23 de noviembre de 2012

El Ajedrez en la Unión Soviética


Por Alexandre Garcìa

 “El ajedrez aporta la prueba indiscutible de la superioridad de la cultura socialista sobre la cultura decadente de las sociedades capitalistas.”
(Alexander Kótov)
El ajedrez es una herramienta de la cultura proletaria”.
(Yuri Averbaj)


Este escrito pretende reivindicar la contribución de la Unión Soviética al desarrollo del deporte mental más popular del mundo. De todos es conocida la supremacía que llegó a alcanzar la Unión Soviética en las competiciones mundiales de ajedrez de alto nivel, sobre todo tras la II Guerra Mundial. Si nos fijamos en las veinte ediciones del campeonato mundial de la FIDE1 celebradas desde 1948 hasta la última edición antes de la disolución de la Unión Soviética, podemos constatar que el título de campeón mundial sólo fue obtenido en una ocasión por un no-soviético, concretamente por el estadounidense Bobby Fischer (que junto con Gary Kaspárov se disputa la condición de mejor jugador de la historia) en el histórico match contra Spassky en 1972. Todo el resto de campeonatos han sido ganados por jugadores de nacionalidad soviética, e incluso hoy, tras el colapso del socialismo en los países del Este de Europa, muchos jugadores nacidos en antiguas repúblicas soviéticas siguen ocupando un lugar prominente en la élite mundial. Lo mismo se puede decir de las olimpiadas de ajedrez organizadas por la FIDE desde 1927, donde la Unión Soviética ha mantenido una supremacía indiscutible e ininterrumpida desde 1952 (si exceptuamos las olimpiadas de Tel Aviv 1964, en las que la Unión Soviética no participó por boicot, y las de Buenos Aires 1978 en las que Hungría dio la sorpresa). Esto es igualmente cierto en lo que respecta al campeonato mundial femenino a título individual, en el que jugadoras soviéticas se proclamaron ganadoras en todas las ediciones celebras entre 1950 y 19912. Algo parecido ocurre con la versión femenina de las olimpiadas, que se organizan simultáneamente con las masculinas desde el año 1957, y en cuyas ediciones la Unión Soviética fue ganadora de manera continua, excepto en la edición de Tel Aviv 1964 y las dos ultimas ediciones antes de su disolución, en 1988 y 1990, en las que la vencedora fue, también, Hungría. 

Pese a que hoy el primer puesto en el ranking de la FIDE lo ocupa el joven prodigio noruego Magnus Carlsen, en términos generales la hegemonía de los antiguos países de la Unión Soviética continúa hasta hoy, cosa que hemos podido ver con la reciente victoria del equipo armenio liderado por Levon Aronián en las olimpiadas de Estambul 2012. 

Durante la segunda mitad del siglo XX, esta supremacía en ajedrez se tradujo, además de en títulos, en la innumerable cantidad de jugadores que salieron de la Unión Soviética, y en la importantísima contribución de los soviéticos en el plano de la teoría y la técnica a este deporte mental que, como lo expone el campeón mundial Tigran Petrosián, “es un juego por su forma, un arte por su contenido y una ciencia por su dificultad”. 

La Unión Soviética fue el único país donde el ajedrez llegó a alcanzar el rango de deporte nacional, lo cual es un hito en sí mismo. Esta tremenda popularidad de la que gozó el juego entre las nacionalidades de la Unión Soviética, y el importante lugar que ocupo en la formación intelectual de la sociedad, sólo fue posible gracias al enorme compromiso del Estado soviético, mediante su política de captación y entrenamiento de talentos infantiles ya desde la escuela, y el cuidado con el que trataba a los jugadores para que se pudiesen desarrollar hasta niveles profesionales. El propio Bobby Fischer siempre envidió el respeto, y sobre todo el apoyo económico que los jugadores soviéticos recibían por parte del Estado. Como indicador del grado de popularidad que tenía el ajedrez en la Unión Soviética, baste decir que en la RSS de Georgia, donde la escuela nacional de ajedrez le daba especial importancia al ajedrez femenino3, era tradición autóctona en las bodas el ofrecer un tablero de ajedrez para el ajuar de la novia.

Tras la toma del poder en Octubre de 1917, V.I. Lenin, para quien el ajedrez era “la gimnasia de la mente”, y el Partido Bolchevique en general, tomaron resueltamente medidas para alcanzar estos resultados, buscando de esta manera prestigiar a la nueva República Soviética mediante el ajedrez. Tras vencer en la guerra civil de 1918-1921, la Rusia soviética permanecía aislada del resto del mundo. No estaba reconocida por la Sociedad de Naciones. De alguna forma, había que dar un golpe en la mesa, en un afán de demostrar que, en un deporte intelectual, los soviéticos podían ser los mejores. Y los dirigentes soviéticos lo lograron con creces. 

Antecedentes

Cierto es que en la vieja Rusia zarista ya se encontraba cierto caldo de cultivo para lo que surgiría después de la Revolución de Octubre. Desde el siglo XVIII, en el imperio ruso se practicaba el ajedrez con cierta dedicación, aunque estaba reservado para unas pocas élites. De los 70 millones de personas que habitaban el imperio, apenas un par de miles practicaban el ajedrez con asiduidad, y sólo unos cientos frecuentaban clubes y torneos. La escasez de medios era tal que las personas que poseían algún libro sobre ajedrez no pasaban de las 150. Por lo tanto, la práctica del ajedrez no era cosa fácil la Rusia zarista, no habiendo además muchos torneos en los que jugar. 

Sin embargo, en los siglos XVIII y XIX surgieron una veintena de jugadores que jugaban a un nivel magistral, como Alexander Petrov, Ilya Shumov, Emmanuel Schiffers, o el más importante de ellos, Mijaíl Ivánovich Chigorin (1850-1908), considerado padre de la llamada ‘escuela rusa de ajedrez’. Pese a no hacerse nunca con el título de campeón del mundo oficial, Chigorin se situó en la élite mundial en el periodo comprendido entre 1883 y 1898, compitiendo con jugadores de la talla de Wilhelm Steinitz o Emmanuel Lasker, y llegando incluso a disputar un match por el campeonato mundial en La Habana en 1892 contra el mismo Steinitz. Se sabe que el gran escritor realista León Tolstói, él mismo un aficionado, era un enamorado del juego de Chigorin. 

Chigorin fue un jugador creativo, algo irregular en las competiciones, pero que hizo grandes contribuciones a la teoría. Partidario del juego abierto y de la belleza como medio de obtener la victoria, fue de los pocos que se atrevieron a refutar algunas de las ideas posicionales de Steinitz4 que empezaban a predominar en la época. Chigorin defendía que lo fundamental era un rápido desarrollo de las piezas para atacar rápidamente el enroque del rival, y no tanto el ir acumulando pequeñas ventajas. Respondía a las aperturas cerradas defendidas por Steinitz con defensas que no estaban en la teoría, pero que degeneraban en partidas cuyas posiciones se volvían muy abiertas, como por arte de magia. De esas innovaciones nació, por ejemplo, la defensa Chigorin5. Aunque ésta, precisamente, no ha alcanzado gran popularidad, sus ideas supusieron un gran avance en la teoría de aperturas, y sus ideas sirvieron de base sobre la que después se desarrollaría la escuela soviética.

Chigorin tuvo una destacada labor para que el ajedrez se hiciera popular en Rusia, organizando, por ejemplo, los primeros torneos exclusivamente para jugadores rusos. Con sus ganancias, impulso varias revistas de ajedrez, como “El heraldo de ajedrez” y “La hoja de ajedrez”, que sacaban unos pocos cientos de ejemplares y apenas se sostenían económicamente. En ellas colaboraban con asiduidad grandes maestros rusos, gracias al tiempo libre que les dejaba la falta de torneos. 

Para principios del siglo XX, gracias a sus esfuerzos y el otros colaboradores, ya había unos 500 aficionados a la práctica organizada del ajedrez, de los que medio centenar era capaz de competir con los maestros del resto de países europeos. Pero el nivel de Rusia aún estaba lejos de alcanzar al de Alemania o el del Imperio Austro-Húngaro, situación que empezaría a cambiar durante la era de la construcción del socialismo. La contribución de Chigorin al ajedrez soviético sería recordada más tarde en 1958, cuando se emitió en la Unión Soviética un sello conmemorativo de este jugador. 

Chigorin influyó de manera especial en el siguiente jugador que conviene mencionar: Alexander Alexandróvich Alekhine (también conocido como Aliojin), campeón del mundo en cuatro ocasiones, en 1927, 1929, 1934 y 1937. A Alekhine no lo podemos relacionar directamente con la era soviética, puesto que en el momento de ganar sus cuatro títulos mundiales ya había adquirido la nacionalidad francesa, pero su carrera coincide parcialmente con la aparición de la Unión Soviética. Aunque fuera un personaje polémico y políticamente reprobable6, la escuela soviética siempre consideró que había una línea evolutiva entre el ajedrez dinámico de Chigorin y Alekhine y el aprecio por el juego de ataque de los soviéticos, que se reflejaba en el juego de ajedrecistas como David Bronstein o Mijaíl Tal. 

Antes de la I Guerra Mundial, Alekhine ya cosechaba éxitos con regularidad en torneos de ajedrez, siéndole entregado el título de Gran Maestro7 por el mismísimo Zar. Proveniente de una familia aristocrática, tras la Revolución de Octubre emigra a Francia y en 1925 adopta la nacionalidad francesa. Gran innovador de la teoría ajedrecística, su juego era de una gran riqueza de ideas. Según Kaspárov fue “probablemente el primer profesional de ajedrez”. Jugador muy serio y dinámico, con una gran capacidad de trabajo y estudio teórico, era excelente en muchas facetas del juego. Virtuoso del ajedrez de ataque, fue, en este aspecto del juego, uno de los mejores jugadores tácticos de la historia, cosa que aunaba con una técnica exquisita y un profundo sentido estratégico. Como exponente de la llamada escuela hipermoderna8 de ajedrez, a su juego se añadía una desbordante fantasía. Su aportación fue tremendamente enriquecedora, especialmente en lo relativo a la técnica de finales, que dominaba hasta tal punto que gracias a ello pudo vencer a José Raúl Capablanca en el torneo mundial 1927. 

Octubre 1917: empieza el despegue

Como dijimos ya, en la época en la que Alekhine aprendía a jugar ajedrez a principios del siglo XX, el juego estaba pensado para unas élites. Esta situación empezó a cambiar de manera radical a partir de la Revolución de Octubre. Por indicaciones de V.I. Lenin, los bolcheviques orientan el ajedrez hacia la mayoría de la población, promoviéndolo en la educación primaria, donde el ajedrez pasó a ser una asignatura complementaria. Los líderes bolcheviques vieron en la práctica del ajedrez un medio para conducir el ideario, la conducta y la disciplina comunista, pues los valores de este deporte mental (paciencia, disciplina, capacidad, intelectual y espíritu colectivo, pues no hay que olvidar que el ajedrez es un juego de equipos, en el que cada pieza debe estar coordinándose con las demás) se ajustaban bien al sistema de valores que propugnaba la nueva sociedad proletaria. El ajedrez fue tomado como un proyecto de prestigio, en el que todos debían trabajar unidos para llevarlo a cabo. Era, además, una forma de demostrar con el tablero la validez del materialismo dialéctico como concepción del mundo, aspecto del ajedrez que por motivos de espacio no podemos abordar en este artículo. Pero las palabras de Nikolái Krilenko, Comisario del Pueblo para Asuntos Militares, para quien el ajedrez era “una expresión de los modos marxistas de pensamiento”, son ilustrativas a este respecto. 

Además, las condiciones económicas de la nueva Rusia soviética empujaban a ello. Todos conocemos el contexto que se daba en la época: tras tres años de guerra con Alemania, durante y después del comunismo de guerra, la pobreza y la devastación de la economía eran espantosas. Los líderes bolcheviques vieron en el ajedrez un medio barato de prestigiar a la Unión Soviética en una disciplina deportiva. El ajedrez no requería de una grandes inversiones. Para impulsar el ajedrez, no se requiere casi nada, no hacen falta pistas de atletismo, gimnasios ni estadios de futbol, sólo un tablero de madera y unas piezas. 

Anatoli Kárpov describe aquella época con estas palabras: “[el ajedrez] era parte de la vida de la alta sociedad rusa y también lo jugaban algunos grandes escritores y científicos en la época imperial. Tras la Revolución, el nuevo poder decidió que Rusia era un país con mal nivel educativo, porque después de la Revolución muchos intelectuales dejaron el país. Eso provocó que hubiera que construir una nueva, por así decirlo, inteligencia o población bien formada. Pensaron que una de las formas más sencillas e inteligentes para hacerlo era a través del ajedrez… El nuevo poder decidió utilizar el ajedrez para educar a la gente y tuvo éxito.”

La gran tarea de divulgar el ajedrez recayó  primero sobre Alexander Iliin-Zhenevski9, comisario de la Organización General de Reservistas de Moscú. Gran aficionado al ajedrez, introdujo el ajedrez en el Ejército Rojo. Iliin-Zhenevski estaba convencido de que el ajedrez podía jugar un papel importante en el plano político y que debía estar subordinado a la lucha ideológica. 

Los primeros progresos tardaron poco en producirse. Antes de la guerra civil, los propios sindicatos ya organizaban un pequeño torneo en la República Soviética de Transcaucasia. Después, en plena guerra civil, Iliin-Genevski organizó la primera olimpiada de ajedrez de la RSFS de Rusia en octubre de 1920. Aquel torneo supuso el aldabonazo inicial para muchos otros en Moscú y Leningrado, como el torneo Internacional de Moscú de 1925 en el que Iliin-Genevski se convirtió en el primer soviético en derrotar al mismísimo campeón mundial, Capablanca.

En 1924 se fundó la Sección de Ajedrez del Consejo Supremo de Cultura Física. El comandante Nikolái Krilenko, a cargo de la misma, lanzó la consigna: “¡Llevad el ajedrez a los trabajadores!”. Secciones similares se fueron fundando en los Consejos de Cultura Física locales. “Debemos acabar de una vez por todas con la neutralidad del ajedrez, hemos de organizar brigadas de choque de jugadores de ajedrez y empezar de inmediato a cumplir el plan quinquenal del ajedrez.” Se puso en marcha la llamada escuela soviética de ajedrez, caracterizada por su afán por descubrir jóvenes talentos desde muy temprana edad, con un sistema de entrenamiento al más alto nivel. Se lograron grandes avances en las técnicas de enseñanza: surgieron entrenadores de ajedrez de alta especialización como Romanovsky, Rabinóvich y Levenfish, quienes, asesorados por especialistas en psicología y pedagogía como Vigotski, Luria y Leontiev, idearon un sistema de enseñanza de máximo desempeño. Así, el ajedrez llego a tener un lugar reservado en los palacios de pioneros, las entidades culturales que centralizaban las actividades juveniles, en los que siempre había siempre una sección de ajedrez formada por niños de entre 6 y 17 años.

El numero de aficionados se disparo durante los años 20 y 30. De unos 1000 jugadores registrados en 1923, se pasó a 150 000 en 1929. Los sindicatos y los clubes de trabajadores fueron el alma de este movimiento de apasionamiento por el juego. A finales de los años 20, cada sindicato tenía un equipo con 28 jugadores registrados. Para hacernos una idea del lugar que ocupaba el ajedrez entre buena parte del proletariado soviético, baste decir que la industria automovilística Likachov de Moscú contaba con clubes de 26 deportes diferentes, siendo el de ajedrez el más grande de todos.

El resultado de décadas de dedicación al deporte mental fue que a mediados de los años 80, un total de 4 200 000 personas estaban inscritas en la Federación Soviética de Ajedrez, de las más de un centenar de estas personas poseían el título de Gran Maestro. Cada año, cientos de miles de niños participaban en el torneo ‘Torre Blanca’. En total, se estimaba que unos 12 millones de ciudadanos jugaban al ajedrez con asiduidad.

Botvínnik: precursor del sistema soviético de preparación

Fue después de la época de Alekhine, tras la II Guerra Mundial, cuando los años de trabajo para fomentar el ajedrez por parte del Estado soviético comenzaron a mostrar claramente sus frutos.

Generalmente, cuando se habla de la escuela soviética de ajedrez se suele pensar en jugadores de ataque con un estilo de juego dinámico, rápido y agresivo. Sin embargo, una de las excepciones fue precisamente el primer pionero de la nueva escuela: el ingeniero Mijaíl Moiséyevich Botvínnik (1911-1995), patriarca del ajedrez soviético, al cual siguió todo el resto de grandes jugadores. Según Gary Kaspárov, con Botvínnik se produce en el ajedrez un “salto verdaderamente revolucionario”. Seis veces campeón de la Unión Soviética y cinco veces campeón del mundo, en 1948, 1951, 1954, 1958 y 1961. Cierto es que hay que reconocer que Botvínnik se vio beneficiado por el estallido de la II Guerra Mundial, que le despejó el camino hacia la cumbre. En el año 1948, en que se celebra el primer torneo mundial tras el final de la guerra, sólo permanecía Botvínnik de entre los luchadores al máximo nivel.
Botvínnik fue el gran exponente del sistema de preparación soviético, aspecto del juego que en sí mismo es una de las contribuciones de la Unión Soviética al juego. Este cuidadoso sistema de preparación se hizo posible sobre todo por el apoyo que los jugadores recibían del Estado. Pocos jugadores en Occidente podían dedicar tanto tiempo al entrenamiento y la preparación. Los jugadores soviéticos recibían el apoyo económico y material necesario, y se les ponía al corriente de la práctica y las innovaciones teóricas en todo el mundo, facilitándoles gran cantidad de libros, revistas, boletines, etc., que se publicaban permanente en la Unión Soviética. En su libro La Escuela Soviética de Ajedrez, Botvínnik explica: “Debe darse crédito a los maestros soviéticos por haber elaborado métodos de preparación. El nuestro, está disponible para todos y podemos asumir que la mayoría de los maestros soviéticos lo emplea cuando se prepara para alguna competencia importante. La parte más destaca del sistema consiste en la preparación de aperturas, entrenamiento físico, prácticas para corregir defectos; también cuestiones relacionadas con la rutina de los torneos”.
Los manuales de preparación de la Unión Soviética hacían especial hincapié en la importancia de tener una buena condición física. Se aconsejaba a los jugadores que participaran en los programas de entrenamiento físico del GTO (Gotov ka Trudu i Obóronnie SSSR, ‘Preparación para el Trabajo y la Defensa de la URSS’). Los entrenadores se tomaban este aspecto del juego tan en serio que las preparaciones de los torneos se llegaron a hacer en balnearios. En 1953, para la preparación del torneo de candidatos al título mundial de Zurich, el equipo soviético (compuesto por Smyslov, Keres, Bronstein, Petrosián, Geller, Kótov, Taimánov, Averbaj y Boleslavski) estuvo dos semanas dedicándose sólo a la preparación física con entrenadores de natación y atletismo y como especialistas en dietética. Sólo a partir de la tercera semana empezaron a tocar un tablero. De hecho, algunos grandes maestros soviéticos han destacado en otros deportes. Puede mencionarse a Keres, varias veces campeón de tenis en Estonia, a Geller, notable jugador de baloncesto, y a Spassky, que hacía los 100 metros en 11 segundos.

El siguiente aspecto a destacar del sistema de preparación era el minucioso estudio de las aperturas. Botvínnik cuenta que cuando se preparaba para jugar el match con el checoslovaco Salomon Flohr en 1933, analizó más de 100 partidas de su adversario antes de decidir qué aperturas tenía que jugar. Casi 30 años después, Botvínnik atribuyó su triunfo en el match de revancha con Tal a la floja preparación de éste en las aperturas. Sólo el estudio de las partidas ya consumía para el ajedrecista soviético cientos de horas, meses de estudio. Esto le permitía extraer conclusiones sobre las cualidades y los defectos de los adversarios. También jugaban un papel importante las partidas de entrenamiento, en las cuales se sometían a prueba nuevas variantes y se podían corregir defectos del jugador, llevando las partidas a posiciones en el tablero que no eran de su agrado.

La dedicación de Botvínnik al entrenamiento era tal, que él, que detestaba el humo de los cigarrillos, se acostumbró a jugar partidas de entrenamiento con Ragozin, pidiéndole que fumara constantemente.
En cuanto al estudio teórico, los soviéticos le daban mucha importancia al estudio de las tres fases del juego (apertura-medio juego-final), en coherencia con el modo marxista de pensamiento que no concibe las fases del juego como estancas y aisladas entre sí. Siguiendo el consejo de Capablanca, que decía que “el ajedrez se aprende empezando por el final”, con mucha razón, pues al fin y al cabo el objetivo del juego es dar mate, en las escuelas se hacia especial hincapié en que los niños aprendieran a manejarse en diversos tipos de final de partida, para aprender la autonomía de las piezas y su técnica de manejo (cosa que dio lugar a la expresión periodística “la técnica soviética se impuso en el final”), saber en qué casos un alfil es superior a un caballo, etc. Y a la vez se analizaban las aperturas en conexión con el medio juego, o inclusive con un posible final de partida, en la que uno u otro bando tenga una desventaja estructural. De hecho, la importancia que se le da hoy en día al hecho de que tras los primeros movimientos un bando se queda con dos islas de peones y otro con tres islas10, quedando éste en inferioridad estructural, es una aportación exclusiva de los soviéticos. Mediante el estudio de este aspecto del juego querían saber qué variantes de una apertura permitían llegar una ventaja ganadora.
Antes de la escuela soviética, había una cierta tendencia a analizar superficialmente las variantes de una apertura, y limitarse a decir que tal o cual bando tenía ventaja. Los soviéticos querían ir más lejos, y experimentaban con las aperturas llevándolas hasta el medio juego, para averiguar de qué manera esa ventaja estratégica se puede convertir en victoria. Este mayor avance en el estudio del desarrollo del medio juego pudo constatarse en un partida de un match Estados Unidos-Unión Soviética de 1945 entre Smyslov y Reschevsky, en la que tras la jugada 20 Smyslov apenas había empleado 6 minutos, mientras que Reschevsky, que era un genio, ya se encontraba apurado de tiempo.
La importancia que llegaron a tener el ajedrez soviético en el plano de la teoría fue tal, que el propio Fischer aprendió ruso para poder leer los tratados de teoría provenientes de la Unión Soviética, y gracias a los cuales el norteamericano refinó muchos aspectos de su juego.
Por ultimo, los especialistas soviéticos consideraban que otro requisito para alcanzar el mayor nivel ajedrecístico era tener una buena cultura general y variados intereses intelectuales. Se puede recordar al respecto la habilidad lingüística de Alekhine, los trabajos de Botvínnik en el campo de la ingeniería eléctrica, el talento musical de Taimánov y Smyslov, o el hecho de que Kárpov sigue siendo actualmente catedrático de economía en la Universidad Lomonosov de Moscú. Ello se hacia valer criticando por contra el limitado horizonte intelectual de muchos jugadores de Occidente, como Fischer, que abandonó la escuela secundaria para dedicarse al ajedrez.

Años 50: inicio de la supremacía soviética

En los años 30 el contacto con los círculos occidentales de ajedrez se había restablecido, con la organización en los años 20 y 30 del torneo internacional de Moscú, donde fueron invitados Lasker y Capablanca. Sin embargo, los maestros soviéticos eran desconocidos en Occidente. La FIDE era percibida con recelo por considerarse una organización pro-capitalista, y la Unión Soviética mantenía a sus jugadores alejados de la misma. Hasta la aparición de Botvínnik, a quien se dio un permiso para jugar torneos de la FIDE, con la condición de que ganara. Así, en los años 30 Botvínnik ya se encontraba en la élite mundial, cosa que demostró ganando en el torneo de Moscú de 1935, por delante de Lasker y Capablanca, o con sus victorias contra Alekhine en el torneo AVRO de Holanda de 1938, donde quedó tercero. Era el líder de una nueva generación. Su popularidad era inmensa. Gente aún analfabeta, durante los años 30, sabía por todos los rincones de la Unión Soviética quién era Mijaíl Botvínnik.

Botvínnik fue miembro del equipo nacional que venció en todas las olimpiadas de ajedrez entre 1952 y 1964. Es precisamente en la olimpiada de Helsinki 1952 cuando se empezó a ver qué país iba a empezar a tener la hegemonía mundial. Era la primera vez que la Unión Soviética participaba como equipo nacional, además con la incorporación de Estonia a la patria soviética, con lo que el equipo nacional ganaba además la incorporación del genial jugador de ataque Paul Keres. En aquel torneo se constató lo que todo el mundo ya sabía: en 1948, de los cinco aspirantes individuales al título mundial (que en teoría deberían haber sigo seis, pero el estadounidense Reuben Fine renunció a su plaza), estaban Euwe y Reshevsky como jugadores no soviéticos, y los otros tres eran Botvínnik, Keres y Smyslov. Era normal sospechar que, en lo que respecta al ajedrez de alta competición, en la Unión Soviética algo estaba a punto de estallar.
Así, cuando entró de lleno en su primera competición por equipos en 1952, la Unión Soviética aplastó al resto de equipos, incluyendo a los Estados Unidos, que habían ganado las anteriores cuatro ediciones. La diferencia con el resto de naciones ya era abismal. Los deseos de V.I. Lenin se habían hecho realidad. Esa hegemonía de la Unión Soviética en las olimpiadas se vería brevemente interrumpida con la victoria de la República Popular de Hungría en la edición de Buenos Aires 1978, en la que los húngaros empataron a 2 con los soviéticos, que no fueron capaces de remontar una derrota contra la RFA, mientras que los húngaros no fallaron. 

Cabe destacar, para constatar el nivel que habían alcanzado los soviéticos, el hecho de que se incluso había hecho más difícil ganar el campeonato de la Unión Soviética que el mismísimo título mundial. Ello se debía a que para clasificarse para el campeonato mundial había que jugar un torneo zonal, y luego otro interzonal del que se clasificaban 8 jugadores para disputar el torneo de candidatos al título mundial, y del cual no se podían clasificar más de 3 jugadores con la misma nacionalidad. En cambio, en aquellos años jugar el campeonato nacional de la Unión Soviética suponía enfrentarse a Keres, Smyslov, Geller, Petrosián, Bronstein, Taimánov, Averbaj, Kótov, Tal, Tolush, Boleslavsky, y un largo etcétera. En la XIX edición del campeonato en 1951, Keres se hizo con el título de campeón nacional, ¡mientras que Botvínnik, que era el campeón del mundo reinante, quedó el quinto en la competición! Otro apunte para ilustrar lo tremendamente competitivo que era el campeonato es que el mismísimo Gary Kaspárov nunca fue capaz de ganarlo en solitario: de sus cuatro participaciones, fue noveno en 1978, segundo en 1979, y empató en el primer puesto con Psajis en 1981 y con Kárpov en 1988. 


Botvínnik, considerado en su época como el mejor jugador de la historia, fue por tanto el paradigma de jugador soviético: jugador muy teórico y muy estudioso, que se preparaba mucho las partidas, con un estilo muy profesional. Con él, el ajedrez se convirtió en una verdadera ciencia, y demostró que una buena preparación es la clave de un éxito duradero. 

En cuanto a su estilo, era un jugador muy posicional. La clave de su éxito residía en sus rigurosos estudios de las aperturas, muy por encima de cualquier otro jugador de la época, en un cálculo profundo y en una aguda técnicas en los finales. Francamente hay que decir que su estilo de juego era poco apasionante, sus planteamientos eran muy lógicos, pero profundizaba como nadie en las posiciones, por lo que era muy difícil ganarle, debido a la solidez de su juego. Sabía explotar la mas minima ventaja que le concediera el rival, estilo de juego emulado posteriormente por jugadores como Petrosián o Kárpov. A partir de 1960 se dedicaría al desarrollo de programas informáticos de ajedrez y a la formación de jóvenes ajedrecistas. Gary Kaspárov y Anatoli Kárpov se encontrarían entre sus alumnos.

Para los más curiosos, anotar que una variante de la Apertura Inglesa lleva su nombre, la que se plantea con los movimientos 1.c4 e5 2.Cc3 Cc6 3.g3 g6 4.Ag2 Ag7 5.e4.

Campeones de leyenda

Continuaremos este artículo haciendo un breve repaso de la vida de otros grandes jugadores soviéticos que surgieron después de Botvínnik. No podemos, por motivos de espacio, hablar de todos los grandes jugadores, así que nos limitaremos a los que se hicieron con el título de campeón mundial. Así, queremos dejar claro que nos dejamos en el tintero a grandísimos jugadores de la talla de Paul Keres, David Bronstein o Efim Geller, algunos de los cuales son considerados ‘campeones sin título’, jugadores que por su dimensión eran merecedores de obtener el título mundial, pero que por una serie de circunstancias se quedaron a las puertas de hacerlo.

Vasili Vasílievich Smyslov (1921-2010) fue campeón del mundo en 1957, en su segundo intento tras perder contra Botvínnik en 1954, y fue campeón de la Unión Soviética en 1949, empatado en el primer puesto con Bronstein. A los 6 años empezó a jugar a ajedrez, llegando a ganar en 1938 el campeonato juvenil de la Unión Soviética. Además de ajedrecista, era un destacado barítono. Vassili llegaba a afirmar que su vida era “mitad ajedrez, mitad cantar”. A veces, en los torneos ofrecía recitales, siendo acompañado en ocasiones por el pianista y también gran jugador Mark Taimánov. Entre 1952 y 1972, Smyslov gano 17 medallas en las nueve olimpiadas que disputó con la Unión Soviética, lo que le convierte en el jugador mas laureado de la historia de las olimpiadas.

La mala suerte de Smyslov es que coincidió  con Botvínnik, en una época en que las reglas que regían el campeonato mundial le perjudicaron claramente. Dichas reglas establecían que en caso de empate el campeón mantenía el título. Botvínnik pudo así defender por los pelos su título empatando con Bronstein en 1951 y con Smyslov en 1954. En 1957, Smyslov se hizo con el título mundial, pero por aquella época existía la famosa regla del ‘match de revancha’, que le permitía al vigente campeón mundial volver a disputar un match de revancha. Gracias a esta otra regla, Botvínnik recuperó el título en 1958 al vencer a Smyslov por 7 a 5. Esta misma jugada, Botvínnik se la volvería a hacer a Tal en 1961. Tras esta derrota, Smyslov declaró “creo que llevo toda la vida enfrentándome a Botvínnik”. De estos tres campeonatos mundiales, Botvínnik fue vencedor en dos de ellos, pero si vemos los puntos cosechados por cada uno, vemos que Smyslov ganó más partidas en total.

Artista tanto fuera del tablero como dentro, para Smyslov “la maestría en ajedrez significa un logro creador y un logro científico”. Jugador técnicamente muy bueno, sobre todo en los finales, donde era un grandísimo jugador. Se caracterizaba por tener un juego muy sencillo, lógico y natural. La claridad de su mente le llevaba a simplificar las posiciones, cambiando piezas para llegar a posiciones finales donde él se encontraba como pez en el agua, siendo en este aspecto un serio oponente a Botvínnik. Su contribución a la teoría de aperturas es inmensa, al haber desarrollado nuevos sistemas de desarrollo en diversas aperturas, o reviviendo otras con éxito, como la variante del fianchetto de la Apertura Ruy López, que se plantea con los movimientos 1.e4 e5 2.Nf3 Nc6 3.Bb5 g6. También existen distintas variantes de aperturas que llevan su nombre, concretamente en la Defensa Grünfeld (la variante Smyslov, que se plantea con los movimientos 1.d4 Cf6 2.c4 g6 3.Cc3 d5 4.Cf3 Qg7 5.Db3 dxc4 6.Dxc4 0-0 7.e4 Ag4 8.Ae3 Cfd7), en la Defensa Eslava (1.d4 d5 2.c4 c6 3.Cc3 Cf6 4.Cf3 dxc4 5.a4 Ca6) y en la Ruy López cerrada (1.e4 e5 2.Cf3 Cc6 3.Ab5 a6 4.Aa4 Cf6 5.0-0 Ae7 6.Te1 b5 7.Ab3 d6 8.c3 0-0 9.h3 h6).

Admirado por su ‘sentido posicional’, su juego destacaba por la gran armonía con la que colocaba las piezas, demostrando que el ajedrez es un juego de belleza y en el que muchas veces se gana con la máxima sencillez. Él solía decir en broma que jugaba “con las manos” en vez de con el cerebro, como si no lo necesitara para moverlas a tal o cual casilla, debido a la naturalidad con la que movía las piezas.
En 1984 batió todos los récords de longevidad al enfrentarse con Kaspárov en la final de candidatos al título mundial a la edad de 63 años. Falleció en 2010 en un hospital de Moscú a causa de complicaciones cardiorrespiratorias.

Mijaíl Nezhemiévich Tal (1936-1992) nació en Riga en el seno de una familia judía con dos dedos menos en la mano derecha (lo cual no le impedía tocar el piano excelentemente). Es uno de los jugadores más queridos por la comunidad ajedrecística. A todo el mundo le gusta Mijaíl Tal, porque era la magia. Su estilo, de una imaginación desbordante, fue inigualable incluso hasta hoy día. Kaspárov no tiene reparos en decir que es el jugador mas talentoso que ha existido. Lo que está claro es que fue el mejor jugador de ataque de todos los tiempos. Desde pequeño su ascensión fue meteórica. En 1957, a la edad de 21 años, ya consiguió ganar el campeonato de la Unión Soviética, obteniendo además el premio a la belleza por unas tablas contra Aronin, consideradas por Euwe11 como “las tablas mas brillantes de la historia”. Campeón del mundo en 1961 ante Botvínnik (contra quien perdería el match de revancha al años siguiente) a la edad de 23 años, por entonces el campeón del mundo mas joven de la historia, y 6 veces campeón de la Unión Soviética, empatado con Botvínnik. Sus problemas de salud y la vodka impidieron que su talento se desarrollara hasta niveles superiores. Un jugador de este tipo ya sería algo raro hoy en día, por lo que es difícil imaginarse el impacto que causó en los años 50 del siglo pasado. Su estilo, revolucionario y romántico, lleno de energía, era un torrente incontenible que barrio con los anquilosados conceptos del ajedrez posicional de Botvínnik. Después de un jugador tan serio y rígido, era natural que apareciera alguien para traer un soplo de aire fresco.

Jugador de ataque muy agresivo, con partidas llenas de golpes tácticos, iniciando ataques a degüello, gustaba de buscar la máxima complicación en el tablero, lo que crispaba a sus adversarios. Tal incendiaba el tablero desde las primeras buscando el ataque, convirtiéndolo en un campo de minas donde una mínima ruptura podía hacer estallar todo. Así lo describía el propio Botvínnik: “...me sorprendió el hecho de que, en lugar de jugar forma posicional, como yo fui enseñado en mi juventud, mi oponente pudiese realizar jugadas de apariencia ilógica. Su lógica, tenia, en realidad, un estricto valor práctico: plantearle al rival los mayores problemas posibles. Y cuando éste se equivocaba, Tal sabia encontrar soluciones elegantes e inesperadas.”

Tal, gustaba de agradar al publico con jugadas arriesgadas, dejando el final en un segundo plano. De pronto, en una partida, Tal entregaba una pieza, o incluso varias, sin motivo aparente. En esos sacrificios, había mucho de psicología. De hecho, muchas veces no eran correctos, cosa que se ha demostrado posteriormente a sus partidas, pero ¡eso es precisamente lo que le convierte en un grandísimo jugador! Sus rivales estaban tan nerviosos y se quedaban tan desconcertados, que eran incapaces de encontrar la continuación correcta. Y es que una cosa es refutar una jugada de Tal tranquilamente en una habitación, varios meses después, utilizando un programa informático, y otra cosa es estar allí, enfrente de Tal, en un torneo, con el reloj contando los minutos, tratando de buscar la mejor respuesta posible en el menor tiempo. Así lo explicaba él: “el ajedrez de torneo y las matemáticas son dos cosas distintas”.
Tal solía bromear con su peculiar estilo diciendo: “sólo hay dos tipos de sacrificios, los que son correctos y los míos”. Una vez, le preguntaron como podía dejarse tantas piezas, a lo que respondió: “sólo me pueden comer una a la vez”.
Su obsesión por el ataque a toda costa, sin importarle dejarse piezas por el camino, llegaba hasta tal punto que en una partida con el danés Bent Larsen en el ano 1969, Tal realizo un dudoso sacrificio de peón que le costó la partida. Más tarde, analizando la partida con Geller, éste le dijo: “Y ahora, Misha, ¿por qué no toma usted en e6? Obtiene un peón a cambio y la posición no es totalmente desesperada. A lo que Tal contesto: “¡Yo sólo miraba al Rey negro! No había pensado ni por un momento en esa posibilidad!
En los últimos años de su carrera, Tal trabajó de comentarista en radio y televisión, donde estuvo comentando las partidas del match entre Kárpov y Kaspárov de 1984. En 1988 gano el primer campeonato del Mundo de ajedrez relámpago, a partidas cortas, en el que también participaron Kárpov y Kaspárov.

Excelente persona, sus golpes de humor marcaron su personalidad para la eternidad: en las Olimpiadas de Leipzig de 1960, Fischer se le acerco y leyó la mano al estilo de las gitanas decidoras de futuro : “veo que eres un buen jugador, campeón del mundo, pero también veo que el título te lo va a arrebatar un joven Gran Maestro de Estados Unidos (refiriéndose a él mismo). Acto seguido Tal se acercó a Lombardy, que recientemente había obtenido el título de Gran Maestro, y le estrechó la mano: “Mis felicitaciones, William. Serás el próximo campeón del mundo”. 

Tal, fue protagonista de multitud de anécdotas curiosas durante su carrera. Una vez, en un torneo del año 1947, Tal disputaba una partida que tenía perdida y en la que pensaba abandonar. Pero al llegar a la jugada 40 se aplazó la partida para el día siguiente. Aquella noche soñó con una variante que le libraba de la derrota, al día siguiente decidió aplicar lo soñado y consiguió salvar la partida.

En 1969 los médicos le extirparon un riñón. En esos días corrió el rumor de que no había podido superar la operación y había fallecido. Incluso en Yugoslavia (país donde era muy querido) apareció su esquela en la prensa. Un mes después de la operación Tal volvió a la competición en el torneo de Tbilisi ganando el primer premio, realizando una gran partida contra Suetin, en la que hizo un maravilloso sacrificio. Tras ganar la partida comentó: no está nada mal para un difunto.

Murió en un hospital moscovita en 1992, a la edad de 55 años.

Tigrán Vartánovich Petrosián (1929-1984), nació en Tiflis, Georgia, aunque étnicamente era armenio. Aunque su padre fuera analfabeto, en la escuela era un excelente estudiante, al igual que sus hermanos. Se quedo huérfano durante la Gran Guerra Patria, viéndose obligado durante la misma a barrer las calles para sobrevivir. En esa época empezaría a desarrollar una sordera en uno de los oídos. Durante la guerra, con su ración compró la obra La práctica de mi sistema de Nimzowitch12, lo que acabaría teniendo una gran influencia en su juego. 

Campeón del mundo en 1963 y 1969 y campeón de la Unión Soviética en cuatro ocasiones. Posiblemente el jugador con los mejores conceptos defensivos de la historia. Después de Tal, hacía falta alguien más frío, para completar el cuadro evolutivo del ajedrez, preparando los cimientos para la formación de los futuros campeones, que serían más universales que todos los jugadores anteriores.

Como estudioso de las teorías de Nimzowitch, tenía una comprensión del juego posicional como pocos (tal vez Kárpov es el único que luego le haría sombra en este aspecto). Demostró que esperar a que ataque el contrario también puede ser una buena táctica. En lugar de lanzarse al ataque conseguía pequeñas ventajas que aprovechaba con precisión matemática, lo que le valió el apodo de ‘boa constrictor’. Petrosián quería enfrentarse de forma obsesiva al plan del contrario, anticipándose a sus movimientos, cosa que no es nada fácil. En este sentido era famoso por su comprensión de la profilaxis13. Se defendía tan bien que neutralizaba las amenazas del adversario antes de que éste se diera cuenta de ellas. Tal llegó a decir de él, con uno sus típicos golpes de humor: “Petrosián ve llegar el peligro varios días antes”. Fischer decía de él: “Tiene un sentido táctico increíble, y un excepcional sentido del peligro… No importa lo profundo que calcules… Se olerá cualquier peligro 20 movimientos antes que tu.”

No obstante, ganó muy pocos torneos, porque hacía muchas tablas y porque, a diferencia de los matches individuales, en los torneos tenía pocas probabilidades de ganar contra jugadores agresivos, cosa que encajaba con el carácter conformista que moldeaba su estilo de juego. No obstante, era un jugador muy difícil de batir: no perdió ni una sola partida en todas sus participaciones en las olimpiadas (79 victorias y 50 tablas).

Petrosián era un experto en luchar contra la defensa India de Rey, contra la que desarrolló la llamada variante Petrosián (1.d4 Cf6 2.c4 g6 3.Cc3 Ag7 4.e4 d6 5.Cf3 0-0 6.Ae2 e5 7.d5). Existen otras aperturas donde desarrolló variantes que ahora llevan su nombre, notablemente en la Defensa India de Dama (1.d4 Cf6 2.c4 e6 3.Cf3 b6 4.a3), la Defensa Grünfeld (1.d4 Cf6 2.c4 g6 3.Cc3 d5 4.Cf3 Ag7 5.Ag5) y la Defensa Francesa (1.e4 e6 2.d4 d5 3.Cc3 Ab4 4.e5 Dd7). También se le atribuye, conjuntamente con Smyslov, una variante de la Defensa Caro-Kann, la conocida como Petrosián-Smyslov (1.e4 c6 2.d4 d5 3.Cc3 dxe4 4.Cxe4 Cd7).

Los problemas de audición de Petrosián le llevaron a veces a situaciones curiosas. En una partida, le ofreció las tablas a Glígoric, que éste rechazó aunque cambió de opinión pocos instantes después. Pero al hacerlo Petrosián no le oyó y al final ganó la partida. Falleció en Moscú en 1984 debido a un cáncer del estomago. El 7 de julio de 2006 se inauguró un monumento en su honor en el distrito Davtashen de la capital de Armenia, Yerevan.

Boris Vasílievich Spassky, nació en 1937 en Leningrado. Campeón del mundo en 1969 y campeón de la URSS en dos ocasiones, en 1961 y 1973. Este jugador tiene la desgracia de ser más conocido por haber perdido frente a Bobby Fischer en el campeonato mundial de 1972, hecho que fue acogido en la Unión Soviética como una tragedia nacional. Su infancia también fue traumática: en 1943, a la edad de 8 años, tuvo que escapar de Leningrado durante la Gran Guerra Patria.

Jugador de un estilo bellísimo y universal, posiblemente de los más completos que ha existido. Tras volver a Leningrado, ingresó en el Palacio de Pioneros de la ciudad, desarrollando un estilo de juego frío y posicional, sin arriesgar apenas en sus partidas. Ello restringía su creatividad y decidió cambiar de entrenador, pasando a ser tutelado por Alexander Tolush, que le enseñó otra forma de entender el ajedrez, volviéndose así un jugador mas osado y agresivo. En 1965 pasaría a ser entrenado por Igor Bondarevsky, gracias al cual su estilo se volvió de nuevo posicional y su repertorio de aperturas mejoró notablemente. Aun así de vez en cuando brindaba alguna partida espectacular a la afición.

Lo cierto es que se esperaba mas de él de lo que dio durante su brillante carrera. Se pensaba que iba a ser campeón mundial antes de cumplir los 25 años, pero la derrota ante Tal en el torneo interzonal de Portoroz en 1958 le afecto profundamente. En 1964 logró vencer en el torneo de candidatos por el título mundial, venciendo a Keres, Geller y Tal, pero pierde ante Petrosián el match por el título mundial, que obtendría al verse de nuevo las caras con el jugador armenio.

En 1972 Spassky tiene que defender en Reykjavik el título mundial ante la joven estrella ascendente, Bobby Fischer, que había pasado como una apisonadora derrotando a Taimánov, Larsen y Petrosián. En plena Guerra Fría, el mundo entero aguantaba la respiración ante la celebración de este enfrentamiento que seria conocido como el ‘match del siglo’. Sin embargo el match empieza mal: cuando Spassky ya había llegado, Fischer no se presenta en Reykjavik, alegando que la dote del premio al título mundial es insuficiente.
El departamento de Estado norteamericano interviene para convencer a Fischer de que juegue el match. Tras perder la primera partida (por un error garrafal al comerse un peón con el alfil en la casilla “h2”), Fischer sigue con sus extravagancias: exige que se retiren las cámaras de televisión del torneo. Al no satisfacerse su petición, amenaza con volver para America. En la segunda partida, el árbitro pone el reloj en marcha, pero Fischer no aparece. La Federación Soviética considera que su campeón ha sido humillado. En ese momento, Spassky es presionado desde Moscú para que solicite la suspensión del match. Los miembros del Politburó sabían que, de ser así, Spassky gozaría del respaldo de la opinión publica internacional.

Pero Spassky se negó a obedecer. Siendo consciente de que podía perder, quiso ganarle a Fischer sobre el tablero. Al final Spassky perdió el match por 12,5 puntos a 8,5, y Fischer acabo con 24 años de hegemonía soviética. Spassky cayó en desgracia en la Unión Soviética, siendo acusado por el Partido Comunista de desleal y de no haberse preparado a fondo. Spassky volvió a jugar torneos de clasificación por el título mundial, pero nunca volvió a ser el mismo, cayendo en una suerte de conformismo que le haría renunciar a lucha por el título. En 1984 emigró de la Unión Soviética y se nacionalizó francés.

Exponente de un estilo universal: su juego no era ni claramente combinativo ni claramente posicional. Gracias a los entrenadores tan dispares que había tenido, era capaz de destacar en todas las facetas del juego. Tenía una visión muy amplia del ajedrez, con un gran sentido de la adaptación. Se sentía cómodo en diversos tipos de posiciones: era capaz de ganarle una partida posicional a Petrosián y de ganarle a Tal con un Gambito de Rey, (que se plantea con las jugadas 1.e4 e5 2.f4), apertura arriesgada a la vez que agresiva, muy poco frecuente a nivel magistral, con la que cosechó grandes éxitos. Era excelente en el medio juego, en el que desplegaba un juego muy imaginativo, aunque a la vez profundamente meditado, en el que a veces irrumpían golpes tácticos. Según Kaspárov, su estilo supuso un progreso que “abrió una etapa para una nueva profesionalidad del ajedrez”.

Por otra parte, su contribución a la teoría de aperturas es notoria. Hizo grandes contribuciones resucitando la variante Marshall de la Apertura Ruy López (1.e4 e5 2.Cf3 Cc6 3.Ab5 a6 4.Aa4 Cf6 5.0-0 Ae7 6.Te1 b5 7.Ab3 0-0 8.c3 d5) o desarrollando la variante Leningrado de la Defensa Nimzo-India (1.d4 Cf6 2.c4 e6 3.Cc3 Ab4 4.Ag5) o la variante cerrada de la Defensa Siciliana (1.e4 c5 2.Cc3). Algunas otras variantes llevan su nombre, notablemente la variante Spassky de la Defensa India de Rey (1.Cf3 Cf6 2.g3 b5).

Será recordado por su comportamiento cortés y educado durante las partidas, cosa que le hizo ser uno de los campeones del mundo más populares que se recuerdan. Curiosamente, Spassky siempre dijo que el ajedrez no era su vida. De hecho se sabe que dedicaba mucho tiempo al atletismo, la natación, el tenis, la música clásica rusa, la literatura... Con esto se puede entender su falta de ambición tras perder con Fischer, sobre todo tras lograr su objetivo, que era ser campeón del mundo.

En 1992 jugó un match de revancha amistoso con Fischer, en el que volvería a ser derrotado. En 2010 sufrió un ataque que le dejo paralizado el lado izquierdo del cuerpo. Tras un largo periodo de rehabilitación en Francia, regresó a Rusia después de 28 años. Es el campeón mundial de mayor edad en la actualidad. 

Años 80: dictadura de ‘la doble K’

Finalizaremos este breve repaso a los grandes ajedrecistas soviéticos con la pareja de jugadores que dominó el ajedrez mundial durante los años 80 y buena parte de los 90: los llamados ‘dos K’, Gary Kaspárov y Anatoli Kárpov, que durante largos años protagonizaron la mayor y mas larga rivalidad de la historia del deporte (si, han leído bien, de la historia del deporte, no solamente del ajedrez). Su enfrentamiento alcanzó dimensiones gigantescas, no sólo por el hecho de que en el tablero se enfrentaban dos concepciones radicalmente distintas del ajedrez, sino también por las connotaciones políticas que tenía su rivalidad, en un momento en que la Unión Soviética estaba de camino hacia la restauración capitalista: Kárpov era el abanderado del régimen soviético, el campeón designado para propagar las ventajas del socialismo. Kaspárov, en cambio, fue escogido como símbolo de las fuerzas favorables a la perestroika14 así como por las fuerzas nacionalistas de los países transcaucásicos.

Anatoli Yevguénevich Kárpov, nació en Zlatoust, en los Urales, en 1951. Cuatro veces campeón del mundo, en 1975, 1978, 1981 y 1984, y tres veces campeón del mundo de la FIDE tras el cisma de los años 9015, en 1993, 1996 y 1998. Tres veces campeón de la URSS, en 1976, 1983 y 1988. Una marca excepcional. Sin ningún tipo de dudas podría haber sido campeón mundial por más tiempo, de no ser porque Kaspárov se cruzo en su camino.

En medio del frío clima de los Urales, de pequeño unos problemas pulmonares le causaron grandes dificultades, siendo el ajedrez para él una válvula de escape. A los cuatro años aprendió a jugar y a los siete ya le ganaba al mejor jugador de su pueblo natal. En 1966, a la edad de 15 años, se convierte en el Maestro Nacional mas joven de la historia. En 1970 adquirió el título de Gran Maestro. Además de ajedrecista, desempeñó distintas labores políticas. Muy comprometido con el Komsomol, fue miembro de la Comisión de Asuntos Extranjeros del Soviet Supremo. En 1982 fue elegido en presidente de la Fundación Soviética por la Paz, una ONG soviética.

Kárpov tuvo el honor de ser aquel que le devolvió el orgullo nacional a la URSS después de la derrota ante Fischer en 1972. En 1975, fue la gran baza del Partido Comunista para disputarle el título mundial al norteamericano. Sin embargo, el match no se llegaría a celebrar debido a las extravagancias de Fischer, que por aquel entonces ya estaba bastante trastornado: el norteamericano imponía a la FIDE unas condiciones imposibles para la celebración del match: pretendía que para ser campeón del mundo, Kárpov tenia que ganarle por dos puntos, cosa inaceptable para la FIDE. Fischer no se presentó a jugar la primera partida. A diferencia de Spassky, Kárpov no desoyó las directrices del Partido Comunista y fue declarado nuevo campeón del mundo. Muchos creen que Fischer impuso estas condiciones porque tenía miedo de perder el título mundial que había sido su obsesión durante toda su vida.

Sin embargo esta victoria tuvo un sabor agridulce para Kárpov, que se quedaría, durante el resto de su carrera, con las ganas de demostrar que era el mejor, demostrándolo con resultados. Ello se traduciría a la postre en los más de 160 torneos que ganó. Una barbaridad. En 1978 y 1981 revalidó su título mundial contra el disidente exiliado de la Unión Soviética, feroz enemigo del régimen soviético Victor Korchnói16, que compitió sin bandera.

Gary Kímovich Kaspárov nació en Bakú, en la RSS de Azerbaiyán, en 1963. Nacido como Gary Kímovich Veinshtéin, de madre armenia y padre ruso-judío. Cuando su padre fallece, a la edad de 7 años, su madre decide ponerle su apellido, Kasparián, rusificándolo, pasando el joven Gary a apellidarse Kaspárov. A partir de ese momento, su madre va a tener una sola obsesión: convertirlo en campeón de ajedrez.

Campeón del mundo en cuatro ocasiones, en 1985, 1986, 1987 y 1990, y dos veces campeón del mundo ‘clásico’ por el torneo de la PCA, en 1993 y 1995. Para muchos, es el mejor jugador de la historia. Ganó 9 veces el torneo de Linares, Jaén, por aquella época el mas fuerte del mundo. Todo un record histórico.
A la edad de 10 años se matricula en la Escuela Botvínnik de Moscú. Con 12 años se enfrenta a un Kárpov mucho mayor que él, en un partida simultánea en la que acaba perdiendo, pero presentando batalla hasta el final. En 1978, se clasifica para el campeonato de la Unión Soviética, a la edad de 15 años, el más joven en conseguirlo por entonces. Su gran salto a la fama se produce en 1979 en el torneo de Banja Luka (Yugoslavia). Los organizadores del torneo estaba molestos con los soviéticos por alinear a un jugador tan joven, pero Kaspárov acalló todas las criticas llevándose el primer premio a la edad de 16 años y obteniendo la norma de Gran Maestro.

En septiembre de 1984, se va a celebrar el match donde le disputará el cetro de campeón mundial a Kárpov, después de haber eliminado en la fase preliminar a Beljavski, Smyslov y Korchnói. Si bien antes Kárpov tuvo que enfrentarse a Korchnói, que el mejor jugador no-soviético de la época, el match entre los dos ‘K’ confirmaba de nuevo la supremacía de la Unión Soviética en el deporte. En el tablero, se van a enfrentar dos filosofías distintas de entender el ajedrez.

Kárpov, mas que un jugador, es una computadora. Cuando juega, es mas frío que un témpano de hielo, nunca se sabe si está ganando o perdiendo. De ahí que se le conozca como ‘el gélido Tolia’. Su estilo, de una precisión milimétrica, es muy posicional, sin correr riesgos de ningún tipo, pero reaccionando enseguida ante cualquier error de su contrincante. Es un experto a la hora de comprender la esencia de la posición, sabiendo convertir una mínima ventaja en una ventaja enorme, acorralando a su rival mediante un trabajo artesanal de obrero. Es capaz de sacar petróleo de una piedra. Así lo describe el propio Tolia con estas instructivas palabras:

Digamos que el juego puede evolucionar de dos maneras: una de ellas es un bello despliegue táctico que de lugar a variantes que no permiten un calculo preciso; la otra es una clara presión posicional que lleve a un final de partida con microscópicas posibilidades de victoria… Yo escogería la ultima sin pensarlo dos veces. Si mi oponente plantea un juego agudo, no pongo objeciones; pero en tales casos obtengo una menor satisfacción, incluso cuando gano, que en una partida conducida según las reglas de la estrategia, con su lógica fría y despiadada.

Kaspárov, en cambio, es un jugador más agresivo, tremendamente combinativo, que plantea un ataque en tromba, buscando asesinar el adversario rematando las partidas con bellas combinaciones. Según el periodista Leontxo García, “representa las fuerzas de la naturaleza volcadas sobre un tablero”, un ganador nato que lucha por la victoria hasta el fin. Un jugador apasionado, físicamente un portento y muy fuerte mentalmente, caracterizado por jugar con mucho riesgo, incluso en competiciones de alto nivel. Pero lo mejor es su gran técnica, y, al igual que Kárpov, su facilidad para comprender las posiciones. A ello se ha de añadir su profundo conocimiento de la teoría de las aperturas, uno de los grandes de la historia en este aspecto. A los más curiosos les interesará tal vez saber que existe una famosa variante de la Defensa Nimzo-India que lleva su nombre, que se plantea con los movimientos 1.d4 Cf6 2.c4 e6 3.Cc3 Ab4 4.Cf3.

Para el encuentro de 1984, la FIDE toma una decisión dudosa: estrena un sistema de competición sin precedentes, en el que las tablas no cuentan: ganará el primero a seis victorias, sin límite alguno de partidas. Kaspárov, que sólo tiene 21 años, empieza de forma muy impetuosa, sin tener en cuenta los puntos fuertes de su oponente, y se lleva un serio rapapolvo. A las nueve partidas, Kárpov ya ganaba por 4 a 0. En la partida 27 Kaspárov ya pierde por 5 a 0, y en la 31 está a punto de ser aniquilado, pero consigue defender brillantemente una partida completamente perdida, acabando en tablas. La historia del ajedrez, y posiblemente la carrera de Kaspárov, habrían sido totalmente distintas de haber rematado Kárpov esa partida.

A partir de allí Kaspárov experimenta un cambio. El mítico entrenador Yuri Averbaj17, que hacía de árbitro en esa competición, lo relata con estas palabras: “Vi cómo Kaspárov cambió durante el primer match. Al principio era un joven muchacho. Al final del mismo se había convertido en un hombre adulto, en un fuerte luchador. Kárpov no se dio cuenta de ese cambio”. En la partida 32 Kaspárov obtiene el primer triunfo.

El match se prolonga hasta abril de 1985. Kaspárov consigue llegar a las 5 victorias, y el campeón vigente, Kárpov empieza a mostrar signos de agotamiento físico y psicológico. No estaba en buena forma. Kaspárov, en cambio, le daba muchísima importancia a la preparación física: practicaba deporte con asiduidad: atletismo, natación, fútbol, hockey sobre hielo… Por cierto que Mijail Botvínnik seguía siendo el entrenador de Kaspárov. Cuando éste perdía por 4 a 0, le dijo: “juega como si estuvieses ganando, no tengas miedo de hacer tablas. Él tiene menos resistencia física que tú, y se cansará antes.”

Un día antes de cumplirse los seis meses de campeonato, el presidente de la FIDE, Florencio Campomanes, por miedo a que el match termine en una prueba de resistencia física, decide suspender el match, declarándolo sin vencedor. Así, Kárpov retuvo el título mundial. La noticia fue un escándalo mundial, que acabó trascendiendo al plano político. Tras la decisión de la FIDE, ambos jugadores se acusaron mutuamente de querer suspender el match. Kaspárov le reprochó a Kárpov el apoyo que recibía del Politbu, mientras que Kárpov acusaba a Kaspárov de tener el apoyo de un alto cargo azerí del KGB, Heydar Aliyev, que habría intercedido por su paisano. La tensión, como puede imaginarse, era grande por los tiempos que corrían.

El match por el título mundial se volvería a celebrar en septiembre del mismo año en el Teatro Tchaikovski de Moscú. La expectación a escala mundial se había disparado. El sistema de competición volvía a ser el de siempre: gana el mejor a 24 partidas. Para entonces el juego de Kaspárov había madurado mucho. Supo emplear contra Kárpov los mismos trucos que había empleado contra él, haciendo un juego más pausado y meditado. Kaspárov llegaría a confesar: “He tenido el mejor profesor particular que hubiera podido desear.”
Ante un público repleto de azeríes, armenios y judíos, aquella Kaspárov vez se hizo con el título mundial, a la edad de 22 años, superando el récord de Tal.

La ‘doble K’ volverían a jugar la final campeonato mundial en tres ocasiones más, en 1986, 1987 y 1990, en las que Kaspárov ganaría de nuevo, teniendo el match en Sevilla 1987 un seguimiento gigantesco en España. En 1993, tras la ruptura de los aspirantes al título mundial Kaspárov y Nigel Short con la FIDE, ésta decidió organizar un match con los dos semifinalistas eliminados: Kárpov y el holandés Jan Timman. De esta forma Kárpov se hizo de nuevo con el título de campeón del mundo ‘oficial’.

No obstante, aunque en cuatro campeonatos del mundo Kaspárov siempre estuvo por delante de Kárpov, sus victorias siempre fueron extremadamente reñidas. En 144 partidas del campeonato mundial, el balance de victorias a favor de Kaspárov sólo es de dos. Un diferencia ínfima. Kárpov tendría de hecho la posibilidad de volver a demostrar su valía, dando la sorpresa ante la opinión pública al firmar en 1994, en el torneo de Linares una de las mejores actuaciones de la historia, arrasando con todos los rivales y obteniendo el primer puesto con 2,5 puntos por delante del favorito, Kaspárov.

Tras proclamarse ganador en el mismo torneo en el año 2005 Kaspárov anunció su retirada del ajedrez profesional, para dedicarse por completo a la política. Kárpov sigue compitiendo ante el tablero, aunque sus apariciones se han hecho más raras. Actualmente ocupa el puesto n°191 del ranking mundial de la FIDE.

Aunque su actividad política es más moderada que la de Kaspárov, es miembro de la Cámara de Comunes de Rusia como representante de las asociaciones, presidente de la Comisión para los Damnificados de Chernóbil, y mantiene su puesto de presidente de la antigua Fundación Soviética para la Paz, aunque en su versión homologada a la Federación Rusa, el Fondo Internacional para la Paz. En 2010 presentó su candidatura como presidente de la FIDE, con el apoyo de Kaspárov. Sigue ejerciendo de profesor de economía en la Universidad de Moscú.

Un legado que pervive

En 1991, el socialismo sufrió una derrota temporal con la dramática desintegración de la Unión Soviética, que pondría punto final a un largo proceso de degeneración revisionista del Partido Comunista. Pero la influencia del ajedrez soviético se mantiene 21 años después, tanto en el plano de la enseñanza como en las competiciones de alto nivel. Las escuelas de Moscú y San Petersburgo en Rusia y las de Kiev, Odessa y Lvov en Ucrania se mantienen entre las líderes del mundo, pero las escuelas de países anteriormente pertenecientes a la Unión Soviética, principalmente Armenia, Georgia y Azerbaiyán, compiten con éxito con las rusas y ucranianas. Hoy, es imposible hablar de la historia del ajedrez sin mencionar a los Grandes Maestros de la era soviética, a la vez que su enriquecimiento de la teoría ajedrecística ya es patrimonio de todas las academias y escuelas a lo largo y ancho del mundo.
Estos logros inmensos de la Unión Soviética en el campo del ajedrez, a la vez que tantos otros logros en el terreno científico y cultural y del bienestar de la población, son inseparables del socialismo como formación social y económica, superior al sistema capitalista. Existe una ligazón estrecha entre socialismo y ajedrez, tanto por sus beneficios en la educación de los niños, desarrollando en ellos valores éticos, como por ser un deporte que estimula la mente, además de fomentar la capacidad de análisis y reflexión, la capacidad de decisión, la creatividad y el espíritu critico. El ajedrez estuvo estrechamente unido a la construcción del socialismo en la Unión Soviética, y volverá a ocupar un puesto privilegiado en la formación intelectual de la clase obrera cuando el socialismo se extienda por todo el mundo. Ello hasta que las reglas de este juego se desarrollen hasta alcanzar una forma cualitativamente superior o aparezca otro deporte mental que lo sustituya.
Ni qué decir tiene que, debido a la influencia soviética, la popularidad del ajedrez conoció un auge creciente en resto de países de la comunidad socialista o en países que al menos lo fueron en su día. Tema que no pretende abordar ampliamente este articulo, aunque podemos ofrecer algunas pinceladas.
El ajedrez soviético sigue dejando hoy una huella indeleble en las competiciones de alto nivel. Y cuando hablamos de la Unión Soviética, nos referimos a todas las naciones que la compusieron. Tras los matches protagonizados por la ‘doble K’, todas las ediciones del campeonato del mundo situadas entre 1993 y 2005, ya sea de la FIDE o de la PCA, fueron proclamados vencedores jugadores nacidos en países socialistas (si exceptuamos la victoria del hindú Viswanathan Anand en el año 2000 contra el hispano-letón Alexei Shírov) Cabe destacar, por ejemplo, al ruso Vladimir Kramnik, al Búlgaro Veselin Topálov o al uzbeco Rustam Kazimdshánov. Si cogemos a los 20 mejores jugadores actuales según el ranking mundial de la FIDE, vemos que 14 de ellos son originarios de países tales como Rusia, Ucrania, Armenia, Azerbaiyán y China (y eso si descontamos al finalista del campeonato mundial de 2012, el israelí nacido en Bielorrusia Boris Gelfand).
China, precisamente, ha surgido como potencia mundial gracias al impulso inicial de entrenadores ex-soviéticos. Ello se puede ver sobre todo en ajedrez femenino, donde China es una superpotencia, hecho que se refleja en las victorias en los campeonatos mundiales por parte de Xie Jun entre 1991 y 1996 y de Zhu Chen entre 2001 y 2004, y las más recientes victorias en 2010 y 2012 por parte de la jovencísima Hou Yifan, de tan sólo 18 años, mujer más joven de la historia en obtener el título de Gran Maestro, a la edad de 14 años. La húngara Susan Pólgar, la búlgara Antoaneta Stefanova y la rusa Alexandra Kosteniuk completan ese panteón del campeonato mundial femenino.
Siguiendo con el ajedrez femenino, cabe destacar también a la n°1 del mundo, Judit Pólgar, hermana de Susan, mejor ajedrecista femenina de todos los tiempos, única ajedrecista femenina que llegó a estar entre los 10 primeros del ranking mundial de la FIDE, lográndolo en 1996. No posee el título de campeona del mundo porque, debido a la educación no-sexista que recibió por parte de su padre, participa exclusivamente en torneos mixtos. Actualmente ocupa el puesto 45 en el ranking mundial (mixto) de la FIDE.
Y en cuanto a la otra gran competición organizada por la FIDE, las olimpiadas de ajedrez, cabe destacar que todas las ediciones tras 1991 se proclamaron vencedoras Rusia, Ucrania y Armenia. Particularmente relevante fueron, en la última edición 2012 en Estambul, Turquía, el 4° y 7° puesto obtenidos por China y Vietnam, respectivamente, y el 11° puesto logrado por Cuba, por encima de países como Alemania, Italia e Inglaterra. 

Notas:
1 Siglas en francés de la Federación Mundial de Ajedrez, fundada en París en 1924.
2 Si exceptuamos la edición de 1927 en la que la jugadora de origen anglo-checoslovaco Vera Menchik obtuvo el título mundial representando a la Unión Soviética.
3 Georgia es, de hecho, una pequeña nación de la que salieron grandísimas jugadoras. Nona Gaprindashvili y Maya Chiburdanidze fueron campeonas del mundo durante los periodos 1962-1978 y 1978-1991 respectivamente. Incluso hoy, Nana Dzagnidze y Bela Khotenashvili ocupan respectivamente los puestos 6 y 15 del ranking mundial femenino de la FIDE.
4 Wilhelm Steinitz (Praga, 1836-Nueva York, 1900), jugador de nacionalidad austríaca. Fue primer campeón del mundo oficial de la historia en 1886. Se le considera el primer teórico que intento explicar el ajedrez de forma científica. Precursor del juego estratégico, estableció muchos de los principios en los que se basaría el moderno juego posicional.
5 Defensa contra el Gambito de Dama, que se plantea con las jugadas 1.d4 d5 2.c4 Cc6.
6 Alekhine fue un personaje contradictorio y un tanto oportunista. Se sabe que apoyó la Revolución de Octubre, pero tras la misma su familia, de origen aristocrático, fue desposeída de todos sus bienes. En 1919 fue encarcelado en Odessa acusado de espionaje. En la cárcel, tras jugar unas partidas con Trotski, consigue el favor de éste para ser liberado, tras lo cual emigra a Francia, donde Alekhine adoptó la nacionalidad francesa en 1925. Está demostrado que bajo la ocupación alemana de Francia, colaboró con los nazis al redactar varios artículos con un marcado contenido antisemita, lo que le permitió jugar torneos bajo territorio ocupado. Tras la guerra se refugio en el Portugal de Zalazar donde murió en 1946.
7 Corriente filosófica de ajedrez en los años 20 del siglo pasado, que reaccionó contra los postulados del ajedrez moderno de finales del siglo XIX, que decían que en la apertura lo fundamental era el control del centro del tablero. La escuela hipermoderna planteó nuevas formas de atacar el centro desde los costados, usando los caballos y peones laterales y sacando los alfiles por las casillas en fianchetto (por las casillas ‘b2’ y ‘g7’, o ‘b7’ y ‘g7’), y desarrollando un plan independiente sin preocuparse al principio de las intenciones del contricante de ocupar las casillas centrales.
8 Al igual que en otras disciplinas, como el judo, donde existen cinturones de diversos colores para establecer categorias, en ajedrez el máximo título es el de Gran Maestro. Despues, de mayor a menor importancia vienen los títulos de Maestro Internacional, Maestro FIDE, Maestro Nacional, etc. Para ascender al título de Gran Maestro hay que conseguir una serie de resultados excelentes en distintos torneos, llamados ‘normas’.
9 Nombre adoptado en recuerdo a su exilio en Ginebra suiza en la época de la lucha en clandestinidad de los bolcheviques.
10 La expresion ‘isla de peones’ se refiere a una cadena de peones separada de otra cadena de peones, por una o varias columnas. Asi, tras distintos cambios de piezas, en un partida lo normal es que en cada bando haya dos, tres o hasta cuatro islas de peones. El hecho de tener varias islas de peones es en sí mismo una debilidad estructural porque supone la existencia de una columna abierta, aprovechable para una torre, y sobre todo porque supone que en el tablero hay peón que ya no está defendido por ambos lados por otro peón, sino por uno sólo, cuando no es un peón aislado (es decir, que no tiene peones contiguos), lo cual es una debilidad aún mayor.
11 Max Euwe (1901-1981), jugador holandés y profesor de matematicas, quinto campeon del mundo entre 1935 y 1937, presidente de la FIDE enre 1970 y 1980.
12 Aaron Nimzowitch (1886-1935), jugador y teorico danés de origen letón. Exponente de la escuela hipermoderna de ajedrez, sus teorías se oponían a los convencionalismos de su época. Escribió varios tratados de estrategia, entre los que se encuentran Mi sistema o La práctica de mi sistema, que se consideran unos clásicos de la literatura ajedrecistica. Desarrolló distintas aperturas y variantes que llevan su nombre, como la Defensa Nimzo-India.
13 Término acunado por Nimzowitch, que significa ‘prevención’. Las jugadas profilácticas son aquellas que tienden a anticiparse a los planes del contrario para conjurar peligros, antes de lanzarse al ataque.
14 Al igual que Alekhine, Kaspárov es sin duda un personaje un tanto polémico. En 1984 se unió al Partido Comunista y en 1987 fue elegido para el Comité Central del Komsomol, pero lo dejó el Partido en 1990 para participar en la creación del Partido Demócrata de Rusia, próximo a las tesis de Yeltsin. En 1991, Kaspárov obtuvo el reconocimiento del Centro para las Políticas de Seguridad, un think tank estadounidense, por su resistencia anti-soviética y su “defensa de los valores de los Estados Unidos alrededor del mundo”. Sin embargo hoy, desencantado con el cambio en Rusia, es un feroz opositor al régimen de Vladimir Putin. Tras retirarse del ajedrez en 2005, Kaspárov creó el Frente de Unión Civil,  cuyo objetivo es “trabajar para preservar la democracia electoral en Rusia”. Hoy participa en la coalición ‘La Otra Rusia’, que además del FUC incluye varios partidos nacionalistas e incluso al antisemita y ultraderechista Partido Nacional-Bolchevique (siendo, él mismo, judío). En 2007 fue detenido en Moscú, tras un intento de ‘La Otra Rusia’ por boicotear la comisión electoral, siendo penado con cinco días de cárcel. Anatoli Kárpov fue la única personalidad de mundo del ajedrez que intentó visitarle en prisión. Parece ser que al señor Kaspárov no le gusta el régimen que él mismo contribuyó a dar vida, y que la brillantez en el tablero no tiene por qué traducirse en inteligencia política.
15 El cisma en la FIDE se produjo en 1993 cuando Gary Kaspárov y el aspirante inglés al título mundial, Nigel Short, se enfrentaron a la FIDE, a la que acusaron de corrupcion y falta de profesionalismo. Ambos salieron de la FIDE y decidieron crear la Asociacion Profesional de Ajedrez (PCA por sus siglas en inglés), que entre 1993 y 2006 organizaría sus propias competiciones internacionales. Con la salida de Kaspárov, la FIDE le despojó de su título de campeon de mundo, que gracias a su ausencia Kárpov volvería a ganar en repetidas ocasiones. En 2006 las dos asociaciones enfrentadas llegaron a un acuerdo para celebrar un match de “unificación” por el título mundial. Hoy la FIDE vuelve a ser la única organizadora oficial del campeonato mundial.
16 La hostilidad entre Korchnói y Karpov llegaba a tales límites que se cuenta que en la final por el título mundial de 1978 en Baguio, Filipinas, se tuvo que poner una tabla de madera entre ambos jugadores para evitar que se dieran patadas por debajo de la mesa.
17 Yuri Lvovich Averbaj, ajedrecista nacido en Kaluga, Rusia, en 1928. Campeón de la Union Soviética en 1954. A la edad de 30 años obtuvo el título de Gran Maestro. Es el Gran Maestro de mayor edad en la actualidad. Como jugador, siempre estuvo un peldaño por debajo de los más grandes, pero será recordado por ser un entusiasta del ajedrez, al que le dedicó toda su vida. Fue entrenador de grandes campeones (entre otros, Petrosián), juez de concursos de composiciones ajedrecísticas desde 1956, árbitro internacional desde 1969, y presidente de la Federación de Ajedrez de 1972 a 1977, además de haber escrito varias obras literarias, entre las que destaca De viaje al reino del ajedrez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario