Por Oleg K.
Entre 1923 y 1924 en la Unión Soviética se crean unas competiciones deportivas de diferente significación social, que los Juegos Olímpicos, La Espartaquiada (en ruso спартакиада). Estas reuniones atléticas reclamaron el nombre de Espartaco, líder de la más grande rebelión de esclavos contra Roma. En las primeras competiciones, los deportes elegidos eran los de mayor popularidad entre los trabajadores, primando desde el principio, los eventos deportivos colectivos, de cultura física y de esfuerzo individual. Durante los eventos, a la vez tenían lugar demostraciones culturales de primer nivel, exaltaciones folclóricas, eventos teatrales, de canto coral y de formaciones orquestales, de aprendizaje de nuevos oficios, de capacidades agrícolas, etc.
El concepto de la realización de la práctica deportiva en la Unión Soviética, estaba íntimamente relacionada con la salud de la población. En la URSS, el deporte era un derecho de toda la población, por ley. Esto quería decir que los “soviets”, a todos los niveles, tenían que proporcionar a cada trabajadora y obrero los medios técnicos y económicos para que desarrollaran sus capacidades intelectuales y físicas, unidas al componente lúdico que se experimentaba en su propio desarrollo y la práctica competidora. Especial atención tuvieron desde 1919 a 1954 las reuniones competitivas de la organización de Pioneros, celebrándose anualmente en Moscú.
Pero además el impulso dado a la práctica deportiva, reactivó una nueva e importante cualidad para el proletariado soviético: el estimulo que supuso que cada uno de los participantes en un equipo, reforzasen el trabajo del conjunto. Esta mentalidad tuvo una importantísima influencia en el desarrollo del colectivismo en la clase trabajadora. En el deporte soviético, así pues, tan importante era su práctica individual, como su práctica colectiva en cada centro de trabajo o clubes. La finalidad de las espartaquiadas era pues emular que con la práctica deportiva se podía incrementar la salud de la población. Así se desarrolló la cultura del deporte en las fábricas, en los centros industriales, en las aldeas y ciudades, en las escuelas, en las minas, en los “koljoses”, en los “sovjoses”.
Tengamos en cuenta que la implantación del socialismo en la URSS, supuso remover antiguos conceptos arcaicos burgueses, como que el deporte es una acción personalista y a voluntad de cada individuo. En el capitalismo cuando el deporte es competición, se incita a machacar al contrario, a vencerle, fomentando el profesionalismo, vivir del deporte como una profesión, tratar de ser una élite aparte, el éxito individual está unido al consumo de productos de placer inmediato. Todo está pensando como un engranaje lucrativo, de entramados deportivos nacionales e internacionales que buscan la mayor ganancia posible, de una población atontada, que observa y consume.
En el Socialismo los valores colectivos tienen que ser socialmente accesibles a la población. Inclusive es un índice de madurez y conciencia del proletariado. La responsabilidad personal y el compromiso con otros trabajadores, es una respuesta contundente contra la sumisión, el fatalismo y la falta de perspectivas de futuro del capitalismo. El deporte, como parte creativa de la sociedad, como el arte, tienen que ser punto primordial de la existencia de la nueva sociedad socialista, proporcionando mentes activas que evolucionan y se desarrollan en el trabajo y en el tiempo libre. Por ello, con el trabajo se adquiere, dentro del socialismo, una actitud de ventaja social pues se busca ahorrar no solamente costos y tiempo necesario, sino también tiempo libre para que cada obrera o trabajador desarrolle su personalidad y el camino concreto hacia una participación activa. Solidaridad frente individualismo, cooperación en lugar de competencia monetaria, pasión por saber y comprometerse con los problemas políticos y sociales de todos, e implicarse en las soluciones, entre todos.
Las Espartaquiadas fueron extendiéndose por todas las Repúblicas Socialistas Soviéticas, por todas los “Oblast” (regiones) y ciudades. Sirvió durante décadas a proporcionar en las propias lides de cada uno de los deportes, el hermanamiento y la compenetración intensa de todos los trabajadores en todos los ámbitos, desde las fábricas a las ciudades, desde los clubes deportivos aficionados a las competiciones de cada una de las Repúblicas Socialistas.
El atletismo, la gimnasia, la natación, el ajedrez, el patinaje, la lucha libre, y demás deportes, conformaron una parte sustancial de la cultura soviética en estos años, gracias a esta tradición. Impregnó de una forma principal, el carácter de una gran parte de la juventud, empezando desde las escuelas infantiles. Estamos hablando de una vastísima red cultural que abarcaba más de 120 millones de personas que hacían deporte en los años 30, de una manera continua, de menos a más intensidad. Este impresionante avance social, formo parte de la forma de vida de generaciones de soviéticos. Tras el trabajo la población soviética de forma entusiasta hacía deporte, competía, sin el chantaje del dinero, de forma aficionada.
En 1928, fueron organizadas en Moscú, en el nuevo estadio "Dinamo", entonces el más grande de la URSS, tuvo lugar la primera Espartaquiada Estatal; también fue una reunión Internacional (hubo otras dos más Espartaquiadas Internacionales en 1931 en Berlín y 1937 en Amberes), y así fueron celebrándose en la URSS, cada cuatro años, hasta 1956.
En los años 30 aparte de las Espartaquiadas, se celebraban Jornadas deportivas específicas de los Sindicatos (Спартакиада профсоюзов, en ruso), de estudiantes, entre fábricas de un sector productivo, del Ejército Rojo, del KOMSOMOL, de los deportes antiguos populares, etc. Podemos decir que en esa década el deporte era practicado por la mayoría de la población, de un modo u otro.
Durante más de 40 años, las Espartaquiadas fueron para la clase trabajadora del mundo un desafío a los elitistas Juegos Olímpicos. La Unión Soviética, en los años del ascenso del nazismo en Alemania, pidió el boicot a las celebraciones olímpicas burguesas y promovió junto a los sindicatos de trabajadores y asociaciones obreras, las Olimpiadas Obreras, como la que debió de celebrarse en Barcelona, en 1936.
En 1956 la URSS participó en los Juegos Olímpicos de Melbourne. Para su preparación se realizó una Espartaquiada (1º Juegos de los Pueblos Soviéticos, Спартакиада народов СССР, en ruso), en la que participaron en las pruebas 25 millones de atletas y deportistas de toda la Unión.
Por aquellos años funcionaban más de diez mil equipos de Educación Física, incrementándose en 1,5 millones de personas anualmente. Así en 1959, los 2º Juegos de los Pueblos Soviéticos, que precedieron a los siguientes Juegos Olímpicos tuvieron la presencia de 40 millones de atletas y deportistas.
Aunque las espartaquiadas se fueron celebrando, ya las competiciones se realizaban como campeonatos de la Unión Soviética, de donde salían las diferentes delegaciones estatales para las competiciones internacionales. Pero siguieron teniendo el componente lúdico, cultural y aficionado de sus inicios.
Tras la 2ª Guerra Mundial, el ejemplo de la URSS, fomentó el desarrollo de Espartaquiadas en Bulgaria, Polonia, DDR, Hungría, Albania, etc., que incentivaron la práctica del deporte por la mayoría de la población de esos países.
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