Por Nestor Guadaño
"El capitalismo está agotado....las instituciones que creó están caducas....la evolución social es muy simple...quitar el poder a los de arriba.... El futuro no lo se.... pero empieza por seguir los postulados de Marx....porque el capitalismo es una sociedad donde todo, todo es mercancía".
José Luís Sampedro.
Hoy estamos en un infierno de cobardes. Creo que cuando sueño soy más libre que despierto. Rodeado de papagayos y lacayos del miedo. Miedo a aislar los pensamientos del ejercicio diario de opinar, pues solamente gesticulamos. Nos expresamos nuestros parabienes sobre el tiempo, el deporte y las modas.
Porque solamente unos pocos, nos comemos nuestros miedos y salimos a las calles. Buscando otra alternativa social. Desde cada una de nuestras barricadas, sabiendo que esta sociedad basada en el Imperio del egoísmo, de la mercancía, del crimen organizado, no tiene que durar.
Ha habido un tiempo de reflexión sobre las mentiras. Las velas de la rebeldía, hace tiempo se plegaron. Unos mezquinos se acuerdan de ellas cuando hablan del pasado. Otros botarates las envuelven todavía más, cuando mencionan que tras cumplir los 30, los contestarios se vuelven padres y las circunstancias les conducen al redil de la cordura.
La venta del mal, personificado en la Unión Soviética, ha servido de señuelo al toro de los profesores para que impartieran a los alumnos el miedo al Estado. Laceran la memoria de los obreros, que se atrevieron levantarse ante las cadenas del patrón. Pero además, en la mente de los obreros, de los asalariados, lo que antiguamente se llamaba proletariado, en su conciencia de impotencias, ha varado la mole parda del miedo.
Miedo a luchar, a expresarse, a confiar en el compañero. Cuando protestas, te miran como si acabaran de conocerte. Bajan la cabeza para no mirarte a los ojos. Se acentúa la apatía. Permanecer impasible ante las lacras actuales es el nuevo deporte, cuando sobre todo son injusticias singularmente sociales y despojadoras de derechos.
De los derechos conquistados, de lo obtenido en toda una vida de currante abnegado. Y los sinvergüenzas que ejecutan las leyes se ríen de ti, bajando las pensiones, subiendo los impuestos, controlando tus movimientos, creando más "violencia".
Pero aún aparece un nuevo estado de ánimo, más destructor. El pánico a crear nuevas amistades. Porque han inculcado a cada niño ideas cristianas y fascistas, sibilínamente. Reclúyete en tu familia, solamente ellos serán tu apoyo..."para toda la vida". Y se aprende, esta vergonzosa letanía desde la cuna.
Pero han edificado un altar. Hay una finalidad desde que dejas los estudios, encontrar un trabajo. Si, aunque sea grotesco y efímero. El empresario, el emprendedor, es más importante que las personas queridas. Porque sin ellos, esos vampiros castradores, no hay futuro. Porque el trabajo asalariado no se toca, está por encima de todo. Aunque no puedas comenzar una vida en pareja. Aunque dependas de tus padres, de su jubilación, y mores en su casa pasando los treinta, aguantándote la rabia. Y ellos te miran y se preguntan ¿Para esto te hemos traído al mundo?
Pero, levemente, una brisa se está levantando.
Y el velamen se está desplegando. Las jarcias tirantes, con fuerza notan unas manos poderosas que vuelven a desenrrollar el pasado, buscando entre los empobrecidos los estandartes de la unidad obrera. Pronto nuevas marchas del 22M irán juntando voluntades. Notaremos la mano de la compañera, el hombro del abnegado principiador de nuevas libertades, aquella querida mirada de luchadora entrega. Porque vuelve la consigna y La Internacional, sobre las banderas.
Notas su frescor. Saliendo del corazón en las asambleas. Actitudes, puños cerrados se recobran y se escuchan frases de comuna, aun incipientes, aún lejanas, pero que responden a una necesidad contra las desigualdades.
Ya no son suficientes las enmiendas. Vacuas las reformas. En las tertulias de trabajadores, en voz baja contra la corrupción, se menciona "tendrá que haber mano dura". Porque muchos vamos aprendiendo, entre todos, cada uno. No son cuestiones de leyes ni justicia. Las manifestaciones han sido vehículo, pero es tiempo de acabar con las mentiras, pues el tiempo de la reflexión también pasó. Es el presente, lugar, la arena de realizar tareas. De unir las voluntades dispersas. De recobrar la solidaridad obrera.
No queremos que nuestros hijos sean los verdugos de nuestros nietos. Y nosotros mismos seremos los artífices de una nueva Ley de Leyes, donde el trabajo exista para crear la vida social. Y los empleadores que buscan tu explotación sean prescindibles. Pues el Socialismo ¡Señores! cotizará en el mercado de las mentes trabajadoras, mal le pese a los gobiernos de los poderosos, mal le pese a la Bolsa.
Como muy bien relató Madariaga, cuando un jornalero ante las miseras perras que le escupían por su trabajo, respondió a un capataz: "En mi hambre mando yo".
Pues ¡camaradas, compañeros, a sumarse, a levantar las Marchas, entre todos, como una labor colectiva buscaremos soluciones, a tanta maldita y odiada monárquica verborrea!
Os dejo un extracto de una de las últimas entrevistas de J. L. Sampedro:
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