22 de noviembre de 2011

Lukashenko: “No tenemos derecho a dilapidar una propiedad, que no hemos creado nosotros”



Por Oleg Stepanenko para Pravda. Traducido del ruso por Josafat S. Comín


El pasado martes, durante una visita de trabajo a la región de Minsk, el Presidente de Bielorrusia Alexánder Lukashenko, estuvo de visita en la fábrica pastas alimenticias “Borimak”. La que en su día fuese una fábrica famosa en toda la Unión Soviética, pasó a manos privadas en 1994. Los nuevos propietarios exprimieron al máximo su maquinaria. Hacia el año 2006, el 99% de esa maquinaria había quedado ya inservible. Entonces por decisión del gobierno, la fábrica pasó a ser propiedad del Estado bajo la dependencia del combinado panificador de Borisov.

Hoy en día, “Borimak”, es uno de los mayores productores de macarrones en el espacio postsoviético. La transición a nuevas tecnologías, de nivel mundial, permitió no solo multiplicar por tres las capacidades de producción de la fábrica, también ha permitido aumentar la calidad de la producción, gran parte de la cual se destina a la exportación.

La panificadora de Borisov también funciona con éxito. Como señaló Alexánder Lukashenko, representa un ejemplo de cómo las empresas de propiedad estatal, bajo una dirección inteligente, son altamente eficientes. Todas las líneas de producción de la panificadora tienen una alta rentabilidad, lo que ha permitido aumentar las exportaciones en 1,7 veces y el beneficio en 3,3 veces. Las fábricas que han sido modernizadas de la industria láctea y cárnica también están alcanzando altos rendimientos, por lo que el Presidente de Bielorrusia considera que vender estas empresas del sector alimentario a inversores privados, mucho más a inversores extranjeros, no está justificado:

Nada de privatizar. La seguridad alimentaria no puede quedar en ningún caso en manos privadas. ¿Qué sentido tendría hoy vender aquello que funciona, que aporta beneficios?

Al mismo tiempo, señaló Lukashenko, hay que tener en cuenta, que si vienen a invertir aquí los extranjeros, el beneficio se irá con ellos, mientras que de este modo se quedará en manos del estado.

Es algo por lo que ya hemos pasado, cuando nos prometían montañas de oro. Debemos desarrollarnos, sin prisas, con nuestros propios medios. Por eso mismo, no ha habido ni habrá aquí una privatización irracional.

Al mismo tiempo, no se excluye en ningún caso la posibilidad de que vengan a trabajar al país inversores privados, siempre que se creen nuevos líneas de producción que sean demandadas. Sobre esta posición conceptual de principio, el Presidente de Bielorrusia ya habló la semana pasada, en la sesión conjunta con el gobierno de la república. Allí quedó de manifiesto su preocupación por el modo en que se está utilizando la propiedad estatal, fruto del trabajo de varias generaciones. Esa propiedad debe de trabajar a plena capacidad, para aportar beneficios. En lo que respecta al plan aprobado de privatizaciones, éste, ─ puntualizó Lukashenko─, no deja de ser un listado de empresas que pueden ser privatizadas. Pero al adoptar esa decisión se deben tener en cuenta una multitud de factores. En primer lugar, hay que ver qué tipo de propiedad es: si son instalaciones militares abandonadas, edificios en estado ruinoso, o aquello que está en uso, pero no resulta rentable. En segundo lugar, es imprescindible tener en cuenta la opinión de los órganos de gobierno local, así como de los colectivos laborales.
Empiezan a ser habituales los casos, en que los órganos de gobierno tanto de distrito como regionales, de manera justificada, teniendo en cuenta a todos los actores, se muestran contrarios a la privatización no meditada de algunas empresas, cuando no lo prohíben, como hizo por ejemplo la junta de gobierno de Grodno.

Pero es el trabajo del gobierno, cuyas últimas propuestas contradicen por completo las decisiones que fueron aprobadas en la Asamblea Popular Bielorrusa, el que más recelos despierta.

Si en el gobierno existe el deseo de dejar todo en manos del mercado, de entregar todo a manos privadas, esa sería una política inaceptable, advirtió Alexánder Lukashenko.

El Presidente subrayó, que no conviene idealizar al propietario privado, confiando en que se hará cargo de la empresa y ésta comenzará a generar rentabilidad. No, el propietario pondrá una serie de condiciones y generará multitud de problemas, sobre todo sociales: aquí recortaremos, esto lo cerraremos... ¿Y sobre quién recaerán todos esos problemas? Sobre los órganos de gobierno. Por eso es imprescindible resolver las cuestiones principales de concepto. Y en primer lugar la cuestión de la propiedad:

─No hemos sido nosotros los que hemos levantado esta propiedad, y nadie nos ha otorgado el derecho a dilapidarla sin ton ni son. Antes de vender algo, debemos poner todo de nuestra parte para que esa empresa pueda funcionar de modo eficaz y trabajar con normalidad.

En palabras del Presidente bielorruso, la actual postura mercantilista del gobierno ha conducido a un crecimiento injustificado de los precios. “Pravda” ya ha venido informando de cómo las dificultades en el mercado de divisas y en consecuencia, en el mercado de consumo, provocaron un crecimiento injustificado de la inflación, y cómo fueron organizadas en lo fundamental por fuerzas externas. Pero al mismo tiempo también tuvieron mucho que ver las medidas adoptadas por el gobierno, encaminadas a liberalizar la economía, en concreto, la transición a precios no regulados.

Ese debilitamiento de los sistemas de regulación, imprescindibles para un estado de orientación social, dejó las manos libres al sector privado, el cual es irresponsable por naturaleza en el ámbito social, utilizando las dificultades para lanzarse a una carrera desenfrenada en pos del lucro. Lógicamente a costa de la población.

M. Miasnikóvich
El gobierno debió haber corregido la situación, teniendo en cuenta la experiencia acumulada de regulación estatal, hacer esto, ─en palabras de Lukashenko─, “mejor, del mismo modo que lo hemos estado haciendo en los últimos quince años”. Pero se confirmaron los temores, de los que ya se había hablado en las páginas de “Pravda”: el nuevo primer ministro, Mijail Miasnikóvich, y su mano derecha para temas económicos, Serguei Rumas, intentaron poner en práctica su programa liberal de mercado.

Alexánder Lukashenko ha dado al gobierno de plazo hasta mayo de 2012, para aplicar todas las medidas que corrijan de un modo cardinal la situación y contribuyan a la mejora cualitativa de nivel de vida de la población. Lukashenko ha exigido aplicar políticas como las elaboradas por la Asamblea Popular Bielorrusa, y mantener el curso que la república eligió hace quince años. Gracias a este curso, Bielorrusia ha sido la única de las antiguas repúblicas de la URSS, que ha podido duplicar los indicadores de producción, respecto al año 1990. Durante la visita del Presidente al combinado de Borísov, el ministro de agricultura Mijaíl Rusiy informó, que en este año, contando con la cosecha de maíz, son ya 9,7 millones de hectáreas de grano las cosechadas, lo que equivale a más de una tonelada por cada habitante de Bielorrusia. Gracias a la excelente cosecha de remolacha azucarera y a la ampliación de la capacidad de producción de las fábricas transformadoras, van a poder ser exportadas a Rusia hasta 280.000 toneladas de azúcar bielorruso. Mientras que las exportaciones de productos lácteos de fabricación bielorrusa a la Federación Rusa alcanzarán los 3,7 millones de toneladas.

Es precisamente, sobre esto sólidos cimientos de la economía real, y no sobre los caprichos del mercado, sobre los que debe desarrollarse Bielorrusia, en opinión de Lukashenko.

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