Muchos trabajadores no han conocido a estos dos excelentes ejecutores de la cultura soviética. Lograron cambiar la forma de llevar al público sus montajes deportivos en el patinaje artístico.
¿Porqué digo, alcanzar lo que sentían, llevarlo al público? Porque para ellos, y para muchos especialistas la unificación en minutos de diferentes formas de la cultura, era la mejor forma de desarrollo del espíritu creativo en el deporte de un Estado Socialista.
Estaba pensado para que los trabajadores, para la población entera, empezando desde la infancia, para que comprendieran que la URSS era diferente a los sistemas sociales imperantes, no solamente en la producción social sino en el arte. Que también hay una estética en el trabajo. Una posición ante los demás, para no solamente contemplar arte, sino dar una pauta de reflexión, que tras un objetivo, un esfuerzo compartido, se logra impulsar el arte en cada persona. Danza, arte y deporte unificados. Durante muchos años, en todos los países del mundo que seguían las competiciones de patinaje, aprendían de estas dos figuras: Irina Rodnina y Alexandr Zaitsev.
Ejecución, estilo pausado, tremenda elegancia en los giros y piruetas. Hasta el momento han sido los únicos deportistas-artistas que tenían que repetir varias veces en las sesiones de exhibición de los torneos, porque el público no se cansaba de tanta armonía y belleza.
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