5 de agosto de 2011

La sorprendente Ley de Telecomunicaciones de Bolivia


Enviado por Equipo Radialistas

Tenía que ser Bolivia. El país pionero de la comunicación popular, el país donde se levantó la primera radio sindical y minera en 1947, levanta ahora una ley sorprendente que da a cada quien lo que corresponde.

La nueva Ley General de Telecomunicaciones, Tecnologías de Información y Comunicación, recientemente aprobada por la Asamblea del Estado Plurinacional de Bolivia, distribuye así las frecuencias de radio y televisión:

►Para el sector público-estatal, el 33 por ciento.

►Para el sector privado-comercial, el 33 por ciento.

► Para el sector social-comunitario, el 34 por ciento.

Cuando leímos esta Ley, nos pellizcamos para saber si estábamos soñando o despiertos.

Y después, comenzamos a celebrar esta enorme conquista en la difícil tarea de democratizar las comunicaciones.

Porque si las frecuencias de radio y televisión son un bien público, si pertenecen a la sociedad en su conjunto, ¿con qué derecho han sido monopolizadas y mercantilizadas por el sector privado? En Bolivia, como en la inmensa mayoría de los países latinoamericanos y caribeños, la empresa privada con fines de lucro acapara más del 90 por ciento de estas frecuencias (¡a veces, el 99 por ciento!).

Si hay tres sectores (el público, el privado y el comunitario) justo es que dichas frecuencias se distribuyan equitativamente entre los tres. La Asamblea de Bolivia, con audacia, reserva para el tercer sector el 34 por ciento, dividiendo éste en 17 para las organizaciones sociales y comunitarias y el otro 17 para los pueblos y nacionalidades indígenas que en este país hermano son una gran mayoría de la población.

Ya la empresa privada boliviana está chillando porque dicen que con esta distribución “se viola la libertad de expresión”. Ninguna violación. La verdadera violación es el monopolio de las frecuencias instalado desde hace décadas en nuestros países.

¿Que las frecuencias en manos del Estado pueden volverse gubernamentales y no verdaderamente públicas? Desde luego, es un gran peligro. Pero también las frecuencias en manos privadas pueden olvidar su responsabilidad social y defender intereses de políticos corruptos. Y esto no es un peligro, sino una triste realidad en muchos medios de comunicación que por ganar dinero pierden sus valores éticos.

Felicitamos al gobierno de Bolivia, a las organizaciones indígenas y sociales, a ERBOL, a las redes de mujeres, a todos los comunicadores y comunicadoras que han luchado desde hace años para lograr una ley como ésta que pone las cosas en su sitio. Una ley democrática y democratizadora.

Y deseamos que los asambleístas de Ecuador, de Paraguay, de México, de Guatemala, de otros países de la región latinoamericana donde se están discutiendo leyes de comunicación, tomen ejemplo del Estado Plurinacional de Bolivia.

¡Jallalla, Bolivia!


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