30 de enero de 2011

31 de Enero, el ejemplo de Stalingrado

Por Oleg K.


200 días y noches, desde el 17 de julio 1942 al 2 de febrero de 1943 duró la Batalla de Stalingrado. Siete meses donde el heroico Ejército Rojo, apoyado por todo un pueblo decidido a vencer, sostuvieron con determinación la epopeya más importante de toda la IIª Guerra Mundial. Mañana, se conmemora esta gesta y todos nosotros que aspiramos a una sociedad más justa, igualitaria, que construyendo el socialismo lleguemos al comunismo, tiene hoy uno de los referentes históricos de lucha del proletariado en armas, Stalingrado.

Triunfo del pueblo soviético, triunfo contra la opresión fascista

En aquella batalla hubo unas bajas estimadas de tres a cuatro millones de personas, entre soldados de ambos bandos y civiles. Sin lugar a dudas es la batalla más sangrienta en la historia de la humanidad. Los alemanes la llamaron Rattenkrieg, "guerra de ratas".

Pero es mucho más. Es la victoria de todo el pueblo soviético, gracias a la inquebrantable tenacidad, el coraje y el heroísmo de soldados y obreros, de sus hombres y mujeres. Pasarán los siglos, y la gloria inmarcesible de los valientes defensores de la fortaleza del Volga, vivirá para siempre en la memoria de los pueblos del mundo como el ejemplo más claro, y sin precedentes en la historia militar, de valor y heroísmo. El nombre de "Stalingrado" ha quedado grabado con letras de oro en la historia de la humanidad.

Stalingrado fue un determinativo enfrentamiento entre las fuerzas alemanas fascistas, que continuaban su avance hacia el Caúcaso con la “Operación Azul”, y por el otro lado, la defensa del Estado Soviético de los Trabajadores. Hitler les dijo a sus generales: "No se podrá librar la guerra contra Rusia de una manera caballerosa. Será una lucha de ideologías y de diferencias de raza y tendremos que librarla con una dureza sin precedente, sin merced e inexorable... Los comisarios [los militantes comunistas del Ejército Rojo] promulgan una ideología directamente opuesta a la del nazismo. Por eso tendremos que aniquilarlos. Los soldados alemanes culpables de violar el derecho internacional... serán perdonados".

El Partido Comunista movilizó a las masas para una lucha de vida o muerte "no solo por el pueblo soviético, sino para liberar a todos los pueblos que sufren bajo la opresión fascista".

Desde el mismo momento de la invasión fascista, los comunistas organizaron ejércitos guerrilleros en los bosques para hostilizar a los invasores por todas partes. Los soldados soviéticos aprendieron a usar "armas populares", como granadas y cócteles molotov, contra los tanques. Desmantelaron fábricas enteras y las trasladaron a Siberia para seguir produciendo fuera del alcance del enemigo. Convirtieron ciudades como Leningrado y Moscú en plazas fuertes militares.

Hasta 1941, la Unión Soviética solo había experimentado 20 años de paz desde la última invasión imperialista. Bajo la dirección del Partido Comunista Bolchevique, los soviets habían vivido dos décadas de intensas luchas de clase y de construcción socialista. Encontrando soluciones sobre la marcha, donde ningún pueblo hasta ese momento había realizado tal proeza, convertir una país atrasado y pobre en un país auténticamente revolucionario y socialista. La revolución bolchevique puso en el poder a la clase obrera, eliminó los privilegios y la riqueza de los ricos, creó la primera economía socialista planificada y el primer sistema de agricultura colectiva, y transformó la estructura y la propiedad de la industria. La lucha de clases había sido muy difícil, venciendo todas las dificultades internas y externas, la guerra civil y el sabotaje trotskista e imperialista internacional.

Tanto Hitler como las potencias occidentales subvaloraron la fuerza del socialismo soviético. Con increíble abnegación, el pueblo soviético se movilizó y libró una gran guerra, una justa guerra, para enfrentar a los invasores.

Stalingrado (que quiere decir "ciudad de acero"), era para el proletariado soviético uno de los baluartes más importantes de la revolución, desde los combates contra los zaristas. Hacía allí convergían los ejércitos nazis para asegurarse la toma del río Volga. Por el contrario el Consejo de Defensa Soviético tenían una visión distinta: después de una larga retirada a lo largo del río Don, decidieron parar a los nazis en Stalingrado. S.J. Leonard escribió en su libro Just War, Unjust War: An Historial Survey (Guerra justa, guerra injusta: Un examen histórico): "A muchos les parecía que la Unión Soviética estaba a punto de derrumbarse; de hecho, la larga retirada por el río Don no indicaba eso. En realidad, le permitió trasladar sus divisiones del centro al sur y movilizar sus fuerzas y pertrechos del este de los montes Urales. También les permitió aprender tácticas militares flexibles contra el blitzkrieg, en lugar de las tácticas tradicionales que la llevaron una y otra vez a caer en una posición de envolvimiento” Aprendiendo de los errores que provocaron bolsas de prisioneros, en derrotas que cualquier ejército burgués hubiese capitulado, en ese momento de gran debilidad, contenía las semillas de la victoria venidera. El Partido Comunista inició una movilización de miles de sus cuadros más resueltos para defender Stalingrado, para convertir conscientemente la ciudad en el mayor desafío político y militar posible para la Wehrmacht [ejército alemán]".

Los militares nazis proponen, el pueblo soviético dispone

El 10 de mayo, el general Friedrich Paulus, comandante del 6° Ejército Alemán, presentó al Mariscal de Campo Fedor von Bock un esbozo de la Operación Federico, derivación de la Operación Azul. Paulus había tomado el mando del 6° Ejército hace poco, después de que su anterior comandante, Walter von Reichenau, falleciera a consecuencia de un ataque cardíaco sufrido por las temperaturas bajo cero de la estepa. La Operación Federico significaba la consolidación del frente delante de Járkov, recién capturada por los nazis. No obstante, el mariscal Semión Timoshenko se adelantó a Paulus, y el 12 de mayo emprendió una contraofensiva desde Vorónezh, cuyo objetivo era precisamente la liberación de Jarkov, rodeando al 6° Ejército en un movimiento de pinza. Cuando 640.000 soviéticos junto con 1.200 tanques se lanzaron contra las fuerzas de Paulus, este se encontró al borde del desastre. Solamente la oportuna llegada del 1° Ejército Panzer de Ewald von Kleist permitió revertir la situación de la ofensiva, y en lugar de ser capturados, los hombres de Paulus ayudaron a los de Von Kleist a capturar los Ejércitos soviéticos 6º y 57º en Barvenkovo. Unos 240.000 soldados soviéticos fueron capturados, fracasando la contraofensiva de Timoshenko.

El 23 de agosto Stalingrado recibió su primer bombardeo por parte de aparatos Heinkel 111 y Stukas. Lanzáronse 1.000 toneladas de bombas y se perdieron tan sólo tres aeroplanos. Murieron más de 5.000 personas ese día. El avance alemán por tierra procedía de Gumrak, y lo hacía de manera brutal y arrolladora. Los alemanes usaron a civiles como escudo antichoque o para recoger a los soldados y oficiales alemanes muertos. Incluso en este escenario dantesco también se practicaba la política antisemita alemana, la Feldgendarmerie había estado capturando judíos y haciendo cautivos a civiles que fueran aptos para el trabajo, se ejecutaron unos 3.000 civiles judíos, entre ellos niños, por parte de los Sonderkommandos y unos 60.000 fueron enviados a Alemania para trabajos forzados.


El
9 de agosto, el Consejo Estatal de Defensa Soviético nombró a Andrei Yeremenko comandante del Frente de Stalingrado en sustitución de Timoshenko.
El 29 de agosto, cuando las primeras líneas alemanas aparecían ya en el horizonte de Stalingrado, llegó a la ciudad Zhukov; quien recientemente había sido nombrado Vicecomandante en Jefe.

Convergían
sobre Stalingrado, por el sur, las 29º y 14º Divisiones motorizadas; por el Oeste se acercaba las 24º, la 94ª, 71º, 76ª y 295ª Divisiones de infantería blindada; por el norte y hacia el centro de la ciudad, la 100ª División de cazadores, la 389º y 60ª División de infantería motorizada. La ciudad era defendida en ese momento sólo por unos 40.000 soldados contra 400.000 alemanes. Pero la composición de las fuerzas soviéticas eran muy diferentes a las fascistas, y por motivos de seguridad no sabían que a la vez el Ejército Rojo preparaba una ofensiva en gran escala contra el VI Ejército alemán.

Contra el plan hitleriano, la dirección soviética tenía como objetivo convertir la ciudad en una enorme esponja para absorber y empantanar la mayor cantidad posible de tropas alemanas, mientras concentraba en secreto grandes ejércitos al norte y al sur de la ciudad, y así rodear, atrapar y aniquilar todo el VI Ejército alemán. Una encarnizada guerra de guerrillas urbana era la clave de este plan. El Partido Comunista creó unidades especiales con los miles de sus mejores militantes de la ciudad. Tuvieron lugar febriles preparativos e intensos debates políticos, mientras que el enorme ejército alemán penetraba las defensas soviéticas y avanzaba hacia la ciudad. Bajo la dirección de las organizaciones comunistas, las famosas fábricas Barricada y Octubre Rojo, junto con la central eléctrica, pasaron a ser centros de preparativos militares. Miles de milicianos obreros formaron unidades de combate, armados con brazaletes y rifles. Veteranos de la revolución bolchevique y de la guerra civil, trabajadores de las acerías, de los ferrocarriles y de los astilleros, ingenieros de tractores, barqueros del Volga, oficinistas-mujeres y hombres-se preparaban para luchar al lado de los soldados. Alrededor de las fábricas, otros trabajadores cavaban trincheras para defenderlas.

Los primeros carros de combate alemanes llegaron a los suburbios el 1 de septiembre. Zhukov hablando del plan con otros generales comentaba :
"¿No entienden que si entregan Stalingrado, el sur del país quedará separado del centro, y probablemente no podremos defenderlo? Además de perder nuestra principal vía fluvial, no sólo es una catástrofe para Stalingrado sino para el país, dado que se perderá el petróleo también."

Así pues, se lanzó una contraofensiva que logró aliviar en parte la situación respecto del norte de la ciudad, la orden de Zhukov era terminante:
«¡No entreguéis Stalingrado!». El 12 de septiembre, Zhukov destituyó deshonrosamente al comandante a cargo de las defensas de Stalingrado, Alexander Lopatin por demostrar cobardía ante el enemigo al no poder contenerlo con su 62º División y fue reemplazado por el granítico e inflexible general Vassili Chuikov. Cuando tomó posesión de la orden, Yeremenko le preguntó: “¿Cuál es el objetivo de su misión, camarada?” “Defender la ciudad o morir en el intento”.
El nuevo comandante reforzó las defensas antiaéreas de la ciudad y asimismo fortificó aquellos lugares donde se pudiera contener al enemigo, en especial la colina de Mamaev Kurgan y el barranco de Tsaritsa. Además fomentó el despliegue de francotiradores, entre ellos el famoso Vasili Záitsev, entre otros.

El 14 de septiembre, se inició el primer intento alemán de tomar la ciudad —que se pensaba sería el único intento— y la 71ª División alemana llegó al centro de Stalingrado, acercándose peligrosamente al embarcadero principal, la terminal de llegada de refuerzos soviéticos. En estos combates cae abatido el teniente Rubén Ruiz Ibárruri, el único hijo de La Pasionaria española, en la estación central de la ciudad.

El objetivo nazi era atravesar la ciudad y apoderarse lo antes posible de la ribera oriental del Volga. Sin embargo, los alemanes empezaron a ser frenados en su embestida por la acción de Katiushas, francotiradores y las unidades del Coronel General Alexander Rodimtsev (13ª División de Fusileros de la Guardia; Rodimtsev, había participado en la Batalla de Guadalajara como asesor). Las bajas alemanas comenzaron a ser elevadas ya que el soldado alemán no estaba entrenado para combatir en las calles, que es la lucha más dura entre todas las formas de combate; caían abatidos por francotiradores o minas antipersonales, pero aun así lograron llegar a la plaza central de la ciudad. Pero, los defensores de la ciudad estaban dispuestos a mantenerse en pie hasta la muerte. Y los soldados afirmaban: “Al otro lado del Volga no hay territorio para nosotros”.

Los planes fascistas se tuercen

Un historiador burgués describió la primera batalla en las trincheras alrededor de Stalingrado: "De la noche a la mañana, la milicia rusa llevó a cabo un milagro: cavó puestos fortificados interconectados y asimiló los puntos básicos de la guerra moderna. Ahora, vestidos en su ropa de trabajo o ropa elegante de domingo, se acurrucaban detrás de los morteros y ametralladoras para desafiar al mejor ejército de tanques del mundo. Cuando el Grupo de Combate [alemán] Krupen tambaleó ante su barrera de artillería, los rusos incluso iniciaron un contraataque, dirigido por tanques T-34 sin pintar, que salieron directamente de las líneas de ensamblaje".


Las tropas alemanas lograron penetrar en la ciudad o lo que quedaba de ella y conquistarla en un 90%, nunca se hicieron completamente con el total, puesto que los muelles no pudieron ser alcanzados. Y mientras los muelles estuvieran en manos soviéticas, los refuerzos y suministros necesarios para proseguir la batalla podrían afluir con regularidad. Desde el centro, una división escogida de soldados alemanes capturó la «Casa de los Especialistas», donde se hicieron fuertes y comenzaran a disparar contra las lanchas que iban y venían por el Volga trayendo soldados y pertrechos. Las bajas alemanas entre el primer y segundo día de combate sumaron 2.500 efectivos. Los soviéticos tenían ya 6.000 bajas, pérdidas muy duras, casi 3.000 soldados morían por día. Batallones y brigadas alemanas que intentaron llegar a los muelles fueron prácticamente aniquiladas al 50% de sus efectivos, estuvieron los alemanes a un paso de llegar a los embarcaderos llenos de civiles. Los cañones de
88 mm, los Stukas y la artillería alemana competían en hundir las barcazas que traían soldados del otro lado del Volga, el mar Caspio empezó a recibir cadáveres.

La escalofriante visión de ruinas, cadáveres que no se podían sepultar, no daban tiempo a lamentaciones. Solamente existía la voluntad de parar a esos monstruos nazis grises. María Koval, participante en los combates en Stalingrado relataba: “Daba miedo, a tal punto que es difícil contarlo. Resultaba tan duro que maldecíamos todo en el mundo, al mando y a nosotros mismos. Llorábamos todo el tiempo. Recuerdo a un jefe de una compañía de tanques herido. Cuando lo retiré del tanque estuve largo tiempo arrastrándolo, sola, mientras gritaba. No se de dónde podía sacar tantas fuerzas para arrastrarlo. En general todos blasfemaban y lloraban y yo tenía que tranquilizar a todos. En el corazón del pueblo creció una fiera unidad y resolución. Su consigna era: "¡Stalingrado será la tumba del hitlerismo!"

Debido a la escasez de municiones y armamento, Chuikov aplicó la práctica del uno por uno donde se enviaban los soldados por parejas: uno con fusil y otro con municiones, la idea era, además de obtener un relevo inmediato en caso de la muerte de alguno, mostrar un gran número de soldados a los nazis. Los comandantes soviéticos descubrieron que cuando empleaban la táctica de combate cuerpo a cuerpo, a los alemanes les era imposible luchar "a su manera". El comandante del 62 Ejército soviético, Chuikov, escribió:
"Así que nos dimos cuenta de que debíamos reducir a lo mínimo la tierra de nadie, si era posible a la distancia de una granada". Los soldados soviéticos trataban de acercarse tanto al enemigo que la fuerza aérea alemana no podía bombardear las unidades soviéticas del frente ni sus trincheras sin arriesgar la vida de los soldados alemanes. Chuikov escribió que los alemanes odiaban esa manera de luchar: "Su moral no lo podía tolerar. No tenían suficiente valor como para mirar al soldado soviético cara a cara. Se podía identificar a un soldado enemigo en su puesto de avanzada desde lejos, especialmente durante la noche, porque constantemente, cada cinco o diez minutos, disparaba su metralleta con el fin de reforzar su moral. De esa manera nuestros soldados encontraban a esos `guerreros', se les acercaban sigilosamente y los aniquilaban con una bala o bayoneta".

La ofensiva dentro de la defensiva

En general el 62 Ejército luchaba a la defensiva, defendiendo territorio e impidiendo el avance de los alemanes para permitir que los demás ejércitos soviéticos los cercaran. Pero incluso dentro de esa batalla defensiva, era sumamente importante tomar la ofensiva y lanzar ataques. Las acciones ofensivas restringían la iniciativa del ejército alemán: su capacidad para decidir dónde y cuándo luchar. Chuikov describió esas acciones ofensivas: "Dondequiera que el enemigo penetrara nuestras líneas, lo aniquilaban nuestros disparos o contraataques que, por lo general, eran ataques sorpresa en su flanco o retaguardia". Un oficial de tanques alemán escribió: "Hemos peleado 15 días para conquistar una sola casa, con morteros, granadas, ametralladoras y bayonetas. El tercer día había 54 cadáveres alemanes en los sótanos, los rellanos y las escaleras. El frente es un corredor entre las habitaciones quemadas; es el techo entre dos pisos. Los refuerzos llegan de las casas vecinas por medio de chimeneas y escaleras de incendios. Hay un sinfín de peleas del mediodía al anochecer. De un piso al otro, con la cara cubierta de sudor, nos atacamos el uno al otro con granadas en medio de las explosiones, las nubes de polvo y el humo... Pregúntenle a cualquier soldado qué quiere decir luchar cuerpo a cuerpo en una batalla así".

Los soldados rojos emboscaban los tanques que viajaban por rutas predecibles. Esperaban hasta que los tanques casi les pasaran por encima y les disparaban con rifles antitanques y otras armas más pesadas. Así lograban detener el avance de la infantería, que por lo general seguía de cerca a los tanques y se escondía detrás de los tanques en llamas. Además, de esa manera los soldados soviéticos lograban acercarse a la infantería alemana para impedir que sus aviones Stuka y JU-88 los atacaran desde el aire. Chuikov escribió: "Destruimos por separado la infantería y los tanques que penetraron nuestras líneas: los tanques no podían hacer mucho sin la infantería, y por eso se retiraron después de sufrir grandes pérdidas... En los contraataques el enemigo siempre sufría muchas bajas y tenía que abandonar un ataque. Después tenía que recorrer el frente en busca de un punto débil en nuestras defensas, perdiendo tiempo e iniciativa... Muchas veces nuestro propósito no solo era causarles pérdidas sino, por medio de un ataque sorpresa de infantería y tanques, y con la ayuda de nuestra artillería y aviones, penetrar sus posiciones, trastornar sus formaciones, quebrantar su ataque y ganar tiempo".

Debido a la naturaleza de la guerra urbana, era difícil comandar y maniobrar con grandes unidades de tropas. Chuikov describió cómo los soldados rojos aprovechaban la situación: "La guerra urbana es una clase especial de combate. Las cosas no se resuelven por medio de la fuerza, sino por la habilidad, la ingeniosidad y la rapidez... lo clave son las pequeñas unidades de infantería y las armas y tanques individuales". Los comandantes soviéticos aprendieron a organizar sus fuerzas en pequeñas unidades móviles llamadas "grupos de tormenta". Chuikov las describió: "Eran pequeños pero fuertes, tan astutos como serpientes e irrefrenables en el combate". Lo que llevaba al éxito en esas operaciones era escoger el momento oportuno y atacar con sorpresa, rapidez y osadía. Para los alemanes era muy difícil atacar esas unidades desde el aire. Se infiltraban entre las posiciones alemanas para atacar. Avanzaban a rastras, escondiéndose en los cráteres y escombros. Durante la noche cavaban túneles y pasajes y los camuflaban. De repente, aparecían en medio de las fuerzas alemanas, donde estas no podían usar su artillería, tanques ni aviones. Los soldados rojos atacaban cuando tenían la ventaja: mientras los alemanes dormían o comían o cuando estaban a punto de cambiar de turno. En combates de cuerpo a cuerpo con revólveres, puñales y palas afiladas, los combatientes rojos empujaron a los nazis de una a otra casa, sótano o cuarto.

La vanguardia del proletariado: El Partido Comunista Bolchevique

El Partido Comunista inició un "movimiento de francotiradores" entre los combatientes del 62 Ejército. Los soldados trataban de dar en el blanco con toda bala. Practicaban la puntería y discutían los mejores métodos. Escondidas en los escombros, pequeñas unidades de francotiradores podían hacer añicos unidades enemigas mucho más grandes.

El Ejército Rojo se apoyaba en las masas, en los que se quedaron en Stalingrado, para enterarse de los planes del enemigo. Por ejemplo, en un momento clave una valiente mujer emergió de detrás de las líneas alemanas, a través del humo y los escombros, e informó de un ataque que estaban a punto de lanzar. Muchas mujeres se presentaron de voluntarias al ejército para remplazar a los soldados del Ejército Rojo caídos al comienzo de la guerra. Chuikov escribió: "No es una exageración decir que las mujeres lucharon al lado de los hombres en todas partes... Cualquiera que iba al frente veía a las mujeres disparar los cañones, pilotar los aviones en las batallas contra la fuerza aérea alemana o comandar los barcos blindados del Volga que llevaban pertrechos de la orilla occidental a la orilla oriental, y de regreso, en condiciones increíblemente difíciles...” "La mayoría de las tripulaciones de los cañones antiaéreos y de las luces reflectoras eran mujeres... Se mantenían firmes y seguían disparando aun cuando las bombas estallaban a su alrededor, cuando parecía imposible incluso quedarse en su puesto. En medio de los incendios y el humo, en medio de los estallidos de las bombas, aparentemente sin importarles las columnas de tierra que saltaban al aire por todas partes, se mantenían firmes hasta el fin. Por eso, y a pesar de grandes bajas, los aviones alemanes siempre tropezaban con un fuego concentrado y sufrían muchas pérdidas. Las artilleras bajaron docenas de aviones alemanes encima de la ciudad". Muchos de los más famosos pilotos de bombarderos en los ataques nocturnos eran mujeres.

Los soldados soviéticos que esperaban cruzar el río Volga, leían los volantes que las unidades del partido explicaban el estilo del combate cuerpo a cuerpo, sacadas de la experiencia viva, titulados "Lo que necesita saber un soldado sobre cómo actuar en la guerra urbana". Aplicando de esa manera la línea de masas, los dirigentes soviéticos desencadenaron a los soldados y los obreros para esforzarse al máximo para alcanzar la victoria. Luchando "a nuestra manera", las fuerzas soviéticas neutralizaron la superioridad en armas pesadas del enemigo. Esa manera de luchar requería un alto nivel de conciencia política y gran dedicación. Las repetidas victorias, incluso en combates pequeños, aumentaban la moral de los soldados rojos. Por otro lado, esas tácticas desmoralizaban a los soldados alemanes, que frecuentemente se retiraban, abandonando incluso puestos fortificados clave.

El comandante soviético Chuikov escribió: "Los edificios de una ciudad son como un rompeolas. Dividen las formaciones enemigas y las obligan a avanzar por las calles. Por eso defendimos resueltamente los edificios fuertes y establecimos en ellos pequeñas guarniciones capaces de disparar en todas direcciones en caso de envolvimiento. Los edificios especialmente fuertes nos permitieron crear posiciones defensivas fuertes, de donde nuestros soldados podían aniquilar a los alemanes con ametralladoras y metralletas". Chuikov escribió que a los combatientes rojos les gustaba establecerse en los edificios de piedra quemados porque los nazis no los podían incendiar durante un ataque. Había puestos fortificados de muchos tamaños; a algunos los defendían escuadrones pequeños, y a otros un batallón entero. Se organizaban para poder disparar en todas las direcciones al mismo tiempo y para seguir combatiendo incluso si los alemanes lograban aislarlos varios días.

Los combatientes rojos cavaban trincheras y conectaban sus puestos fortificados a través de los albañales. A los soldados enemigos que intentaban pasar entre los puestos fortificados los atrapaban en un fuego cruzado. Chuikov escribió: "Un grupo de puestos fortificados, con una red de fuego común, bajo un mando unificado y abastecido para defenderse, era un centro de resistencia".

El cepo, el cerco del VI Ejército.

A fines de octubre los alemanes se enteraron por medio de prisioneros de que los rusos preparaban una gigantesca contraofensiva. Y así era. Gracias al esfuerzo de los defensores de Stalingrado, se pudo preparar una gran ofensiva dirigida a los flancos del ejército fascista, acumulando cerca de 1.700.000 hombres, es decir, cerca de 200 divisiones, la mayoría siberianas, además de carros de combate y cañones procedentes de Moscú y los urales. El 19 de noviembre de 1942, los 3.500 cañones rusos comenzaron a machacar despiadadamente las líneas enemigas más débiles entre Serafimovih y Klestkaya, entre la nieve y la bruma mortecina del paisaje. Al son de trompetas, los obuses y Katiushas se dejaron caer en el sector rumano. Después de una hora de martilleo, los batallones de fusileros avanzaron sobre las filas de rumanos e italianos. Los rumanos del II y IV Cuerpos pudieron contener bravamente las primeras oleadas de atacantes y luego fueron arrasados por carros de combate T-34 hacia el mediodía. Cuando los fortines fueron demolidos, los rumanos echaron a correr por la planicie blanca, siendo perseguidos por las oleadas siberianas. Los Stukas acudieron al lugar del desastre y ya nada se pudo hacer, salvo ametrallar a los fusileros rusos. El desastre era total, el VIº Ejército de Paulus quedó encerrado en Stalingrado con unos 250.000 hombres y sin suministros mayores.

Stalingrado se convirtió en un caldero (Der Kessel) donde sin agua ni alimentos y atacados por las epidemias y en medio del pútrido olor a descomposición, los alemanes se aprestaron a sufrir un indefinido asedio en medio de las mayores penurias. Hitler nombró a Paulus Mariscal de Campo, ya que ningún mariscal alemán se había rendido en la historia militar alemana y esperaba que Paulus no le fallara sin antes entregar su vida. Pero Paulus se rindió, con él 30.000 soldados, los restos de un ejèrcito de 250.000 hombres. Unos 500.000 prisioneros sumados entre alemanes y aliados partieron rumbo a Siberia y una parte de ellos fue utilizada para reconstruir la ciudad, no sin antes sacar los cadáveres alemanes para ser incendiados en una pira en las afueras. Los mercenarios rusos y ucranianos que lucharon traidoramente junto a los alemanes, unos 50.000 al inicio de la batalla, los que quedaron con vida, fueron ejecutados inmediatamente.

En la colina de Mamaiev, que se alza en el centro de Stalingrado, hoy Volgogrado, se libraron los más sangrientos combates. Y por esa misma razón se convirtió en la mayor fosa común que existe en el mundo. Todos los años, el 2 de febrero, frente al monumento se reúnen los pocos supervivientes que lograron salir airosos en esa vivir batalla y vivir hasta hoy para recordarnos estas páginas dolorosas y heroicas.

Lecciones para el futuro

En diversas etapas, de ambas partes, participaron en ella más de 2 millones de personas, hasta 2 mil tanques, más de 2 mil aviones, hasta 26 mil armas de fuego. En Stalingrado, las tropas soviéticas aplastaron a cinco ejércitos: dos alemanes, dos italianos y un rumano. Las tropas nazis perdieron entre muertos, heridos y cautivos a más de 800 mil soldados y oficiales, así como una gran cantidad de equipo militar, armas y municiones. Sin embargo, la victoria se logró a un enorme costo. Las fuerzas soviéticas perdieron más de 1 millón de personas.

Junto con la derrota de los cinco ejércitos enemigos, el alto mando germano perdió la esperanza en la victoria sobre la Unión Soviética.

La victoria en la Batalla de Stalingrado fue de gran importancia para el fortalecimiento ulterior de la situación interna en la Unión Soviética. En el río Volga, fue restaurada la comunicación de las regiones centrales del país con el sur; gran importancia político-militar y económica tuvo el hecho de eliminar la amenaza sobre el Cáucaso, fueron devueltas importantes zonas industriales y agrícolas; millones de ciudadanos soviéticos fueron liberados de la ocupación nazi, uniéndose a las filas de los trabajadores en la industria y la agricultura, y del Ejército Rojo.

La victoria en el Volga originó un incremento del entusiasmo político y laboral en todo el país, se fortaleció la moral del pueblo soviético, fue la inspiración para los soldados soviéticos en todas las partes del frente, la industria soviética comenzó a producir muchos más tanques, aviones, armas y otros equipos militares que la industria de Alemania apoyada por toda la economía de Europa occidental.

La catástrofe entre el Don y Volga ha dejado su huella en la moral de las tropas del ejército fascista, aumentan de manera espectacular el número de casos de deserción y de desobediencia al mando. Los soldados alemanes empezaron a temer los ataques por los flancos y el acorralamiento de las tropas. Entre algunos de los oficiales superiores y generales del Wehrmacht germinaron corrientes opositoras al régimen en el poder. Por primera vez en la mente de la población de Alemania surgieron signos de la derrota inminente, empañando la propaganda nazi y evaporada la confianza en la invencibilidad del ejército alemán. Por último, la economía de guerra de la Alemania nazi entró en crisis, y para disminuir su impacto se adoptó todo un sistema de medidas de emergencia en las esferas de la economía y la política, conocido como “movilización total”.

Pero los historiadores proimperialistas silencian tétricos datos:

En todos los territorios de la Unión Soviética que conquistaron, los ejércitos nazis quemaron pueblos enteros y dejaron sin enterrar los cadáveres. De los 5,700.000 prisioneros de guerra soviéticos, 3,300.000 murieron de hambre, frío y ejecutados. Los nazis mandaron a casi tres millones de soldados y civiles soviéticos a Alemania como esclavos.

La clave de la victoria fue la dirección del Partido Comunista y la organización del pueblo después de décadas de fieras luchas de clase. En cada batalla, los comunistas fueron los combatientes más resueltos e intrépidos. Cuando el Ejército Rojo necesitaba unidades especiales para penetrar las líneas alemanas, se ofrecían voluntarios de las organizaciones juveniles comunistas. En medio de los combates callejeros y por todas partes, los comunistas hacían trabajo político y llevaron a las masas de combatientes a comprender que la batalla era una causa por la que valía la pena matar y morir.

Mientras que a los soldados alemanes los sobrecogía el temor y el desánimo, los soldados rojos luchaban sin temer la muerte, incluso cuando se encontraban aislados y cercados. Los pueblos del mundo deben mucho a los luchadores de Stalingrado: por su victoria contra Hitler y por las valerosas lecciones sobre la guerra urbana revolucionaria que podemos aprender de ellos.

Inspiración para el combate de la clase obrera

La Casa de Pávlov (ruso: дом Павлова—dom Pávlova) es el nombre de un edificio de apartamentos defendido durante la Batalla de Stalingrado en 1942–1943. Recibió su nombre del Sargento Yákov Pávlov, que mandaba el pelotón que tomó el edificio y lo defendió durante la batalla.

La casa era un edificio de cuatro plantas en el centro de la ciudad de Stalingrado, construido en paralelo a la orilla del río Volga y a la vista de
la Plaza del 9 de enero, una gran plaza cuadrangular cuyo nombre proviene del Domingo Sangriento (1909). El edificio fue atacado por los alemanes en Septiembre de 1942. Un pelotón de la 13ª División de la Guardia recibió la orden de tomar el edificio y defenderlo. El pelotón estaba al mando de un joven suboficial Yákov Pávlov que reemplazaba a su herido oficial superior. Lo consiguieron, si bien sólo cuatro hombres sobrevivieron al combate. Ellos solos lograron defender la plaza hasta que días después, tropas de refuerzo suministraron ametralladoras, rifles antitanque y morteros. La guarnición de veinticinco hombres, fortificaron el perímetro del edificio con alambre de espino y minas, preparando posiciones de ametralladora y antitanque en las ventanas. Para mejorar las comunicaciones y el suministro dentro del edificio, demolieron los tabiques del sótano y los pisos superiores, amén de cavar una trinchera que les comunicaba con las posiciones soviéticas en el exterior. Los suministros les llegaban por la trinchera o en bote cruzando el río, evitando los bombardeos alemanes.

El inconveniente fue siempre el suministro de agua y víveres. A falta de camas, los soldados abrieron tubos de lana de roca para intentar dormir sobre ellos, pese al fuego de ametralladora alemán día y noche. Los asaltos alemanes se sucedían a lo largo del día. Cada vez que los blindados alemanes intentaban atravesar la plaza, los hombres de Pavlov concentraban fuego pesado sobre ellos desde el sótano, las ventanas o el tejado. Dejando atrás cadáveres y acero, los alemanes se retirarban una y otra vez. Los defensores y los civiles rusos que continuaban viviendo en los sótanos resistieron del 23 de septiembre al 25 de noviembre de 1942, cuando fueron relevados por las fuerzas soviéticas al contraataque.

La Casa de Pávlov devino en un símbolo de la resistencia numantina de
la Unión Soviética en Gran Guerra Patriótica en general y la Batalla de Stalingrado en particular. Resulta llamativo cuando los ejércitos alemanes habían conquistado ciudades e incluso países enteros en semanas, aunque fueron incapaces de conquistar una sola casa defendida la mayor parte del tiempo por apenas una docena de soldados. En los mapas militares alemanes, la Casa de Pavlov se señala como fortaleza. Se oyó a Chuikov, el defensor de Stalingrado, comentar que los hombres de Pávlov habían matado más alemanes que todos los que murieron durante la liberación de París. La Casa de Pávlov se reconstruyó tras la batalla y hoy día aún se usa como edificio de apartamentos. En la parte este del edificio frente al Volga, se eleva un monumento formado por los ladrillos recogidos tras la batalla.

Pavlov fue nombrado héroe de
la Unión Soviética por sus acciones.

La figura de Vassili Zaitsev se hizo especialmente famosa tras el estreno de la película Enemigo a las puertas, que narra de una manera bastante libre las hazañas de este francotirador ruso durante la Segunda Guerra Mundial. Buena parte de lo narrado en aquel largometraje es ficticio, o cuanto menos de veracidad dudosa; por ejemplo la existencia real del Mayor König, contraparte alemana de Zaitsev en aquella película. Pero sí es cierto que Zaitsev existió y que fue una célebre figura de la "Gran Guerra Patríotica". Zaitsev, que aprendió a disparar de joven cazando en su región natal, los urales, cuando era joven, mató a mas de doscientos soldados alemanes como francotirador durante los combates de Stalingrado entre 1942 y 1943.

Zaitsev también se hizo famoso por crear una escuela de francotiradores, que instruía a los soldados no sólo en el tiro de precisión, sino también en las tacticas de combate como combatiente solitario encargado de acabar con objetivos de alto valor tales como oficiales de alto rango. Tan sólo los alemanes y los soviéticos desarrollaron esta doctrina de combate durante la Segunda Guerra, usando los demás ejércitos a los tiradores escogidos dentro de las unidades habituales de combate, no como unidades autónomas. El famoso francotirador fue galardonado con el título de Héroe de la Unión Soviética, y llego a combatir en los Altos de Seelow antes de acabar su carrea militar con el rango de capitán. Tras la guerra dirigió una factoría en Kiev, donde falleció y fue enterrado en 1991. Hoy está enterrado en la famosa colina Mamayev Kurgan.

NUEVO CANTO DE AMOR A STALINGRADO (NERUDA)

Yo escribí sobre el tiempo y sobre el agua,
describí el luto y su metal morado,
yo escribí sobre el cielo y la manzana,
ahora escribo sobre Stalingrado.

Ya la novia guardó con su pañuelo
el rayo de mi amor enamorado,
ahora mi corazón está en el suelo,
en el humo y la luz de Stalingrado.

Yo toqué con mis manos la camisa
del crepúsculo azul y derrotado:
ahora toco el alba de la vida
naciendo con el sol de Stalingrado.

Yo sé que el viejo joven transitorio
de pluma, como un cisne encuadernado,
desencuaderna su dolor notorio
por mi grito de amor a Stalingrado.

Yo pongo el alma mía donde quiero.
Y no me nutro de papel cansado,
adobado de tinta y de tintero.
Nací para cantar a Stalingrado.

Mi voz estuvo con tus grandes muertos
contra tus propios muros machacados,
mi voz sonó como campana y viento
mirándote morir, Stalingrado.

Ahora americanos combatientes
blancos y oscuros como los granados,
matan en el desierto a la serpiente.
Ya no estás sola, Stalingrado.

Francia vuelve a la viejas barricadas
con pabellón de furia enarbolado
sobre las lágrimas recién secadas.
Ya no estás sola, Stalingrado.

Y los grandes leones de Inglaterra

volando sobre el mar huracanado
clavan las garras en la parda tierra.
Ya no estás sola, Stalingrado.

Hoy bajo tus montañas de escarmiento
no sólo están los tuyos enterrados:
temblando está la carne de los muertos
que tocaron tu frente, Stalingrado.

Deshechas van las invasoras manos,
triturados los ojos del soldado,
están llenos de sangre los zapatos
que pisaron tu puerta, Stalingrado.

Tu acero azul de orgullo construido,
tu pelo de planetas coronados,
tu baluarte de panes divididos,
tu frontera sombría, Stalingrado.

Tu Patria de martillos y laureles,
la sangre sobre tu esplendor nevado,
la mirada de Stalin a la nieve
tejida con tu sangre, Stalingrado.

Las condecoraciones que tus muertos
han puesto sobre el pecho traspasado
de la tierra, y el estremecimiento
de la muerte y la vida, Stalingrado.

La sal profunda que de nuevo traes
al corazón del hombre acongojado
con la rama de rojos capitanes
salidos de tu sangre, Stalingrado.

La esperanza que rompe en los jardines
como la flor del árbol esperado,
la página grabada de fusiles,
las letras de la luz, Stalingrado.

La torre que concibes en la altura,
los altares de piedra ensangrentados,
los defensores de tu edad madura,
los hijos de tu piel, Stalingrado.

Las águilas ardientes de tus piedras,
los metales por tu alma amamantados,
los adioses de lágrimas inmensas
y las olas de amor, Stalingrado.

Los huesos de asesinos malheridos,
los invasores párpados cerrados,
y los conquistadores fugitivos
detrás de tu centella, Stalingrado.

Los que humillaron la curva del Arco
y las aguas del Sena han taladrado
con el consentimiento del esclavo,
se detuvieron en Stalingrado.

Los que Praga
la Bella sobre lágrimas,
sobre lo enmudecido y traicionado,
pasaron pisoteando sus heridas,
murieron en Stalingrado.

Los que en la gruta griega han escupido,
la estalactita de cristal truncado
y su clásico azul enrarecido,
ahora dónde están, Stalingrado?

Los que España quemaron y rompieron
dejando el corazón encadenado
de esa madre de encinos y guerreros,
se pudren a tus pies, Stalingrado.

Los que en Holanda, tulipanes y agua
salpicaron de lodo ensangrentado
y esparcieron el látigo y la espada,
ahora duermen en Stalingrado.

Los que en la noche blanca de Noruega
con un aullido de chacal soltado
quemaron esa helada primavera,
enmudecieron en Stalingrado.

Honor a ti por lo que el aire trae,
lo que se ha de cantar y lo cantado,
honor para tus madres y tus hijos
y tus nietos, Stalingrado.

Honor al combatiente de la bruma,
honor al comisario y al soldado,
honor la cielo detrás de tu luna,
honor al sol de Stalingrado.

Guárdame un trozo de violenta espuma,
guárdame un rifle, guárdame un arado,
y que lo pongan en mi sepultura
con una espiga roja de tu estado,
para que sepan, si hay alguna duda,
que he muerto amándote y que me has amado,
y si no he combatido en tu cintura
dejo en tu honor esta granada oscura,
Este canto de amor a Stalingrado.

Fuentes consultadas

* Memorias de Gueorgui Zhukov. En ruso.

* El obrero revolucionario. 22.01.2001. www.rwor.org

* Ecured.cu. La batalla de Stalingrado

* “La batalla por Stalingrado” William Craig. Booket 2005. En español.

* “La crucial batalla de Stalingrado” La voz de Rusia 30.01.11

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