8 de noviembre de 2014

Concha la delegada y el carácter de la Revolución

Por Julio César Pérez Verdecia, para la Joven Cuba.

Muchos creen saber qué es la Revolución Cubana, dan entonces sus conceptos llenos del resentimiento de un gobierno militarista, aplaudido por quienes no quieren bien su patria, inventores de aberraciones alejadas de nuestra verdadera esencia.

Para saber qué es la Revolución hay que seguir la historia de la gente que le entrega su vida. Felisa de la Concepción García Medina, a la que todos conocen por Concha la delegada, bien podría ser uno de esos ejemplos.



Nació el 18 de mayo de 1934 en Yagüajay, poblado de la región central de Cuba, aunque terminó viviendo en la provincia Matanzas. En su infancia apenas alcanzó un tercer grado. Lavó y planchó para la calle, en el Laboratorio de Herrera fregó pomos para envasar medicamentos y después pasó a trabajar en la farmacia de Versalles “La Cumbre”.

Muy joven colaboró con el Movimiento 26 de Julio, siguiendo a su hermano Leovigildo García Medina, luchador clandestino. Mientras recuerda aquellos años con el brillo en los ojos, dice -éramos un grupo de muchachos en eso- y menciona nombres como: Caridad Díaz, Ricardo (El Maestro), Fita, Minerva, Chirica, Nenita.


En la clandestinidad distribuyó bonos a zonas rurales. Recuerda cómo Emilio, su contacto en Bolondrón, fue sorprendido transportando frascos de medicamentos de la citada farmacia con los bonos dentro; por suerte le creyeron que llevaba medicamentos, -pero así se vivía, con el riesgo tras la oreja- nos dice.


En dos oportunidades fue interrogada, una de ellas en la temida Estación 41, allí fue amenazada por el sargento Miranda (alias el Ñato) y aunque su hermano estaba detenido, lo negó todo. También participó en la búsqueda de casas para los compañeros que estaban quemados en La Habana.
Al triunfo de la Revolución asumió la tarea de tomar el Círculo Infantil de la calle Cuba y Compostela, en el que fue administradora del comedor, donde se atendían alrededor de 400 niños humildes. Alternando con el trabajo y gracias a su voluntad, alcanzó el sexto grado, luego el noveno en la Secundaria Nocturna y posteriormente el técnico en economía.


Al instante vinieron otras tareas: ser directora del internado los Zapaticos de Rosa, dirigir la escuela de niños desamparados V.I.Lenin y, posteriormente, la escuela Patricio Lumumba. En esta labor recuerda la carta del Gallego Fernández, enfatizándole de lo importante del trabajo educativo.


No olvida su participación como alfabetizadora en el  barrio de la Yagua, allí dejó su impronta de joven mariana, iluminando la miseria de sus pobladores.


Poco a poco se superó así misma, como educadora y revolucionaria, siendo fundadora de la Cruz Roja, como una de las primeras mujeres en incorporarse a los círculos de donantes voluntarios de sangre, fundadora del PCC en Matanzas y juez lego durante 20 años. Luego de jubilada se vinculó a los programas agroalimentarios y a la construcción de obras del turismo.


En su pecho guarda la emoción de haber sido precandidata al Comité Central del PCC, Diputada a la Asamblea Nacional, delegada a la Asamblea Provincial, primera delegada de la provincia Matanzas y de la experiencia de los Consejos Populares.


Vanguardia en las tareas de la defensa, lleva el honroso y dramático recuerdo de Girón, primero en campaña y luego en el salón de operaciones donde vio morir tantos jóvenes milicianos, mientras asistía como enfermera.


Testigo y protagonista de la concreción del proyecto del Reparto Reynold García, a cuya promotora Pastora Núñez, conoció y admira. En él vio construir escuelas, el consultorio médico, la farmacia, el anfiteatro y un conjunto de nuevas instituciones para el pueblo. Allí puso como delegada su grano de arena. Ella, no conoce el miedo al trabajo.


Hoy Concha dirige el núcleo del PCC de jubilados en Cavarroca, le luce su sombrero juvenil, el regocijo de martiana se le dibuja en el rostro octogenario. Su ejemplo define muy bien que la Revolución es entrega, altruismo y compromiso patrio, es luchar por mantener el respeto a la dignidad humana, en ello va el carácter de un cubano entero, nos dice, con la naturalidad de quien le falta mucho por hacer.

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