecer apartados.
Pero la lucha contra el terrorismo sólo será realmente exitosa si se
relaciona con el rechazo del sistema económico actual basado en la
explotación de los pueblos y el reparto injusto de los ingresos a nivel
global. En otras palabras dicho, para vencer al terrorismo como atributo
del capitalismo moderno es preciso superar el propio capitalismo. Es
imposible aspirar a un éxito luchando contra los efectos, no la causa.
El
PCFR aboga por una respuesta decidida y firme a los que atentan contra
la vida y la salud de los ciudadanos e intentan imponer al mundo sus
costumbres criminales. El carácter global de la amenaza presupone
coordinar la lucha contra el terrorismo a la más amplia escala global.
Al compartir el dolor junto con Francia, Rusia debe estar preparada a
afrontar nuevos retos. Nuestra sociedad necesita un complejo de medidas
eficaces para reformar las leyes nacionales, revisar una serie de
tratados internacionales, sanear la economía y ampliar las garantías
sociales.
¡Para afrontar dignamente los retos externos tenemos que hacernos más fuertes y sabios!
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