La nueva Constitución de 1936.
- Los antecedentes.
- Las razones.
- La creación colectiva.
- Los contenidos.
SE AGUDIZA LA LUCHA DE CLASES
El trabajo clandestino de toda la oposición unificada.
Los intentos de golpe de Estado y los juicios de Moscú.
Las llamadas grandes purgas. La relación entre las causas internas y las externas.
UN PAÍS EN GUERRA
En guerra desde 1939 hasta 1945.
Mando único y propaganda patriótica.
La reconstrucción.
LOS ÚLTIMOS AÑOS DE DIRECCIÓN DE LA LÍNEA PROLETARIA
Intentos de fortalecer el Partido, los soviets y la vía socialista.
El primer intento de convocatoria del XIX Congreso del Partido.
La muerte de Zhdanov.
El XIX Congreso.
La lucha en el frente ideológico en la segunda mitad de los años 40.
La muerte de Stalin y la lucha por el poder.
UN PAÍS EN GUERRA
En el año 1939 los acontecimientos se aceleran, las contradicciones internacionales llegan a puntos culminantes. La URSS se ve obligada a replantear en este año el Tercer Plan Quinquenal y orientarlo de manera prioritaria al esfuerzo bélico. Se tenía la máxima conciencia de que la agresión imperialista por parte del nazismo alemán estaba muy cerca.
En guerra desde 1939 hasta 1945.
Además de las victorias internas en la línea política y económica de desarrollo del socialismo y de todos los debates dentro del Partido y de la sociedad soviética, para valorar lo que significó este período histórico, no debemos dejar de lado que a partir de 1939 la Unión Soviética estuvo casi en guerra permanente hasta el triunfo contra el fascismo en 1945. Para sostener el esfuerzo bélico, tuvieron que ponerse en marcha medidas especiales tanto económicas, como políticas.
A parte de la amplia ayuda militar a la República Española, la URSS tuvo que sufrir sucesivos acontecimientos militares:
- La guerra no declarada contra Japón, de mayo a septiembre de 1939, que culminó con el triunfo soviético en Jaljin Gol.
- La guerra contra Finlandia (Guerra de Invierno), de noviembre de 1939 a marzo de 1940, que reforzó en cierta medida la defensa de Leningrado esperando la invasión alemana.
- Y, a partir del 22 de junio de 1941, la guerra contra el fascismo alemán y sus aliados y la guerra contra Japón.
Estos hechos son muy importantes para hacer un desarrollo no sólo de
los acontecimientos aislados, sino también de sus consecuencias. Por
ejemplo:
- Se corta de raíz el inmenso desarrollo de las fuerzas productivas.
- El Tercer Plan Quinquenal tiene que modificar sus objetivos para orientarlo al esfuerzo bélico, para el desarrollo de la industria de guerra y de armamento.
- También se tienen que tomar medidas en el terreno de la organización del Estado y de toda la superestructura para adecuarlo a la guerra y la defensa de la URSS, limitando en buena lógica los aspectos democráticos y fortaleciendo los centralistas.
Mando único y propaganda patriótica.
Estamos acostumbrados a escuchar las críticas continuas a la URSS por
parte de la propaganda burguesa en colaboración con los trotskistas y
otros revisionistas. Estas críticas incluyen el papel de Stalin y de la
dirección del Partido en la II Guerra Mundial. De manera general se
ocultan los documentos, los testimonios directos y la labor de
historiadores que han trabajado con los archivos soviéticos. Todos ellos
coinciden en afirmar que la dirección encabezada por Stalin tomó unas
decisiones, en la inmensa mayoría de los casos, acertadas que tuvieron
como consecuencia la victoria contra el fascismo.
Toda crítica toma un pequeño punto de verdad aislada del conjunto
para construir un relato completo adornado con falsedades. Los
trotskistas son expertos en estas manipulaciones cuando hablan de la
Unión Soviética.
Un punto de verdad es, por ejemplo, la muerte en la guerra de más de
20 millones de soviéticos causada por la agresión nazi. De este hecho,
culpan a Stalin y al régimen soviético, construyendo el relato que
afirma que Stalin llevaba criminalmente a los soldados al matadero sin
escrúpulo alguno, incluso algunos llegan a afirmar que lo más “humano”
ante estas matanzas era no resistir la agresión nazi. En lugar de ver la
causa en los crímenes de la agresión militar nazi contra la Unión
Soviética, culpabilizan a los mismos soviéticos por haber resistido.
¿Es posible que los trotskistas y otros revisionistas, con el apoyo
del aparato de propaganda de los países imperialistas, prefiriesen el
triunfo del fascismo y la destrucción total de la URSS? Si nos ceñimos a
las verdades descubiertas en los Juicios de Moscú sobre las
conspiraciones y los acuerdos de los oposicionistas con la Alemania nazi
para derribar a la dirección bolchevique de la URSS, no nos resulta tan
extraño el relato mentiroso que construyen. Y tampoco nos resultará tan
extraño si nos ceñimos a las afirmaciones del mismo Trotsky cuando
juraba que apoyaría totalmente a la URSS en la guerra contra los nazis,
pero sólo con la condición de que hubiese una “revolución” contra
Stalin.
Una de las acusaciones que realizó Jruschov contra Stalin en el
“Informe Secreto” se basaba en la idea de que Stalin estableció un
régimen unipersonal y autoritario, poniendo como prueba que durante la
II Guerra Mundial no hubo Congresos ni reuniones del Comité Central, ni
siquiera del Buró Político. Jruschov no fue el primero que lo dijo, ya
antes que él los trotskistas propagaban este relato. Como siempre, algo
de verdad contiene: no hubo apenas reuniones de los órganos superiores
del Partido durante la Guerra Mundial. Pero este hecho no tiene nada que
ver con la dictadura o la falta de democracia, en general, dentro del
Partido y del poder soviético. Más bien está relacionada con las
necesidades objetivas del momento, una realidad de guerra contra una
potencia extranjera en cuyo escenario se impone la concentración de
fuerzas e ideas para unir al pueblo en un solo objetivo, o, dicho de
otra manera, la centralización y el mando único a todos los niveles.
Para ello se crearon el Comité de Defensa del Estado, en el que se
delegaba todo el poder del Estado, y el Cuartel General de la Stavka
(Estado Mayor), que tenía todo el poder de decisión sobre la guerra.
Es posible que la consolidación del mando único político, a todos los
niveles del Estado y del Partido, durante el período prolongado que
supuso la Gran Guerra Patria tuviese consecuencias posteriores en los
intentos de modificación de las rutinas de actuación para volver al
equilibrio entre democracia y centralismo, pero estas posibles
consecuencias no justifican de ninguna manera denostar las decisiones
tomadas de carácter centralista durante la guerra que se demostraron
plenamente correctas y posibilitaron la victoria de la Unión Soviética
en la misma. Sobre todo si la pretensión de los “críticos” es evidenciar
lo antidemocrático que es el socialismo, por parte de los burgueses, o
la poca democracia socialista que existía en la URSS, por parte de
trotskistas y otros oportunistas. Precisamente estas decisiones
demuestran lo democrático que es el socialismo cuando se rige por el
centralismo-democrático, con el cual se actúa con la flexibilidad
suficiente para tomar decisiones según las realidades y en cualquier
circunstancia, sin perder en absoluto la esencia socialista y la
dictadura proletaria.
Durante la guerra se crearon oficinas de propaganda, las cuales se
basaban en propagar la defensa de la patria. Este hecho también provoca
el estallido crítico de ciertas tendencias antisoviéticas al afirmar que
Stalin impuso un ideario ideológico-político nacionalista pan-ruso, en
lugar de socialista, obligando a las otras naciones de la URSS a estar
bajo el yugo de Rusia. De nuevo, el retazo de verdad que simplemente se
convierte en acontecimiento, tomado de forma aislada de los problemas
del momento y las formas de solventarlos.
Es indudable que los medios de propaganda soviéticos utilizaron como
consigna la defensa de la patria, recurrieron a la historia y la
iconografía rusas y de otras repúblicas, para agitar sobre la necesidad
del esfuerzo bélico y para unificar al pueblo. Tampoco cabe duda que
esta propaganda ayudó en la victoria sobre los ejércitos nazis. Llamar
“nacionalismo”, como ideología política, al llamamiento a la defensa de
la patria frente a la agresión de la Alemania nazi-imperialista, es
cuanto menos una necedad. Sin entrar en más problemáticas teóricas sobre
los conceptos de nación y de patria, resulta suficiente con decir que,
si pensamos desde el punto de vista de la lucha de clases, no es
comparable llamar a la defensa de una patria capitalista, donde está en
el poder la minoría privilegiada y se beneficia del resto del pueblo
como carne de cañón, con la llamada a la defensa de la patria
socialista, donde está en el poder el pueblo trabajador. El primer caso
podríamos llamarlo una defensa de la patria nacionalista (incluso aunque
pueda ser una llamada progresista) y en el segundo caso significa
defender los intereses de la mayoría en el poder: defensa de la patria
socialista.
Veamos cómo se expresaba Stalin en su discurso del 3 de Julio de 1941, llamando a la resistencia. En el mismo expresaba objetivos políticos de liberación popular:
“Esta guerra con la Alemania fascista no puede ser considerada
como una guerra ordinaria. No sólo es una guerra entre dos ejércitos, es
también una gran guerra del pueblo soviético contra las fuerzas del
fascismo alemán. El objetivo de esta guerra nacional de nuestro país
contra los opresores fascistas, no es sólo la eliminación del peligro
que pende sobre nuestro país, sino también ayudar a todos los pueblos
europeos que sufren bajo el yugo del fascismo alemán”[1].
En el discurso sobre las elecciones a los soviets de Stalin en el
Teatro Bolshoi de Moscú, del 9 de Febrero de 1946 (meses después de
acabada la guerra), disertando sobre la guerra imperialista y de la Gran
Guerra Patriótica, hablaba de la patria como el “sistema social
soviético” (socialista) y de la multinacionalidad de la URSS.
“[…] nuestra victoria significa que nuestro Sistema Estatal
Soviético fue victorioso, que nuestro estado soviético multinacional
pasó todas las pruebas y probó su viabilidad. Como sabemos, prominentes
periodistas extranjeros han expresado más de una vez al respecto de que
el Estado Multinacional soviético es “una estructura artificial y de
corta vida”, que en el caso de la emergencia de cualquier complicación,
el colapso de la Unión Soviética sería inevitable, que la Unión
Soviética compartiría el destino de Austria-Hungría”[2].
Pretender aún seguir defendiendo la crítica que descalifica al
Partido Comunista encabezado por Stalin que asevera que tenían un
proyecto opresor nacionalista gran-ruso sólo puede tener dos
significados: o que no se entiende nada de marxismo o que se quiere
engañar al pueblo a base de falsedades.
¿Qué las prácticas propagandísticas pudieron tener consecuencias
posteriores? Tal vez sea posible que después de la guerra se despertasen
algunos sentimientos nacionalistas que no se pudieron prever y que
pudieron ayudar en ciertos casos al desarrollo de tendencias
revisionistas. Pero de ninguna manera puede desacreditarse la labor
positiva de la propaganda de guerra soviética que llevó a la victoria y a
la toma del poder de las clases populares en media Europa.
La reconstrucción.
Con una organización del Estado eficiente, una estructura militar
eficiente, una propaganda eficiente y un pueblo soviético entregado en
la tarea de destruir a los enemigos nazi-imperialistas, las tropas
soviéticas llegaron a Berlín y provocaron la capitulación de la Alemania
nazi y derrotaron al Japón reaccionario en Manchuria, siendo
determinantes en su capitulación.
Es necesario señalar que la organización eficiente y la conciencia
socialista de unos trabajadores con entusiasmo, ayudaron a batir récords
en la reconstrucción del país. En 1946 comenzó el 4º Plan Quinquenal
con el que se consiguió la reconstrucción de toda la Unión Soviética, a
pesar de la masiva destrucción provocada por la guerra en las zonas
ocupadas. En 1947 se eliminó el racionamiento de la población; y en 1952
(ya empezado el 5º Plan) se había conseguido superar la producción
agrícola de 1940 y se duplicó la producción industrial.
Un gran éxito de todo el pueblo soviético, también de sus dirigentes.
Un hito histórico que solamente se pudo lograr con la organización
socialista de la sociedad y con la dirección del Partido Comunista.
LOS ÚLTIMOS AÑOS DE DIRECCIÓN DE LA LÍNEA PROLETARIA
Antes de finalizar la guerra, una parte de los dirigentes del Partido
eran conscientes de los problemas que tendría la reconstrucción, al
igual que de la necesidad de continuar desarrollando la vía socialista
después de la victoria. Fueron momentos en los que había que planearse
en dar saltos adelante. Por esta razón, este período caracterizó por
debates de gran importancia en los planos políticos y económicos en los
que intervinieron todos los dirigentes del Estado y del Partido, y que
fueron delineando diversas líneas políticas como expresión de las
discrepancias ideológicas, que concluyeron después de la muerte de
Stalin con el triunfo de una línea revisionista encabezada por Jruschov.
Intentos de fortalecer el Partido, los soviets y la vía socialista.
Tras la guerra, la dirección comunista intentó resolver los problemas
que se estaban encontrando en la reconstrucción. Si querían realizar
una reconstrucción acelerada y, a la vez, no perder el papel dirigente
en la sociedad, creyeron necesario tomar directamente medidas dentro del
Partido.
Para conseguir estos objetivos, Stalin y sus apoyos más directos
dentro de la dirección propusieron que el Partido a través de sus
líderes regionales y locales no dirigiesen a la vez las instituciones de
los soviets.
Con esta medida pretendían:
- Reforzar los lazos entre los trabajadores y el Estado soviético, colocando en el centro, como piedra principal, la Constitución de 1936.
- Evitar la degeneración del Partido, en el cual habitaban muchos dirigentes parásitos y carreristas corruptos.
- Que a los cargos del Estado y a la reconstrucción económica se dedicasen los técnicos cualificados.
En este momento la lucha contra la burocracia y los burócratas se
volvió fundamental. Se confiaba para ello en que los técnicos realizasen
la labor del Estado y que el Partido se librase de la burocracia
cogiendo de nuevo el camino de sus labores propias de propaganda y
elección de los cuadros. Entonces aún no se veía la relación entre capas
sociales y burocracia.
El primer intento de convocatoria del XIX Congreso del Partido.
En febrero de 1947 se celebra el Pleno del Comité Central. Este Pleno
muestra que algo estaba pasando dentro de la dirección del Partido.
Parece ser que en esta reunión se confrontaron varias líneas políticas.
En principio se presenta un informe principal que las evidencias
demuestran que fue rechazado por la mayoría del Comité Central.
En este Pleno, Andréi Zhdánov hizo el informe principal. Aunque no se han encontrado las actas del Pleno, se conoce el informe por los propios archivos de Zhdánov[3]. En este documento presentó ante el Pleno la propuesta de convocatoria del XIX Congreso para finales de 1947 ó principios de 1948. El punto principal del Congreso sería el nuevo programa del Partido con los siguientes puntos principales:
- Incorporar a los trabajadores en los asuntos cotidianos del Estado con un rápido desarrollo del nivel cultural.
- Proceder a la unificación del trabajo productivo con la participación en los asuntos del Estado, preparando la transición hacia la total dirección del Estado por parte de toda la clase trabajadora.
- Fomentar el control directo por el pueblo de la actividad legislativa con medidas como las siguientes:
- Voto universal y toma de decisiones sobre los asuntos más importantes gubernamentales en la esfera social, económica, de condiciones de vida y desarrollo cultural.
- Ampliar el desarrollo de iniciativas legislativas desde abajo, al igual que el derecho del pueblo a presentar directamente propuestas al Soviet Supremo sobre cuestiones nacionales e internacionales.
- Selección de todos los miembros responsables del aparato mediante elección.
- Desarrollo de la democracia socialista como base de la construcción de una sociedad socialista sin clases que convertirá la dictadura proletaria en dictadura del pueblo soviético.
- Plan de convocatorias de conferencias anuales del Partido, con una renovación obligatoria de al menos la sexta parte del Comité Central cada año.
Como se puede comprobar este Plan para el programa del Partido estaba
orientado a desarrollar la democracia socialista, a luchar contra la
burocracia del Estado, del Partido y de los tecnócratas. Además reconoce
la existencia aún de la lucha de clases en el socialismo al recuperar
el término de dictadura del proletariado. Sin duda, de llevarse a cabo,
significaría un salto adelante para el desarrollo socialista,
proclamando que el Estado socialista sea dirigido por los trabajadores y
no para los trabajadores (en la línea de las viejas reclamaciones de
Lenin).
Había una preocupación clara de que los secretarios regionales y los
técnicos del Estado hubiesen alcanzado un exceso de autonomía durante la
guerra. En realidad era una lucha entre las dos tendencias principales
que en ese momento parece ser que existían dentro de la dirección del
Partido que proponían dos líneas políticas. Una de ellas, representada
por Zhdánov, ponía en primer plano la ideología comunista, señalando que
la ciencia y la técnica no eran neutrales y que era fundamental la
educación política del partido y de las masas para que dirijan ellas
mismas la sociedad. La otra, representada por Malenkov, era más
pragmática y hacía hincapié en los valores universales de la ciencia y
la tecnología, en la promoción de técnicos e intelectuales y en la
necesidad de los incentivos salariales[4].
Probablemente el plan de programa presentado al Comité Central y la
convocatoria del XIX Congreso fueron rechazados por el Pleno, lo que
demuestra la lucha de líneas existente en el Partido en este período.
La muerte de Zhdánov.
En agosto de 1948 se produce la muerte de Zhdánov que era el segundo
secretario del Partido, encargado de la Secretaría de Agitación y
Propaganda. La muerte de Zhdánov provoca nuevas luchas en el Partido y
comienza el ataque contra el llamado “grupo de Leningrado”, jóvenes
líderes que habían cumplido un papel fundamental durante la guerra en la
defensa de Leningrado bajo la dirección de Zhdanov, que habían sido
promocionados con el apoyo de Stalin.
Así surge el “Asunto de Leningrado” en el que son detenidos y ejecutados Voznesensky (miembro del Politburó y Presidente del Gosplan), Kuznetsov (del Comité Central), Rodionov (Presidente del Consejo de Ministros de la Federación Rusa), Popkov (Primer Secretario del Partido de la ciudad de Leningrado) y otros destacados dirigentes. La acusación principal es la de malversación de fondos del Estado, entre otras actividades antisoviéticas. En occidente se suele decir que fueron ejecutados porque tenían tendencias democráticas capitalistas y Jruschov en su “Informe Secreto” acusa directamente a Stalin de la fabricación y ejecución de este affaire. Nada más lejos de la realidad.
Aunque no es descartable que parte de las acusaciones fueran ciertas. En una reunión de junio de 1957, el mismo Jruschov acusa directamente a Malenkov y Beria de instigar los arrestos de los de Leningrado y manifiesta que Stalin estaba en contra. Dice directamente: “Stalin estaba contra los arrestos de Voznesenski y Kuznetsov”[5]. Y en 1953 Beria menciona a Riumin, un personaje ligado a Jruschov, como falsificador de los materiales de investigación del “Asunto de Leningrado”[6].
El XIX Congreso.
El XIX Congreso del Partido es convocado para 1952. Su retraso no
tiene más explicación que las luchas dentro del Partido. En el mismo
Congreso debió haber una importante lucha, afirmación que puede
ajustarse a la falta de publicación de las actas y la publicación
solamente de un extracto del discurso de hora y media de Stalin.
Este Congreso fue muy distinto a lo que se había previsto, propuesto al Comité Central y rechazado en 1947. Si aquel tendría como punto del orden del día estrella el nuevo programa del Partido, en el celebrado en 1952 se trató de manera prioritaria el V Plan Quinquenal y las cuestiones de economía, apenas tratándose los temas relacionados con la superestructura, incluido el Partido. Se limitó a volver a criticar que los secretarios del Partido se inmiscuyeran en los temas economía y se repitió que había una absoluta falta de crítica y autocrítica dentro de las organizaciones partidarias.
Es muy destacable la modificación de la composición del Presidium del Partido (antes llamado Politburó) y del Comité Central, que partió directamente de Stalin. El Presidium se ampliaba a más del doble de componentes (25 miembros y 11 candidatos), así sería un organismo más deliberativo que ejecutivo, e incluiría a cuadros del Partido más jóvenes y preparados.
Stalin pronunció un breve discurso en el que reconoce la falta de unidad del Partido, critica a viejos dirigentes, como Molotov y Mikoyan, y explica por qué es necesario ampliar el número de miembros del Comité Central y del Presidium.
“Los trabajos del congreso se han llevado a cabo bien y a muchos
podrá parecerles que exista entre nosotros una total unidad. Sin embargo
esta unidad no existe […].
“¿No resulta acaso claro que se necesita elevar el papel del
Partido, de los comités de Partido? ¿Cómo se puede descuidar el
mejoramiento del trabajo del Partido entre las masas, como nos ha
enseñado Lenin? Todo esto requiere de una afluencia de fuerzas jóvenes y
frescas en el CC, que es el cuartel general dirigente de nuestro
Partido. Y de esta forma lo hemos hecho, siguiendo las indicaciones de
Lenin. Es por ello por lo que hemos ampliado la composición del CC. Y
también el Partido ha crecido a su vez.”[7]
La lucha en el frente ideológico en la segunda mitad de los años 40.
A lo largo de la segunda mitad de los años 40, especialmente con la
dirección por parte de Zhdánov del Secretariado de Agitación y
Propaganda, se hizo mucho hincapié en la lucha en el frente ideológico
contra las ideas burguesas reaccionarias y apolíticas de los
intelectuales. Esto hace referencia a la intuición, al menos, de cierta
toma de posición de clase por parte de los intelectuales y técnicos que
les hacen recalar en ideologías extrañas al marxismo-leninismo y en
actitudes individualistas y carreristas.
Fuesen más acertadas o menos en algunos extremos las críticas, el
fondo de las mismas iba dirigido a la lucha contra posicionamientos de
clase y a poner como centro de la dirección ideológica del proceso de
construcción socialista a la clase obrera y las masas trabajadoras.
Ya había habido importantes debates teóricos en los aspectos
políticos (sobre el papel del partido, sobre las medidas de construcción
del poder de las masas, etc., como hemos visto) y económicos (con la
crítica a las posiciones de Varga y Voznessenski por parte de Stalin en
“Problemas económicos del socialismo”)[8]. Del frente ideológico se encargó Zhdánov de dar una visión marxista-leninista.
De ahí viene la lucha contra los escritores reaccionarios y
arribistas en Leningrado, y contra los miembros del Partido que se han
mostrado indolentes y les han permitido tomar posiciones de prestigio y
toleraban la penetración de esas tendencias.
“Nosotros exigimos a nuestros camaradas, tanto los que dirigen el
campo literario como los que escriben, se guíen por algo sin lo cual no
podría existir el orden soviético, vale decir, por la política, de modo
que nuestra juventud pueda ser educada no en un espíritu maligno y sin
ideología, sino en un espíritu vigoroso y revolucionario”[9].
También surgieron debates en la música, con la crítica a la música
formalista (tras esta crítica compositores como Prokóviev, Shostakóvich o
Kachaturián, rectificaron), y sobre el arte del cine, en el que se
plantea que el arte no es un fin en sí mismo, sino que tiene que estar
al servicio del pueblo.[10]
De especial interés es la crítica que realiza Zhdánov, en nombre del
Comité Central del Partido, en una reunión de filósofos soviéticos en
1947, a propósito del Manual de Historia de la Filosofía realizado por
Alexandrov.
La filosofía ya había sido caballo de batalla política en 1929, en el
gran debate entre dialécticos y mecanicistas. En realidad se traducía
entre dos concepciones del mundo y, en definitiva, de concepción
política. En aquella ocasión, los filósofos mecanicistas defendían los
postulados de Bujarin, y los dialécticos los de la dirección bolchevique
del Partido. En 1947, Alexandrov era seguidor de Malenkov[11]
y Zhdánov, desde postulados materialistas dialécticos, desmonta el
subjetivismo y el mecanicismo del Manual que muestra al autor como un
individualista sin ideología. A la vez Zhdánov se queja de la
complacencia de los demás filósofos que no realizan crítica alguna. En
este momento Alexandrov era nada menos que el Secretario del Departamento
de Agitación y Propaganda del Comité Central y en sus manos estaba
todas las escuelas de formación marxista-leninista del Partido.
Señalaba Zhdánov:
Señalaba Zhdánov:
“…¿dónde están las raíces de las falsas ideas subjetivas de una serie de
dirigentes del frente filosófico? […] Tal vez haya una sola respuesta a
esta pregunta: un conocimiento insuficiente de los fundamentos del
marxismo-leninismo y la presencia de supervivencias del influjo
económico burgués. Esto se expresa igualmente en el hecho de que
numerosos de nuestros trabajadores intelectuales no comprenden todavía
que el marxismo-leninismo es una doctrina creadora, viva, que se
desarrolla sin interrupción y se enriquece sin cesar con la experiencia
de la construcción socialista y las conquistas de las ciencias naturales
contemporáneas”[12].
La muerte de Stalin y la lucha por el poder.
La muerte de Stalin el 5 de marzo de 1953 precipita los
acontecimientos. En los años anteriores dirigentes que ocupaban puestos
de mucha importancia y habían estado muy ligados a la política
bolchevique encabezada por Stalin habían desaparecido de la escena
política (Zhdaáov, Schervakov, Kuznetsov, Voznessenski,…). A pesar de
que hacía apenas un año se había ampliado la composición de la dirección
con la inclusión de jóvenes, la fuerza de la dirección recaía en
Malenkov, Jruschov, Molotov, Mikoyan, Kaganovich y Beria.
La primera decisión que se toma consensuadamente es la revocación de la decisión del Congreso de la composición del Presidium del Partido, dejando en papel mojado la decisión congresual, rebajando de nuevo sus miembros a 10 y 4 candidatos (en lugar de 25 y 11 candidatos) y dejando a todos los jóvenes promovidos fuera del órgano de dirección. Se confirmaban así las palabras de Stalin en el Congreso cuando afirmaba que la “unidad no existe”. Esta medida realmente representaba un primer golpe de estado.
Enseguida vendría la detención y muerte de Beria, y en el XX Congreso, la destitución del llamado “grupo antipartido” (Malenkov, Molotov, Kaganovich) que intentaron derrocar a Jruschov ante el cariz que estaba tomando la política soviética. De esta manera se consolida Jruschov en el poder tornando a la Unión Soviética hacia una política revisionista que bien podría defender la oposición de derecha de los años 20-30.
Notas:
[3]
El borrador del informe fue encontrado por el historiador Alexander
Pyzhikov, referenciado por Glover Furr en “Stalin y la lucha por la
reforma democrática”. https://gardenofknowledgemalta.files.wordpress.com/2017/07/lucha-reforma-democratica.pdf
[4]
La teoría sobre esta concreta lucha de tendencias en la segunda mitad
de los años 40 la mantiene el profesor Daniel Stotland en “The War
Within: Factional Strife and Politics of Control in the Soviet Party
State (1944–1948)” Russian History (2015).
[5] Referenciado por Grover Furr en “Kruzchev mintió”.
[6] Ídem.
[8]
Varga y Voznessenski tenían posiciones enfrentadas, aunque cada una de
ellas fue criticada por Stalin en “Problemas económicos del socialismo”
con plena razón. Tras la muerte de Stalin, las teorías oportunistas de
Varga fueron recuperadas por Malenkov y Kruschov. Los errores teóricos
de Voznessenski fueron la base de la política económica de Breznev.
[9] A. A. Zhdanov: “El frente ideológico y la literatura”. Ed. Grijalbo.
[10]
El debate sobre el arte del cine fue consecuencia de la grabación de
“Iván el Terrible” por Eisenstein y en él opinaron tanto Stalin como
Zhdanov. Eisentein recogió las críticas sobre el tratamiento
antihistórico de algunas escenas de la película y rectificó, pero en
ningún momento fue censurado como se sostiene por los medios
occidentales.
[11]
Después de este debate Alexandrov fue depuesto de su cargo y cuando
Malenkov ascendió hasta Primer Ministro, nombró a Alexandrov ministro de
cultura.
[12] A. A. Zhdanov: “Importancia de un manual de historia de la filosofía”. Ed. Grijalbo.